La nueva diáspora australiana en Barcelona empieza a ser un caso de estudio: a la semilla plantada por los creadores del Federal (que, por cierto, ahora han revolucionado el Eixample con su nuevo local: MAT) se les ha sumado en los últimos meses la cocina de menú y mercado de Market (en el Poble Nou) y el recientemente abierto Caravelle. Hay que reconocer que, en este caso, no se puede pensar en un lugar más privilegiado: a medio camino entre el coolism de la zona MACBA y la frescura eterna del Raval (específicamente, en el número 31 de la calle Pintor Fortuny), el local de Caravelle es un único espacio de blancos brillantes y decoración mínima pero escogida con un gusto impecable y con las maderas claras aportando luminosidad a todo el espacio. La sensación de intimidad que podría verse escamoteada por los techos altos, el espacio amplio y abierto y la pared cristalera de entrada (que, por otra parte, proporciona la cada vez más necesaria luz natural) se ve contrarrestada por la cantidad de mesas (tampoco demasiado elevada, en su justa medida) y por el hecho de que la cocina se puede divisar desde cualquier punto del local. En definitiva, un espacio agradable a cualquier hora del día…
De hecho, esa posibilidad de disfrutar de Caravelle a cualquier hora del día se acentúa más todavía sabiendo que tienen dos cartas diferenciadas: una de desayuno / brunch y otra de comida / cena. Ambas se van renovando cada semana, aunque es cierto que algunas delicias están presentes a todas horas del día para permitir disfrutar de un buen plato sea la hora que sea. En las dos cartas, sin embargo, el principal factor aglutinador es algo ante lo que ya nos rendimos en el Federal: el gusto por los sabores naturales, por los ingredientes frescos, los sabores fuertes y las carnes poderosas que por aquí nos suenan a exotismo puro y duro. Imprescindible degustar cualquier plato que incluya pulled pork en el caso de que esté esa semana en la carta, aunque tampoco se puede decir que no a exquisiteces como el conejo rebozado (capaz de quitarte de un golpetazo cualquier predisposición negativa que tengas respecto a este animalillo), el steak tagliatta, el pastel de carne o la hamburguesa puramente artesanal. En los desayunos, además del impecable café (uno de los más refinados de Barcelona, será porque aquí trabajan dos de los mejores baristas de la ciudad), los huevos revueltos vuelven a ser el principal protagonista, pero eso no debería quitarle protagonismo a los dulces realmente sublimes que pueden tomarse ya sea para desayunar o como postre: pese a que, de entrada y leídos en la carta, puedan parecer auténticas bombas calóricas, el chef consigue que su presentación final sea del todo menos empalagosa. Al fin y al cabo, esto es lo más destacable de la cocina australiana que está llegando a Barcelona: que consigue platos poderosos huyendo de la sensación grasienta y repleta de colesterol de, por ejemplo, los guisados españoles.
Más info en el Facebook de Caravelle.