Nuestra lista de los mejores conciertos del año 2015 sólo contiene seis actuaciones… Las seis que marcaron y emocionaron a seis de nuestros colaboradores.
Una vez más, vamos a repetir la política de Fantastic Plastic Mag a la hora de elegir los mejores conciertos del año… Para empezar, si ya opinamos que todas las listas suelen ser bastante subjetivas (por mucho que sean la suma de un conjunto de subjetividades cercanas), el caso de la lista de conciertos anuales es mucho más alarmante: cada colaborador está en un punto diferente de España y dispone de un tiempo limitado, por lo que al final sólo puede ver lo que sus propias circunstancias le permite. Así que comparar lo que uno ve en Barcelona con lo que otro ve en Sevilla es totalmente absurdo.
Así las cosas, nuestra lista de los conciertos más relevantes del año 2015 vuelve a hacer lo de siempre: pedir a cada colaborador que hable de su concierto favorito en extensión. No los ordenamos por orden de importancia, sino por orden alfabético. Y, así, queda una lista mucho más ecuánime, ¿no os parece?
Porque, por si lo dicho no fuera suficiente, resulta que nos ha quedado una lista de lo más equilibrada: hay artistas clásicos y artistas nuevos, internacionales y nacionales, conciertos en salas y festivales… ¿Qué más se puede pedir? Nada más. Simple y llanamente, que compartáis con nosotros la emotividad contenida en esta lista, porque al fin y al cabo es la más íntima y personal de todos las del año.
ARCA // Barcelona // Sónar 2015 // 18 de junio. Sería absurdo no parafrasear mis propias palabras sobre el concierto de Arca en el pasado Sónar 2016 porque, al fin y al cabo, cuando las escribí tenía mucho más fresca la actuación en cuestión y, sobre todo, porque en su momento ya me permití «secuestrar» la crónica del festival para soltar un parlamento extensísimo con alma de attention whore. Pocas horas después de que aquel concierto me impactara a base de bien, dije lo siguiente: «El show se abrió con una ráfaga de metralla contra el público, tanto en lo “musical” (muy entrecomillado, ya que aquello era poco más que ruido mesmerizante) como en lo visual (con una sucesión de imágenes que parecían un viaje al interior del cuerpo humano pero que resultó ser un túnel de lavado… ¿Puede existir mejor intro para un concierto?). Y, a partir de ahí, Arca y Kanda se dedicaron a trenzar un discurso futurista y apocalíptico que hemos leído prefigurado mil veces en autores como Ballard o visto en directores como el Cronenberg más primigenio pero que aquí ya no habla en futuro, sino en presente: Arca se alimenta de rabia, furia, violencia, sexo, fluidos y carne, pero no los presenta de forma ni frontal ni completa. Lo suyo es la fragmentación del discurso, de tal forma que es imposible desconectar de la actuación porque ahí está, por ejemplo, una rítmica puramente latina que sale a la superficie musical tan solo como un destello a cámara lenta, un fragmento que se pierde y se entierra en medio de una cantidad de ruido que hace vibrar todo tu cuerpo. Los visuales de Kanda se trenzan a la perfección con este discurso, recurriendo a imágenes altamente reconocibles (un cuerpo bailando reggaeton, por ejemplo) pero presentándolas en una distorsión que afecta al icono gráfico tanto en su interior (pústulas, deformaciones físicas) como en su exterior (glitches, cortes, reflejos esperpénticos).
Si se le puede criticar algo, es lo desordenado del discurso, una falta de una fluidez interna que evite la sensación de que cada “canción” es un ente por sí solo y acabe confiriendo una coherencia interna y global a todo el show. Aun así, esta desconexión (un modo de fragmentación en sí mismo que, a su vez, alimenta el discurso general del artista) también hace posible que, de repente, exploten sobre el escenario locuras como ese rapeado en el que Arca bajó al público gritando como un rapero surgido de la mafia venezolana, los beats cortantes de “Tongue“, la lubricidad general de “Thievery” o ese locurón final con “Bullet Chained” estableciendo una distancia irónica con el chunda-chunda habitual del festival. Sí, Arca es el futuro. Un futuro post-todo: post-género (sexual), post-género (musical)… e incluso post-musical.»
¿Debería añadir algo a día de hoy? Puede que no. Pero voy a hacerlo. Porque la verdad es que, seis meses después, con nuevo disco sobre la mesa, habiendo visto su influjo sobre el directo de Björk y alucinado de forma casi lisérgica en la sesión como dj que se marcó por sorpresa en el Club Marabú, el recuerdo de aquel concierto de Arca en el Sónar 2015 se hace más relevante todavía como un vistazo hacia un futuro de la música electrónica en directo que, ahora lo sé, tardará en convertirse en presente. [Raül De Tena]
BJÖRK // Barcelona // Poble Espanyol // 24 de agosto. La mayoría de crónicas coincidieron en que el concierto de Björk en el Poble Espanyol parecía reservado a los más fans de la diva islandesa. Lo justificaban diciendo que se trató de un show demasiado intimista y que no tocó ni uno de sus clásicos (ya sabéis: “Human Behaviour”, “Hyperballad”, “Hidden Place”, “Jóga”, “All is Full Of Love”, etc.). Pero qué queréis que os diga. Si me apetece ver a la Björk de la época de «Homogenic» o de «Vespertine«, siempre puedo recurrir al excelente material audiovisual que ella mismo publicó para que volviéramos a disfrutarlo cuando quisiéramos. En cambio, si el tema es asistir a uno de sus conciertos de 2015, lo que yo espero es que me sorprenda, que me sacuda, que me demuestre por qué es una de las figuras artísticas más relevantes de nuestro tiempo. Y consiguió eso y mucho más.
Vino a presentarnos “Vulnicura”, su último y alabado álbum del que se ya se ha escrito suficiente como para que pueda resumirlo en un “Hola, soy Björk, me han roto el corazón y os voy a contar cómo me siento”. Acompañada de un conjunto de cuerda que sonó a la perfección, de un Arca en plan estelar y del siempre efectivo percusionista Manu Delgado (con quien interpretó “One Day” y la desnudó de todo artificio), la islandesa nos abrió su corazón en un concierto honesto y difícil. Difícil, sí, porque la Björk de ahora no pasa por el mismo momento sentimental que en el año 2000, y porque logró lo que parecía imposible: que sus canciones más recientes nos pusieran más la piel de gallina que cuando las escuchamos en sus discos. Porque si hay algo que pueda emocionar más que “Black Lake”, es “Black Lake” en directo. [Jordi Iglesias]
PATTI SMITH // Barcelona // Primavera Sound 2015 // 29 de mayo. Ha vuelto a ser un buen año de música y es complicado elegir, pero creo que tendemos a retener en nuestra retina las experiencias que trascienden lo musical y se convierten en acontecimientos: un concierto pasa a la historia cuando vincula a los allí presentes y los hace uno. Si en la actualidad estamos acostumbrados a que el hedonismo sea el plasma donde nadan las células que forman el cuerpo colectivo, a veces el nexo de unión es más elevado y roza lo místico. Es lo que pasó cuando nos visitó esta primavera Patti Smith. La conmoción fue de aúpa. No sólo porque a sus 68 años nos diera una lección de juventud y energía. No sólo por interpretar de principio a fin uno de los hitos más destacados en la historia del rock, su álbum “Horses”. Ni de hacerlo junto a una banda que dio la talla y más. Muchos de los presentes recordarán su actuación como un momento de comunión que terminó con lágrimas en los ojos de más de uno. Lo de Patti fue una llamada al corazón, al amor, a la vida, a la libertad, a la lucha por nuestros derechos como ciudadanos, como humanos. Y este mundo tan cabreado, tan hambriento de humanidad, de emoción colectiva, necesitaba esta vía de escape, esta explosión de sentimientos. Nosotros pusimos la mecha, y ella, el fuego. [Rodrigo Núñez]
[/nextpage][nextpage title=»PARTE 2″ ]SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS // Barcelona // Sala Continental // 16 de octubre. La verdad es que escoger un mejor concierto de este 2015 no ha sido tarea fácil: quizás no sea una afirmación muy válida viniendo de mí, pues quien me conoce sabe que soy ese tipo de persona que se pondría a brincar o bailar hasta con el aleteo de una mosca. Pero es que me lo he pasado tremendamente en todos los conciertos a los que he ido… Podría haber escogido el que dieron Los Punsetes en el Primavera Sound, en el que recuerdo estar volando literalmente por los aires ya a la cuarta o quinta canción; el de The Soft Moon en la misma edición del festival -me explotó la cabeza (casi) literalmente de lo buenos que fueron, y no recuerdo haber bailado más en la vida- o cuando Juanita y Los Feos se despidieron de los escenarios en una veraniega noche madrileña, pero finalmente creo que pocos conciertos han sido tan especiales como el de Sagrado Corazón de Jesús en la barcelonesa Sala Continental el pasado mes de octubre.
Merecen mención especial los otros dos grupos que conformaban el cartel de dicha noche, Jessica And The Fletchers y Betacam (aprovecho aquí para hacer un llamamiento: ¿cómo se llama la canción con la que cerró este último? Es muy muy bailable y la letra dice algo así como “quiero que salga bien, quiero que sepas que por ti daría mi vida aunque tú no me lo pii-i-i-i-da-a-a-as”. Llevo desde ese día buscándola sin éxito), pero lo de Judit y Jesús es que fue cosa de otro planeta. No sé si fue por estar rodeada de colegas, amigos y gente a la que quiero muchísimo, si por los cachitos de Madonna y Pet Shop Boys que Jesús coló entre canción y canción, si por cerrar con una versión de Vainica Doble o por el momentazo en el que Anita de Macarena FVO se subió al escenario a cantar en “La Nueva Carne”, pero pocas veces sentí una felicidad tan grande y abrumadora en un concierto como esa noche. Y puedo afirmar con casi total seguridad que así de felices estaban todos aquellos que tuvieron la suerte de estar esa velada en la Sala Continental. [Patri Di Filippo]
SLOWDIVE // Paredes De Coura // Paredes de Coura 2015 // 19 de agosto. A pesar de que, desde su regreso a la vida musical en 2014, Slowdive han pisado los escenarios más señeros -y seguirán haciéndolo los próximos meses- de la geografía europea y de más allá del Atlántico, su actuación en la edición 2015 del festival portugués Paredes de Coura estaba envuelta en un halo de oportunidad única que había que aprovechar obligatoriamente. Más que nada, porque la lógica apuntaba a que Slowdive iban a ofrecer la posibilidad de disfrutar en directo de su excelente legado sonoro, considerado a estas alturas totémico dentro de la historia del shoegaze, sin ninguna clase de interferencia. Es decir: aunque Neil Halstead, Rachel Goswell y compañía podían permitirse el lujo de presentar algún avance de ese nuevo disco que está previsto publiquen en el futuro, lo normal era que se centraran exclusivamente en rescatar todos los clásicos de su catálogo. Y así fue. Conservando incólume su esencia delicada a la par que poderosa y aupados por un sonido cristalino que transmitía los matices de su sinuosidad eléctrica, los ingleses ratificaron que su parón de dos décadas ha sido una anécdota -demasiado larga, eso sí- visto su despliegue sobre las tablas. Con el feedback hecho poesía interpretada en espirales infinitas y la suavidad vocal convertida en brisa que atravesaba el valle courense, Slowdive llevaron de la mano a la audiencia a su paraíso particular y demostraron que, pese al paso del tiempo, siguen instalados en el Olimpo del pop-rock más ensoñador. [Jose A. Martínez]
TORI AMOS // Barcelona // Primavera Sound 2015 // 30 de mayo. La reciente reunión de un comité de expertos determinó que, efectivamente, 2015 ha sido el año más triste de la era moderna*. Entonces, ¿cómo no iba a ser el concierto del año el único que me ha hecho llorar sin paliativos en el último lustro? En la tarde del sábado, cuando el cansancio acumulado durante los días previos del Primavera Sound empezaba a notarse en las pantorrillas, en el hígado y en el corazón, se presentaba Tori Amos en el escenario Ray-Ban, tan majestuosa como siempre la había imaginado. Dos pianos enfrentados entre sí, que facilitaban ocasionalmente esa forma suya tan peculiar de tocar con las piernas abiertas, y Tori entre ambos, con la sonrisa eternamente dibujada en su rostro, oculta parcialmente bajo unas gafas de montura arriesgada. El repertorio, más que arriesgado, corto, certero, dulce pero directo al cuello. “Bliss”, “Caught a Lite Sneeze” y “Crucify” para hacernos enmudecer de entrada, y después esa “In Your Room” de Depeche Mode resucitada a golpe de piano. En “Silent All These Years” algún valiente pudo contener las lágrimas, pero a mí apúntenme en la lista de cobardes. “Precious Things” y una espectacular “The Waitress” sonaron en el último tramo de un concierto memorable, que terminaba con “Cornflake Girl”, que, veintiún años más tarde, ya podemos considerarlo el hit más imposible y maravilloso de toda la década de los 90. Tremendo todo, demasiado tremendo todo. No fuimos pocos los que lloramos aquella tarde de sábado. Pero, si hay que volver a llorar, que sea por algo así. [David Martínez de la Haza]
*Esto, queridos lectores, me lo acabo de inventar, pero me venía bien para introducir el texto; además, echen la vista atrás y díganme si no podría ser cierto. [/nextpage]