[dropcap]4.[/dropcap] LA CONSTRUCCIÓN DEL RELATO A TRAVÉS DEL PLANO. En el mundo de los no-sé-cuantos apellidos de tal o cual región, ese mundo que hiede a caspa, a naftalina y a cosita insustancial, eventos como el Festival Internacional de Cinema d’Autor son una ventana que se abre para ventilar todo ese olor a cerrado, para intentar mostrar que efectivamente puede haber un cierto criterio y una cierta sensibilidad en eso que llamamos cine. Esas imágenes en movimiento que se proyectan en una pantalla deberían obedecer a algo más que al entretenimiento burdo, al adocenamiento y al zancochismo, y propuestas como el D’A posibilitan que cierto espectador empiece a saber que hay una forma distinta de ver un cine distinto en el meollo mismo de una metrópolis como Barcelona. De forma cada vez más patente, somos testigos de un hecho actualmente poco discutible: el nuevo relato se vertebra y se transforma a sí mismo a través del plano, del detalle, del encuadre. Los nuevos protagonistas no aparecen citados en los títulos de crédito al lado del nombre de su personaje; los nuevos protagonistas son esa combinación de colores o tonos de grises, de luces y sombras, de texturas y profundidad de campo, que conforman el plano. Si el travelling era o es una cuestión (de) moral, el plano debe ser una cuestión principal y de principios. Evidentemente, esta forma de construir y de entender el cine no es cosa nueva, pero nos parece importantísimo que se produzca una llamada al espectador a este respecto. Quizás esta llamada empieza a atenderse: ahí estaba la considerable e inaudita cola que se formó en los aledaños del Aribau Club para ver “Stray Dogs”.
Más que nunca, la 4ª edición del D’A nos ha ofrecido maravillosos ejemplos de esta forma de construcción del relato a través del plano. Ahí está, por ejemplo, la fantástica “Medeas” de Andrea Pallaoro, que maximiza toda su tensión no precisamente a través de la cuestión argumental sino gracias a la composición de planos imperiosos al servicio del detalle en la luz y las miradas. Desarrollada en un entorno geográfico similar (de la baja California rural nos vamos hasta la Texas más agreste), “Stop The Pounding Heart” de Roberto Minervini documenta a golpe de encuadres hiperestilizados y feroces close-ups de bellísima factura la devoción cristiana de una familia. En esencia, ambas obras dejan patente que el sentido estético y la veracidad del relato pueden y deben ir de la mano. También podrían abarcarse en esta línea ideológico-estilística dos documentales de muy distinto pelaje y de muy profundo calado. Hablo de “Paradiso” de Omar Razzak y de la visceral y abrasiva “E Agora? Lembra-Me” de Joaquim Pinto. El cineasta luso construye un collage de su propia realidad de manera imponente, no sólo en el sentido visual sino también incluso filosófico, insuflando vida en cada plano. Razzak, por el contrario, actúa de discreto voyeur de la cotidianidad en el entorno menos cotidiano posible (una sala de cine X). Aquí, la distancia a la que se coloca la cámara afecta de manera decisiva todo el sentido del film: una cuestión de centímetros construye el relato para que sea percibido de una determinada manera.
Debemos mencionar también las inteligentísimas “El Futuro” de Luis López Carrasco y “Redemption” de Miguel Gomes, epítomes de la desintegración de la frontera entre cine político y experimental a mayor gloria de la imagen en sentido puro, y la virtuosa “Concrete Night” de Pirjo Honkasalo, que funciona más y mejor como apabullante composición opresiva cuasi onírica por su tratamiento del blanco y negro que como thriller dramático. Mención aparte merece Tsai Ming-Liang con la ya mencionada “Stray Dogs”, que, más que construir, deconstruye el relato a partir de eternos planos extenuantes, conformando la translación cinematográfica perfecta del tormento y el éxtasis. [DMDLH]
MEDEAS. Contaba Andrea Pallaoro tras la proyección de su película “Medeas” que el título empezó siendo un working title provisional pero que, conforme avanzaba la producción, decidió convertirlo en título definitivo. Con ello dejaba claro que quería escapar voluntariamente del formalismo narrativo que usa y abusa del suspense para mantener la atención del espectador, en favor de una tensión soterrada que se va abriendo paso a través de los detalles casi pictóricos que componen la obra, gracias a la portentosa fotografía de Chayse Irvin. Es decir, sabemos (o creemos saber) cómo va a acabar “Medeas”, pero eso es lo de menos. Desprovista de todo elemento extradiegético y con una espectacular Catalina Sandino Moreno (“María Full Of Grace”), cuya mirada y carnalidad son un elemento formal más en una película, estamos ante una obra imperecedera y maravillosa, que, personalmente, supuso la sorpresa más positiva de todo el festival. [DMDLH]
STOP THE POUNDING HEART. Y, de repente, envuelta entre los reflejos del intenso sol tejano, aparece Sara, una de las hijas adolescentes de la familia Carlson, recortando su falda vaquera hasta la altura de las rodillas. Una resolución ante una duda y una imagen que transforma una vida; de igual modo, un plano que transforma una película y, por ende, todo el festival. Roberto Minervini radiografía en su cinta la esencia de la familia. Una familia, es verdad, marcada por la particularidad de sus creencias y de su entorno, pero con las mismas dudas y determinaciones que cualquier otro núcleo social. “Stop The Pounding Heart” transcurre amodorrada durante casi todo su metraje, lo cual puede convertirse en su mayor perjuicio: no todo el mundo disfruta de un ensimismamiento así. Sin embargo, es una obra de una delicadeza extrema, casi tímida patológicamente en su naturalismo. Sincera y sutil, la película de Minervini es un pequeño y precioso grower. [DMDLH]
E AGORA? LEMBRA-ME. Definir con unas pocas palabras “E Agora? Lembra-Me” se antoja: a) injusto, y b) absurdo. Injusto porque prácticamente cualquier calificativo, cualquier opinión vertida desde la palabra hablada o escrita parecería de algún modo reduccionista. Absurdo porque estamos ante una de esas obras únicas que necesariamente y bajo cualquier circunstancia debe verse, debe aprehenderse en su totalidad para que cada cual se vea afectado por toda su belleza y sabiduría. Un documento, más que un documental, que muestra el transcurso de un año en la vida del propio realizador, Joaquim Pinto, en paralelo a su enfermedad. En este caso, el milagro en “E Agora? Lembra-Me” radica en la transmigración que propone de lo corpóreo a lo inmaterial y viceversa, borrando para siempre (o al menos durante casi tres horas) la frontera entre lo tangible y lo intangible: la desdiferenciación de vida y cuerpos; de amor e imagen. Formalmente fascinante, filosóficamente inmaculada, no se asusten si un rato después de aparecer los créditos finales de la película aún permanecen mudos, casi estuporosos. Se llama emoción. [DMDLH]
WHITE SHADOW. Él soñaba con volar lejos (o con no sentirse obligado a hacerlo) cuando, de manera muy violenta (algo habitual en la película), aparece en pantalla un primer plano de la carne (que luego sabemos que su madre está cortando). Estas dos primeras escenas anacrónicas nos dan las claves de un film donde los albinos no son más que un pedazo de carne que se vende en Tanzania como aquí, en España, podemos vender una paletilla de cordero. Una mercancía muy cara con la que muchos desean comerciar. Una realidad que a menudo cuesta mirar, plasmada por Noaz Deshe en un filme igual de difícil de ver, que desprende violencia en cada plano (aun no mostrándola en exceso) apoyada sobre todo por el uso del sonido. Fuerte, molesto, explícito. Cada plano de «White Shadow» es casi una totalidad, un fragmento de la dura vida de estos personaje, que se construye con saltos en el tiempo y se muestra a través de una poesía macabra, con yuxtaposiciones (como esos dos primeros planos) muchas veces reveladoras, pero también desconcertantes. A pesar de las duras críticas tras el primer pase del filme, para la segunda proyección (con presencia de su director) la sala volvió a llenarse para experimentar el desasosiego en sus propias carnes. [EE]