MARTES DESPUÉS DE NAVIDAD, de Radu Muntean. Dentro de la retrospectiva del nuevo cine rumano pudimos ver la última película de Radu Muntean, una certera disección de un ataque de pitopausia totalmente alejada de histrionismos y dramatismos innecesarios. Paul trabaja en un banco y lleva una vida normal y rutinaria (con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva) junto a su mujer Adriana a la vez que mantiene un affaire con la joven dentista de su hija de ocho años. Todo se sostiene más o menos en orden hasta que mujer y amante se conocen en la clínica cuando le van a poner los aparatos a la niña. A partir de ahí, la cosa se complica y Paul tiene que tomar una decisión que jugará en contra de su familia. Muntean plantea una historia tan concreta como intensa en la que el drama discurre como un reguero de agua cuesta abajo y en la que ningún gesto está fuera de lugar y ninguna mirada está de más. [EC]
O QUE ARDE CURA, de João Rui Guerra da Mata. Con el trasfondo del devastador incendio que asoló el Chiado en los 80, João Pedro Rodrigues se pone esta vez frente a la cámara. Una conversación por teléfono, que oscila permanentemente entre la ruptura, el reproche y el anhelo de reconciliación, finalmente sucumbe ante las brasas y cenizas emocionales que se confunden de forma progresiva con las auténticas llamas que azotan el barrio del protagonista. Estimables ideas en este cortometraje, cuyo resultado final sin embargo no llegar a convencer del todo. [DMDLH]
SIMON KILLER, de Antonio Campos. Al Papa lo que es del Papa: «Simon Killer» es un film desbordantemente sensorial ante el que es fácil empequeñecerse, dejarse llevar por las emociones fuertes transmitidas por la cámara con una maestría que roza lo sinestésico. La banda sonora, además, es cojonuda. Pero no confundamos el tocino con la velocidad… El protagonista de «Simon Killer» es un desequilibrado con profundos problemas psicológicos que Campos señala y subraya como algo que se le escapa de las manos. También hay dos protagonistas femeninas: una prostituta a la que maltrata y que tiene un historia anterior de maltratos en contraposición a una estudiante segura de sí misma que no entra al trapo de los juegos mentales del protagonista. Es decir: psicópata justificado, mujer que permite que le maltraten, mujer que no permite que le maltraten. En mi pueblo, a eso se le llama simplismo. E incluso ser retrógrado. [RDT]
SISTER, de Ursula Meier. Más allá del twist sorprendente al que el espectador es inducido mediante la traducción al inglés del título original, «L’Enfant d’en Haut«, es necesario alabar la capacidad de Ursula Meier para hablar de la crisis global a partir del caso concreto. En «Sister«, la picaresca de un niño que se gana la vida robando material técnico en unas pistas de esquí para revenderlo podría trocarse en una tragedia griega si hubiera caído en las manos de los primeros Dardenne. El tono, sin embargo, tiene mucho más que ver con «El Niño de la Bicicleta«: «Sister» supura un humor cálido y envolvente capaz de hacerte olvidar por unos instantes la situación tan jodida que viven sus protagonistas. La situación tan jodida que vivimos todos. [RDT]
SLEPLESS KNIGHTS, de Stefan Butzmühlen y Cristina Diz. Stefan Butzmühlen y Cristina Diz se adhieren con «Slepless Knights» a esa nueva tendencia cinematográfica que celebra el escapismo mental y el costumbrismo en pos de una salida al ritmo frenético urbanita y a los efectos de la crisis con esta no-historia de una relación homosexual en un pueblo de Extremadura (tienes más información sobre las temáticas del D´A en este especial) . Y digo no-historia porque, en este relato de poso calmado, reflexivo y a ratos surrealista, la «historia» es lo de menos y lo de más ese espacio mental que abre en el espectador durante su metraje. Abstenerse los que esperen una versión española de «Brokeback Mountain«. [EC]
THE CAPSULE, de Athina Rachel Tsangari. Athina Rachel Tsangari entrega este cuento perverso y perturbador, dolorosamente bello, sobre un ritual de iniciación de seis muchachas aisladas en una mansión, sometidas a los designios de una figura materna-pontificia. Intercalando grotescas animaciones y detallando con elegancia espacios, atmósferas y texturas, este mediometraje bebe tanto de Steven Meisel o Helmut Newton como del tándem Buñuel–Dalí, desde la carga poética visual de Matthew Barney hasta la sensorialidad de David Lynch. Finalmente, “The Capsule” es, ante todo, arte libre en toda su acepción. Breathtaking. [DMDLH]