LA RUTA MALDITA (según Estela Cebrián). La historia de la música está escrita a base de muchos éxitos…pero también a golpe de fracasos, de historias no contadas (o que no se pueden contar) y de relatos de grupos que pudieron ser y que, por cosas de la vida, no fueron. Los programadores del In-Edit saben esto, como también saben el adictivo encanto que tienen para el público general las historias de perdedores (ahí tenemos el apabullante éxito tardío de Rodríguez,el gran loser de la historia muscial reciente, con «Searching for Sugar Man«) y el morbo que despiertan los relatos de grupos oscuros venidos a menos y las temáticas tabú. Lo maldito nos pone burraquers, nos dilata las pupilas y nos acelera el pulso. De todo el cartel de la edición de este año he escogido esas tres perlas negras que harán que todo asistente les dé vueltas aún horas después a lo que ha visto y oído: «A Band Called Death«, «El Peor Dios» y «Narco Cultura«.
Eran tres hermanos negros en el Detroit de los 70 tocando música de blancos cuando se suponía que los negros solo debían cantar a lo Motown. Death fueron punks antes que los Ramones y los Sex Pistols, se avanzaron musicalmente a su época y se negaron a ceñirse a las exigencias raciales de su tiempo, y todo ello a base de guitarrazos y rabia nada contenida que gente como Alice Cooper y Henry Rollins incluyen entre sus influencias y bandas idolatradas. Hoy, Death salen del agujero en el que estuvieron durante décadas para reclamar su lugar en la historia de la música rock americana, un lugar que les fue denegado por algo tan random y tan jodido como haber nacido en el lugar equivocado en el momento menos oportuno. Ahora, gracias a las nuevas formas de distribución, viven una segunda juventud recolectando el éxito que merecían hace treinta años.
«Alguien que había estado en casa de los Cramps había visto una foto nuestra. Ahora no sé si miento o flipo«. Entre el delirio drogota y el salvajismo punk, así vivieron Los Desechables, una de las bandas de rock más prematuras que hubo en nuestras tierras y que murió arrastrada por el punk en sí mismo: en el interín del grupo respiraba la autodestrucción, en sus actuaciones había drogas y provocación y sus letras hablaban de aquelarres, sadomaso y satanismo. El asesinato de uno de sus componentes cuando intentaba robar una joyería al poco de crear la banda impidió que se convirtieran en los Cramps barceloneses. Hoy, solo sobreviven Tere (la cantante) y Pai (el batería); y, con su propio relato y el de amigos y admiradores, «El Peor Dios» confecciona la historia definitiva del grupo que podía haber sido pero que, desafortunadamente, nunca fue.
En muchas zonas de la franja mexicana, los traficantes de drogas tienen en su folklore musical tratamiento de auténticos héroes y son los protagonista de los narco corridos. Hoy en día, los narco corridos están vetados de las radios de muchas poblaciones mexicanas, pero la subcultura que ensalza el narcotráfico y sus responsables palpita en todas partes. Una subcultura que habla de drogas y de violencia y que no tiene ojos para las víctimas, sólo para los verdugos (una ironía bastante heavy en un país con una de las tasas de mortalidad por asesinato más elevadas de todo el mundo). «Narco Cultura» retrata a caraperro cómo se vive la cultura de la violencia en Mexico y cómo ésta se ha colado no sólo en la vida diaria, sino en el puro entretenimiento. En México se idolatra al narcotraficante, se le hacen canciones, se ruedan películas sobre el, se sueña con vivir una vida de dinero y éxito y se fabrica merchandising mientras las víctimas de la guerra contra la droga lloran a sus muertos. Una historia que, vista desde nuestros inocentes ojos europeos, puede resultar de lo más impactante.