Después de que «Little Britain» (y sus codas «Little Britain Abroad» y «Little Britain USA«) se convirtieran en un referente generacional de la comedia televisiva, estaba claro que el siguiente paso de Matt Lucas y David Walliams no sólo se esperaría con unas ganas inusitadas… sino que también se valoraría en base a un rasero mucho más severo. Es el problema de alcanzar la excelencia: que los que la han catado, no se van a conformar con menos. Personajes como Vicky Pollard (el epítome de chola británica o «chav«… vamos: el equivalente a nuestras «Princesas de Barrio«), Sebastian Love (el tronchante secretario -y bitch– del Primer Ministro británico), Carol Beer (la encarnación del mal absoluto como trabajadora de atención al público), Marjorie Dawes (una tutora del programa de ayuda ciudadana Fat Fighters con problemas irreconciliables con la comida), Daffyd Thomas («the only gay in the village«) o Andy y Lou (un falso parapléjico y su entregado amigo, a cada cual más cerdo) situaron a sus creadores en el podio de los comedia con acento british.
La recientemente estrenada primera temporada de «Come Fly With Me«, sin embargo, puede conducirles varios peldaños más abajo e incluso fuera del podio (todo depende de la cantidad de puestos que cada uno otorgue en su podio particular). Pese a todo, el punto de partida es más que interesante: Lucas y Walliams parten de la sátira absoluta de un formato catódico tradicional en Gran Bretaña que tiene su mayor parangón en «Airport» (una serie que, con diez temporadas, tomaba el pulso de la vida diaria del aeropuerto de Heathrow desde 1996 a 2005) y «Airline» (que hizo lo mismo también durante diez temporadas desde 1998 a 2006 pero centrándose en aerolíneas como EasyJet o Air Lingus y no tanto en los aeropuertos). La intención no queda demasiado lejos de la corrupción de ciertos cánones y clichés puramente británicos que llevó a cabo «Little Britain» a la búsqueda de una comedia grotesca y grosera. Pero el resultado, por el contrario, dista de las redondeces seductoras de la pequeña britannia de Lucas y Walliams…
Claro que en «Come Fly With Me» hay personajes memorables, pero si considerarámos estas series humorísticas en base a la cantidad de caracteres destcados por minuto, es de recibo reconocer que la densidad de población ha disminuído desde «Little Britain«. Puede que Moses Beacon (el responsable de relaciones públicas del aeropuerto), Fearghal O’Farrell (un azafato afeminado) y, sobre todo, las dobles parejas formadas por Melody y Keeley (dos competitivas encargadas del check-in) o Simon y Jackie Trent (una pareja de piloto y co-piloto en la que ella estudió para acompañar a su marido en todos los vuelos después de que este le fuera infiel con una azafata) acaben desvelando la potencia que ya muestran en los primeros capítulos de «Come Fly With Me«; pero también es cierto que poco más se puede destacar entre todo un elenco de caracteres que, a la hora de intentar sublimar el cliché por la vía del esperpento, más bien acaban cayendo precisamente en el cliché de esa comedia blandengue que intenta sublimar el cliché por la vía del esperpento.
Con una primera temporada ya emitida en BBC One (en España puede verse ya en Canal+) y con una segunda manga de capítulos ya en producción, lo mejor es abordar «Come Fly With Me» con la esperanza de que acabe despegando. Con retraso, pero eso dará igual. Las posibilidades de los espacios (en el propio aeropuerto) y las aerolíneas (especialmente FlyLo como compañía low cost y Our Lady Air como representante irlandesa en los cielos) pueden deparar muchas sorpresas futuras. No se debe olvidar, además, que incluso «Little Britain» era una serie que en ocasiones sufría las mismas dolencias que aquí se han convertido en achaques… Puede que, con un poco de suerte y dedicación, Lucas y Walliams acaben por olfidar las toneladas de comedia blanca que debieron ver durante su aventura americana («Little Britain USA» se estrenó directamente en la HBO yanki) y decidan volver a sus raíces: esa revisitación de «The League of Gentleman» que, sin duda, proporcionó los mejores momentos de «Little Britain«.
[Raül De Tena]