Nuestra lista de las mejores películas del 2014 podría dividirse en otras cinco sub-listas… Pero entonces no quedaría tan dulcemente variada y colorida.
[dropcap]¿[/dropcap]Cómo resumir un año de algo tan polimórfico como el cine en tan sólo treinta películas? Está claro que, cada vez más, hay muchos cines dentro del cine, y poco tienen que ver unos con otros. Al hacer un resumen de un año como este 2014 que estamos a punto de dar por cerrado, resulta inquietante ponderar unas al lado de las otras películas como «Adiós al Lenguaje» y «Guardianes de la Galaxia«, «Boyhood» y «Un Toque de Violencia» o «Ida» y «Perdida» (por mucho que estas últimas dos rimen en un bonito pareado)… Y, sin embargo, no nos queda otra.
Decimos lo que decimos sabiendo que corremos el riesgo de que a alguno de nuestros colaboradores más aficionados a las listas se le ocurra proponer para años venideros dividir esta lista en otras tantas sublistas (indie americano, oriental, superhéroes, autor europeo…). Pero, por ahora, nos centramos en lo que tenemos: treinta cintas que resumen un año tan variado en el que cuesta encontrar un consenso y en el que ningún puesto parece justo para cada una de las películas. ¿O sí?
[dropcap]30.[/dropcap] X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO / Bryan Singer. Si hay algo que consiguió que la primera “X-Men” fuera recibida con tanto calor fue precisamente su capacidad para labrar un subtexto más que interesante, fue Bryan Singer. Por aquel entonces, y siendo el director un homosexual para nada armariado, no era difícil ver en la primera cinta de la saga una parábola sobre los grupos de gente “diferente” oprimida y su lucha por la consecución de una normalidad social y unos derechos plenos. “X-Men: Días del Futuro Pasado” también tiene su subtexto, y no podría ser un subtexto más elocuente en los tiempos que corren. En cierto momento del film, Hank (La Bestia) y Xavier mantienen una conversación en torno a la posibilidad de que toda la gesta de Lobezno no sirva de nada: tal y como afirma el primero, hay cierta teoría científica que explica que, por mucho que alteres la superficie de un río al tirar una piedra que produce pequeñas olas en todas las direcciones, el mismo río corrige su superficie para volver a dirigirse a la dirección prefijada e inalterable. Xavier, sin embargo, se niega a creer las palabras de Hank: ¿tenemos que claudicar ante esa versión oficial que nos han vendido en el que la insostenible situación social en la que vivimos es como el río inalterable al que no le afectan las piedras de cualquier revolución social? ¿O nos ponemos del lado de Xavier, que al final se muestra en lo correcto, a la hora de pensar que las versiones oficiales no tienen nada que hacer cuando se enfrentan a la incombustible esperanza del ser humano por alterar lo -presuntamente- inalterable? [leer más]
[divider][dropcap]29.[/dropcap] LOREAK / Jon Garaña y José Mari Goenaga. La cinta de Jon Garaña y José Mari Goenaga es un drama intimista, lleno de ternura y compositivamente intachable sobre el vuelco en la vida de una serie de personas ante el aparentemente simple e inocente hecho de recibir unas flores anónimas. Dotada un tempo exquisitamente preciso y forjada con una apreciable naturalidad tanto en sus planos como en sus actuaciones, “Loreak” se expande en el espectador desde la modestia y el gusto por las pequeñas cosas bien hechas y mejor contadas. Hay un trasfondo a priori triste y doloroso en esta cinta rodada en euskera, ya que, personalmente, percibo que de alguna forma certifica de forma rotunda el fracaso eterno de la pareja como célula emocional, aunque por otra parte también hay algo de liberador y visionario en esta verdad poco discutible. Un pequeño gran éxito íntimo. [leer más]
[divider][dropcap]28.[/dropcap] EL CONGRESO / Ari Folman. El sentido común, la buena praxis y ese tipo de cosas recomendarían que uno escribiera sobre una película después de haberla visto, pensado y asimilado, después de darle un tiempo para reposar y comprobar qué poso ha dejado realmente en uno mismo como espectador. Con “El Congreso“, sin embargo, esa idea (y muchas otras tan razonables como ella) no valen absolutamente para nada. Casi diría que al contrario: cualquiera en la obligación de pontificar sobre ella debería darse la máxima prisa y correr a abalanzarse sobre el ordenador / móvil / lo que sea para escupir sus impresiones antes de que sea demasiado tarde, antes de que el film se le escape por completo, cosa que ya casi hace durante el propio visionado. De hecho, tengo curiosidad por saber qué hará está película con el recuerdo, ese enemigo tan habitualmente feroz cuando tenemos que opinar sobre algo que hemos visto hace mucho. Me imagino que hará con él lo que le dé la gana, que es exactamente lo que hace con todo lo demás. [leer más]
[divider][dropcap]27.[/dropcap] LA DISTANCIA / Sergio Caballero. En esta película no importa la ejecución final del plan maestro (de hecho, no importa ni qué es “La Distancia” ansiada y enigmática), sino todo el proceso: los cinco días que los enanos utilizan para explorar el terreno circundante y la propia central térmica son en verdad la excusa pluscuamperfecta para que el director convierta el lugar en el verdadero personaje protagonista de su película. Una exploración de un espacio que en verdad es una exploración de un ambiente: ni la central es siberiana (está en Aliaga) ni los paisajes son rusos, pero sirven de forma magistral para que Caballero dibuje un sublime relato de la idealización de un panorama tan poco ideal como un comunismo ya no en época de descomposición, sino en pletóricas ruinas de una belleza gris y pétrea, paralizadas en un éxtasis tan estático como el de unos encuadres que ralentizan el movimiento tanto en el interior como en el exterior del plano. Puede que “La Distancia” no vaya a ser un blockbuster, pero es sin lugar a dudas la peli de robos más estimulante que ha visto el cine de este nuevo siglo. [leer más]
[divider][dropcap]26.[/dropcap] FRANCES HA / Noah Baumbach. El verdadero meollo del asunto de «Frances Ha» está en su protagonista y en cómo el relato afronta el “espabila, nena“. Fuera de ahí, los puntos de interés son más bien escasos: sobras recalentadas del Woody Allen de hace ¡treinta años! o referencias a la nouvelle vague tan impostadas como su blanco y negro. Sus puntuales hallazgos (esos momentos en los que crea paisajes a través de diálogos audibles sólo a medias) o el hecho de que, a fin de cuentas, se deje ver con agrado sirven de poco cuando se trata de hacer un balance de “Frances Ha” con un poco de perspectiva. Y, desde luego, que no ayuda la ausencia de alguna línea de diálogo punzante que rompa la modorra y la autocomplacencia reinantes. Quizá esta película hubiera destacado en (yo qué sé) 2003, como contrapunto arty a medianías del palo Edward Burns: a estas alturas, otra historia del vacío ante los 30 se nos olvida a los cinco minutos, por mucho que nos las vendan envueltas en letras blancas sobre fondo negro. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 25 al 21″ ][dropcap]25.[/dropcap] UN TOQUE DE VIOLENCIA / Jia Zhang-ke. Jia Zhang-ke es uno de esos directores que comunmente ha sido tachado de contemplativo cuando el corazón de su cine ha latido habitualmente con furiosa política, con bestial crítica hacia una sociedad china donde el progreso no siempre se ha llevado a la tradición por delante de la forma más óptima (y mucho menos de la más humana). Con ese mismo error de percepción, «Un Toque de Violencia» ha sido percibida como la película en la que Zhang-ke se ha soltado el moño y ha decidido mancharse las manos con la sangre de un homenaje al cine de artes marciales (wuxia) más cruento: la sonoridad del título original, «A Touch of Sin«, nunca pretende ocultar su invocación del clasicazo «A Touch of Zen«. Cierto es que este es un film gozoso en su forma: tres historias que ocurren en diferentes puntos de la China actual, cada una empapándose de un paisaje diferente, pero que tienen en común un desenlace violento y sangriento. Pero repito: de nuevo, el error de percepción. Porque lo que podría quedarse en un reflejo del wuxia más teñido de hemoglobina vuelve a ser un posicionamiento sociopolítico en el que Zhang-ke nunca oculta que la situación de su pais está tan jodida que, a veces, la única salida es la ley de la espada. [Raül De Tena]
[divider][dropcap]24.[/dropcap] JOVEN Y BONITA / François Ozon. El prolífico François Ozon se aleja del tono de su anterior obra, la muy calculada e inteligente “En La Casa”, para narrar en “Joven y Bonita” un año en la vida de una adolescente (una apabullante Marine Vacth) que se convierte en prostituta de lujo, con la consiguiente cascada de dramas, secretos y tensiones que se desatan alrededor de ella. En esta especie de bildungsroman sexual acelerado y caprichoso interesa especialmente cómo Ozon centra su eje narrativo en un rostro y un cuerpo. Y, más allá de eso, en las posibilidades infinitas y trágicas que dicho rostro y dicho cuerpo traen consigo. “Joven y Bonita” es una película imperfecta y sensible, liviana y agradable, que se posiciona como uno de los puntos más destacables en la filmografía del irregular cineasta francés. [David Martínez de la Haza]
[divider][dropcap]23.[/dropcap] LA ISLA MÍNIMA / Alberto Rodríguez. “La Isla Mínima” casi se cierra con el hit definitivo de Baccara… Aunque este “Yes Sir, I can boogie” al final del metraje de la obra de Alberto Rodríguez parece meramente anecdótico, de cara a enfatizar la ubicación geográfica y temporal de la cinta, esa España proto-democrática, esa España de El Caso y el tricornio. “La Isla Mínima“, por tirar del recurso fácil, parece de entrada un “True Detective” marismeño, con dos policías (muy atinados Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo) divergentes en cuanto a talante e ideología y con sus propios demonios personales que exorcizar, a la búsqueda y captura de un asesino en un pequeño pueblo perdido a las orillas del Guadalquivir. La cinta cumple lo que prometía en su estremecedor y maravilloso tráiler, y resulta finalmente un buen thriller, efectivo, funcional, con un opresivo tono ocre y oxidado que todo lo inunda. [leer más]
[divider][dropcap]22.[/dropcap] EL VIENTO SE LEVANTA / Hayao Miyazaki. Lo primero que llama la atención es que aquí apenas hay rastro del exorbitante caudal de imaginación al que el cineasta nipón nos tenía acostumbrados en la última década. “The Wind Rises” nace del poemario de Paul Valéry (“The wind is rising/ we must attempt to live“) y todo el sentido de la frase abraza el devenir del film. Este último Miyazaki, definitivamente más cercano al de “Porco Rosso” que al de “El Viaje De Chihiro“, narra la historia de un muchacho (Jiro Horikoshi, que existió en la vida real) que crece obsesionado por su única pasión: los aviones. Ya adulto, el joven trabaja dedicado en cuerpo y alma al diseño de aviones de combate para la II Guerra Mundial, pero la llegada del amor a su vida le obliga a revisar sus prioridades vitales, haciéndole crecer interiormente. “The Wind Rises” es una cinta notoriamente triste, infinitamente humana, carente de la algarabía y la fantasía desbordante de, como decíamos, obras previas de Miyazaki, pero que sin duda merece el aplauso. Y mención obligatoria y agradecida a la deliciosa partitura de Joe Hisaishi, de un romanticismo palpable y extático. [leer más]
[divider][dropcap]21.[/dropcap] EL PASADO / Asghar Farhadi. ¿Por qué todo regreso acaba siendo doloroso? Quizás porque el equilibro tiende a alcanzarse con la ausencia de movimiento, de campos de fuerza externos que alteren la estructura interna de un elemento, sea social, moral o emocional. El momento en que ese campo de fuerza actúa sobre un cuerpo, ese cuerpo se desestabiliza. Son leyes físicas y, como tal, leyes humanas aplicables a planos distintos del estrictamente mecánico. “El Pasado” no trata de buscar soluciones a esta circunstancia tan humana con inmutable, sino que Asghar Farhadi se centra en mostrar un ejemplo de lo anteriormente expuesto, narrándolo de una forma tan efectiva como perfectamente hilvanada y llenando de secretos, silencios y miradas una película que, de alguna forma, se convierte finalmente en un thriller espiritual. Quizás “El Pasado” no ha obtenido las loas de “Nader y Simin, Una Separación”, pero confirma a Farhadi como uno de los cineastas más interesantes del Medio Oriente. [DMDLH]
[/nextpage][nextpage title=»Del 20 al 16″ ][dropcap]20.[/dropcap] EL LOBO DE WALL STREET / Martin Scorsese. Volver a tener la ocasión de disfrutar en la pantalla grande del Martin Scorsese desatado y deslenguado, cinematográficamente hablando, de “Uno de los Nuestros” o “Casino” se antojaba prácticamente una entelequia en pleno 2014. Y, sin embargo, alrededor de 20 o 25 años después, ahí estuvo “El Lobo de Wall Street”, con sus excesos narrativos, sus devastadoras interpretaciones y su ritmo trepidante con la inestimable colaboración ya clásica de Thelma Schoonmaker en labores de montaje. La Academia le dio la espalda finalmente en los Oscar tanto al cineasta italo-americano (en favor de Alfonso Cuarón y su prodigiosa “Gravity” y de esa película sin cine dentro que era “Doce Años de Esclavitud”) como, una vez más, a Leonardo DiCaprio, pero lo que aquí importa es lo que llegamos a disfrutar de cada uno de esos ciento ochenta minutos de este biopic clásico en su estructura compositiva (ascenso, caída y redención-trampa) y terriblemente efectivo.[DMDLH]
[divider][dropcap]19.[/dropcap] HERMOSA JUVENTUD / Jaime Rosales. «Hermosa Juventud» es el gozoso resultado de alguien que decide mover el culo para hacer algo que ni siquiera se esperaba necesariamente de él, de un director que decide salir de su zona de confort para lanzarse al vacío y acabar haciendo la película que hacía tanta falta en el aquí y ahora de este país y que creíamos que vendría firmada por otro. En el que es su salto al cine (ejem) accesible, Rosales retrata, en una arriesgadísima apuesta que se lo jugaba todo a la carta de la verosimilitud, el vacío absoluto, el violento sinsentido de una crisis que ha arrasado barrios, sectores, generaciones enteras. La película española con el mejor casting en años es un espejo nada deformado (al contrario, retorcida e incómodamente fidedigno) de una realidad que escogemos no ver en cuanto tenemos la menor oportunidad. [Pedro Vázquez]
[divider][dropcap]18.[/dropcap] ENEMY / Denis Villeneuve. El hastío infinito representado en un hombre, Hombre 1, que inocula su anhedonia a todo aquello que le rodea, desde su trabajo a su pareja. Otro hombre, Hombre 2, idéntico a él, pero lleno de misterios y que parece tener todo cuanto anhela Hombre 1 en su vida. Quizás su hermano, quizás él mismo, quizás un fantasma, quizás un producto de la imaginación. Un encuentro, posiblemente nada fortuito. Entre ambos, dos bellísimas mujeres, que custodian en su cuerpo todos los secretos de la vida y una metamorfosis que trae consigo el castigo divino al libertinaje y a la infidelidad. “Enemy” es una pesadilla ocre brillantemente construida por Denis Villeneuve, apabullante y claustrofóbica, abierta a múltiples lecturas y a pesar de ello perfectamente disfrutable desde casi cualquier prisma. Mitología griega sobre el juego de destinos disfrazada de thriller subsónico y onírico que bebe menos de David Lynch de lo que a priori parece. Una proeza fantástica. [DMDLH]
[divider][dropcap]17.[/dropcap] A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS / Joel y Ethan Coen. Si tiene la suerte de caer en gracia, “A propósito de Llewyn Davis” no gusta, sino que más bien fascina. Y eso, ya desde una hipnótica primera escena que en realidad no es más que un tipo cantando frente a un micrófono sobre fondo negro, deja con la boca abierta. Fascina su estructura pseudocircular construida sobre la nada de una trama totalmente ausente; fascinan los momentos de gloria que sirven valores seguros como John Goodman o F. Murray Abraham, pero también advenedizas como Carey Mulligan; y fascina, desde luego, su tono, el de una película tristísima, oscura, llena de una derrotista melancolía que, sin embargo, renuncia a hundirse en la negrura por la vía de un sanísimo cinismo y de un inclasificable e involuntario humor. Es obvio que no es casual que ese gato se llame Ulises. Los Coen vuelven a mirar a “La Odisea“, pero esta es una odisea pesadillesca a lo “¡Jo, qué noche!” camino a ninguna parte, donde nada tiene el menor valor y todo es un continuo macguffin de la nada más absoluta. Cuesta saber si es una pequeña obra maestra involuntaria o plenamente consciente, pero el caso es que lo es. Acaba (o no acaba) y de nuevo se forman nubes negras y vuelve a quedar en el aire ese inquietante “¿Qué estás haciendo?“. [leer más]
[divider][dropcap]16.[/dropcap] PERDIDA / David Fincher. Es fascinante observar cómo un director como David Fincher decide, ante un film como “Perdida“, recular y esconderse. El autor de films como “Se7en” o “La Red Social” nos acostumbró a la supremacía de la forma y el artificio: sus películas siempre se han caracterizado por la lucha dialéctica entre la sublimación del cine como una herramienta que te permite enseñarlo absolutamente todo (siendo el culmen de lo dicho aquellos planos secuencia que abrían “La Habitación del Pánico” con la cámara recorriendo recovecos imposibles de la casa protagonista) y las tramas que juegan a hacer lo contrario, a ocultar, a determinar hasta dónde puede escamoteársele información al espectador para matarle a base de twists que lo cambian todo (que irían desde el final de “El Club de la Lucha” hasta toda la trama de “The Game“, que consistía en rizar el rizo de otro rizo de otro rizo de otro rizo). Partiendo de lo dicho, resulta elocuente pensar que “Perdida” es el film en el que Fincher y sus constantes hacen menos acto de presencia: simple y llanamente, hay ocasiones en las que el director parece no estar ahí. Como si quisiera llevar hasta el extremo la depuración naturalista que ya practicó en “Zodiac“, Fincher cuelga el disfraz de funambulista circense siempre dispuesto a epatar al público y se enfunda en el traje de artesano del cristal, de adorador de la capacidad cristalina de estar ahí sin estar ahí. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ][dropcap]15.[/dropcap] IDA / Pawel Pawlikowski. Puede pecar de esteticista, puede resultar excesivamente calculada, puede incluso mostrar un cierto desprecio por el espectador, pero ya os digo yo que no la habéis olvidado. Que la habéis visto hace meses, que habéis visto muchas otras después de ella, pero no la habéis olvidado. No habéis dejado atrás esta especie de road movie introspectiva, este viaje a vidas llenas de rincones oscuros, esclavas de pasados negros. No habéis olvidado ese blanco y negro, ese convento, ese bosque, ese cementerio, esa atmósfera. No habéis olvidado su capacidad de sugestión, de claustrofóbica hipnosis, ese discurso expresionista que, lejos de resultar exhibicionista, parece la única forma de hacer las cosas en un mundo en el que no hay música, no hay buenas noticias, no hay salida posible. [PV]
[divider][dropcap]14.[/dropcap] STELLA CADENTE / Luis Miñarro. El discurso oficial asegura muchas cosas y, entre ellas, la más preciada de todas: la atención generaliza… La disidencia, las voces libres, sin embargo, siempre se verán expulsadas hacia los márgenes. Es el riesgo que hay que correr cuando quieres decir algo que muchos no quieren escuchar: «Stella Cadente» se centra en la figura de Amadeo de Saboya, fugaz Rey de España que llegó para modernizar el país pero que pronto se vio varado por la acción de una burocracia que sólo le permitió vivir una existencia aletargada en su palacio. El film de Miñarro, en consonancia, se empapa de esa inactividad y se deja caer laxamente en la contemplación más esteticista: los largos planos de «Stella Cadente» son como retablos pictóricos barrocos y fascinantes en los que los brillos dorados de la aristocracia conviven gozosamente con la carne desnuda. Oro y pasiones bajas se trenzan en una eterna espera que nunca acaba y en la que la figura del rey castrado de sus propias funciones resulta más bufonesca todavía debido a su afán por conservar las formas por mucho que nunca pueda acercarse a las funciones. Para entender el presente hay que conocer el pasado, dicen por ahí… Por eso mismo esta crítica al presente a través del pasado debería vivir mayor suerte que susurrarnos a todos palabras bellas hasta la extenuación desde los márgenes. [RDT]
[divider][dropcap]13.[/dropcap] LA VENUS DE LAS PIELES / Roman Polanski. Está claro que, en los últimos años, Roman Polanski está haciendo «el cine que puede» más que «el cine que quiere»: su precaria situación legal -y penal- manda que no pise territorio americano, así que el director se está especializando en proyectos pequeños, con pocos actores y con escenarios cuanto más limitados mejor… Y, pese a todo, el Polanski de los últimos años se está convirtiendo en el mejor Polanski de nunca: a la excelente «Un Dios Salvaje» le ha seguido «La Venus de las Pieles«, retruécano en forma de deliciosa mise en abyme en la que la película se convierte en una obra de teatro en la que un director hace una muy peculiar audición a una actriz para el papel principal de la obra clásica de Sacher-Masoch. Espejos que se reflejan sobre otros espejos para quitarse de encima el anquilosamiento formal de toda adaptación teatral y para acabar por facturar un producto vibrante, divertido, elocuente, inteligente y, sobre todo, sorprendentemente feminista. Si al llegar al baile vestal de Emmanuelle Seigner no te has acabado por convencer de que te encuentras ante un Polanski a su máxima potencia (ambigüedad sexual, juegos con tintes sadomasocas, diálogos endiablados…), eso es que no conoces al mejor Polanski. [RDT]
[divider][dropcap]12.[/dropcap] EL GRAN HOTEL BUDAPEST / Wes Anderson. Ralph Fiennes es nuevo, pero no lo parece. Lleva de la mano a su compañía. Ameniza como Anderson lo hace en la narración. Es el humor en persona. Instigador incansable de sonrisas. Incluso cuando todo se pone feo. Incluso cuando las “ZZ” se cruzan en su camino. Malditas guerras. Sí, el telón de fondo era la guerra. Este no cambiaba, aunque sólo era una excusa. Me gustan los cuadros. Aquí los personajes también se (re)encuandran. Familias que no sorprenden por albergar las mayores guerras. Desconocidos de sangre y familias desconocidas. Los huérfanos se encuadran creando una nueva familia. Mucho más real. Mucho más sólida. Wes suele hablar de la familia. Aunque creo que no le gusta. Un mundo que se engrandece. El mundo cinematográfico de Wes, que es el mismo pero distinto, qué mejor que eso. Ensanchándose. Perfilando sus límites como nunca. ¿Es malo no traspasarlos? Por supuesto que no. Es su mundo, y en él pueden suceder infinitas historias. ¿No sucede en el nuestro? [leer más]
[divider][dropcap]11.[/dropcap] ORÍGENES / Mike Cahill. Si en “Another Earth” la aparición del problema abría la misma película, causando el accidente que hará arrancar al resto de la trama, en “Orígenes” el problema es más bien algo que se va tejiendo poco a poco y que no acaba de quedar claro hasta la mitad del film. De hecho, sus implicaciones reales no aparecen de forma clara hasta el propio desenlace… Y puede que ahí resida principalmente la belleza infinita del nuevo film de Mike Cahill. Tomando el testigo de otros que han practicado el cine como díptico recientemente (un ejemplo nada casual sería el de Apichatpong Weerasethakul, con el que Cahill comparte una espiritualidad que nace del choque de la tradición con la modernidad), el primer tramo de “Orígenes” supone la supremacía de la ciencia: Ian (Michael Pitt) es un científico obsesionado con encontrar el origen del ojo, esa especie animal que tenga el gen que permite desarrollar los ojos pero que no lo haya hecho. Este descubrimiento acabaría por decantar la balanza de la eterna lucha entre religión y evolucionismo al demostrar la procedencia natural del ojo, el eterno “inexplicable” de la teoría de la evolución de las especies. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 5″ ][dropcap]10.[/dropcap] HER / Spike Jonze. “Enamorarse es como una forma de locura socialmente aceptable”. Pero, ¿qué pasa cuando lo haces de un sistema operativo inteligente? La serie inglesa “Black Mirror” trataba de responder a este interrogante en uno de sus capítulos de la segunda temporada, y también lo hace Spike Jonze con “Her“, aunque de una forma mucho menos sarcástica y tremendista que la serie de Charlie Brooker. La diferencia reside, quizás, en que la serie plantea las consecuencias de un mal uso de las nuevas tecnologías -y el sometimiento de la sociedad a estas mismas-, mientras que el director de “Cómo Ser John Malkovich” habla del amor y la soledad en un contexto futuro que bien podría ser presente, en un espacio temporal en el que la tecnología ha ido un paso más allá. En 1967, Michael Snow experimentaba sobre los límites de la distancia focal con su film “Wavelength“. Con “Her“, Spike Jonze experimenta sobre los límites de la capacidad sensorial del ser humano, su longitud de onda. En el contexto de la sociedad actual, donde las redes sociales parecen dictar que lo que “no se ve” no existe para los demás, el director americano reflexiona sobre todo lo contrario: ¿Algo que no se ve también puede hacernos sentir a nivel físico y emocional? [leer más]
[divider][dropcap]9.[/dropcap] SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN / Jim Jarmush. El hecho de que Jim Jarmush haya dirigido una película de vampiros es algo que ha sacado a muchos de su zona de confort: que el realizador de monumentos al cine indie norteamericano primigenio como “Flores Rotas” o “Extraños en el Paraíso” se haya dejado caer en los brazos de un género convocación tan mainstream es algo que no le perdonarán los fans más acérrimos. Pero cualquiera que conozca de cerca la filmografía de Jarmush sabe de su afición por retratar personajes preeminentemente bohemios que se autoexcluyen de una sociedad que no comprenden y que no les comprende. La bohemia sobrevive precisamente en una casta artística (musical, literaria, cinematográfica) a la que el director ya se acercó de forma frontal en su “Coffee and Cigarettes“… Así que, ¿dónde está la incoherencia de este nuevo Jarmush que, más que de vampiros, se centra en una visión romántica (casi novelesca) del arte y su dificultad para sobrevivir en el mundo moderno? Los vampiros de Jarmush, esos Adán y Eva interpretados de forma magnética por Tom Hiddlestone y Tilda Swinton, no sólo son los padres de una humanidad a la que ellos tildan de “zombies”, sino que también son los defensores últimos del arte romántico (y del romance artístico) como sublimación de la belleza. [leer más]
[divider][dropcap]8.[/dropcap] MOMMY / Xavier Dolan. “Mommy” probablemente constituya la (pen)última vuelta de tuerca de Xavier Dolan al trasunto edípico, aquí amparado en la disfuncionalidad del núcleo familiar mediante el drama del TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). Como una revisión grandilocuente de la minimalista “J’ai Tué Ma Mère” convertida en un grande operone, Dolan firma una obra que crece con la sedimentación, que deja un poso amargo y un buen montón de imágenes y secuencias decididamente trascendentes y trascendentales. Vertebrada en una suerte de triángulo amoroso imposible y donde la pasión no tiene tanto que ver con el poso sexual y sí está más relacionada con la búsqueda del amor y la aceptación, “Mommy” está filmada con una inteligencia a veces devastadora, con un puñado de recursos visuales de inspiración prácticamente lúdica (las emociones abriendo o cerrando el formato) y con al menos tres secuencias que abusan (para bien) de hitos pop, desde el “Wonderwall” de Oasis hasta un “On ne change pas” de Celine Dion cuyo momento en el film bien vale por todo un festival. No soy yo especialmente proclive a destacar la actuación de tal o cual actor, pero en “Mommy” tanto Anne Dorval como, muy especialmente, Suzanne Clément son los dos elementos clave sobre los que se erige la tensión narrativa de la película. Por momentos, el relato son ellas. [leer más]
[divider][dropcap]7.[/dropcap] BOYHOOD / Richard Linklater. “Boyhood“ resulta ser una apuesta arriesgada: cualquier otro director podría haberse centrado en lo efectista del ejercicio, en marcar de forma rimbombante las fases de crecimiento con un título sobre-impreso que mostrara el año (asegurándose así no sólo de ubicar al espectador en la cronología del niño protagonista, sino también de contextualizarlo en el momento histórico), en cerrar el film con una sucesión de planos que muestren la maravilla del crecimiento físico etapa a etapa… Pero, por el contrario, Linklater opta por el flujo constante de conciencia: las escenas, concebidas como una ataque frontal contra la narrativa del suceso relevante (el realizador huye de abordar los momentos clave del crecimiento humano, que siempre parecen ocurrir en los márgenes de las elipsis entendidas como puentes y no como cortes del tejido de sentido), se suceden de forma natural, ajenas a la necesidad del espectador de un contexto temporal. Es probablemente en esta declaración de intenciones donde Linklater vuela alto: en una dulce huida de los indicativos de elipsis tanto dentro del plano (hay veces que pasa un tiempo hasta que te das cuenta de que el personaje ha cambiado de peinado, por ejemplo) como fuera de ellos (un corte es un corte y un fundido es un fundido, todos tienen el mismo valor independientemente de si los dos planos que empalman están separados por un año o por unos minutos). [leer más]
[divider][dropcap]6.[/dropcap] LA IMAGEN PERDIDA / Rithy Panh. «The Act of Killing» sorprendió y convenció por la vía de la colleja sonora: poner a todo un conjunto de asesinos de masas a re-interpretar sus propios crímenes en clave de cine negro o de colorido ballet surrealista fue un movimiento exhibicionista que estaba llamado a captar la atención de todo el mundo… «La Imagen Perdida«, por el contrario, es un acto de introspección pura y dura que, sin embargo, acaba teniendo incluso un mayor calado en el espectador. El documental se abre con el mismo Rithy Panh dejando al descubierto las entrañas de su criatura: habiendo vivido en primera persona el genocidio perpetrado por los jemeres rojos y dedicándose como se dedica al mundo de la imagen, admite que si hay algo que le duele en su vida es que no haya ni una instantánea ni un fotograma en los que queden patentes los atroces crímenes de los mencionados jemeres. Por eso mismo decide que, si no existe esa imagen, él mismo la creará a partir de todo un conjunto de figurillas de barro que, en todo un conjunto de escenas estéticas propias de un belén truculento y terrorífico a veces, bellamente melancólico en otras, consiguen poner a la vista de todo el mundo lo que las imagenes reales nunca podrán hacer. Al final, la contención resulta ser mucho más impactante (y mucho más valiosa en lo cinematográfico) que el exhibicionismo. [RDT]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ][dropcap]5.[/dropcap] GUARDIANES DE LA GALAXIA / James Gunn. “Guardianes de la Galaxia” está destinada a convertirse en una cinta icónica del nuevo siglo por un motivo muy básico. Para empezar, está poblada por personajes que están llamados a ser míticos, desde Rocket Raccoon (el único superhéroe capaz de hacer sombra a Iron Man en cuanto a despiporre -y eso porque nadie se ha atrevido a sacar en pantalla a Masacre-) hasta ese entrañable Groot que puede ser tan letal como moñas, pasando por la musculoca de Drax y, sobre todo, ese protagónico Star Lord clavado por el sorprendente Chris Pratt (y digo “sorprendente” porque todo el mundo esperaba otro desastre del tamaño de Seth Rogen en “The Green Hornet“)… Eso para empezar. Pero, más allá de su carisma, estos personajes están llamados a ser míticos simple y llanamente por el hecho de encarnar una apología de aquel anti-héroe que los cómics tan bien supieron reducir a una versión de angst adolescente: son una panda de perdedores. Perdedores adorables, eso está claro, pero perdedores al fin y al cabo. Y eso, en contraposición a los cantares de gestas legendarias perpetradas por seres ultrahumanos y en ocasiones incluso divinos a los que nos ha acostumbrado la Marvel hasta el momento, es algo que el público en general está destinado a abrazar, a adorar, a amar. Este movimiento, llámenlo ustedes “finta loser” o “jugarreta nostálgica“, es lo que ha conseguido que la Marvel demuestre que “Guardianes de la Galaxia” era una jugada menos arriesgada de lo que parecía. Al fin y al cabo, siempre estuvo predestinada a ser un éxito. [leer más]
[divider][dropcap]4.[/dropcap] NYMPHOMANIAC / Lars Von Trier. “Nymphomaniac” vendría a ser algo así como la revelación final del Lars Von Trier que muchos han intuido en sus anteriores trabajos y que, sobre todo, parece jugar en contra de ese otro Lars Von Trier que muchos han querido rastrear e imponer tradicionalmente en la filmografía del danés: el director deja caer su máscara y utiliza esta película para luchar contra diversas ideas preconcebidas que le atañen directamente. Para empezar, aquí habita el Lars Von Trier que creó el Dogma pero que, a continuación, orinó sobre el cadáver prematuro de un movimiento cinematográfico que, en su caso, nunca pareció mucho más que un punto de partida desde el que alcanzar determinadas cotas fílmicas. Si el Dogma apostaba por la desnudez cinematográfica, por el montaje como esqueleto sin ningún tipo de carne superflua, sorprende ver cómo “Nymphomaniac” hace uso de una postproducción juguetona que incluso se dedica a chapotear en recursos tan videocliperos como la pantalla partida (la utilizada para elevar la polifonia de Bach a una metáfora sexual en la que diferentes amantes componen la melodía perfecta) o la utilización de letras sobreimpresas que refuerzan el impacto de las imágenes (ese par de números Fibonacci que es “3+2″ y que hace sonreír al principio pero que, al aliterarse en un eco final, te deja con la sonrisa escarbada incómodamente en los bordes de tus labios). La primera en la frente para los que esperaran a un Lars Von Trier a caraperro. [leer más]
[divider][dropcap]3.[/dropcap] ADIÓS AL LENGUAJE / Jean-Luc Godard. Jean-Luc Godard no es que opere en el lado gafapasta de la vida, es que juega en otra liga. En su propia liga. Para empezar, resulta francamente difícil considerar “Adieu au Langage” como una “película”: ¿sería más acertado considerarla como una especie de manifesto / camión de basura que va recogiendo los detritus ideológicos de los grandes clásicos literarios que siempre han preñado la filmografía de Godard? Podría ser. Pero entonces habría que obviar que este film es válido por sí solo sin necesidad de ningún tipo de diálogos ni de palabras (ahí una de las múltiples explicaciones del lenguaje): “Adieu au Langage” es el juguete con el Godard ha experimentado con el 3D, pero lo interesante es que su juego tiene más de terrorista y agresivo contra el espectador que cualquier otro film que se haya podido ver en el certamen catalán. De hecho, incluso puede considerarse que otra de las justificaciones del título habla del propio lenguaje cinematográfico, ya que el realizador pasa por alto cualquier regla pre-establecida de coherencia (desde el propio rácord hasta el hecho de que las conversaciones fluyan de forma entendible). Tan bella como inabarcable, tan apasionante como imposible de asimilar en su totalidad, tan indescifrable como sugerentemente abierta a mil interpretaciones personales, “Adieu au Langage” vuelve a demostrar que Godard habita en el futuro. Un futuro donde las palabras no se articulan en frases y donde las imágenes no se concatenan en ningún tipo de lenguaje fílmico. [leer más]
[divider][dropcap]2.[/dropcap] NEBRASKA / Alexander Payne. Seguro que cada espectador de “Nebraska” tiene la suerte de salir del cine con un par de momentos que decide hacer suyos, absolutamente suyos, sin ganas de compartirlos con nadie más, porque la película de Alexander Payne es de esas que quizá sobre el papel o en la pantalla no sean indiscutiblemente grandes, pero sí alcanzan auténtica grandeza en la retina (y después en la memoria) de quienes la ven; es allí donde crecen, donde se agarran y se hacen fuertes, donde se instalan para quedarse mucho tiempo, quizá para siempre. Yo, claro, también tengo los míos, uno de cada lado (el cómico y el dramático), que son los que se quedan en mi recuerdo y me dan la medida de la riqueza de la película. El dramático tiene que ver con una mirada, al final del metraje, que es lo más parecido a decir “gracias” de lo que es capaz una persona que jamás ha aprendido a pronunciar semejante palabra. El cómico, por su lado, viene de una simple pregunta (“¿Cuánto has tardado en llegar?”), de una línea de diálogo aparentemente descuidada pero en realidad cargada de todo el poder de observación de quien conoce ese extraño fenómeno de mímesis que produce siempre la vuelta al hogar, por mucho que este te resulte ya absolutamente ajeno. Otros espectadores tendrán los suyos y, entre todos, esta vez sí, construimos el discurso de la película en una especie de crowdfunding sentimental al que nos empuja su director. [leer más]
[divider][dropcap]1.[/dropcap] EL DESCONOCIDO DEL LAGO / Alain Guiraudie. El territorio moral y vital en el que se mueve “El Desconocido del Lago” bien puede acotarse entre dos fronteras infranqueables en forma de dos frases declamadas por dos de los tres personajes principales del film de Alain Guiraudie. Ambas frases, por cierto, aparecen casi al final de la película, cuando parece que todas las cartas están ya sobre la mesa. La primera de ellas la pronuncia el propio protagonista, Franck (Pierre Deladonchamps), cuando se siente completamente enjaulado por las certezas que el agente de policía está vertiendo sobre él: “No podemos dejar de vivir“, medio susurra avergonzado ante la acusación del inspector Damroder (Jérôme Chappatte) de que un asesino podría estar eliminando a los homosexuales que acuden al lago para tener encuentros sexuales mientras ellos no sólo regresan para cancanear a gusto en el lugar un par de días después, sino que se niegan a colaborar con la policía y actúan como si nada hubiera pasado. La segunda frase cae sobre el espectador en un momento mucho más dramático, en esa impactante y angustiante escabechina final en la que Henri (Patrick d’Assumçao), que durante todo el metraje ha estado sentado en un lateral del lago como un observador neutro que no se inmiscuye en los alternes homosexuales entre matorrales, exhala sus últimas palabras: “Es bueno dejar de tener miedo a sufrir“, espeta para desarmar su propio misterio, dejando al descubierto que, al fin y al cabo, su observación neutra siempre había sido un miedo al rechazo e incluso al dolor que epiloga toda intensidad emocional. [leer más]
[Raül De Tena + David Martínez de la Haza + Pedro Vázquez] [/nextpage]