Haced la prueba: ved el piloto de «The Following« e intentad identificar algo que no hubierais visto antes. Lo vais a pasar bastante mal, probablemente. Veamos: tenemos a un ex agente del FBI con problemillas con el alcohol que debe volver al trabajo una vez más para volver a enfrentarse al caso que marcó su carrera; tenemos a un asesino en serie diabólico, superdotado, con una mente brillante, capaz de engatusar a las mujeres con su magnético encanto y obsesionado con la obra de (atención) ¡Edgar Allan Poe!; y tenemos a una mujer muy involucrada en el caso (tan involucrada como que es la ex esposa del psicópata en cuestión) con la que el ex agente del FBI no pudo evitar liarse a pesar de que, ya sabéis, hacer eso es muy poco apropiado y muy poco profesional. Pero es que… ¿a que no lo adivináis? El agente del FBI es un ser autodestructivo, excepcional en su trabajo pero capaz de tomar las decisiones más equivocadas en su vida personal. Uf, uf, uf.
Descaradamente empeñada en plantearse como un refrito de todo el cine de asesinos en serie de los noventa post-“Seven” (casi parece que en cualquier momento va a aparecer Ashley Judd sufriendo mucho por algún sitio), da la sensación de que «The Following«juega todas sus bazas no a qué cuenta (porque todos sus potenciales espectadores ya lo han visto miles de veces, y muchas de ellas mejor), sino a dónde lo cuenta: en un formato de serie de televisión y, además, en un canal en abierto como la Fox. Es decir, que el presunto interés del tema es que lo mismo que ya hemos visto en decenas de películas ahora lo vamos a ver en dosis de 42 minutos con cortes publicitarios por el medio y, si acaso, intentando elevar un poco el listón de la truculencia que se puede mostrar en una serie de network (y, ahí sí, hay que reconocer que sorprende un poco ver cómo determinadas escenas han logrado pasar por los ejecutivos y por los censores).
Pero el formato serie (y más en abierto) trae consigo determinados corsés y una serie de exigencias que no está muy claro que «The Following» esté dispuesta a admitir… O bien que sepa cómo hacerlo. El piloto (bastante bien ejecutado, por otra parte) viene a ser como una minipelícula de “atrapa al fugitivo”, pero no explica en absoluto qué es exactamente lo que nos quiere contar esta serie ni cómo se va a desarrollar a partir de ese momento. No es, obviamente, la primera vez que esto pasa (un ejemplo muy claro y muy reciente es el piloto de «Awake»), pero sí produce un cierto fastidio haber invertido esfuerzo en una presentación de historias no demasiado novedosas y personajes no demasiado interesantes sin que uno tenga muy claro por dónde van a ir los tiros a partir de la próxima semana, sin que la serie explique (o al menos dé una pista) cómo va a estructurar el elemento episódico o procedimental (porque sabemos que lo habrá) que, al fin y al cabo, es el que hará que el espectador tenga ganas de ver la siguiente entrega o no.
Visto ya el segundo episodio, parece dársenos a entender que “el caso de la semana” vendrá determinado por la historia de alguno de los seguidores del asesino prisionero, lo cual tampoco son noticias tranquilizadoras: si la trama ya es difícil de comprar, cada vez lo será más si hay que creerse que ese genio de mal organiza un sarao distinto cada siete días desde su celda o (peor) que “todo estaba previsto desde el principio”. En fin, que «The Following» da muy pocos alicientes para seguir adelante con ella: Kevin Bacon es tan mal actor como siempre, Natalie Zea calca su papel de Winona en «Justified» y la trama transmite la continua sensación de que va a caer en el ridículo más espantoso en la próxima curva. Si Kevin Williamson hiciese como con la saga «Scream» y se tomara menos en serio a sí mismo, probablemente esta sería una serie mucho mejor: si por el lado de la originalidad había poco que ganar, quizás habría sido mas inteligente ofrecer más serie B y menos solemnidad. Pero partiendo ya con todos estos lastres, en sólo dos entregas y con pocas perspectivas de que se pueda tomar otro rumbo, se antoja complicado que la cosa tenga ya posibilidad de arreglo. A pesar de unas ciertas pretensiones, «The Following» no debería engañar ni a los demás ni a sí misma y aceptar que juega en la liga de Castles, Mentalistas y demás. Lo cual es un poco decepcionante.