Bien pudiera parecer que últimamente las únicas galerías de las que se permite hablar como «hot spots» en cualquier ciudad son aquellas en las que se organizan eventazos por todo lo alto para que los modernos de turno puedan pasearse entre obras de arte que no comprenden (y que no les importan) con una copa en la mano y luciendo modelazo. Nada más lejos de la realidad: asistir a una galería de arte es un evento en sí mismo, no un evento organizado con marcas de alcohol asociadas y hipsteria colectiva. Un ejemplo de cómo un espacio puede resultar de candente importancia para la ciudad en la que se sitúa podría ser el de la recientemente inaugurada Cyan Gallery, que abrió sus puertas hace unas semanas en el número 5 del carrer de la Fusina (en pleno corazón del Born barcelonés, barrio que lleva un tiempo pegando fuerte en lo que a recuperación de su ascendente e influencia se refiere después de haber vivido unos años de franco aburrimiento turista-friendly).
Pero hagamos honor a la verdad: Cyan Gallery, evidentemente, es un espacio. Pero también es mucho más que eso: es un proyecto que nace con unas coordenadas definidas acotando un radio de acción en lo que respecta a voluntad artística. Los encargados de definir estas coordenadas han sido Ana Zaragoza (fundadora) y Olivier Collet (director artístico), quienes han tomado la producción pictórica contemporánea como faro guía a la hora de explorar tanto la creación nacional como la internacional. El resultado es un espacio expositivo que no admite cualquier obra: sus exhibiciones van a ser comisariadas desde el rigor más absoluto, pero guiñando un ojo siempre a la accesibilidad para el público (que es algo que otros comisarios suelen olvidar y que acaba blindando sus espacios a connaisseurs endogámicos). Un lugar de encuentro, al fin y al cabo, para coleccionistas… Pero también para cualquiera que pretenda introducir el pie por primera vez en las revueltas aguas del arte contemporáneo.
La primera exposición que ha acogido la Cyan Gallery (y que podrá verse allá hasta el próximo 24 de enero de 2014) ha sido «Les Murs Du Temps«: una dulce exploración de la ambigüedad de la memoria a partir de la arquitectura. Partiendo de pinturas en las que se representan diversos conjuntos arquitectónicos, los diferentes autores presentes en la colección evocan falsas memorias, nostalgias inexistentes y deja-vus que son un juego de trampantojos. Un punto de partida delicioso al que le han sabido sacar mucho partido los pinceles de artistas como Aggtelek, Quim Cantalozella, Pere Llobera, Mercedes Mangrané, Santiago Talavera y Michelle Weinberg.
Pero esta exposición es sólo el principio de una larga historia de amor: Cyan Gallery es consciente de que no necesita eventos para atraer a socialités porque sus propuestas artísticas bastan y sobran para atraer a un público dispuesto a disfrutar del mejor arte en el espacio más idóneo, con esas amplias estancias espaciosas y confortables, conservando algunos elementos de la construcción antigua (vigas de madera, arcos de piedra) que contrastan con el blanco impoluto e imperante. Definitivamente, Cyan Gallery no va a ser un punto de encuentro de modernos… Y precisamente por eso se va a convertir en un espacio imprescindible para el arte en Barcelona.