“Cada vez enfocamos más las colecciones a la venta, pero sin perder la creatividad. Si pierdes la creatividad te quedas en el camino y no avanzas. Es importante seguir arriesgando, aunque comedidamente. Vivimos en un momento en que la gente no necesita cosas demasiado extravagantes. El ánimo no está para extravagancias. La gente ahora quiere lo que los ingleses llaman ‘wearable’, es decir, ropa ponible pero que sea bonita, original y diferente«. Así hablaba la diseñadora Ana Locking con Vanity Fair sobre The Talk, la exitosa colección que presentaba este sábado en la Mercedes-Benz Madrid Fashion Week. Con su tandem inspirativo mitad Jacqueline Kennedy mitad Marilyn Monroe, la diseñadora presentó una colección que gustó a propios y extraños (incluida esta redacción), que sorprendió por su frescura, originalidad y sí, por ser muy ponible: blazers desestructurados pero con un marcado corte de sastrería, faldas entalladísimas que realzan como nunca la figura femenina, prints alocados y muy refrescantes, esas sandalias de vértigo atadas con cuerdas de escalada… Podría decirse que Ana Locking ha sido una de las triunfadoras de la edición de este año.
De hecho, una de las cosas que más han llamado la atención ha sido la sorprendente bisutería que acompañaba a las prendas, realizada en resina y con grandes y coloridas cuerdas tamaño oversized con animalitos de todo tipo pintados de colorines que resaltaban en las prendas. En Internet no han tardado en crear expectación y locura. Pero también ha habido quien ha tocado el botón de alarma en las redes sociales y ha hecho notar enseguida que las piezas de Ana Locking son muy, pero que muy (puede que demasiado) parecidas a las piezas de otros diseñadores. En particular a las de Andrés Gallardo, un diseñador de joyas muy conocido en nuestro país cuyas piezas son fácilmente reconocibles: preciosas pequeñas obras de arte realizadas artesanalmente que combinan piezas de animales y flores. Ver el parecido es inevitable, y la polémica está servida, porque sí es cierto que las piezas de Ana Locking son escandalosamente parecidas a las de Gallardo, tanto que es inevitable ver una descarada imitación (las de ella son de resina, de producción mucho más barata que las de él, que son de porcelana).
Llama la atención que la diseñadora hable de «creatividad» y de «hacer colecciones más llevables» y se le pille en un requiebro como este. Mucho peor: en la misma entrevista a Vanity Fair, Locking se lamentaba de que grandes productores textiles como Inditex no apoyaran a lo diseñadores patrios, enfatizando las colaboraciones (como si hacen otras cadenas como Top Shop): “Yo no creo que tenga que apoyarnos por apoyarnos, pero sí creo que estaría bien que hiciera un poco de imagen de firma española. Hacer colaboraciones. Topshop, por ejemplo, hace colaboraciones con algunos de los diseñadores ingleses más representativos. Apoya a la vanguardia, a los diseñadores jóvenes. Estaría muy bien que Inditex hiciera una pequeña colaboración cada temporada con un diseñador español”. Y lo que nosotros nos preguntamos es, viendo el revuelo que ha provocado esta polémica: ¿no le hubiera sido más fácil a la diseñadora predicar con el ejemplo y hacer una colaboración limpia con Gallardo? . Así no flotaría sobre su cabeza el término «fraude» y ayudaría a un diseñador con una potente imagen de marca pero con mucha menos visibilidad a darse a conocer de manera fácil y directa. Hubiera sido un win, win, win.
Lo más fuerte del asunto es que horas después de que esta noticia haya azotada la red fashionista, se sabe que sí hubo un acercamiento con Gallardo para hacer una colaboración juntos pero que éste por cuestión de tiempo no pudo, así que parece ser que la diseñadora tiró por la tangente esperando «que no se notara» demasiado, imaginamos. Un traspiés total.
Ahora solo falta esperar a saber qué opina Gallardo de todo este pastel cocido. Para que luego digan que la Cibeles es aburrida, hoygan.