¿No tienes la sensación de que comer bien en el centro de Barcelona es imposible? No te preocupes: La Esquina va a acabar con esta situación.
Digámoslo en voz alta de una vez por todas: el centro de Barcelona se ha convertido en un verdadero drama. De verdad. No es ni medio normal que, a día de hoy, si te ves colgado en el centro de la Ciudad Condal, parezca que las únicas opciones que tienes para comer son cadenas y cadenas y franquicias y franquicias de esas que se merecen una orden de alejamiento de tu vida gastronómica. Por eso mismo se agradece que La Esquina haya abierto en un lugar tan céntrico como la esquina (de ahí le viene el nombre) de la calle Bergara con Balmes y Pelayo: en el ángulo menos concurrido y más practicable de El Triangle, a medio camino entre Plaza Catalunya y Plaza Universidad, es esta una situación geográfica que remite directamente al concepto «punto de encuentro».
Pero que nadie piense que estoy diciendo que La Esquina se va a convertir en un punto de encuentro exclusivamente porque esté situada en un lugar que siempre va a pillarle a todo el mundo a mano. Ni mucho menos. La Esquina ha nacido para convertirse en un must porque, simple y llanamente, nuestras vidas hace mucho que necesitaban un lugar como el que el chef Alan Stewart ha formalizado en este enclave privilegiado. Para empezar, el espacio confortable invita a quedarse: fruto del choque de creatividades entre dos no-decoradores como Elena López (fotógrafa) y Emilio Lekuona (director de arte), La Esquina es un lugar de amplia iluminación que, sin embargo, no opta por los trillados espacios en blanco, sino que apuesta más bien por la madera y por las paredes pintadas en un gris que va cambiando con el tiempo y con la iluminación. Si te haces asiduo de La Esquina, no te la encontrarás dos días de la misma forma… Aunque siempre te sentirás como en casa.
La verdadera protagonista de La Esquina es, sin embargo, la propuesta gastronómica de Stewart: él mismo la define como «contemporary grandma«, y la verdad es que es difícil encontrar un apelativo mejor para definir el trenzado sublime que el chef hace de los sabores, ingredientes y texturas tradicionales con los toques contemporáneos que conseguirán que todo lo conocido sorprenda a tu paladar como si fuera la primera vez que lo comes. Todos los productos y la materia prima utilizados en La Esquina son, además, cien por cien artesanales y, siempre que se puede, de elaboración propia… Algo que, evidentemente, acaba por notarse en el plato. Al fin y al cabo, la cocina de Stewart tiene como puntos cardinales unos visibles preceptos de equilibrio entre verduras, proteínas y pasta o legumbres. ¿En qué se traduce esto? En que, comas lo que comas en La Esquina, abandonarás el local con sensación de haber metido en tu cuerpo un ágape saludable.
Además, si algo caracteriza a este nuevo espacio es, precisamente, el amplio abanico de posibilidades y horarios que incluye su carta. La espina dorsal de La Esquina es un menú disponible desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde y en el que pueden encontrarse exquisiteces como los huevos benedict, el bocadillo de albóndigas con provolone o el pancake de pera. La estrella del lugar es, sin embargo, el menú combi disponible los medio días: una especie de plato combinado en versión 2.0 en el que tú mismo ensamblas tu plato en base a tres grupos (entrantes, carnes y pescados o pastas). Aun así, tampoco habrá que dejar escapar el menú de cenas (con platos más elaborados pensados para veladas más íntimas y especiales) y el menú de brunch (para fines de semana).
Toda buena comida, sin embargo, ha de ir acompañada de buena bebida, y en La Esquina lo saben. Por eso mismo cuidan hasta la saciedad sus cócteles, a cargo del bartender Merlín; y también sus cafés, para los que Louis, el barista, huye por completo de las capsulitas de fast-coffee de otros lugares y se lo curra a base de bien (con café de tostadores locales como Right Side) con locuras como su café solo frío con un toque de bíter de naranja. Pura ambrosía y, además, el punto y final idóneo para cualquier visita a La Esquina. Bueno, punto y final no, no nos pongamos dramáticos: una vez pruebes este restaurante, lo tuyo siempre van a ser puntos y seguidos. Uno detrás de otro. [FOTOS: Cecilia Díaz Betz]