¿Quién dice que la Edad de Oro de la televisión está llegando a su fin? El nivelazo de nuestra lista de las mejores series del 2014 lo niega por completo.
[dropcap]E[/dropcap]n este año 2014 nos ha tocado luchar contra la insidiosa sensación general de que esa Edad de Oro de la televisión de la que hablábamos hace unos años está empezando a agotarse… Cierto es que muchas de las series que se convirtieron en estandartes absoluto de aquella nueva preponderancia de lo catódico han ido poco a poco echando el cierre: esta temporada no sólo hemos visto como «Boardwalk Empire» decía adiós, sino que «Mad Men» también tiene los episodios contados. Y cierto es también que aquellas series parecen decir adiós sin haberle pasado el testigo de forma clara a ninguna de las recién llegadas. Si a eso le sumamos que el nuevo formato de serie estrella es esa que cada temporada va a cambiar de tramas y protagonistas, extirpando la profundidad de las series-río que nos engancharon en el pasado, no es de extrañar que exista esa sensación de que nos estamos quedando huérfanos.
Pero resulta que, si hacemos balance, en nuestra lista de las mejores series de televisión de este año 2014 constan doce novedades y ocho clásicos. No está nada mal, ¿verdad? ¿Será, entonces, que nos encontramos en una transición más que en un declive? ¿Que las sucesoras a las grandes series de hace unos años ya están entre nosotros pero el duelo por las recientemente fallecidas no nos permite abrazarlas todavía con fuerza? Más que probablemente, estas preguntas no tendrán respuesta hasta el año que viene (o incluso un poco más allá). Mientras tanto, a nosotros nos parece que nuestra lista de las mejores series del 2014 es tan vibrante como la del 2010. Hemos dicho.
[dropcap]20.[/dropcap] NEW GIRL. Lo siento, digan ustedes lo que digan, voy a defender a capa y espada la sensación de que «New Girl» es (o debería ser) la nueva «Friends«. Ni «Cómo Conocí a Vuestra Madre» ni «Happy Endings» ni ninguna otra: la mandanga definitiva la tienen Zooey Deschanel y sus compañeros de reparto. Cada vez más. Con la cuarta temporada en antena, y con «Modern Family» jugando en otra liga completamente diferente (es decir: no confundamos las sitcoms familiares tipo «Padres Forzosos» con las de amigotes tipo «Friends«), «New Girl» ha conseguido convertir a sus seis personajes principales en verdaderos iconos que están a un pelo de chichi de convertirse en un hito generacional: siendo Coach el único carácter que flaquea mínimamente (por eso de ser el último en haberse incorporado a la serie y porque parece que todavía está buscando su lugar, su tono, su registro), es difícil no mirar sobre el espejo de los protagonistas de «New Girl» y ver tu propio reflejo. Procrastinación cervecera, Manic Pixie Dream Girls, metrosexualidad, peterpanismo, el declive de la belleza femenina y el enbrutecimiento de lo masculino, el colegueo como el Santo Grial… «Friends» supo capturar el zeitgeist de la generación de los 30 en los 90 a base de risa(s), y «New Girl» debería pasar a la historia por el mismo motivo. [Raül De Tena]
[divider][dropcap]19.[/dropcap] GOTHAM. Los superhéroes proliferan, para bien o para mal, en el panorama de las series de televisión. DC Comics ataca este año con «Gotham» (si Marvel arremete «Agents of S.H.I.E.L.D.«, DC hace lo propio con esta serie y con «Flash«, pero esa es otra historia): una serie que explora las raíces de los villanos más populares de la ciudad de Batman, pero también las del detective todavía novato James Gordon, miembro del departamento de policía de la ciudad. Nos encontramos también en Gotham con un jovencísimo Bruce Wayne, encarnado por el pequeño David Mazouz, que funciona como personaje secundario dando cohesión a la trama. En el bando de los antagonistas, cabe destacar el personaje de Oswald Cobblepot, el Pingüino, sádico lacayo de Fish Mooney que domina el episodio piloto de la serie. Los demás villanos son los archiconocidos en el mundo DC: Selina Kyle (Catwoman), Enigma, Dos Caras…
Los personajes de «Gotham» forman parte de una compleja red de relaciones en la que no es difícil rastrear puntos de contacto que rozan el absurdo. No obstante, gracias a estos aparentes sinsentidos, uno se encuentra siempre a la expectativa del siguiente paso que tomará la carrera de los personajes. ¿Por qué trabaja Enigma en el departamento de policía de Gotham City? ¿Qué función tiene en la trama global? En cualquier caso, resulta interesante explorar el complicado microcosmos de la ciudad de Gotham a través de la serie de la FOX. A pesar de todo, no creo que esta sea una serie capaz de satisfacer a los fans incondicionales de DC Comics. Como máximo, puede ser disfrutada por el espectador medio y, desde la perspectiva de este espectador en particular, funciona como una buena serie de entretenimiento, con un puesto legítimo en el panorama televisivo de este año. [José Manuel Romero Santos]
[divider][dropcap]18.[/dropcap] AGENTS OF S.H.I.E.L.D. A ver, no voy a engañar a nadie: la mitad del tiempo que emplees viendo «Agents of S.H.I.E.L.D.» lo vas a pasar pensando lo jodidamente mala que esta serie. «Mala» en un sentido a lo primer Joss Whedon (que para algo está implicado en este tinglado) o a lo «Embrujadas«: cromas imposibles, acciones que no concuerdan con los efectos especiales, actores clicheteros, FX de baratillo, tramas mil y una veces revisionadas… Y, sin embargo, la otra mitad del tiempo que emplees viendo «Agents of S.H.I.E.L.D.» lo vas a pasar pensando lo jodidamente enganchado que estás a la puñetera serie. Y es que, al fin y al cabo, esto es lo que siempre ha tenido la sci-fi de perfil bajo: una capacidad extrema para lobotomizar, para liberar en tu cuerpo todo un conjunto de endorfinas que te obligan a desear profundamente que alguien convierta esta serie en carne de maratones de domingo que alivien tu resaca post-fiestaca de sábado. Si, además, eres un fan mínimo de Marvel (o, por lo menos, de los últimos films de esta santa casa), lo vas a gozar con sabrosura de la buena. De la de Pitbull. De la de Wisin & Yandel. Si existe un equivalente televisivo al perreo reguetonero, tened por seguro que ese es «Agents of S.H.I.E.L.D.«. [RDT]
[divider][dropcap]17.[/dropcap] THE AFFAIR. Como ya está todo inventado, al menos aporta algo cuando des la enésima vuelta de tuerca a algo que ya hemos visto. Si “Rashomon” ya la hizo un señor japonés hace 60 años (además de muchos después de él y seguro que alguno antes), no intentes hacer como que todo eso no existió: escoge un hilo del que tirar e intenta aportar tu granito de arena. “The Affair” cuenta una misma historia, la de una relación adúltera con ¿trágicas? consecuencias en el futuro desde dos puntos de vista: el de él, Noah (Dominic West), maestro de enseñanza pública que quizá intenta vivir la vida que nunca tuvo, y el de ella, Alison (Ruth Wilson), la camarera de pueblo que intenta sacar la cabeza de debajo de la tierra. No es la primera vez que vemos algo parecido, por supuesto, pero la serie deja claro desde su fascinante piloto (sin duda lo mejor de este otoño televisivo) que tiene un hilo del que tirar y que puede dar mucho de sí.
Porque el formato televisivo, que no vale para cualquier tipo de contenido (y ahí están todas esas comedias románticas en versión catódica pegándosela para demostrarlo), sí parece muy adecuado para aprovechar las posibilidades de esta historia de la manera más estimulante. No tenemos, como en otros casos, unos mismos hechos contados desde distinta perspectiva; ni siquiera tenemos, como en aquella inteligente pirueta de edición de “True Detective“, una narración que nos siga dando la verdad en on allí donde las versiones de los testigos en off empiezan a apartarse de ella. “The Affair” cuenta dos versiones de una misma historia, que a veces coinciden, a veces difieren en detalles nimios (pero muy interesantes de analizar: la ropa, los gestos, la propia belleza de los protagonistas y sus reversos dan para post propio) y a veces entran en flagrante contradicción. Dicho de otro modo: no podemos saber cuál es la verdad… [leer más]
[divider][dropcap]16. [/dropcap]BATES MOTEL. «Bates Motel» es una serie extraña, complejamente anacrónica y con un punto de morbosidad que nada en el límite de lo políticamente correcto. Antecendente de los sucesos narrados en «Psicosis» de Alfred Hitchcock, esta serie explora la infancia-juventud de Norman Bates, deteniéndose en las experiencias que llegarían a forjar el carácter psicótico del futuro asesino. Freddie Highmore (sí, el niño de «Charlie y La Fábrica de Chocolate«) encarna al joven Bates. Uno no puede evitar preguntarse si su falta de expresividad se debe a un genuino intento de remedar la enorme inhibición emocional de su personaje o si, por el contrario, resulta que como actor no tiene mucho que decirnos (el crítico se enfrenta aquí con la tesitura genio-o-tonto). La interpretación de Vera Farmiga como Norma Bates, madre del protagonista, es, no obstante y sin lugar a dudas, excepcional. Su papel de madre constrictor, sobreprotectora y esquizofrénicamente inquietante supera con creces a la de los demás actores de la serie.
En cuanto a la trama, el primer disgusto llega cuando Norman Bates, esperando la llegada del autobús, escucha música en su iPhone 5s gris espacial con chip A7, Touch ID, conexión a redes 4G LTE, etc. Dada la línea sesentera que esperábamos y que hasta el momento (escasos minutos) se venía intuyendo, uno se pregunta (y reza porque así sea) si esta intrusión anacrónica es una especie de técnica experimental del guionista. La respuesta es negativa. El argumento de «Bates Motel«, igual que en «Hannibal«, ha sido históricamente actualizado (por lo que la confusión precuela/secuela es demasiado sofisticada como para desarrollarla en este texto). Superado el disgusto, no hay nada que nos impida disfrutar de «Bates Motel«… El decorado de la serie es una recreación exacta del utilizado por Hitchcock en la película original, el argumento aguanta el tipo y varios personajes, como el sheriff César Romero o Dylan Massett (hermanastro de Norman), son susceptibles del cariño del público. En resumen: «Bates Motel» no ofrece algo distinto a lo que nos ofrecen otras series del año, pero eso no significa que no merezca estar en nuestra lista. Así también deben creerlo los ejecutivos de A&E Network, que han decidido renovar la serie para una nueva temporada. [JMRS]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ][dropcap]15.[/dropcap] SILICON VALLEY. La comedia televisiva se ha revalorizado en 2014 gracias a la nueva serie de Mike Judge, creador de “Beavis & Butt-head” y “King of the Hill”, con la modesta pero ocasionalmente brillante “Silicon Valley”. Basada en las andanzas de un grupo de jóvenes desarrolladores que se enfrentan desde su modesto y caótico apartamento a un gigante informático, el principal (y seguramente único) problema de “Silicon Valley” es que exige cierto grado de paciencia para verla arrancar, algo que no siempre sucede en las sitcoms de veinte minutos y, por tanto, algo que el espectador no siempre está dispuesto a sacrificar. Retorciendo el subgénero de la comedia gerd (geek+nerd) y minimizando el recurso del chiste y la risa enlatada, “Silicon Valley” gana enteros según avanza su trama y se crea una atmósfera cómica en base al elemento coral que conforman los personajes principales, cuyos rasgos distintivos generan situaciones que oscilan entre la ternura (los personajes interpretados por el protagonista Thomas Middleditch y los secundarios Zach Woods o el tristemente fallecido Christopher Evan Welch) y lo grotesco (con un desatado T.J. Miller como improbable entrepreneur) pero siempre dentro de un equilibrio muy apreciable. Un pequeño gran triunfo que (gracias, HBO) tendrá continuación en 2015. [David Martínez de la Haza]
[divider][dropcap]14.[/dropcap] MAD MEN. ¿Quién me iba a decir a mi que acabaría escribiendo un texto sobre «Mad Men» para una lista de las mejores series del año? Lo confieso: nunca fui gran fan de la serie de Matthew Weiner. Cuando a todo el mundo le parecía que Don Draper y compañía era los reyes del pollo frito, a mi más bien me parecía que nos encontrábamos ante un flagrante caso de traje nuevo/viejo del emperador en el que la pompa de la forma (impecable, eso sí) ocultaba a las mil maravillas la parca sustancia de fondo. «Mad Men» siempre fue una serie en la que el drama no estaba en lo que ocurría, sino en la cara de poker de Don y en los gestos exasperados de su mujer Betty. Hacia la cuarta temporada, sin embargo, algo cambió: el Don Drama se acabó, y la serie empezó a navegar un pelín a la deriva. Cerradas las tramas abiertas en la primera temporada y con los misterios apesadumbrados que Draper siempre había llevado a sus espaldas (y que, macho, es que no eran para tanto) sobre una mesa bien iluminada, «Mad Men» decidió en su quinta temporada que quería ser una sitcom: los personajes y los argumentos por fin no iban a ningún sitio ni se veían constreñidos por la voluntad drama-queenista de un Weiner demasiado auto-consciente, así que decidieron volar libres. Ahí fue cuando me empecé a enganchar a «Mad Men«. La sexta temporada no hizo más que ratificar que esta serie se había convertido en una de las más divertidas y efervescentes de la parrilla televisiva: el efecto chispeante de los 60 hizo que Weiner se soltara un poco el pelo y que, en definitiva, se aplicara un magnánimo «relaja la raja». Y no me extiendo más: la primera parte de la séptima temporada ha sido cosa fetén, pero tendremos que esperar hasta el 2015 para dar cierre a todo este tinglado y hacer un balance definitivo del conjunto. Por ahora, la cosa promete. [RDT]
[divider][dropcap]13.[/dropcap] MIKE TYSON MYSTERIES. En el primer episodio de «Mike Tyson Mysteries«, el famoso ex-boxeador de cara tatuada investiga con un grupo de colegas (ya llegaremos a esto) la llamada de socorro de Cormac McCarthy, que dice necesitar ayuda para acabar su nueva novela. En el segundo capítulo, Tyson y compañía llegan el tercer (e hipotético) enfrentamiento ajedrecístico entre Kasparov y Deep Blue después de que alguien reclame sus servicios como investigadores… Y así podría seguir uno a uno con los seis episodios de la primera temporada de «Mike Tyson Mysteries«, porque lo cierto es que son tan fuertes que hablan por sí solos y no harían necesario nada más para justificar la presencia de esta serie en ninguna lista de lo mejor del año. Pero es que aquí hay todavía más donde rascar: para empezar, el look de la serie homenajea directamente a clásicos ochenteros como «Scooby Doo» o «Mr. T» (en versión muy salida de madre, porque los compañeros de Tyson son ni más ni menos que el fantasma de un aristócrata, una hija oriental adoptiva y una paloma borracha que dice ser un hombre al que su esposa / bruja obligó a reencarnar en una rata alada). Y, para acabar, aquí viene el rizar el rizo: la voz de Mike Tyson es la del mismísimo Mike Tyson, lo que sorprende sobremanera al considerar que a este hombre se le retrata en las tramas como poco más que un retrasado mental (perdón por la palabra). Sea como sea, «Mike Tyson Mysteries» es otra muestra más de que necesitamos urgentemente que el canal Adult Swim llegue de forma oficial a nuestro país. Nuestras vidas serán un poquito mejores. [RDT]
[divider][dropcap]12.[/dropcap] HANNIBAL. Están todas las demás series… y luego está esa isla llamada «Hannibal«. Una isla oscura, enfermiza y retorcida, que marca sus propios ritmos, diseña sus propias reglas y sobrevive a su aire y con audiencias patéticas en la jungla de la televisión en abierto haciendo lo que le da la gana. La primera temporada nos cogió a todos con el pie cambiado, pero la segunda nos ha agarrado por el cuello directamente sin mostrar la menor intención de soltarnos. Una temporada extrema, siempre al límite, jugando con lo absurdo y lo grotesco y saliendo viva de sus mil piruetas. Una temporada magníficamente cerrada, que deja muchas dudas sobre la necesidad de una tercera, pero en todo caso digna de cuantos honores existan. Y digámoslo una vez más: lo de Mads Mikkelsen no es de esta galaxia. [Pedro Vázquez]
[divider][dropcap]11.[/dropcap] LOUIE. Con “Louie” se crea un efecto similar a lo que ocurre en “Girls”, pero a lo grande, magnificado, with a passion, y de forma incluso más desacomplejada y libre. Me refiero, habrán adivinado, a la disolución de la frontera entre drama y comedia. Esto, que era un hecho ya notablemente apuntado en las anteriores temporadas de la obra creada por Louis C.K., siempre jugando con la sátira del yo y la comedia negrísima, se ha visto definitivamente certificado en esta cuarta temporada. Las escasas situaciones que podríamos adivinar como humorísticas van perennemente envueltas (y resueltas) con un marcado poso de amargura… ¿Les suena de algo? Efectivamente, la vida y nada más. Articulada de forma predominante en varios segmentos temáticos largos, como los tres capítulos de “Pamela”, dedicados al retorno del personaje interpretado por Pamela Adlon, o los seis de “Elevator”, con el atípico romance entre Louie y una muchacha húngara interpretada por Eszter Balint, la Eva de “Extraños en el Paraíso” de Jim Jarmusch, quizás el mayor y más natural brillo emerge de capítulos autoresolutivos, como en el descacharrante “Model” (con cameo de Jerry Seinfeld) o, muy especialmente, en “So Did the Fat Lady”, que seguramente contiene parte de los mejores y más inteligentes minutos vistos este año en cuanto a ficción televisiva. Mención y reverencia aparte merecen las apariciones del veterano Charles Grodin como atípico y visionario doctor de la vecindad. [DMDLH]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ][dropcap]10.[/dropcap] THE GOOD WIFE. Año tras año lo mismo, y además cada año mejor. Quienes no veis «The Good Wife» (esas personas tan alejadas de la realidad y de todo lo que está bien en esta vida por las que tanta lástima sentimos la gente de bien) os debéis preguntar de qué va toda esta historia, cuál es el secreto y por qué todo el jaleo. Lo lamentamos: es imposible que entre aquí una millonésima parte de sus virtudes, es casi ridículo sólo pensar en empezar a escribir una lista de todas las cosas que esta serie hace no bien, sino mejor que nadie en televisión en este momento. Vamos a decirlo una vez más: está en su SEXTA temporada. Sexta, de seis. Sexta tanda de 22 capítulos cada una y su nivel actual es sencillamente insultante: sigue fresca, viva, eléctrica, divertida, apasionante. A las demás series de televisión debería darles vergüenza existir. Y punto. [PV]
[divider][dropcap]9.[/dropcap] BOARDWALK EMPIRE. La reducida temporada final de «Boardwalk Empire» nos ha dejado un regusto agridulce. Ha sido tan buena, tan perfecta, tan bien construida, ha tenido un final tan redondo y tan bien escrito que no hemos podido evitar sentir un poco de rabia pensando en por qué «Boardwalk Empire» no siempre ha sido así. Por qué se han perdido en multitud de tramas y personajes innecesarios, por qué ha sido tan desesperantemente lenta, por qué a veces ha dado la impresión de ser una serie que podría haber llegado a ser la mejor si no se hubiese saboteado a sí misma. Pero, en fin, olvidémonos de eso y quedémonos con lo bueno: con estos ocho capítulos en los que Terence Winter ha sacado todas las virtudes de su criatura y ha pulido todos sus defectos, dando una auténtica lección de cómo cerrar una serie. [PV]
[divider][dropcap]8.[/dropcap] LOOKING. Parecía difícil que “Looking” se quitara de encima el San Benito de ser la “Girls” homosexual, algo así como una versión de “Queer as Folk” dignificada para los gays más culteranos y menos musculocas. Era un movimiento más que inteligente por parte de la HBO, que buscaba una nueva serie de cabecera con la que convencer al sector más rosa del público (al que, por otra parte, no acaban de seducir con el superávit de tetas y chochos de “Juego de Tronos“… Será que este tipo de público prefiere la carnaza macha de “Spartacus“, “Vikings” y derivados, y eso no abunda en esta cadena). Para ello, y reiterando su inteligente estrategia, en HBO se hicieron con dos nombres con los que revestir a su nueva criatura de honorabilidad: Michael Lannan aportó no sólo ese cortometraje titulado “Lorimer” que, además de convencer a la crítica cinematográfica más a allá de a la comunidad gay, se convertiría en el punto de partida de “Looking“; y Andrew Haigh, por su parte, aportaría el savoir faire demostrado en esa “Weekend” que se ha acabado por convertir en un icono puro y duro del nuevo cine queer, ese cine queer que casi parece heterosexual (¡por fin!). El tándem Lannan (al guión y como showrunner) y Haigh (como director estrella) parecía una garantía de éxito. [leer más]
[divider][dropcap]7.[/dropcap] JUEGO DE TRONOS. La sensación que le queda al seguidor de la saga creada por George R. R. Martin al acabar la hasta el momento última temporada de “Juego de Tronos” se puede resumir perfectamente con aquella mítica frase de aquel fan que se grabó a sí mismo viendo por primera vez un videoclip de Lady Gaga y que acabó convirtiéndose en fenómeno viral: “¡cómo se supera la hija de puta!” (sic). En lo que parece una espiral de maximalismo narrativo y teatral que no parece llegar a su fin, puesto que por cada conflicto resuelto aparecen una docena más de ellos, “Juego de Tronos” sigue su paso firme a la hora de convertirse en el mayor y más grandilocuente drama épico del siglo XXI. A su capacidad adictiva, que, lejos de mermar, parece crecer a cada temporada, hemos de sumarle un puñado de episodios convertidos en nuevos clásicos prácticamente desde su misma emisión, desde la celebrada Boda Púrpura en “The Lion and the Rose” hasta sus tres últimos capítulos, con el brutal final de “The Mountain and the Viper”, la masacre en Castle Black en “The Watchers on the Wall” (casi una ópera filmada a modo de sombrío blockbuster) y el sorprendente desenlace en la season finale “The Children”. “Juego de Tronos” se sabe triunfadora a cada paso que avanza y, si tiene que apostar por el más o el mejor, siempre se queda con el más. [DMDLH]
[divider][dropcap]6.[/dropcap] BROAD CITY. “Broad City” parece a primera vista emparentada argumentalmente con otras favoritas de esta casa, como “2 Broke Girls” o la extinta “Don’t Trust the B—- in Apartment 23”. Las tres series narran las aventuras y (sobre todo) desventuras de dos chicas jóvenes que mantienen una amistad escasamente convencional como vínculo de supervivencia en Nueva York. “Broad City”, sin embargo hace gala de un espíritu bastante más irreverente que las antes mencionadas, así como de un sentido del humor que se aleja de formularios más estandarizados. Quizás eso se deba a que las protagonistas (Ilana Glazer y Abbi Jacobson) son de hecho las creadoras de la serie, en un proyecto originalmente desarrollado como webseries. En esencia, a pesar de transitar ocasionalmente por ciertos lugares comunes en este tipo de comedia, “Broad City” hace gala de un ovacionable equilibrio entre la sátira ácida del modus vivendi en el Upper Manhattan (las microtramas en el gimnasio donde trabaja Abbi) y un humor que esquiva cualquier tipo de remilgo oscilando entre el absurdo y lo grotesco, todo ello con un tratamiento muy natural sobre la amistad, algo que por ejemplo queda perfectamente expuesto ya desde el principio en la escena del cameo del gran Fred Armisen en su primer episodio. “Broad City” quizás constituya la sorpresa más agradable de toda la parrilla televisiva en 2014. [DMDLH]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ][dropcap]5.[/dropcap] THE KNICK. «The Knick» lo tenía todo para triunfar en este año 2014: la omnipresente y potentísima presencia escénica de Clive Owen como protagonista, la sugerente mano de hierro de Steven Soderbergh como director (y aquí digo «director» y no «showrunner» porque, por primera vez en un caso de este tipo, Soderbergh dirige absolutamente todos los episodios de la primera temporada), una trama que aborda la realidad hospitalaria en Nueva York de principios de siglo XX… Pero lo que finalmente ha hecho que «The Knick» triunfe de verdad y no como todos esos otros productos «diseñados y tuneados» para el éxito ha sido que nos ha puesto en bandeja todo un conjunto de cosas que no esperábamos: la música electrónica de Cliff Martinez (responsable, recuerden ustedes, de una gran parte del porcentaje del éxito de «Drive«), la inesperada y sangrante visceralidad de las operaciones (por una vez, se agradece que alguien se tome lo de «enseñarlo todo» como algo más que una excusa para las tetas y los culos) y los toques de riesgo en la trama (la incorporación de la xenofobia y la drogadicción como partes intrínsecas del argumento) acaban por confirmar una serie que ha nacido precisamente cuando «las grandes» están muriendo: si te alertaba que se acaben «Mad Men» y «Boardwalk Empire«, no te preocupes, que «The Knick» es el futuro. [RDT]
[divider][dropcap]4.[/dropcap] RICK & MORTY. A muchos les devastó que Dan Harmon abandonara a su retoño «Community» justo cuando más le necesitaba… Pero, lo siento, si aquel abandono fue la semilla de «Rick & Morty«, sólo puedo decir una cosa: ¡a la mierda con «Community«! (Total, aquí y ahora tendremos que convenir que aquella serie se estaba convirtiendo en un peñazo insoportable.) En un tiempo en el que nos hemos aficionado a eso de la animación para niños que también le pirra a los adultos (desde «Hora de Aventuras» a «El Asombroso Mundo de Gumball«), se agradece que Harmon haya unido fuerzas al actor Justin Roiland para crear esta «Rick & Morty» que, por el bien del futuro de la humanidad, más te vale no ponerle a ningún menor de edad: aquí no hay nada «para niños» y, sin embargo, tampoco hay una necesidad punzante de recurrir a feísmos diversos, tacos y otras gilipolleces a lo «Beavis & Butthead» o «South Park» para resaltar su carácter adulto. Simple y llanamente, nos encontramos ante una versión deliciosamente esquizoide de «Regreso al Futuro«. Sólo hace falta ver la secuencia que abre toda la serie para darse cuenta de ello: un borrachísimo Rick (un científico viejo) despierta a Morty (un niño) en medio de la noche y lo sube a una máquina voladora que lleva una bomba que va a acabar con toda la humanidad. Rick le dice que van en busca del amor secreto de Morty para que cuando el mundo se acabe puedan ser los nuevos Adán y Eva. Morty, sin embargo, consigue placar a un Rick que acaba estrellando la nave y cayendo inconsciente. A la mañana siguiente, ambos están sentados desayunando en la misma mesa… Y entonces nos enteramos de que son abuelo y nieto. Eso es sólo el principio de la que está llamada a ser la serie de dibujos de culto del año 2015. Y de los que vendrán. [RDT]
[divider][dropcap]3.[/dropcap] TRUE DETECTIVE. “True Detective” ha sido muchas cosas (la mayoría buenas; otras, que también las hay, no tanto) y el ruido que se ha montado en torno a ella todavía más. Una serie cuidada hasta el extremo, que se ha beneficiado mucho de las ventajas de su modelo (la libertad creativa, el final determinado) y se ha visto perjudicado por sus inconvenientes (el sobreanálisis, la emisión a capítulo semanal que no le sienta especialmente bien en estos tiempos de Netflix). Una serie deslumbrante en lo estético, que no ha temido parar el reloj cuando hacía falta pero que cuando la situación era propicia tampoco ha dudado en sacarse la chorra. Una serie que no ha tenido miedo a salirse de su zona de confort, aunque eso haya supuesto que no todo funcionase en cada momento. Su paso no siempre ha sido firme y en algún momento ha cojeado pero, desde luego, nadie le quita el puesto de ser lo más relevante que se estaba haciendo aquí y ahora. Qué inmenso reto será esa segunda temporada. [leer más]
[divider][dropcap]2.[/dropcap] THE LEFTOVERS. Es normal que “The Leftovers” se pondere como la nueva serie del creador de “Lost“, pese a que los más descarriados siguen pensando que fue cosa de J.J. Abrams en exclusiva y que los más fans siempre supieron que fue algo al alimnón entre Damon Lindelof y Carlton Cuse. Esta no es la nueva serie de Abrams, tampoco la de Cuse (que está un poco missing in action): esta es la nueva serie de Lindelof junto a Tom Perrotta, escritor del libro original en el que se basa “The Leftovers“. Y, sí, no sólo el espectador medio va a contrastar estos diez episodios contra la mítica “Lost“, sino que inlcuso el propio Lindelof parece hacerlo desde el minuto cero del primer capítulo hasta el (deliberadamente) no tan apoteósico grand finale. Esta es una serie que juega continuamente a huir de la grandilocuencia en la forma para ponerla sobre el fondo.
De hecho, el primer episodio se abre como un inmenso y auto-consciente jarro de agua fría, tanto sobre el subidón que esperan los fans del vuelo 815 como sobre el descreimiento de sus detractores: tras un arranque pulcro y excepcionalmente efectivo (en el que vivimos la desaparición súbita del dos por ciento de la población humana a través del metonímico caso de una madre que, absorta en el estrés diario, casi ni advierte la desaparición de su lloroso bebé), durante todo el primer capítulo va creciendo el hype dentro de un espectador que, inevitablemente, piensa que “en los minutos finales va a haber un spin-off gigantesco que nos deje más alucinados que la apertura de la escotilla“… Y, al final, nada. No ocurre nada. [leer más]
[divider][dropcap]1.[/dropcap] FARGO. «¿Qué fue de aquello de dar los buenos días a tus vecinos, quitarles la nieve de la entrada, recogerles el contenedor de la basura?”, exclama el sheriff Bill Oswalt en el perfecto desenlace de “Fargo“. La efectividad de su pequeño monólogo es doble: porque le otorga un empaque y una humanidad que no habíamos sospechado a un personaje hasta entonces tratado como una mera caricatura y porque, además, pone sobre la mesa el gran tema de la serie: el elogio del hombre bueno, del Bien con mayúscula y por encima de todas las cosas. Aquello que en la película de los Coen estaba resumido a la perfección en ese marido que se levantaba en plena madrugada para cocinar para su esposa antes de que esta saliese a trabajar (“Te haré unos huevos“) y que aquí vemos cada vez con mayor claridad según se acerca el final, sea con ese abuelo montando guardia en el porche o con ese sheriff que decide largarse cuando se da cuenta de que, definitivamente, este no es país para viejos.
Qué mala, horrible, espantosa idea parecía sobre el papel recuperar una de las películas más celebradas de los 90, un film complejo en su sencillez y con universo absolutamente propio que el formato televisivo parecía condenado a traicionar. Pues sorpresa: el desconocido Noah Hawley ha hecho algo tan difícil como coger la esencia y reescribir la historia. Como esa banda sonora que amaga pero no acaba por compartir todas sus notas con la original hasta el último episodio, “Fargo“, la serie, tiende puentes, lanza guiños y respeta esquemas, pero lleva el relato a rincones absolutamente nuevos aunque al final acaben por conducir al mismo lugar. [leer más]
[Raül De Tena + David Martínez de la Haza + Pedro Vázqued + Jose Manuel Romero Santos]
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