LA RUTA «SAY IT LOUD I’M BLACK AND I’M PROUD» (según Marco Ascione). Si estáis hartos de cruzaros con gafapastas en todas y cada una de las sesiones del In-Edit y de escuchar discursos absurdos en la cola para entrar al cine, os invito a seguir esta ruta de sudor, contaminación y barrios chungos. Hip hop, punk setentero y Kanye West en pantalla gigante. ¿Quién da más?
La cinta de Dick Fontaine, «Beat This! A Hip Hop History» se ha convertido en un film de referencia para todos los fanáticos del hip-hop. El director nos regala unos fantásticos asientos de primera fila para disfrutar de la suciedad y la locura del Bronx de principios de los 80. Hordas lideradas por Kool Herc que empezaban a reducir sus dosis de droga y a dejar de prostituirse por un pico, para coquetear con cosas nuevas como el graffiti, el rap, el pincheo -de discos, no de brazos- y el break dance. El Bronx de gueto marginal y foco de delincuencia a epicentro musical y artístico de un movimiento cultural.
En el Detroit de los 70, los hermanos Hackney formaron un grupo llamado Death. ¿Destinados a una vida de putones, coca y fajos de billetes? No, más bien menosprecio, racimos, mofa y el olvido más absoluto por parte de (casi) todo el mundo. Tienen que pasar treinta y cinco años para que Death, culpables haber hundido a más de uno con el descubrimiento de que Bad Brains no fueron el primer grupo de punk negro, vea publicado su primer álbum. Para que luego digan que lo único que se salva de Detroit es American Jewelry and Loan. ¡Ah! Y, además, el documental «A Band Called Death» cuenta con la presencia del hipster más hipster de La Comarca, Elijah Wood.
Última parada, «Our Vinyl weighs a Ton: This is Stones Throw Records«. He aquí la historia de Peanut Butter Wolf y su sello Stones Throw Records. El director Jeff Broadway disecciona a la hija pródiga de Chris Manak para demostrarnos que la industria musical no solo está plagada por cabronazos. Stones Throw Records es un sello que no se vende a las multinacionales, un verdadero oasis del underground que, más que una empresa o un negocio, es una familia. Desde la trágica muerte de Charizama o JDilla hasta los recientes éxitos de Aloe Blacc o Madvillain. Tragedia y esperanza de un sello etiquetado como «la Motown de los marginados» narradas por monstruos de la talla de Ariel Pink o Kanye West.