No estaría de más analizar qué está pasando con los hoteles: de repente, resulta que han dejado de ser el reposo del guerrero al que recurres cuando estás de vacaciones para convertirse en el epicentro de la vida social de tu propia ciudad. Hace tiempo que algunos de los saraos más interesantes se celebran en estos espacios, y ya no hace falta hablar del reclamo que suponen los restaurantes de ciertos hoteles. Por eso, por mucho que seas de la Ciudad Condal, no está de mal que prestes atención al nuevo Mercer Hotel, que abrió no hace un año en el número 7 de la calle Lledó (en pleno barrio gótico) y que tiene todo lo necesario para convertirse en un punto de referencia para los próximos meses…
Está claro que, si estás de visita en la ciudad (o te apetece un capricho), este hotel de cinco estrellas Gran Lujo calificado además como monumento debería ser una de tus primeras opciones: con tan sólo 28 habitaciones distribuídas en tres plantas, alojarse en el Mercer implica entrar en contacto directo con la historia de Barcelona, ya sea por la fachada de piedra, por los frescos medievales, por las vigas de madera con siglos de historia, por la muralla romana del siglo I d.C. o por las columnas del siglo XVII que habitan el patio interior. La rehabilitación de estos símbolos por parte de Rafael Moneo forma parte de la identidad del Hotel Mercer, donde la solera de la piedra compite directamente con un uso inteligente de la luz (no creerás estar en el gótico barcelonés, donde todos los edificios tienen déficit de iluminación). ¿Más historia todavía? La biblioteca del hotel está situada en el paso de ronda entre el bastión 28 y 29 de la muralla romana, además de contar con diversos frescos medievales que se descubrieron durante la restauración de la estrutura. Y, por si eso fuera poco, las dos torres de vigilancia de la muralla son los pilares básicos de un edificio que se ve coronado por una terraza con unas vistas espectaculares. ¿Vistas sólo para clientes? ¡Ni hablar! A partir de media tarde, la terraza abre sus puertas a todo aquel que quiera disfrutar con unas tapitas o con cualquier bebida. Aquí ya empieza a prefigurarse un futuro hot spot de la ciudad, ¿verdad?
Y es que la oferta gastronómica del Hotel Mercer es excepcional. El corazón de esta oferta es, sin duda, el restaurante Mercerino, donde pudiera parecer que será difícil abstraerse de la historia que supuran las paredes… Por suerte, la carta diseñada por Josep María Massó consigue que te olvides del entorno y que te concentres en el paladar: basándose en la cocina de mercado más tradicional y poniendo especial atención en los productos de la tierra, el cocinero ha conseguido sofisticar sus platos con un toque afrancesado que los eleva sin convertirlos en una experiencia snob. Aquí pueden disfrutarse pescados de la Costa Brava, carnes del Pirineo y verduras del Llobregat, todo ello regado con una selección de vinos que no se rescinde a los excelentes caldos españoles, sino que también tiene una buena colección de botellas traídas desde Francia y California. Los precios, increíblemente, son más asequibles de lo que podrías pensar, e incluso hay un menú de mediodía que, por menos de treinta euros, resulta una experiencia gastronómica sublime.
Al restaurante, además, le han salido dos hermanos «no tan pequeños». Para empezar, el Negroni by Mercer es un espectacular cocktail-bar con una extensa carta de referencias. Y, para continuar, el Vermut Mercerino es un espacio moderno, acogedor y puntero que sube un peldaño en esa recuperación de las bodegas que estamos viviendo en Barcelona. La carta vuelve a ser de órdago, con exquisiteces como anchoas de Santoña, el jamón de bellota, la ensaladilla rusa con gamba de Huelva o el pan con tomate de coca de Folgueroles… Al Vermut Mercerino, además, se puede acceder directamente desde la calle Lledó, como si de un anexo del Hotel Mercer se tratara. Y eso, sin duda, nos lo va a poner más fácil todavía a la hora de convertirlo en nuestro siguiente local preferido para hacer quedadas con colegas y llenar la panza en buena compañía.