Que sí, que se necesitan más de doce meses para leer todas las novedades de un año… Pero somos valientes y aquí está nuestra lista de los mejores libros del 2014.
[dropcap]V[/dropcap]amos con la misma cantinela de siempre: qué corto se nos queda un único año para leer todas las novedades que realmente nos interesan de estos doce meses. Y no lo decimos sólo porque leer un libro implique un esfuerzo temporal mayor que ver una película o que escuchar un disco: es, sobre todo, porque los libros son productos culturales de amplio recorrido. Muchos son las publicaciones que no atraen la atención que merecen hasta que pasan varias temporadas y el boca-oreja ha hecho su efecto y el tiempo ha ayudado a revalorarlos en un marco más amplio y profundo.
Sea como sea, al llegar diciembre hay que hacer balance de lo que hemos leído. Da igual que prime la sensación de que nos estamos dejando muchos de los libros imprescindibles… Y si da igual es porque, como siempre, recurrimos a la excusa de que esta es una lista muy pero que muy subjetiva. Eso sí, cada vez tenemos más ganas de proponer que, con cada lista de los mejores libros del año, debería publicarse una revisión de la lista del año anterior. Entonces sí que estaríamos contentos al cien por cien con el resultado (pero sería un currazo del copón y no estamos ahora para pensar en añadir más trabajo a nuestra bandeja de entrada, gracias).
[dropcap]20.[/dropcap] EL FIORD / Osvaldo Lamborghini (Ediciones Sin Fin). La novela simboliza la revolución cultural de los años 60. Su libertarismo es la quintaesencia de la Argentina de la época. Avatar de la contracultura, su reorganización es ética y estética: “Todo un espectáculo, el musculoso pie, magníficamente posado en el suelo después del golpe, recortándose nítido contra el cuello del derrotado: yo lo vi con mis propios ojos, y qué lejos aquellos tiempos, Sebastián, cuando un suboficial dado de baja por la libertadora pacientemente nos enseñaba el marxismo” (p. 15). Metáfora del bloqueo creativo, crónica de un punto muerto, “El Fiord” es la descripción minuciosa de una sexualidad torturada. Su estilo fluctúa entre la amenaza y la necesidad de posesión. Lamborghini se anticipa a la narrativa actual, en la que el autor analiza tanto la psicología de los personajes como su propia psique: “Atilio Tancredo Vacán ya gatea. Chupa de la teta de su madre una telaraña que no lo nutre, seca ideología. El Loco me mira mirándome degradándome a víctima suya: entonces, ya lo estoy jodiendo. Paso a ser su verdugo. Pero no se acabó ni se acabará lo que se daba” (p. 23). [leer más]
[divider][dropcap]19.[/dropcap] TRES CRÍMENES RITUALES / Marcel Jouhandeau (Impedimenta). Para bien o para mal (eso dependerá, en última instancia, del propio lector), el acercamiento del escritor a los casos de “Tres Crímenes Rituales” es el de un escritor, sí, pero no el de un escrito a la búsqueda de unos hechos que revelen la verdad y la realidad, sino más bien (y ya lo ha dicho él mismo en el párrafo que abre esta reseña) del “conocimiento del ser humano” en unos términos religiosos a veces peligrosamente cercanos a la religión. En ocasiones, de hecho, Johandeau incluso obvia los hechos puros y duros para proceder a su visión moral de la situación, a su parecer personalísimo al respecto de los motivos que pueden haber impulsado a un alma humana a obrar de forma tan incorrecta. En otro punto del libro, el autor escribe: “He notado a menudo que la fe y el pecado no se excluyen necesariamente. Se puede ser el más abyecto de la tierra y, al mismo tiempo, el más convencido de todos los creyentes“. Apreciaciones como esta demuestran que, por mucho que cualquiera pudiera pensar que el libro ha quedado totalmente desfasado debido a una visión moral anticuada, sigue siendo totalmente elocuente en su radiografía del alma humana. Será que el alma humana no envejece. Será que al alma humana siempre le van a perseguir los mismos fantasmas y va a incurrir en los mismos errores (o pecados, dependiendo de quién juzgue). [leer más]
[divider][dropcap]18.[/dropcap] EL DEDO EN LA BOCA / Fleur Jaeggy (Alpha Decay). No hay aquí un argumento propiamente dicho, y mucho menos un desarrollo siguiendo el esquema griego de presentación / nudo / desenlace: el lector aterriza directamente en la mente de Lung, la protagonista de “El Dedo en la Boca“, sin ningún tipo de contexto ni explicación que le ayude a orientarse y guiarse a través de lo que leerá en las siguientes páginas. De esta forma, alimentando la perplejidad del lector, Jaeggy consigue que este mantenga los sentidos abiertos y asimile su prosa como quien realiza un viaje fugaz a lo más profundo de una mente enferma. Las referencias están claras: desde el primer capítulo de “El Ruido y La Furia” de Faulkner hasta aquella oda al surrealismo en un entorno hospitalario que fue “Islas Flotantes” de Joyce Mansour. De hecho, “El Dedo en la Boca” guarda amplios parecidos con esta última obra, siendo ambas una especie de erupción psicótica y profundamente mental donde la poesía se ve continuamente vulnerada por un entorno puramente médico. [leer más]
[divider][dropcap]17.[/dropcap] LA CÁBALA / Thornton Wilder (Automática). La intención de Wilder nunca es establecer una trama narrativa única con una presentación, un nudo y un desenlace: por el contrario, “La Cábala” pronto se estructura de forma capitular, de tal forma que cada capítulo se corresponde a un miembro de la Cábala y a su cantar de gesta particular. Al principio, el protagonista cae en el epicentro de una extraña situación cuando uno de los pilares de la organización, una vieja dama preocupada por la preservación de una moral anticuada, le pide que aleccione a su hijo para que este deje de comportarse como un Casanova del montón que va saltando de mujer a mujer, de relación sexual a relación sexual. Una vez cerrado (dramáticamente) este episodio, el protagonista se verá envuelto en una historia de amor no correspondida en la que otra dama, no tan vieja en esta ocasión, verá cómo sus propias emociones le desgarran por dentro hasta hacerle perder la razón. Y, finalmente, el último tramo del libro se ve ocupado por la lucha de contrarios entre una beata integrista y un obispo que sabe que para ser virtuoso en la religión antes has de conocer el pecado de primera mano. [leer más]
[divider][dropcap]16.[/dropcap] LOS ENTUSIASTAS / Arturo Borja (Macadán). Si digo que leer “Los Entusiastas” remite directamente a aquella experiencia de infancia es porque Arturo Borja es un cuentacuentos. Con todas las de la ley. Sus pretensiones no podrían estar más lejos de deslumbrar a las nuevas generaciones con una pluma postmoderna, ni tampoco hacer escarnio de la nostalgia delicada que tan bien casa con ese realismo costumbrista que practican muchos escritores españoles. Su intención, al fin y al cabo, no parece ser otra que la de contar un buen puñado de historias que, al fin y al cabo, nada tienen que ver unas con las otras y que, en cierta medida, puede que incluso no tengan gracia en ciertos momentos (o, por lo menos, que no la tengan para los lectores de menos edad)… Pero nadie puede negar que “Los Entusiastas” es una especie de delicioso stream of consciusness en el que entras y no puedes salir. Como cuando te quedabas embobado con las historias de tu abuelo por mucho que te resultaran ajenas y lejanas en el tiempo y en el espacio. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ][dropcap]15.[/dropcap] ADOPTA UN TÍO. HISTORIAS DE HOMBRES OBJETO PARA MIMAR / Eva Nova (Planeta). “Adopta un Tío. Historias de Hombres Objeto Para Mimar“. Puede que sea una novela creada bajo el amparo marketiniano de la web AdoptaUnTío, pero lo cierto es que Eva Nova (seudónimo de Estela Cebrián) consigue que las necesidades de promoción resulten más un bonito macguffin que no una incordiante presencia continua. Así que, superado el escollo comercial, lo mejor es centrarse en la tela literaria que “Adopta un Tío. Historias de Hombres Objeto Para Mimar” pone a disposición del lector para que este corte y cosa y se haga un traje de pura diversión a su medida. Y, es que, al fin y al cabo, si hay algo que brilla en la pluma de Nova / Cebrián es esa capacidad innata para provocar la risa de quien lee sin necesidad de recurrir ni a chistes fáciles ni a chascarrillos tipo fashion bitch: el humor nace de forma natural del retrato despiadado de un lugar específico (la ciudad de Barcelona) y de sus castas sociales. [leer más]
[divider][dropcap]14.[/dropcap] JOTA ERRE / William Gaddis (Sexto Piso). La sátira del norteamericano William Gaddis sobre el ascenso y la decadencia de las grandes empresas norteamericanas ocupa 1133 páginas de diálogo ininterrumpido que dejan entrever la historia del colegial de 11 años JR Vansant, niño que construye su vasto imperio económico desde la cabina del teléfono público de su escuela, imperio que, para bien o para mal, acaba devorando a todos los personajes (lector incluido). A través de diálogos nada convencionales, unas veces tristes, las más hilarantes, la novela denuncia la imposibilidad de la felicidad y la realización creativa: “– Sí, no nadie ha dicho que sea culpa suya, Dan, (…) no la construyó usted personalmente, fue, desde luego que fue el constructor el que, mmm, el que la construyó, desde luego, pero el, (…) las condiciones de una hipoteca están relacionadas con, se establecen en función del número de años que se puede esperar que la casa dure dependiendo de su, en relación directa con la forma en que está construida, edificada ( …) cuanto más separados se encuentren en un determinado espacio menos hay, porque cuanto menos haya, más separados se tienen que poner (…) es la clase de casa que se deja a los, mmm, a sus hijos, es decir, a su hijo cuando crezca, desde luego, si él, ¿entiende lo que le quiero decir, Dan?” (p. 352). [leer más]
[divider][dropcap]13.[/dropcap] QUÉ FUE DE SOPHIE WILDER / Christopher R. Beha (Libros del Asteroide). Charlie Blakeman es escritor. O, por lo menos, quiere serlo. Publicó un libro pero no tuvo mucho éxito, y ahora comparte piso en Washington Square, Nueva York, con su primo y todas las personas que acuden a las fiestas que monta su primo, que son muchas (las personas y las fiestas). En una de esas fiestas, Charlie reconoce a Sophie Wilder, su novia en la Universidad, perdón: su Gran Amor. Una muchacha -ahora mujer- esquiva, culta e inteligentísima que también publicó un libro (de relatos) pero, en su caso, muy exitoso. Charlie salió con Sophie Wilder en la Universidad, y con ella compartió caminatas eternas por las calles del campus mientras hablaban de cómo ser escritor en el siglo XXI y no morir en el intento. Pero un día Sophie Wilder se esfumó, “¡fop!”, y nunca más supo de ella. De repente, se la encuentra años después en el piso que comparte con su primo (al que, por cierto, Sophie Wilder se tiró mientras estaba con Charlie). Se ven, se hablan, se recuerdan, Charlie vuelve a sentir arder de nuevo en el estómago y en su corazón esa llama que nunca llegó a apagarse. Cuando Sophie Wilder se vuelve a esfumar, Charlie se pregunta: y durante todo este tiempo, “¿Qué fue de Sophie Wilder?“. [leer más]
[divider][dropcap]12.[/dropcap] LONDRES DESPUÉS DE MEDIANOCHE / Augusto Cruz (Seix Barral). En “Londres Después de Medianoche” (editada en nuestro país por Seix Barral) convergen muchos factores que convierten el debut de Augusto Cruz en una obra única: por un lado, están la novela detectivesca de tradición descaradamente yanki (tan descarada que el autor es capaz de convertir a J. Edgar Hoover, creador del FBI, en un personaje del libro y salir vivo en el intento) y la convergencia de las letras con la subcultura (en este caso, por la vía de las películas primigenias de terror), ambos rasgos de la literatura americana del último siglo; pero también hay aquí un amplio feeling de ese cine de detectives que roza el cine de aventuras (no en vano, parte de la trama transcurre en una especie de Xanadú construido en medio de la jungla) y, sobre todo, una aproximación en forma de retruécano a la cultura mexicana (Cruz es un mexicano escribiendo sobre un protagonista americano que en ocasiones visita México). Ambas fuerzas chocan en el interior de “Londres Después de Medianoche” en una especie de Big Bang del que nace un libro imperfecto, sí, pero también único en su especie. [leer más]
[divider][dropcap]11.[/dropcap] EL FRAGOR DEL DÍA / Elizabeth Bowen (Impedimenta). Publicada en 1949, en «El Fragor del Día» no hay ambiente o lugar que Elizabeth Bowen dé por sentado o considere asumido por el lector. Muy al contrario, Londres se representa con exactitud desde el primer domingo de septiembre 1942 hasta el mismo domingo, dos años después. La capital británica parece ser el personaje principal de la novela, algo que la portada de Impedimenta, un cartel publicitario de Western Electric obra de Laurie Tyler, sugiere. Tiempo y espacio convergen en una novela que se ocupa lo mismo de la lluvia que de la luz del sol en la metrópoli, de cómo las “parejas de amantes, cansadas tras pasar todo el día solos, el uno con el otro, se alegraban al entrar en un lugar distinto en el que no estaban únicamente ellos” (p. 8), el Londres de la oscuridad total de los apagones y los vivos contrastes entre el bombardeo nocturno y la levedad que sus habitantes sienten durante el día, sustrato emocional de la novela. [José de María Romero Barea]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ][dropcap]10.[/dropcap] PAUL ESTÁ MUERTO / Héctor Sánchez y David Sánchez (Errata Naturae). Las leyendas urbanas de la historia del rock son lo suficientemente magnéticas como para asegurar una lectura apasionante: si han pasado la dura prueba del interés generalizado y han ido medrando poco a poco en el imaginario social, por algo será. Pero, ojo, que recopilaciones de leyendas urbanas las hay a patadas, así que destacar en este campo es algo así como intentar hacer pop electrónico porque estás buena y tienes estilo. Vamos, que hay mil como tú haciendo exactamente lo mismo… Como Héctor Sánchez y David Sánchez no hay mil, y precisamente de ahí surge el éxito de «Paul Está Muerto y Otras Leyendas Urbanas del Rock«: las ilustraciones de David, siempre tan aficionado a lo peculiarmente macabro, lubrican la lectura de los textos de Héctor. Y estos textos, a su vez, basculan grácilmente entre la seriedad del periodismo de investigación y el cachondeo generalizado de programas como «1001 Maneras de Morir«. Puede que muchas de estas historias te las hayan explicado un trillón de veces, pero nunca como lo hacen los Sánchez. [Raül De Tena]
[divider][dropcap]9.[/dropcap] LA ESPADA DE LOS CINCUENTA AÑOS / Mark Z. Danielewski (Alpha Decay). Al igual que en “La Casa de Hojas“, “La Espada de los Cincuenta Años” consigue que lo laberíntico de la forma no impida que el fondo sea percibido en todo su esplendor: la historia aquí narrada (la de Chintana y ese cuentacuentos que transporta una espada en una caja con cinco cierres; la de los cinco niños que escuchan y se estremecen; la de esa Belinda Kite que blande un arma imaginaria ignorando que es una espada cuyo nombre incluye las cinco décadas que está a punto de cumplir) es tan poderosa, tiene una carga icónica tan grande que, al final, lo narrado queda en la cabeza del lector como un cuento de narración tan poderosa como los que se practicaban hace décadas, como aquellos que se transmitían de forma oral. No en vano, la oralidad es la espina dorsal de esta “La Espada de los Cincuenta Años” narrada a cinco voces que remiten a muchas otras voces, pero también fue la forma original del argumento, pensado para ser representado en forma de teatro de sombras (algo que el mismo autor ha hecho en contadas veces). Es el principal logro de la literatura de Danielewski: que lo experimental y juguetón de la forma nunca engulle una historia con poderosa vocación de mito de la era moderna. Pero lo cortés no quita lo valiente, y a un perro de Pavlov no puedes desadiestrarlo: siempre que escuche un pitido, salivará quiera o no. Y en “La Espada de los Cincuenta Años” hay demasiados pitidos como para que los lectores de “La Casa de Hojas” los ignoremos. ¿Tú también estás salivando? [leer más]
[divider]8. DECREACIÓN / Anne Carson (Vaso Roto). Los poemas de «Decreación» de Anne Carson (Canadá, 1950) trascienden los límites de la poesía. Son artefactos vibrantes, pulidos; experimentan con ritmos que resuenan en la belleza y la sencillez del lenguaje coloquial; siguen una línea de pensamiento que discurre a través de la autobiografía; y, sobre todo, se solazan en un interminable juego lingüístico que roza el neologismo. El comunicado de prensa adjunto nos dice que “sus formas son diversas: libreto de ópera, guión para la pantalla, poema, oratorio, lista de pendientes, rapto”; el grabado de cubierta, a cargo de Víctor Ramírez, despliega un entramado de líneas que convergen y que bien pudieran ser las de un poema, un texto narrativo o una partitura. Se vierte al castellano por primera vez «Decreación» (publicado originalmente en 2005), un texto híbrido y poliédrico, escrito por una de las inteligencias más preclaras de la literatura contemporánea. En él, Anne Carson aspira a cifrar el humano anhelo, “la antigua lucha entre hálito y muerte” (“Sin puerto alguno” p. 25). [JMRB]
[divider]7. LA CÁMARA SANGRIENTA / Angela Carter (Sexto Piso). En la reescritura en clave erótica del cuento del “Castillo de Barba Azul“, una vampiresa muerde el cuello de un joven oficial una versión sadomasoquista de “Caperucita Roja“… El espíritu libertario de Angela Carter y la revisión que hizo de los cuentos de hadas en “La Cámara Sangrienta” (publicado recientemente en nuestro país de la mano de la editorial Sexto Piso) sigue siendo tan impactante hoy en día como cuando apareció por primera vez, en 1979. Este tomo ha sido descrito como una colección de cuentos de hadas, reescritos por su autora en clave feminista y subversiva. Haciéndole justicia, habría que añadirse que no se trata de meras reescrituras, sino de nuevas historias. Tampoco son cuentos de hadas al uso, o al menos no para niños. Subversivos y feministas, sin duda. Las heroínas de sus cuentos luchan contra y consiguen zafarse de las camisas de fuerza de la historia y la ideología. Sus protagonistas tienen menos que ver con Blancanieves o La Bella Durmiente que con la Justine del Marqués de Sade. [leer más]
[divider][dropcap]6.[/dropcap] ÁVIDAS PRETENSIONES / Fernando Aramburu (Seix Barral). No es mi intención (ni mucho menos) descolgarme aquí con una lección sobre literatura: para definir lo que es la sátira como género ya están los libros y las enciclopedias… Pero sí que resulta curioso considerar cómo este género se ha ido apagando en las últimas décadas hasta casi el desuso. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que la sátira ya no se practique en la literatura cuando, sin embargo, se ha convertido casi en un deporte, en un medio de vida? ¿Será precisamente por eso? Cuando hasta un niño de primaria es capaz de utilizar la sátira con la sofisticación de las plumas clásicas más afiladas, ¿qué sentido tiene cultivar el género con culteranismo? Pues ningún sentido. Y, a la vez, y leyendo “Ávidas Pretensiones“, habrá que concluir que también tiene todo el sentido del mundo: Fernando Aramburu consigue atrapar las formas del género clásico, el de antaño, y situarlo en el aquí y en el ahora de tal forma que la extrapolación cronológica incluso acaba formando parte de la sorna. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ][dropcap]5.[/dropcap] LA DAMA QUE SE TRANSFORMÓ EN ZORRO / David Garnett (Periférica). La pluma de David Garnett muestra una lucidez cortante cercana al escalpelo quirúrgico. Sus párrafos pueden arrancar con la liviandad de una leyenda transmitida de forma oral para, a continuación, ganar en densidad y atentar de forma agresiva contra quien está leyendo: “Verla tan atribulada le proporcionó la más extraña mezcla de dolor y alegría que hubiese experimentado jamás, pues, sintiendo un arrebato de renovado amor hacia ella, no podía soportar ser testigo de su aflicción, y, sin embargo, debía disfrutar de ello, pues alimentaba sus esperanzas de que volviera a ser un día una mujer. Así pues, cuanta más angustia padecía el zorro, más esperanzas albergaba él, hasta que, debatiéndose entre el amor y la compasión, casi llegó a desear que siguiera siendo sólo un zorro para que no tuviera que sufrir tanto por ser medio humana“. “La Dama Que Se Transformó En Zorro” puede que no sea más que un pequeño gran cuento, puede que no tenga vocación de novela para pasar a la historia, aunque en su interior alberga una parábola que deja al descubierto uno de los momentos más dolorosos por los que puede pasar una historia de amor… Pero esta maestría de la forma justa y comprimida que encapsule un fondo palpitante, vibrante, subyugante, es algo que cuesta encontrar en la literatura actual. Así que acerquémonos a Garnett y celebremos que, por lo menos, en 1922 alguien supo hablar de esta realidad que, a día de hoy, sigue doliendo con la misma fuerza sin mayores pretensiones, sin mayores sofisticaciones. [leer más]
[divider][dropcap]4.[/dropcap] ENERGY FLASH / Simon Reynolds (CONTRA). “Energy Flash” podría y debería convertirse en una herramienta para tirar abajo anticuadas concepciones de la crítica musical, las mismas que desaconsejarían a cualquiera hacer lo que hace Reynolds: cerrar su libro hablando de Ke$ha. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, esa pulsión gozosamente primitiva de la que hablaba más arriba no es otra cosa que una de las actitudes más contestatarias de nuestros tiempos modernos. Y esto es algo que no digo yo, sino que es explicado en extensión por el propio autor: “El impulso apocalíptico de la cultura pop no tiene que ver con el Fin de los Tiempos en el sentido literal. Es una estratagema para finalizar, por así decir, el tiempo, al escapar de la variante medida y planificada del mismo: la tiranía del trabajo pagado por horas, el tiempo detenido del instituto o la universidad. Es un gasto a lo loco que echa por tierra la lógica economizada del tiempo invertido de manera prudente en el futuro. El ahora apocalíptico es un permiso para que el presente se libere de las cadenas que lo atan al pasado y al futuro, posibilita aprovechar el momento. De Dioniso a lo digital, es una idea antigua: una idea a-temporal. Algo que probablemente la música pop seguirá reinventando por siempre“. Finiquitar un libro de electrónica asumiendo que no es “nada más que pop” seguro que horroriza a muchos críticos y a los lectores más cegatos… Pero, qué queréis que os diga, justo en ese punto de libro, mi campo de experiencia y el de Simon Reynolds estaban tan solapados que no pude evitar soltar una lágrima de emoción. [leer más]
[divider][dropcap]3.[/dropcap] LA HISTORIA SILENCIOSA / Eli Horowitz, Kevin Moffett y Matthew Derby (Seix Barral). Bien podría parecer que, cuanto más ancestral es un arte, más problemas de permeabilidad tiene. Si la televisión y el cine no han tenido ningún problema a la hora de interactuar con los nuevos paradigmas de la cultura y la información que ha arrojada el nuevo mundo «virtual» de las redes de Internet, no se puede decir lo mismo de la literatura. Mientras que portales como YouTube o Vimeo han hecho posible un nuevo idioma en los audiovisuales que ha acabado por influir en el discurso oficial, la literatura todavía está a la espera de un cambio visible, de un mundo de posibilidades. Si en este 2014 alguien se ha acercado a estos presupuestos, ha sido la triada formada por Eli Horowitz, Kevin Moffett y Matthew Derby con «La Historia Silenciosa«: nacida primero como una app móvil y luego «adaptada» o «trasladada» (como ustedes prefieran) al formato novela, la historia de los silenciosos es de esas que desprenden un fuerte aroma de clásico revolucionario, a distopia nacida para convertirse en icono. A principios del siglo 21 empiezan a nacer niños afecatados por la enfermedad del silencio, incapaces de comunicarse por la vía de la palabra pero que establecen alianzas entre ellos que escapan a la comprensión del resto de los humanos… ¿Cómo explicar la historia de una generación incapaz de explicarla por sí mismos con palabras? El nivel de reflexión al que te conduce «La Historia Silenciosa» es intenso… Pero igual de intenso es el nivel de disfrute lector. Win win. [RDT]
[divider]2. LOS JARDINES DE LA DISIDENCIA / Jonathan Lethem (Random House). “Los Jardines de la Disidencia” podría haber caído en la trampa de tomarse al pie de la letra su propia sinopsis: una visión de la historia de los idealismos políticos estadounidenses del último siglo a través de las militancias en diferentes movimientos de diversos miembros de una misma familia. Descrito así, en dos líneas, este plot bien parece el sueño húmedo de cualquier aspirante al Pulitzer: lo único que hay que hacer es clarificar líneas narrativas, dejar la cronología bien masticada, hacer que todo fluya y, sobre todo, introducir una cantidad obscena de detalles históricos que dejen bien claro que el autor sabe de lo que habla. Pero resulta que a Lethem no le importa un pepino eso del Pulitzer, así que transforma “Los Jardines de la Disidencia” en algo completamente diferente. La estructura de esta novela huye completamente de una línea argumental cronológica nítida, y prefiere optar por un batiburrillo de capítulos aparentemente inconexos los unos de los otros, cronológicamente caóticos, que actúan como micro-pinceladas de las existencias de los diferentes miembros de una misma familia. Aun así, el orden acaba por revelarse mucho menos azaroso de lo que parece, y ciertos episodios arrojan verdaderas iluminaciones sobre incógnitas que habían quedado abiertas con anterioridad… [leer más]
[divider]1. CANCIONES DE AMOR A QUEMARROPA / Nickolas Butler (Libros del Asteroide). Qué desarmante resulta leer un libro como «Canciones de Amor a Quemarropa» y recordar que la buena literatura es la más sencilla, la más transparente. Que un escritor puede llegarte al cerebro a través de múltiples complicaciones de la forma (puesto que ya no hay espacio para revoluciones en el fondo), pero que resulta mucho más efectivo cuando directamente te llega al corazón. Y al corazón no se llega con artificios, sino con sinceridad. En la pluma de Butler no hay tinta: hay sinceridad del color de la sangre, de la textura de las lágrimas, del calor de la amistad y de la viscosidad del amor. Esta historia de un grupo de amigos de la infancia que se enfrentan a la edad adulta no tiene nada de complicado ni de revolucionaro: su retrato de una edad en particular (los treinta que van camino de los cuarenta) es frontal y translúcida, dejando al descubierto los peligros de la melancolía, la imposibilidad de vivir sin lazos fuertes hacia amigos y hacia amantes. Y aunque todo lo dicho parezca algo sencillo y mil y una veces practicado, lo impactante de «Canciones de Amor a Quemarropa» acaba siendo el cómo se explica: esa sensación que tienes cuando lees a alguien y te das cuenta de que está hablando dentro en tu cabeza, de que todo es tan natural que se confunde con la realidad, de que todo fluye de una forma prístina a la que la cultura de lo «post» nos está desacostumbrando. La literatura necesita más plumas como la de Nickolas Butler. El mundo necesita más voces como la suya. [RDT]
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