«Unbreakable Kimmy Schmidt» es «lo nuevo de Tina Fey»… Y, si no la conoces, no te preocupes: ha pasado desapercibida por motivos que te explicamos aquí.
Puede que, a día de hoy, todavía no hayas oído hablar de «Unbreakable Kimmy Schmidt«… Y, oye, sería un poco raro, pero también bastante normal. Porque, a priori, debería parecer que «la nueva serie de Tina Fey» debería ser algo así como el Santo Grial de los seriófilos, de todos aquellos que aprendieron a adorarla en «Saturday Night Live» y que la convirtieron en un verdadero icono catódico (si es que este término puede seguir aplicándose a la televisión) por la vía de la santificada «30 Rock» («Rockefeller Plaza» en España). No era para menos, ya que Tina Fey / Liz Lemon eran el sueño lúbrico de todo geek heterosexual: una mujer torpe, descuidada, graciosa hasta lo indecible y con un encanto lejos del calendario Pirelli pero cerca de esa chica con la que te sentirías a gusto en el sofá en maratones de 48 horas de series freaks.
Y, pese a todo, si digo que no sería raro que no hayas oído hablar todavía de «Unbreakable Kimmy Schmidt» por mucho que hace ya varios meses que pueda verse en Netflix (recemos para que esté disponible en el desembarco en España del gigante de streaming el próximo 20 de octubre) es precisamente porque han habido todo un conjunto de «atenuantes» que han parecido relegar a la nueva serie de Tina Fey (en compañía de Robert Carlock, no olvidemos al pobre) a una especie de invisibilidad si no extrema, ciertamente preocupante.
Empecemos por el principio: el hecho de que Netflix todavía no tenga presencia «oficial» (ni, evidentemente, «legal») en nuestro país es el primer motivo por el que muchos todavía no saben nada de esta serie. Pero, oye, si te lo paras a pensar, lo mismo ocurre con otras producciones como «Sense8» o «Narcos» y eso no ha sido impedimento para que lo petaran lo más grande y todo el mundo esté hablando de ellas como si no hubiera un mañana… Ya se sabe: la alegalidad no es ningún problema cuando puedes (y necesitas) alimentar las redes sociales con la búsqueda eterna de La Serie, con mayúsculas.
A lo dicho habrá que sumarle una condición preexistente de esas de las que da pudor hablar: al fin y al cabo, «30 Rock» deslumbró en sus primeras temporadas para, a continuación, deslizarse silenciosamente hacia un nivel de calidad cómica más bien bajo (y preocupantemente autocomplaciente). Y, por mucho que en la última manga de episodios la cosa reviviera mínimamente como ese abuelo que se despierta en sus últimos momentos para despedirse de toda la familia, hay que reconocer que el recuerdo global que dejó «30 Rock» fue ambiguamente medianero.
Un último motivo para que «Unbreakable Kimmy Schmidt» haya partido con desventaja en la cosecha televisiva de este año: contra todo pronóstico (y, seguramente, contra los consejos de Dios y su madre), la serie no está protagonizada por Tina Fey. Puede que, al fin y al cabo, haya que admitir que el papel de Kimmy es a la vez cercano y extremadamente lejano al de Liz Lemon: en común tienen esa mirada limpia hacia el mundo, ese optimismo innato que la vida se dedica a frustrar continuamente… Pero lo cierto es que el personaje de Kimmy requería algo que ya nunca más encontraremos en Fey: una limpieza verosímil en las pupilas.
Cuando Kimmy Schmidt nos mira desde detrás de la pantalla, debemos creer a pies juntillas que es una chica que ha pasado quince años encerrada en un búnker en Indiana, totalmente ajena a los cambios del mundo exterior pero también ajena a los cambios que deberían haber ocurrido dentro de su mundo, dentro de su cuerpo, dentro de su mente. Kimmy no ha dado ese paso necesario desde la ilusión adolescente hacia la transigente aceptación del jodido estado de cosas de la edad adulta… Y reconozcámoslo: al fondo de la mirada de Tina Fey nunca veríamos inocencia, sino una aproximación irónica a esa misma inocencia.
Por eso mismo habrá que aceptar que la elección de Ellie Kemper como protagonista de «Unbreakable Kimmy Schmidt» es más que acertada: pese a haber aparecido en series como «The Office» o «The Mindy Project«, nunca ha llegado a ser una de esas actrices «conocidas» para el gran público, algo que juega a su favor a la hora de que el espectador se enfrente a su personaje con una tabula rasa en lo que a equilibrio entre inocencia e ironía se refiere. Y, bueno, también es necesario mencionar que Tina Fey se reserva un papel muy pero que muy jugoso para los últimos episodios de la primera temporada de la serie (un papel del que no diré nada más con tal de no incurrir en odiosos spoilers).
Por lo demás, «Unbreakable Kimmy Schimdt» tiene muchas papeletas para convertirse en una de esas series abrazadas por un público realmente amplio. Para empezar, la historia es original y con un potencial humorístico realmente jugoso: Kimmy sale del búnker de las «mujeres topo» y se muda a vivir a Nueva York, haciendo más profundo el choque entre su inocencia de adolescente en cuerpo de mujer y la locura del mundo moderno. En la ciudad se encuentra con Titus Andromedon (Tituss Burgess), un actor negro grandote y afeminado cuyo mayor logro es interpretar a Iron Man en Time Square; Jacqueline Voorhees (la imprescindible Jane Krakowski), una ricachona totalmente disasociada de la realidad… Y todo un elenco de secundarios que ofrecen un espacio más que habitable para la risa.
Pero aquí viene el crescendo final en el que hay que admitir el motivo definitivo por el que «Unbreakable Kimmy Schimdt» no se ha convertido en una nueva «30 Rock«: básicamente, porque no tiene gracia. Bueno, venga, no voy a ser tan killer: gracia tiene, pero no tiene la suficiente como para engancharte de forma irremisible. De hecho, lo más común en esta serie es encontrarte con una risa incómoda congelada en tu cara debido a la práctica de humor excesivamente naif o por la inexplicable presencia de personajes totalmente desenfocados como el de la casera Lillian Kaushtupper (interpretada por Carol Kane).
Hacia el final de la primera temporada, «Unbreakable Kimmy Schmidt» descubre el potencial humorístico del resto de «mujeres topo» y, sobre todo, de ese gurú apocalíptico con más cara que espalda que interpreta Jon Hamm… Y, por un momento, parece que la serie despega. Esto podría significar que, en futuras temporadas, guionistas y humoristas jugarán mejor sus cartas para convertir esta serie en un acto relevante de la parrilla televisiva… ¿Nos quedamos con esta esperanza o sucumbimos a la sensación de que nos encontramos más bien ante el primer patinazo de la carrera de Tina Fey?