Olvida todo lo que sabes de los chiringuitos playeros: Vai Moana hará que recuperes la fe en el verano de Barcelona… Otra cultura de chiringuito es posible.
Cuando pensamos en «chiringuito playero», nos vienen a la cabeza un montón de imágenes que incluyen señores barrigudos sin camiseta, niños llorones en pelotillas con pepitas de sandía pegadas por todo el cuerpo, señoras haciendo calceta, bandejas de paellador acartoná y reseca, musculocas quemadas hasta el tímpano bailando la última entrega del Hed Kandi… Y, si a la postal de «chiringuito playero» le añadimos «de Barcelona», la cosa ya se pone mucho peor y se incorporan palomas mutantes del tamaño de un gato, chinas que te ofrecen masaje con final (in)feliz y lateros que te venden latas (obvio) que se han enfriado a la sombra de las alcantarillas (y lo sabes). Total, un cuadro feísta. Un drama. Vamos, EL HORROR.
Pero, ¿sabéis qué? Que resulta que hay vida chiringuitera entre el Besòs y el Llobregat… Y es una vida que está aleteando fuerte para que todas esas estampas horribles y preconcebidas que tenemos de la cultura playera barcelonesa caigan primero por su propio peso y luego por fin de existencias. Porque en Barcelona hay un nuevo movimiento que quiere dignificar la cultura del chiringuito. Y hacer chiringuitos guays. Y cómodos y bonitos. ¿Es esto posible? Sí, ya existen. Vai Moana es uno de ellos.
Más allá de la frontera de la Barceloneta, donde el horizonte de los edificios se funden con el azul (contaminado) del cielo, en pleno corazón de la playa del Bogatell, se encuentra esta propuesta de Pantea Group: un chiringuito cuya razón de ser es dinamitar desde sus fundamentos la idea de que el rollo chiringuitil es una cutrez. Olvídate de maderas comidas por la humedad y el salitre, platos recalentados y camareros malhumorados que preferirían estar muertos a trabajando en verano. Vai Moana es un chiringuito como no imaginas. Lo primero que te hará mojar el bañador (y no por el agua del mar precisamente) es su precioso y acogedor diseño mediterráneo y cuidadísimo con maderas claras y plantas colgantes. Lo segundo que hará que te plantees muy en serio plantar la toalla en la arena o el culo en una de sus sillas es su Im-Presionante carta gastronómica.
Sí, puedes ir hasta allí a tomarte la típica cerveza fresquita de rigor para coger fuerzas antes de volver al lío playero, pero estarías dejando pasar la oportunidad de probar una de las mejores ofertas gastronómicas de todo el litoral barcelonés. Desde los brunchs mañaneros con sus tostadas, sus yogures caseros, sus tortillas hipercalóricas y riquísimas pasando por una una apuesta muy firme por la gastronomía de alto nivel. Di no al pescaíto y la fritanga y sí a probar platos diseñados para el consumo a pie de playa: al tartar de salmón marinado con manzana, cebollino y aroma de cítricos, a su hamburguesa de calamar con panecillo amasado en su propia tinta y patatas cortadas a mano o a su tzatziqui cien por cien casero y artesanal. Todo ello regado con una carta de cócteles que van del tradicional (y muy customizable) Gin Tonic a propuestas más refinadas. Y todo esto en primera línea de playa, con su propia zona de hamacas, con servicio de camareros en la arena, con una selección musical amable y acogedora. Demasiado winner para ser real… Pero lo es.
No es para menos, viniendo de un equipo que ha puesto en marcha el proyecto «Beach Life Project«, con el que quieren impulsar la vida en la playa pero desde un punto de vista urbanita y classy, en el que además Fantastic Plastic Mag participará a lo largo del verano y en el que nos estrenamos hace unos días con una mixtape especialmente fresquita que puedes descubrir en este post.
Cuando presentamos nuestra temática veraniega, nos preguntábamos si veraneamos por encima de nuestras posibilidades y abríamos una puerta a reflexionar sobre ese espíritu hedonista y un poco temerario que nos invade en cuanto se habla de «vacaciones», que parece que nos impulsa a gastar más dinero del que tenemos, a ir a sitios lejanos, a cansarnos más de lo deseable y que parece que nos obliga a pasarlo bien fuera de casa no matter what. Resulta que no hay que irse a la otra punta del planeta para disfrutar de grandes propuestas, de vacaciones inolvidables, de lugares memorables a los que quieres volver todos los días. Resulta que hay muchos cerca de nuestras casas. Vai Moana, por ejemplo, está a un tiro de piedra. Ahora toca preguntarnos ¿realmente necesitamos mucho más?