Nuestra lista de los mejores discos internacionales del 2014 tiene sus filias y sus fobias… No vamos a negarlo. Pero para algo es «nuestra» lista.
[dropcap]Y[/dropcap]a está: el momento en el que en Fantastic Plastic Mag lanzamos la lista de los mejores discos internacionales del año es señal que esto se acaba, de que estamos llegando al final de la recopilación anual con la que intentamos resumir lo mejor de los doce meses que estamos cerrando. Todavía quedan algunas grandes listas, claro que sí, pero esta es sin lugar a dudas la que todo el mundo espera, la que todo el mundo discute, la que todos critican (o no). Y por eso mismo ponemos mucho mimo en ella…
Al fin y al cabo, repetimos: esta es nuestra lista, y viene a sintetizar la materia que hemos estado tratando durante todo el año. Si en estos meses no le hemos dado bombo, será que no nos interesaba demasiado y, por lo tanto, poco sentido tendría encumbrarlo en estos momentos hacia los primeros puestos. Cuando algo nos gusta, se nos nota a la legua… Pero eso no significa que seamos previsibles. Siempre hemos dicho que nos enorgullece eso de tratar la música sin rasero: hablar de Britney Spears como si de Bonnie ‘Prince’ Billy se tratara y la inversa.
Algo de eso hay en una lista que ha quedado más variada que nunca, donde la novísima revisión del r&b convive en los primeros puestos con discos de aromas clasicotes, donde las viejas glorias se codean con los recién llegados y donde, al fin y al cabo, quedan patentes las filias y las fobias de nuestra redacción. Si alguien se sorprende, es porque no nos conoce.
50. BROKE WITH EXPENSIVE TASTE / Azealia Banks. Si hubiera que elegir dos canciones que justifiquen una inmersión en semejante ejercicio de esquizofrenia sonora serían, sin lugar a dudas, esa “jfk” compartida con Theophilus London que viene a ser el reverso oscuro de “Fantasea“; y, por encima de todos los cortes, esa “Chasing Time” capaz de aguantarle la mirada a sus temones iniciales y que viene a probar que Azealia Banks es capaz de compactar todas sus versiones esquizofrénicas en una versión de menos de tres minutos que corretean desde el hip hop de nueva generación hacia el house rave de nuevo milenio sin por ello dejar de configurar un temazo coherente. Este debería ser el estilo de la diva. Este debería ser el corazón de todo un disco que explorara estas sonoridades. Y a lo mejor (y esto me jode profundamente pensarlo) esta es la potencia de un álbum que nunca se llegó a formalizar porque Azealia Banks confundió los términos y pensó que la discográfica estaba ahí para tocarle los cojones y no para evitar un descalabro tan desordenado, frustrante y a ratos inmasticable como este “Broke With Expensive Taste“. Venga, tomémoslo como un quitarse la espina de encima e ir a por el “verdadero” debut. [leer más]
[divider]49. NEW EYES / Clean Bandit. Cómo no caer rendido y quedarse con una sonrisa idiota a lo “WTF??” en cuanto empieza el álbum con esa “Mozart´s House“, un delirio de violines y de música clásica pasada por un filtro de sonidicos 8 bits de la que es difícilísimo desprenderse. Puro pop sensorial para bailar dando saltitos a lo “Riverdance” y la joya del disco junto a la celebérrima “Rather Be“. Las dos caras de la misma moneda de este álbum. Porque, por un lado, “New Eyes” está preñadito de temazos bailongos y divertidos como “Come Over” (muy fan de los momentos “rompompom” que aún no sé hasta qué punto son un homenaje al “Man Down” de Rihanna… y más teniendo en cuenta que en el disco hay una canción que se llama, precisamente “Rihanna“), “Cologne” y “New Eyes“, ahí con su rapeo guapo (y la segunda con una Lizzo que suena muchísimo a Kelis). Pero también cuenta con medios tiempos maravillosos y brillantes que crecen como plantas buscando el sol en los que el grupo estruja todas las posibilidades del pop, de la electrónica y las cuerdas, como “Extraordinary” y “Up Again». [leer más]
[divider]48. JUNGLE / Jungle. No es difícil desentrañar la fórmula killer que J y T (que al final resulta que son las iniciales tras las que se esconden Josh Lloyd-Watson and Tom McFarland) presentaron en los dos mencionados primeros singles y que perfeccionaron en el tercero: una mezcla de las filigranas vocales clásicas más souleras y funkies, desde Marvin Gaye a Bee Gees, mezcladas en una coctelera de jungle UK ochentero tipo Fine Young Cannibals e Imagination. La cosa funciona cosa mala, se engancha, no te deja ni a sol ni a sombra y te obliga a canturrearla desde que te haces el primer café de la mañana hasta que echas el último polvete de la noche. El problema es que, de cara a su largo de debut, el homónimo “Jungle”, estos amigos de la infancia que ya no son nada anónimos (y menos en su formación en directo poblada por un total de siete almas) no han optado por perseguir el mojo de “Time” a través de diferentes estrategias, quedándose más o menos cerca del resultado final. Lo que han hecho es repetir la misma estrategia una y otra vez. Y eso aburre. E incluso llega a irritar en ciertos puntos. [leer más]
[divider]47. WARPAINT / Warpaint. Hace cuatro años las californianas Warpaint llegaban a nuestras vidas como una tormenta de arena negra, cegando nuestros ojos, nublando nuestros sentidos y dejándonos las orejas bastante flipadas. Con “The Fool” (Rough Trade, 2010), presentaron un proyecto que sonaba al descaro que solo te da el ser joven y que estilísticamente le cogía muy bien el pulso a la cosa aquella del ambiente de crisis y decadencia que empezábamos a respirar todos. A través de un diálogo de guitarras oscuras, paisajismo lóbrego y tendencia al shoegaze en versión darks, las chicas de Emily Kokal se marcaron un disco de debut difícilmente superable. Se ganaron a los críticos (a la gente tardaron un poco más), giraron muchísimo (también por España) y le sacaron buen lustre a sus primeras canciones. Y luego, ¿qué? Luego, la nada. Casi un lustro han tardado en volver a echarse a las dunas musicales y entregar una continuación a su flamante primer trabajo. [leer más]
[divider]46. BROTHERS & SISTERS OF THE ETERNAL SON / Damien Jurado. En música, como en la bolsa, siempre hay valores de alto riesgo (el hype) y valores seguros (los clásico, los dinosaurios o artistas que tiene más de cinco discos y a la que la gente aún les hace caso). Los primeros nos dan momentos de euforia transitoria y puede que algún rédito a corto plazo. Son pelotazos. Adrenalina. Lo que mola. Y eso está bien. Los segundos son esa cosa más reposada, tranquila y a la que empiezas a prestar atención cuando el tiempo pasa rápido para que te ayude a clavar la mecedora en el suelo. Lo ideal sería invertir el mismo esfuerzo en unos y en otros, pero los tiempos que vivimos no siempre lo permiten. Damien Jurado es un valor seguro. Jamás fue un hype, pues el estilo de música que practica está a años luz de poder serlo, sus discos no quieren entrar muy fuerte en las listas de lo mejor año (aunque normalmente lo consiguen sin esfuerzo) y su evolución musical sigue una correcta proporción geométrica. Jurado tiene once discos, el primero se editó en 1995, el último este año y se llama “Brothers and Sisters of the Eternal Son” (Secretly Canadian, 2014). Como diría aquél, “toda una vida“. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 45 al 41″ ]45. WE GOT A LOVE / Shit Robot. El verano del amor… ¡Ay! Supongo que nadie que esté leyendo esta crítica del nuevo disco de Shit Robot vivió directamente el verano del amor de 1967: el LSD se llevó por delante a la mitad de sus asistentes y a la otra mitad de los supervivientes les interesará mucho más el último lanzamiento de los Rolling que un disco de electrónica editado por DFA (por mucho que las siglas DFA también suenen a droga lisérgica surgida del laboratorio del Dr. Hoffman). Así que nada, a la mierda con el verano del amor del 67. No sé si estaréis conmigo, pero yo cada vez que escucho la expresión “el verano del amor” me acuerdo más bien de la electrónica de los 90. Eso fue mi verano (o mis veranos) del amor, cuando llegaba el buen tiempo y se abrían las terrazas de los clubs y todos nos íbamos a bailar house y disco revival como si no hubiera un mañana, sin importarnos que de pronto unas travestis te frotaran la cebolleta a las cinco de la madrugada o que unos piesnegros se pusieran a tocar un bongo para recibir los primeros rayos de sol. Supongo que mi asociación mental viene de aquella Love Parade a la que los techno kids de por aquel entonces queríamos peregrinar una vez en la vida (¡suerte que no lo hicimos!). O será por lo que sea, pero para mí el verano del amor siempre será algo perteneciente a los 90s más electrónicos y, precisamente por eso, no me parece para nada gratuito que el segundo álbum de Shit Robot se titule “We Got a Love” (DFA / PIAS Spain, 2014). [leer más]
[divider]44. SUN STRUCTURES / Temples. Extrayendo el jugo psicodélico de influencias clásicas como The Beatles y The Zombies, siguiendo la estela pop de referencias recientes como The Last Shadow Puppets y reproduciendo las poderosas bases rítmicas de grupos panzer como TOY o The Horrors, los jóvenes Temples construyeron (y autoprodujeron) un álbum de debut, “Sun Structures” (Heavenly, 2014), que sorprende por la facilidad con la que todo el influjo inicial de ese name dropping se va diluyendo -pese al tono extremadamente familiar de la voz de su cantante y guitarrista, James E. Bagshaw– a medida que avanzan sus sólidas canciones a través de un caleidoscópico repertorio. Este, en esencia, se inserta en la corriente sonora psicotrópica que durante los últimos años ha atravesado el mundo alternativo de cabo a rabo -desde las antípodas con Tame Impala hasta Estados Unidos con MGMT, pasando por España con Puma Pumku-, aunque se va abriendo y cerrando según convenga para dejar que la luz del pop más luminoso ciegue al oyente (“Shelter Song”, “Colours To Life”, “Mesmerise”) o la pegada de la percusión de acero lo golpee en el pecho (“Sun Structures” o la implacable y adhesiva “Test Of Time”). Entre medias, los correspondientes pasajes opiáceos completan el viaje de “Sun Structures”, un trabajo cromático que admite diversas lecturas, como las practicadas por Beyond The Wizard’s Sleeve (Erol Alkan) en el alucinado apéndice “Sun Restructured” (Heavenly, 2014). [Jose A. Martínez]
[divider]43. DAYS OF ABANDON / The Pains of Being Pure at Heart. Año 2014, casi tres años sin saber del grupo y, cuando nos llegan novedades, lo hacen en forma de noticia triste (la marcha de la teclista Peggy Wang) y de single bastante flojito en sus primeras escuchas. No obstante, la pena se atenúa cuando el propio Berman en declaraciones recientes confirma que Jen Goma de Sunny Day in Glasgow, Drew Citron de Beverly (el nuevo proyecto de Frankie Rose) y Jessica Weiss de los maravillosos Fear of Men formarán parte de la alineación titular del grupo en diferentes tramos de su gira, y cuando nos damos cuenta que finalmente ese “Simple and sure” de presentación es un grower en toda regla. Como podíamos imaginar, “Days of Abandon” (Yebo Music, 2014) suena más cercano a la discreta grandilocuencia de “Belong” (Slumberland, 2011) que a la pureza lo-fi de “The Pains of Being Pure at Heart” (Slumberland, 2009), lo cual no deja de ser lógico y a la vez ligeramente decepcionante. Y no estoy diciendo que el segundo LP de la banda neoyorquina sea un mal disco, como tampoco digo que “Days of Abandon” no sea una obra más que apreciable. Pero sí es verdad que aquel mítico debut, impacto majestuoso en la conciencia de cualquier buen aficionado, auténtico sursum corda pop (¡arriba los corazones!) y pequeño gran tesoro al que hay que recurrir cada vez que la melancolía muerde fuerte, parece un hito irrepetible. [leer más]
[divider]42. THIS IS MY HAND / My Brightest Diamond. A Shara Worden hace tiempo que se la pela a dos manos eso de la popularidad: si en algún momento hubo algún tipo de disputa entre ella y St. Vincent por ver quién era la discipula de Sufjan Stevens que mayor número de fans acumulaba (una disputa que tenía más de ficción desde los medios que desde la realidad de las dos divas), Worden prefirió dar un paso hacia el lado y vivir directamente en el margen. Sus discos siempre tienen más de aproximación artística que de música, y sus performances cada vez se han ido acercando más a un teatro que vuelve a ser omnipresente en su último disco como My Brightest Diamond «This Is My Hand» (Asthmatic Kitty, 2014). Esa teatralidad expresionista (más cerca de Ibsen que del cabaret, para que nos entendamos) y el pop entendido como campo de batalla donde sólo hay espacio para las contiendas más épicas son los cromosomas básicos del ADN de My Brightest Diamond que repiten acto de presencia en este álbum donde, sin embargo, lo que más brilla es una nueva aproximación sorprendente hacia la rítimica y la percusión, más cerca de la opulencia orquestal de una ópera que de una formación habitual en el mundillo pop-rock: algo así como el reverso luminoso y blanco de la música de These New Puritans. Temas como «Before The Words«, «Lover / Killer«, «Looking at the Sun«, «Apparition«, «Shape«, «Pressure» o la titular «This is My Hand» ya están entre lo mejor de la discografía de My Brightest Diamond… Y entre lo mejor de la historia del art-pop también. Porque puede que lo de la populariad se la pele a dos manos, pero así de fuerte empuja Worden desde los márgenes. [Raül De Tena]
[divider]41. SALAD DAYS / Mac DeMarco. En su segundo LP, “Salad Days” (Captured Tracks, 2014), Mac DeMarco certifica que ha sabido sostener (y, por momentos, enriquecer) el nivel mostrado en “2”, conservando intacto el pulso perezoso de su acostumbrado pop-rock de baja fidelidad humedecido con gotas psicodélicas (condesadas aquí en la instrumental “Jonny’s Odyssey”), a pesar de que esta vez alcanza el oído más limpio y nítido (como constató su single de adelanto, “Passing Out Pieces”, con un sonido más lleno y cuajado) e introduce novedades como el uso de sintetizadores (tremendamente melancólicos en la ídem y casi chill wave “Chamber Of Reflection”). Estos pequeños grandes cambios formales vienen acompañados de similares variaciones en su lírica, basada como antaño en historias normales del día a día pero que esta vez se abre para reflexionar sobre cuestiones mayores: el paso del tiempo en la titular “Salad Days”; las idas y venidas del amor en “Let Her Go” y “Treat Her Better”; la soledad en la mencionada “Chamber Of Reflection”; y el escapismo vital en la también sentida “Go Easy”, de lo mejor del lote y que enseña la cara emocional de su autor, veta que podría explotar con más ahínco en el futuro. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 40 al 36″ ]40. IT’S ALBUM TIME / Todd Terje. Terje ha estado mucho tiempo calentándonos el morro. Pero la cosa se puso más intensa desde que se alió con Lindstrøm por un lado y desde que nos regaló “It’s the Arps” (Olsen Records, 2012) por otro. Fue este un EP que lanzó en 2012, que disparó las alarmas y que lo propulsó al cielo del estrellato de la producción electrónica. Allí estaba “Inspector Norse“, ¿os acordáis? Un tema de siete minutos más grande que la vida que se puede poner en modo repeat durante horas seguidas y jamás llega a cansar. Un jit que, a día de hoy, no ha perdido ni un bit de frescura y que sigue sonando tan milagroso como el primer día. Desde entonces, Terje ha ido dejando caer otras referencias en formato corto (“Strandbar” -Olsen Records, 2013-, “Spiral” -Olsen Records, 2013-…) así como un montón de remixes de canciones de ahora y de siempre (el tipo parece estar especializándose en darle lustre cósmico a jits setenteros y se ha atrevido hasta con Demis Roussos). Todo ello, además de provocar un irresistible efecto Pavlov en la parroquia, daba rigurosas pistas de hacia dónde irían los sonidos de su primera referencia en LP: disco cósmico, electrónica erótico-festiva y dance trotón para bailar con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, los brazos en alto y haciendo el indio. [leer más]
[divider]39. BESTIAL BURDEN / Pharmakon. Por cuestiones meramente sonoras, parece natural que Swans eligieran a Margaret Chardiet (el nombre real que se esconde tras el alias artístico de Pharmakon) para telonearles en parte de su gira a lo largo de 2014. Sin embargo, es probable que el efecto producido por el hecho de que Pharmakon tocara justo antes de la banda de Michael Gira hiciera que estos sonaran como Engelbert Humpedink y Michael Bublé haciendo duetos. Porque sí, ya sabemos que lo de Swans es una cosa feroz. Pero lo Pharmakon es directamente el sonido del terror. Si Dios quisiese ponerle música a la sensación de muerte inminente, sería una cosa bastante parecida a las composiciones que dan continuación a “Abandon” (Sacred Bones, 2013). Como tan gráficamente se insinúa desde la portada misma de “Bestial Burden” (Sacred Bones, 2014), la crudeza se muestra en primer plano y llegando hasta la superficie de la víscera. En este striptease hasta las entrañas, donde quizás tengamos que dejar el billete de 50$ en las cisuras pleurales, no cabe otra cosa que sobrecogerse. El lamento y la tortura de “Intent or Instinct”, los drones infernales de “Body Betrays Itself”, el esputo hemoptoico de “Primitive Struggle” o la disección in vivo por la vía del sonido industrial primigenio de “Autoimmune” nos hacen recordar que, efectivamente, este no es un mundo muy bonito. Injerto contra huésped: el dolor rebelándose contra el cuerpo que le aloja. El miedo era esto. Pharmakon Complex. [David Martínez de la Haza]
[divider]38. ARE WE THERE / Sharon Van Etten. Mejorando lo presente, y lo presente era hasta ahora el fantástico “Tramp” (Jagjaguwar, 2012), “Are We There” (Jagjaguwar, 2014) certifica la maestría de Sharon Van Etten a la hora de retratar de forma tan sensible como precisa esa sensación tan familiar de melancolía con un cierto halo de esperanza. Buen ejemplo de ello resultan la emocionantísima “Afraid of Nothing”, clamor íntimo en busca de la liberación personal, la confesional “Your Love Is Killing Me”, rock dramático a corazón abierto, “Tarifa” y su órgano y sus vientos, o sobre todo esa joya de raíces country & western que es “Every Time The Sun Comes Up” y que cierra el álbum. Enormes muestras todas ellas del estado de gracia en el que parece hallarse Sharon Van Etten, auténtica sad-eyed lady of the lowlands, tanto a nivel compositivo como vocal. Ecos de Mojave 3, de Damien Jurado, de Gillian Welch e incluso ocasionalmente de Nick Cave & The Bad Seeds se dan cita en la memoria en el momento de escuchar “Are We There”. Es normal, por lo tanto, que Sharon Van Etten nos deje un poquito temblando por dentro pero con el corazón hinchado e inflamable. Mucha clase, mucha tela, mucha carga emocional con la que soltar algunas buenas lágrimas. [DMDLH]
[divider]37. IN A DREAM / The Juan McLean. No parece “In a Dream” (DFA Records, 2014) un disco hecho en el año 2014… ni para el año 2014. Entre los muchos despropósitos de llamar deep house a todas esas hordas miméticas que han seguido al éxito de Disclosure, hay uno que duele especialmente a los defensores del género original: el hecho de que el house, por definición, pero sobre todo en su variante deep, consiste en huir del pildorazo de pop radiofónico de tres minutos para explorar las posibilidades de las grandes evoluciones melódicas y de las rítmicas loopeadas e hipnóticas. Tampoco quiero decir con esto que “In a Dream” sea un disco deep house “de verdad” ni “de la vieja escuela”, ni mucho menos, pero lo cierto es que lo que a mi me parece subyugante en el nuevo trabajo de The Juan MacLean es precisamente lo que echará para atrás a los buscadores de herederos de los hermanos Lawrence: seis de las nueve canciones de este disco oscilan entre los seis y los diez minutos. Ahí queda eso. Con Nancy Whang formando totalmente parte de la banda (es por eso que nos encontramos ante The Juan MacLean y no ante Juan MacLean a secas), “In a Dream” toma las referencias y obsesiones habituales de la Santa Casa DFA, pero deja un poco de lado el p-funk que siempre obsesionó a James Murphy para decantarse por el garage house y por el disco de Chicago con divas de garganta negra… La principal gracia es que Whang tiene poco de diva negra y mucho de terrorista punk que tan pronto se pone beligerante como que te convence en su melancolía o en su juego de seducción. [leer más]
[divider]36. TOO BRIGHT / Perfume Genius. Nuestro planeta musical se divide entre los seres humanos que sueltan la lagrimilla automáticamente con sensiblerías empalagosas como “Glacier” de James Vincent McMorrow (sí, la del dichoso anuncio de la Lotería de Navidad) y los que prefieren primero degustar con calma y luego sollozar en la intimidad con piezas de autores absolutamente honestos en fondo y forma como Mike Hadreas, alias Perfume Genius. Aunque quien se incluya en el segundo bando debe tener en cuenta que el chico atormentado de juventud deprimente ha cambiado parte de su estilo en su tercer trabajo, “Too Bright” (Matador, 2014). Bueno, más bien lo ha reforzado: sin perder un ápice de su transparencia emocional y fragilidad sentimental, ha dotado a su sonido de electricidad (el single “Queen” así lo adelantaba) y sugestivos arreglos electrónicos (en “My Body”, “Grid” o “Longpig”, que alcanzan fugaces fases de locura) y ha virado con inteligencia hacia géneros contemporáneos como el neo-soul-R&B (“Fool”). Eso sí, Mike Hadreas sabe perfectamente que su elogiada marca característica está poderosamente vinculada a su capacidad para conmover acariciando las teclas de su piano. En “Too Bright”, estas suenan con suavidad en momentos aterciopelados como la desarmante “No Good”, canción que refrenda que, si hay que purgar las penas, que sea según dicte la sinceridad de Perfume Genius. [JAM]
[/nextpage][nextpage title=»Del 35 al 31″ ]35. MR. TWIN SISTER / Mr. Twin Sister. “Mr. Twin Sister” va evolucionando en fondo y forma: arranca muy apegado al antiguo sonido de “In Heaven“, pero ahora en formato mucho más relajado y natural (“Rude Boy” debería ser el nuevo “All Around and Away We Go“, “Blush” es una preciosa balada en slow motion e “In The House of Yes” es algo así como si Destroyer se pasara a la música de baile). Lo curioso es que, a partir del quinto corte, las reglas del juego cambian por completo: “Out of the Dark” podría ser perfectamente el nuevo single de Róisín Murphy, así de inmenso es en su rítmica juguetona, su pátina arty y esa letra que incluso le permite a Estella cantar “I am a woman / but inside I’m a man / And I want to be as gay as I can“. Y lo mejor de todo es que “Out In The Dark” forma una dupla sorprendente con “Twelve Angels“, que directamente es un corte de technazo. Al final, llegamos a ese momento estático y mágico que precede al amanecer y que aquí se ancapsula en los temas “Medford” y “Crime Scene“. A esto se le llama poner fin a tres años de mierda de la forma más pletórica posible. [leer más]
[divider]34. TOUGH LOVE / Jessie Ware. ¿Qué pasa con las madres de un género -musical- cuando este se convulsiona y pare una segunda generación de churumbeles dispuestos a hacer algo nuevo sin alejarse demasiado de “la familia”? Las opciones parecen escasas: o son buenas madres y deciden dejar que sus hijos brillen como se merecen o, por el contrario, deciden plantarles cara y enseñarles desde bien pequeñitos que la vida es una mierda, que la fama cuesta y que van a tener que labrarse el camino hacia el éxito con sus propias manos, hasta que les sangren los dedos. Jessie Ware es de este segundo tipo de madre, algo que ya deberíamos haber intuido al toparnos con aquellos moños que se gastaba, tan tirantes, tan rígidos, tan matriarcalmente castrantes. Eso sí, cuando una mamma decide no apartarse del camino de sus vástagos, tiene dos opciones básicas: vencerles en su propio terreno o traicionar a la familia y demostrarles que lo importante no es ser grande en tu hogar, sino que lo realmente importante es ser grande. Así. Sin más. Worldwide. Un ejemplo de lo primero sería Björk, siempre demostrando que nadie le gana en cuanto a electrónica loca del chocho. Pero, en el caso de Jessie Ware, la de los moños (siempre será “la de los moños” aunque ahora haya decidido llevar el pelo suelto) vuelve a optar por la segunda opción. Y lo cierto es que la británica podría haber optado por dedicarse a algo diferente al r&b de nuevo cuño, pero más bien parece que el mensaje que está intentando transmitir es: niños, niños, niños, ¿sabéis que incluso partiendo del nu-r&b podéis convertiros en algo realmente comercial y ganar una cantidad de pasta obscena? [leer más]
[divider]33. BLUE / iamamiwhoami. “Blue” es azul. Pero, sobre todo, es un álbum conceptual sobre el agua. Agua en todos sus estados. Líquido, sólido y gaseoso. Es zambullirse en el mar, es pasear por tierras de hielo y perderse entre atmósferas etéreas. Así, desde los primeros acordes burbujeantes de “Fountain” hasta los últimos compases de “Shadowshow”, iamamiwhoami nos transportan a paisajes nórdicos, llenos de inspiración y claroscuros. En “Blue”, Lee y su mano derecha, Claes Björklund, muestran una faceta mucho más melódica que en sus primeras entregas, acercándose en mayor medida al sonido de M83 que al de The Knife. Cuando termina el disco, sin embargo, uno tiene la sensación de que existen menos momentos realmente memorables. Lo que han ganado en consistencia se ha perdido en espontaneidad y capacidad de sorpresa. Hecho que, por otra parte, no tiene por qué ser negativo. [leer más]
[divider]32. LUMINOUS / The Horrors. Sin miedo a poner todas las cartas sobre la mesa desde el comienzo, The Horrors abren “Luminous” con firmeza y según los cánones de The Stone Roses en su “Second Coming” (Geffen, 1994): mediante una intro misteriosa, con percusión casi tribal y que sugestiona al oyente para dar paso a un corte potente y sólido, del mismo modo que los de Manchester hicieron en su día a través de “Breaking Into Heaven”. Así se desarrolla “Chasing Shadows”, que presenta el álbum como el “Fourth Coming” de The Horrors con el que, en la línea del infravalorado clásico stonerosiano, plasman su gusto por revestir sonidos pop clásicos de ropajes lisérgico-luminosos (“First Day Of Spring”, “Falling Star”) y hacerlos colisionar con ritmos bailables entre nebulosas cósmicas (“In And Out Of Sight”, que también recuerda a aquel momento en que U2 cambiaron los sombreros vaqueros por las gafas de sol discotequeras). No mentían Faris y compañía, por tanto, cuando confesaban que este disco contendría temas dinámicos, vivaces y, según sugiere su título, radiantes, como uno de los grandes hallazgos de “Luminous”… [leer más]
[divider]31. BURN YOUR FIRE FOR NO WITNESS / Angel Olsen. Para quien esto firma, “Half Way Home” (Bathetic Records, 2012) fue la primera toma de contacto con la obra de Angel Olsen. Es probable que parte de la prensa más avispada ya tuviera fichada a la deslumbrante cantautora norteamericana por haber acompañado a Bonnie ‘Prince’ Billy en alguna gira reciente. Pero servidor, que de prensa tiene poco y de avispado nada, tuvo que esperar a este debut largo de la de Missouri para reparar en ella. “Half Way Home” era una preciosa y descarnada obra de folk desnudo que hacía transitar al oyente hacia una especie de temblor relativamente confortable gracias principalmente a la prodigiosa voz de Olsen. Año y medio más tarde, este “Burn Your Fire For No Witness” (Jagjaguwar, 2014) conserva ese maravilloso elemento aglutinador común a ambos discos. Y es que el milagro de Angel Olsen es conseguir insuflar vida propia a su torrente vocal sin caer en la exageración del recurso. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 30 al 26″ ]30. FAITH IN STRANGERS / Andy Stott. Supongo que, como le debe ocurrir a todo el mundo, hay música que disfruto en directo pero que nunca me pondría en casa (en mi caso, cualquier cosa con guitarras estridentes y poderosas)… Pero también se da el caso contrario: música que disfruto en mi casa pero que en directo se me atraganta por un motivo u otro. Una pequeña gran confesión: durante el pasado Primavera Sound 2014, huí de Arcade Fire espantado por su rollo de orquesta de fiesta mayor y porque no me apetecía ver a la banda a dos kilómetros de distancia, así que intenté refugiarme en la carpa de la Boiler Room en la que estaba Andy Stott a los mandos. El resultado fue que casi me da un ataque de ansiedad. En serio. No es exageración: a lo mejor fue porque salíade Arcade Fire, pero la oscuridad de su propuesta engulló mis emociones y llevó mi consciencia hacia lugares en los que, simple y llanamente, no quería estar en ese momento y en ese lugar. Pero, sin embargo, si me pongo «Faith in Strangers» (Modern Love, 2014) en mi casa, de forma consciente y por decisión propia, ese mundo oscuro no me engulle, sino que se abre ante mi como un laberinto de sombras repleto de monstruos que asustan, sí, pero que pronto se acercan hasta ti para bailar en una dulce danza macabra electrónica y electrificada. El segundo corte de «Faith in Strangers» (y, probablemente, el más notable del lote) se titula «Violence«, y esta parece ser la declaración de intenciones de Andy Stott: entender la música como una suerte de violencia hacia quien escucha. Una violencia que algunos entenderán más necesaria que otros (y que yo, si es en mi casa, abrazo como si no hubiera un mañana). [RDT]
[divider]29. POM POM / Ariel Pink. En su tercer álbum para el sello 4AD, Pink ha contado con la colaboración de Kim Fowley, quien escribió algunas canciones como “Plastic Raincoats In The Pig Parade” y “Jell-O” en el momento en el que estaba en el hospital luchando contra un cáncer. “Put Your Number In My Phone” fue el single de adelanto elegido para anunciar la salida del disco, pero también es la canción más tierna del álbum: una melodía con aires 60s a lo Simon & Garfunkel en la que Ariel le pide a una chica que le dé su número de teléfono para que se conozcan mejor. En “Not Enough Violence” y en muchas de las canciones del disco, Pink recuerda a John Maus o a Gary War. “Goth Bomb” suena al rock sucio de Iggy & the Stooges o a cualquier grupo rock de esa época. “Nude Beach a Go-go” recuerda a la música de “Los Picapiedra” mezclada con música surf. “Dinosaurs Carebears” es un delirio en el que parece que alguien esté rezando en una mezquita y tenga una pesadilla. “Sexual Athletics” empieza con un rap soul (si eso existe) y acaba convirtiéndose en una nana que en la parte final se convierte en una alegre canción de los 60. “Black Ballerina” es un cuento sobre una bailarina de topless con un sonido de los 80. “Jell-O” parece un anuncio de la gelatina a la que le dedica la canción… Y estas son sólo algunas de las 17 canciones de “Pom Pom“, un disco que también podría llamarse “1003 1003” si miramos las letras de la portada desde otra perspectiva. ¿Alguien se atreve a llamar a ese número? ¿Se pondrá Ariel Pink? [leer más]
28. MORE THAN ANY OTHER DAY / Ought. Había un tiempo, hace algo más de tres décadas, que la música rock parecía no tener límites. Una joven llama avivada por chavales con muchas ganas de innovar y romper con la generación que los precedía. Ought, banda recientemente creada en Montreal, una de las cunas modernas de la rebelión política en occidente, continúa sin tapujos el trabajo comenzado por sus antepasados: entre el punk y el art-rock, es algo que hemos escuchado un millón de veces pero en sus manos no deja de sonar fresco y rompedor. Hacen canciones tan vitales, con una pasión tan desbordante, que poco importa que nos recuerden a Pere Ubu, o Josef K, o Television, o The Feelies. Sus referentes son obvios, y su frontman Tim Beeler no tiene reparos en parecerse a David Byrne (Talking Heads) o Mark E. Smith (The Fall), porque su música es demasiado poderosa como atascarse en nombres o etiquetas. “More Than Any Other Day” (Constellation, 2014) puede resumirse con el tema que le da nombre: estimulante, jovial, intenso, creativo. Una joya. [Rodrigo Núñez]
[divider]27. GODDESS / Banks. Vaya mierda ese concepto al que los anglosajones llaman “perfect timing“… ¡Qué putadón! Y es que nadie duda a día de hoy que, en el mundo de la música, llegar en el momento justo supone el 80% del posible éxito de una propuesta. Y lo jodido es que lo de Banks ha sido un puro “wrong timing“. Bueno, vale, “wrong” tampoco, no nos pongamos drama-queens, pero un poco a desmano sí. Porque lo que queda al final es que a la niña le han jugado dos timings a la contra: para empezar, ha tenido la mala suerte de que FKA Twigs, que desde el principio partía como principal competidora de la segunda generación de rollo nu-r&b con ascendnete británico (y por mucho que Banks sea americana), ha lanzado su disco uno mes antes que ella e incluso le ha pasado la mano por la cara a todas las concursantes (que eran varias) meando fuera del tiesto del nu-r&b; y, segundo, resulta que “Goddess” (Universal, 2014) llega justa cuando el mundo entero empieza a estar un poco bastante muy cansado del sonido nu-r&b que ha infectado a todos los nuevos aspirantes con el síndrome “haz música como quien folla y llora a la vez“. [leer más]
[divider]26. BLANK PROJECT / Neneh Cherry. En un par de días Neneh Cherry, sueca de nacimiento, neoyorquina y londinense de adopción, rebelde y bohemia de profesión, hijastra del gran trompetista Don Cherry, cumplirá 50 años. Un hecho que va más allá de la pura anécdota: esta mujer acaba de lanzar uno de los trabajos más frescos, descarados y potentes que vamos a escuchar este año. “Blank Project” (Smalltown Supersound, 2014) mira hacia atrás, a sus orígenes, los del punk, el hip-hop y la experimentación electrónica con tintes soul que sería crucial en el nacimiento de bandas como Massive Attack, pero con un sonido que grita 2014, un sonido creado junto al dúo de hermanos RocketNumberNine en la instrumentación y con Four Tet en la producción, ni más ni menos. El alargado hiato entre estas nuevas canciones y nuestra percepción de lo que acabó siendo Neneh Cherry a mediados de los 90 (la diva del trip-hop y el soft-rock comercial para adultos) no hace más que aumentar el nivel de pasmo: la primera escucha del primer adelanto del disco dejó a muchos de nosotros ojipláticos. No nos esperábamos “Blank Project”, una bomba directa a nuestros altavoces. Neneh Cherry no pedía paso, sino que directamente volaba la puerta abajo. Sin llamar. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 25 al 21″ ]25. NIKKI-NACK / tUnE-yArDs. Incluso para alguien como esta mujer, cuyas venas no transportan sangre sino litros de pulsión creativa, el fantasma del bloqueo creativo también está a la vuelta de la esquina. Sobre todo cuando llega la presión inesperada del éxito. Dice Garbus que el estancamiento lo ha combatido con movimiento: aprendiendo danza y percusión en Haití, por ejemplo. Además, para su nuevo trabajo ha dejado atrás buena parte de la instrumentación y los métodos que formaron parte de su celebradísimo “W H O K I L L” (4AD, 2011) y se ha rodeado de colaboradores para ayudarle en la producción. El resultado es fantástico y cuesta creer que nació del miedo. El miedo a lo mismo, a la falta de auto-expresión, a la subyugación del yo por imposición de la sociedad. Y, aún así, lo mejor de “Nikki Nack” (4AD, 2014) es que es totalmente distinto de sus anteriores trabajos y al mismo tiempo totalmente ella, absolutamente tUnE-yArDs, con sus collages sonoros, sus grooves imparables y su estilo inclasificable. La crisis creativa de la que nos habla, al final, no aparece por ningún lado. Merrill Garbus podrá decir lo que quiera, pero en nuestros oídos suena tan fresca y atrevida como la primera vez. [leer más]
[divider]24. TO BE KIND / Swans. ¿Habéis asistido a una bacanal en el infierno oficiada por el mismísimo Satanás? Yo no, pero fijo que ponen el “To Be Kind” (Young God, 2014) de Swans para arengar a sus huestes. Ridículamente excesivo, desmesuradamente esperpéntico, más que un disco parece una apuesta con su Satánica Majestad para impulsar los límites de la música a terrenos aún más desconocidos, más sombríos. Lo nuevo de Michael Gira es la banda sonora de un ritual que no termina nunca: el ciclo eterno del pecado y la vida, retroalimentándose sin fin. “To Be Kind” da pocas opciones al frágil de corazón, y es sin duda un trabajo no apto para todos los públicos: cada minuto es más intenso que el anterior, cada tema, en especial ese colosal “Bring The Sun / Toussaint L’Ouverture” que ejerce de primordial maestro de ceremonias, discurre por dolorosas cuestas tan empinadas que no permiten recuperar el aliento. Un crescendo infinito, una intensidad que va a más. Y más. Y MÁS. Tan exagerado que daría risa si no fuera tan terrorífico. Una experiencia casi trascendental. Tras 32 años de carrera, los Swans se van superando con cada trabajo. Parecería que han hecho un pacto con el diablo, y la verdad sea dicha, no sería una posibilidad nada descabellada. [RN]
[divider]23. YOU’RE DEAD / Flying Lotus. En su trabajo más descaradamente libre y progresivo, a Flying Lotus se le ve desenfrenado: un gamberro con portátil haciendo free-jazz. El álbum consta de 19 tracks, a menudo por debajo de los dos minutos de duración, y está pensado para ser escuchado de una sola tacada. A veces, pocas, nos recuerda al Flying Lotus de cuando todavía hacía algo remotamente comparable con los Shlohmo, Nosaj Thing y otros exponentes del post-hip-hop. El primer single, “Never Catch Me”, se acerca curiosamente a los años 90, al rap elegante y jazzero de De La Soul y A Tribe Called Quest. Pero a lo loco. Aquí el protagonista es sin duda Kendrick Lamarr. Lo de Kendrick empieza a ser muy, pero que muy serio. Un verdadero portento. Ellison no se corta al elegir colaboradores, y en “You’re Dead” los hay por todas partes. El mismísimo Herbie Hancock hace aparición a los teclados en “Tesla”, Thundercat al bajo y voz en “Descent Into Madness”, Snoop Dogg en “Dead Man’s Tetris”, y además un elenco de instrumentistas que hacen de este el álbum más orgánico de su carrera. En la paulatina transformación musical de Steve Ellison cada vez hay menos cabida para ese sonido electrónico profundo, casi dubstepero de sus inicios. En comparación, escuchado hoy, “1983” (Plug Research, 2006) parece casi una reliquia del pasado, un juego de niños. [leer más]
[divider]22. THIS IS ALL YOURS / Alt-J. No resulta extraña la gran expectación generada alrededor de “This Is All Yours” (Infectious, 2014), el esperado sophomore de Alt-J, cuyo alumbramiento tuvo visos de gran acontecimiento cuya intensidad aumentaba con cada adelanto. “Hunger Of The Pine”, el single que incluye el conocido sample extraído de “4×4” de Miley Cyrus -lo más cerca que la chica estará en su vida de la música de alta alcurnia- actuó como correa de transmisión entre el viejo y el nuevo repertorio del grupo al tiempo que su mezcla de ingredientes (el citado sample mileyano colocado a modo de estribillo, su desarrollo parsimonioso que explota entre aires épico-lúgubres y coros monásticos y la hechizante voz de Newman) acababa por funcionar a las mil maravillas una vez superado el golpe inicial. El siguiente single, “Left Hand Free” -con su lírica subrepticiamente onanista-, rompió algunos esquemas preestablecidos al enseñar la manera en que Alt-J podían deconstruir el blues-rock introduciéndolo en una pieza de pop uptempo singular que no abandonaba las características estructuras minimalistas del grupo. Y la dual “Every Other Freckle” volvía a poner las cosas en su sitio tirando el anzuelo hacia su predecesora “Breezeblocks”, de la que rescataba sus armonías escalonadas, su acompañamiento coral y su translúcida luminosidad. [leer más]
[divider]21. BENJI / Sun Kil Moon. Para ser el capullo integral más desagradable y antipático que puedas echarte a la cara, Mark Kozelek hace canciones como los ángeles mean arcoiris en el paraíso. Canciones que son historias relatadas con su particularísima forma de cantar, con una prosa cercana y brutalmente honesta, historias sobre el amor, la vida y la muerte. A veces desarmándonos con su triste dulzura (“I Can’t Live Without My Mother’s Love”), otras elevando los sucesos más banales a la categoría de acontecimiento mitológico (“Jim Wise”), nunca mintiéndonos ni mirándonos por encima del hombro, sino cara a cara, directo a los ojos. Pero lo más fascinante de “Benji” (Caldo Verde, 2014) es que, a pesar de dejar líricamente poco espacio a la imaginación, musicalmente en pocas ocasiones baja de la nube en la que se envuelve: parece que no nos esté desvelando todo el misterio, como guardándose un pedazo del secreto bajo la manga. Es una escucha a la vez familiar y extraña… El mejor trabajo de Sun Kil Moon. Un precioso monumento a su familia, a su gente y a sí mismo. [RN]
[/nextpage][nextpage title=»Del 20 al 16″ ]20. TOMORROW’S MODERN BOXES / Thom Yorke. Si empiezo la crítica de “Tomorrow’s Modern Boxes” abordando la extraña y reptante biografía de Thom Yorke es precisamente porque me parece que este disco es el resultado directo de aquellas actuaciones al alimón con Nigel Godrich. Puede que en la portada sólo aparezca un nombre, el que todos conocemos, pero el hecho de que ambos publicaran hace unos días la misma foto (una instantánea de un vinilo blanco con un extraño anagrama en la galleta que ha resultado ser el álbum que nos ocupa) hace sospechar que esto es más bien un disco que ambos sienten muy suyo, por mucho que al productor parezca que le mole quedarse siempre en segundo plano. Al fin y al cabo, absolutamente todas las canciones de “Tomorrow’s Modern Boxes” ostentan el mismo sonido que Yorke y Godrich presentaron en las mencionadas actuaciones: una especie de deconstrucción metronímica de las texturas que ya había trabajado Yorke en solitario y en Atoms for Peace, cercanas a las de Radiohead pero también mucho menos orgánicas, menos organizadas en el formato canción y más tendentes a una falsa entropía que, de repente, se ordena en una epifanía sonora que te eriza la rabadilla lo quieras o no. [leer más]
[divider]19. SEA WHEN ABSENT / A Sunny Day in Glasgow. En el cuarto álbum de A Sunny Day in Glasgow, “Sea When Absent” (Lefse, 2014), inmediatamente vienen a la cabeza las siluetas en forma de sombras de Cocteau Twins. A Sunny Day In Glasgow, sin embargo, no siguen sus dictados a pies juntillas, sino que los difuminan desarrollando melodías intrincadas, construyendo transparentes muros eléctricos e introduciendo sintetizadores y teclados que tanto dibujan cenefas policromáticas como levantan en el fondo decorados cuasi catedralicios. Las primorosas voces de sus cantantes Jen Goma y Annie Fredrickson hacen el resto: guiar al oyente hacia un paraíso gaseoso aplicando las etéreas, nada convencionales e inesperadas maneras de otras vocalistas angelicales como Cameron Mesirow (Glasser) o Caroline Polachek (Chairlift). “Byebye, Big Ocean (The End)” e “In Love With Useless (The Timeless Geometry In The Tradition Of Passing)”, en el arranque, representan el súmum de todo lo expuesto, y crean el impacto suficiente para desear con todas las fuerzas meterse de lleno en el repertorio del LP, empaparse de sus atmósferas y palpar sus texturas. [leer más]
[divider]18. ST. VINCENT / St. Vincent. Su último y homónimo disco, sigue la línea trazada por la de Oklahoma en el pasado sin desviarse demasiado. El progreso es lento pero evidente. “St. Vincent” (Loma Vista Recordings / Republic / Universal, 2014) es su producto más pulido, su vástago más evolucionado. Hay poco espacio para la duda, pocas concesiones para el error: Clark suena más segura de sí misma, más perfecta… menos humana. La extravagancia hecha ciencia. Paradójicamente, es también el mayor éxito comercial de su carrera. Cierto es que a primera vista parece más accesible, con sus canciones más in your face hasta la fecha. Comienza con “Rattlesnake”, que hace honor a su título, amenazador, serpenteante; sus esquinas no son curvas, en cambio, sino dibujadas sobre una cuadrícula, formada por ceros y unos. “Digital Witness”, sin salirse del guión, es como la hermana robótica de tUnE-yArDs. Intenta rescatar el funk, el groove, de su disco con David Byrne, sin mucho éxito: el extraño “yaaaa” de acento teutón que acompaña a los arreglos de viento recuerda más a Kraftwerk que a James Brown. No menos extraña es “Birth In Reverse”, rock mecánico que parece sacado de una radiofórmula de los 90 y de una recóndita galaxia, a partes iguales. Todo es ambiguo, excéntrico y ligeramente inquietante. Aparentemente sencillo, por dentro es duro de hincarle el diente. [leer más]
[divider]17. IN CONFLICT / Owen Pallett. Con tanto ajetreo, no nos extraña que Owen Pallett haya tardado cuatro años en lanzar nuevo material después de su enorme “Heartland” (Domino, 2010). Y, en realidad, teniendo en cuenta la exuberancia de su último trabajo, la impresión es que ha tardado demasiado poco. El disco se mueve en tantas direcciones que, a primera vista, resulta un poco mareante. Y eso que cada una de las piruetas de Owen Pallett consta de un par de tirabuzones menos: “In Conflict” (Domino, 2014) busca la simplicidad para llegar más hondo, pero a pesar de ello a veces los caminos de Pallett siguen siendo son inescrutables. Es una trayectoria que recuerda a la de Wild Beasts, con cuya obra maestra los ingleses alcanzaban recientemente la cima de su carrera quitándose ropa de encima, prescindiendo de ornamentos innecesarios y la vez mostrándose más complejos, más profundos que nunca. Al canadiense le está pasando lo mismo. Se les están cayendo los decorados, esfumando los miedos y su voz, ahora, suena más presente, más fuerte: Owen Pallett ha creado su primer gran disco de pop. [leer más]
[divider]16. ATLAS / Real Estate. Días de color gris pedregoso, lluvia eterna y humedad infinita. Cielos encapotados y cerrados a conciencia. Noches de oscuridad impenetrable y soledad en las calles. Pies mojados, pieles arrugadas y cuerpos que buscan cobijo. Así se mueve el crudo invierno en un bucle infernal hasta que, de repente, un nuevo amanecer resplandeciente lo cambia todo. Los rayos del sol comienzan a romper la plomiza rutina y descienden con parsimonia acompañados de luminosas bandas sonoras encapsuladas en discos cálidos y reconfortantes como “Atlas” (Domino, 2014), el tercer largo de Real Estate, grupo experto en disipar el frío físico y espiritual, aliviar desazones nostálgicas e inyectar optimismo en sensaciones melancólicas. Puede sonar a cliché almibarado (y, de hecho, suena como tal), pero el actual quinteto es capaz de traer la primavera consigo gracias a su pop de estructuras sencillas y melodías espléndidas, brillante a la par que acogedor. En definitiva, un pop (pluscuam)perfecto. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ]15. A U R O R A / Ben Frost. ¿Sabes todas esas películas en las que sale un tipo flipado que intenta explicarle a su colega que, si se para a entender y aprehender un patrón caótico, acabará viendo la belleza que alberga en su interior? Ya sean las imágenes mágicas en 3D que partían de un dibujo fractal, la infinida del cosmos que dicen que tiene una melodía hipnótica o el patrón que ordena el caos aparente de una ristra de asesinatos… Sea lo que sea, algo parecido puede ocurrirte con «A U R O R A» (Bedroom Community, 2014) de Ben Frost. Si una persona normal y corriente cayera en el minuto tres de cualquiera de las canciones de este disco, lo normal sería que se sintiera completamente desbordado por un shock apabuyante en el que el oído no es el único sentido en peligro: la música de Ben Frost azota el tacto, como si fuera a reventarte la piel intentando salir de tu cuerpo a través de la frágil piel. Pero ahí está la jugada ganadora de «A U R O R A«: todas las canciones se construyen paulatinamente, de tal forma que el desorden final va «entendiéndose» a medida que se van sumando una a una las capas, desde el buzz de fondo hasta la impactante percusión (como el latido de corazón desbocado de alguien a quien persigue un asesino en medio de la noche), los drones etéreos o las líneas de sonidos texturizados hasta la extenuación. Y, al final, cuando te ves en el medio del fragor de cada una de estas batallas, por fin entiendes eso que siempre te han dicho: que la fuerza arrasadora del fuego alberga en su interior una de las bellezas más subyugantes. [Raül De Tena]
[divider]14. EVERYDAY ROBOTS / Damon Albarn. No podía pedirse más al primer disco en solitario de alguien que, cuando ha preferido rodearse de buenas compañías, ha salido victorioso en gestas colosales… Tampoco quiero que nadie me malinterprete: “Everyday Robots” no es uno de esos discos en los que la música se aborda como algo narrativo, como pura literatura. No es, al fin y al cabo, el reverso oscuro de la pluma de Ray Bradbury. Al fin y al cabo, la mayor parte de las metáforas e imágenes líricas a las que recurre Albarn no son ni complicadas ni pretenciosas en exceso: el concepto de los humanos del siglo 21 como “everyday robots” (“robots del día a día“) no es para nada sofisticado y ha sido utilizado hasta la saciedad en la cultura postmoderna. Abundan en este disco las letras en las que los dos conceptos del título (la hipertecnología gangrenante implícita en “robots” y la cotidianidad apática del “everyday“) se entrelazan de forma dulce y sosegada. La titular “Everyday Robots“, que se abre con una cita preclara del cómico británico Lord Buckley, construye unos sólidos cimientos sobre los que se erigirá el resto del álbum: “We are everyday robots on our phones / In the process of getting home / Looking like standing stones / Out there on our own / We’re everyday robots in control / Or in the process of being sold / Driving in adjacent cars / ‘Til you press restart“. [leer más]
[divider]13. WITH LIGHT AND WITH LOVE / Woods. Woods es uno de esos grupos que, inevitablemente, te hacen poner de buen humor. La voz casi en falsete de Jeremy Earl me anima hasta en los días que lo veo todo negro. Los largos cortes instrumentales psicodélicos te prepara hasta llegar a una cima que de golpe vuelve al estribillo donde la agradable voz de Jeremy y unas setenteras y a veces hasta burlonas guitarras («Moving to the Left«) te hacen ver que todo es posible y que vale la pena seguir adelante. Woods son luminosos, alegres pero profundos. Su octavo álbum, «With Light and With Love» (Woodsist, 2014), editado por el sello que el mismo Earl gestiona, sigue con la estela que habían dejado sus anteriores discos. Y en directo no se quedan cortos. La psicodelia aún se vuelve más palpable y hace que no quieras que acabe nunca. Para los que queramos más, van a estar en el festival VIDA 2015 cuando llegue el buen tiempo. [Helena Fradera]
[divider]12. CLARK / Clark. Sorprende que, después de tanto tiempo, Clark decida ahora titular su nuevo álbum con su nombre. Como diciendo “¡Aquí estoy yo!”, o como homenajeando su infravalorada carrera, “Clark” (Warp, 2014) es también su álbum más equilibrado. Esto lo dice un fan suyo, pero siempre he pensado que al británico se le atraganta un poco el formato largo, incapaz de mantener el (elevado) nivel de brillantez durante todo el trayecto. “Body Riddle” (Warp, 2006), su obra más celebrada, combina bocados maravillosos de electrónica jugosa y deliciosamente sorprendente (“Herr Bar”, “Ted”, “Roulette Thrift Run”) con otros platos algo más insípidos. Y así con todos sus LPs. Hasta ahora. Posiblemente porque no alcanza esos puntuales momentos álgidos de subidónsubidón que nos ponían la piel de gallina en el pasado (“Future Daniel” es un tema que he escuchado un millón de veces y que cada escucha me eleva al éxtasis eufórico, sin excepción), su nuevo trabajo es de esos que se llaman discos compactos. Funciona de principio a fin y deja muy buen sabor de boca. Ya no parece Ferran Adrià volviéndose loco en el laboratorio, pero llega a Estrella Michelín por lo menos.
[divider]11. MORNING PHASE / Beck. “Odelay” dio paso a experimentos folk, odas a todo lo kitsch y mutaciones coloristas de todo tipo. Y es aquí donde mi biografía comienza a lanzar las primeras preguntas al aire: ¿da pena ver cómo nuestro héroe ha pasado de ser el inquieto y eterno adolescente de las mil caras a convertirse en un hombre taciturno de mirada perpetuamente perdida en la nostalgia? ¿O es en cambio reconfortante ver cómo ellos también sufren épocas, altibajos y acaban convertidos en un manojo de cicatrices como el resto de mortales? La primera gran herida llegó con “Sea Change” (Geffen/Universal 2002), un trabajo creado a partir de una dolorosa ruptura sentimental que lo dejó K.O. “Sea Change” resultó ser un honesto y hermoso ejercicio de autoterapia y que viene a ser la cara A de su último trabajo, “Morning Phase” (Capitol/Virgin EMI, 2014), el cual sería, lo habéis adivinado, la cara B de la misma moneda. En los más de diez años que separan a ambos llegarían dignos intentos de volver a mostrar esa jovialidad perdida; esfuerzos de un Beck que, en el pasado creador prolífico hasta la exageración, ahora se toma con calma una modesta producción musical que ya no quiere revolucionar el mundo. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ]10. XEN / Arca. Varias décadas después de que la producción musical se convirtiera en algo que ocurre casi exclusivamente una pantalla del ordenador en la que los sonidos no son sonidos, sino pastillas de colores, gruesas líneas que cortas y pegas y manipulas de forma virtualmente física, no es de extrañar que las nuevas generaciones hayan llevado estas interfaces de programas de producción sonora a un nivel más allá, incorporando sus herramientas y usos al resultado final: las canciones de “Xen” son un juego endiablado en el que casi puedes visualizar los sonidos como bloques en un programa informático, chocando entre ellos, superponiéndose unos a otros, flotando por encima de un vacío que siempre puede ser (re)llenado con nuevos bloques de sonido pero que, sin embargo, al ser liberados provocan que el resto de capas superiores suenen en un vacío hueco e infinito, en algo así como el horizonte infinitamente digital del alma del un robot. Las canciones de “Xen” no son canciones: son quilts confeccionados a partir de retazos (texturas) fascinantes que pueden ir desde los toques de un oriente hiper-tecnificado hasta la percusión del trap bajado de revoluciones a un nivel insano pasando por la incorporación de una instrumentación clásica que parece interpretada por androides de alma esquizoide. Pero no sólo eso, en estos cortes no sólo hay texturas musicales, sino también texturas emocionales como la sensualidad de un primer toqueteo en la oscuridad o la euforia química chocando contra las paredes de un cerebro ultra-consciente. [leer más]
[divider]9. PRESENT TENSE / Wild Beasts. Su anterior trabajo parecía insuperable, pero los de Kendal rehusan dejar de crecer. Parecen más alejados que nunca de su prometedor comienzo y de esa nueva hornada de bandas británicas de tejido pop pero ambiciones artísticas que incluye gente como Everything Everything, Foals, Alt-J o Dutch Uncles. En esta ocasión, Wild Beasts dan un suave giro a la izquierda, un ligero pero letal cambio de ritmo y en cuanto te descuidas, ¡bam!, ya está el pelotón descolgado mientras ellos marchan en solitario, únicos, magníficos. El cambio se hace visible desde el comienzo: “Wunderlust” enseña las garras, unas aristas en el sonido antes desconocidas en su música, una inclinación por la electrónica que alumbra lugares recónditos y oscuros. Cuando “Daughters”, que suena a James Blake antes de que Hayden Thorpe tome las riendas con su voz, termina con el nivel de industrialismo a tope, se hace obvio que Wild Beasts son otros. Entre los “new romantics” y el folk de alta alcurnia, su estilo es intensamente familiar pero extrañamente elusivo: como la niebla, la puedes ver pero cuando la quieres agarrar, se escapa. [leer más]
[divider]8. PICTURE YOU STARING / TOPS. La concreción del sonido en “Picture You Staring” apunta hacia una asunción de los preceptos dream pop, pero lejos de ceñirse a un cierto encapsulamiento estilístico, las doce canciones del álbum actúan como agentes porosos por los que penetran diversas influencias. Ahí está una vaporosa “Outside” de innegable ascendencia 80s, casi una respuesta en forma de confesión intimista y nocturna al “Take My Breath Away” de Berlin, con la voz aniñada y hasta cierto punto nasal de Jane Penny como elemento prínceps al que siguen sintetizadores, bases programadas y una poderosa línea de bajo. Y, mientras “All The People Sleep” o “Driverless Passenger” sí sugieren acercarse al legado al legado de Cocteau Twins por la vía del músculo y de la atmósfera respectivamente, en “Superstition Future” TOPS juegan de manera inteligentísima con la variación armónica para afectar el estado de ánimo del oyente. Por otra parte, si bien quizás el matiz de optimismo y melancolía y la perfección melódica de “Change Of Heart”, primer adelanto del álbum en forma de single compartido con la susurrada “Sleeptalker”, no se ven superados por el resto de temas de “Picture You Staring”, poco lamento cabe ante piezas como “Blind Faze” o “2 Shy”, que le pintan la carita a los mismísimos Real Estate. [leer más]
[divider]7. WONDERLAND / CEO. Hay que tener en cuenta que el primer disco de CEO, “White Magic” (Modular, 2010), aterrizaba en el panorama musical en un momento en el que Suecia ya no era un país, sino un estado mental hipter. Todo lo que nos llegaba de esa nación nórdica parecía tocado por una magia blanca (sí señor, ya he dicho que lo mío es la escritura perra y poco elocuente) que lo hacía un 87,93 % más apetecible que lo facturado en cualquier otro país del mundo. ¿Fue entonces lo de “White Magic” un espejismo? Ahora que el tiempo ha curado las heridas en nuestros ajados rostros de leñadores barbudos (y hipsters), ya podemos afirmar que no: que aquel álbum sonaba cien por cien a Suecia, está clarísimo, pero escuchado en perspectiva resulta que sonaba al mil por cien a CEO. Que es a lo que ha de aspirar cualquier artista, claro. Allá había mucho rollito baleárico de gustera noventera mediterránea, había mucho pre-chill wave brumoso y algodonoso, pero también había mucha locura controlada, muchos toques de esquizofrenia anime aplicada a la música y, sobre todo, mucha libertad a la hora de concebir las canciones no como canciones, sino como Tentes con los que construir lo que te dé la gana siempre que tengas las piezas adecuadas. “Wonderland” sigue sonando a todo esto, pero ahora el Tente ya no se construye con piezas azules y amarillas (nuevo inciso para rezagados: los colores de la bandera sueca), sino que ostentan una paleta de colores fluorescentes tan chocantes como los de la portada del álbum. [leer más]
[divider]6. SYRO / Aphex Twin. Una vez destapado el regalito, ¿con qué nos encontramos? Pues con nada más ni nada menos que una gloriosa sucesión de sonidos electrónicos de toda la vida, de malabarismos vintage de los que sólo podría ser capaz una persona: él. Aphex Twin, mito viviente, es todavía a día de hoy intocable. “Syro” se compone de puzzles imposibles repletos de funk, drum’n’bass, techno, acid-jazz, melodías laberínticas, destellos de raves perdidas en la memoria y su inconfundible sentido del humor. Un disco donde la mutabilidad es esencia primordial y la sorpresa no se encuentra en la superficie, sino que aparece cuando el oyente se atreve a bucear en las profundidades, bajo las infinitas capas que, disolviéndose y mezclándose en una metamorfosis interminable, forman este vasto planeta sonoro. El resultado es asombroso. Técnicamente insuperable. De extrema complejidad y, a la vez, sorprendentemente accesible. ¿Complejo y accesible? Es quizá por esa sana sensación de déjà vu, de familiaridad cuando escuchamos y reconocemos a un mito que lleva haciendo exactamente lo mismo durante más de dos décadas. “Lo mismo” que, en su caso, no significa ni estancamiento ni esterilidad ni aburrimiento, sino que es sinónimo de “lo inimitable”. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ]5. RUINS / Grouper. “Ruins” es una fotografía en blanco y negro de un instante que comienza con “Made Of Metal” y acaba con “Made Of Air”, los cortes que abren y cierran el disco. El primero es una pulsión sorda que golpea y acompaña inquietante nuestra entrada al mundo creado por Grouper. El último, una larga pieza grabada hace diez años de drone flotante, recuerda como es obvio a los inicios más ambient de la de Portland. Podría desentonar con el resto, pero en realidad sirve de conclusión apropiada y necesaria. Un broche de oro inesperado. Confieso que he tenido sensaciones contradictorias con este gran disco. Al principio no me impresionó. Provisto en su mayor parte por un solitario piano acompañando a la voz, de melodías sencillas y canciones ínfimas, no evita en primer momento dar la impresión de ser un trabajo menor, incluso inacabado. Pequeño. Pero, de pronto, lo pequeño se vuelve grande. Las canciones dejan de ser canciones. Ya no es un disco, es un lugar. Un lugar al que quieres volver. Un lugar donde el tiempo está medio parado, casi inerte, pero imparable: una masa gigante que se desploma inexorablemente como el torrente de una cascada precipitándose a cámara lenta. Y así, “Ruins”, en apariencia una obra simple, mínima, acaba siendo, sin proponérselo, un trabajo grandioso. No más grande que la vida y la muerte, pero casi. [leer más]
[divider]4. SINGLES / Future Islands. No se dejen engañar por su título: “Singles” (4AD, 2014) no es un disco diseñado para recopilar los temas de Future Islands publicados como tal en el pasado; aunque, dada la calidad del catálogo de la banda liderada por el extrañamente magnético Samuel T. Herring, bien podría serlo. La denominación del cuarto álbum del combo de Baltimore también aceptaría otra interpretación: que reflejara, de algún modo, el potencial de su contenido sonoro… Pero dejaremos esta cuestión para un poco más adelante. Entonces, ¿a qué se refiere el misterioso encabezamiento “Singles”? Posiblemente funcione como un homenaje a todas esas almas solitarias que purgan su dolor interior en silencio, con la cabeza gacha pero los ojos iluminados por minúsculos brillos de esperanza. Esta sería, en esencia, la disposición de los potenciales receptores del corpus lírico-musical de Future Islands, con el que se identificarían automáticamente gracias a sus historias de amores rotos, sentimientos perdidos y emociones abandonadas en el olvido que quizá en el futuro se recuperen. [leer más]
[divider]3. LP1 / FKA Twigs. Todo lo que se puede escuchar en “LP1” es material nuevo, un verdadero debut que arrebata y subyuga por lo que tiene de unión entre afluentes caudalosos tan dispares como los del nu-r&b (desde unos inc. sin brumas de opio hasta un James Blake fragmentado en mil pedazos), el trip hop clásico (tanto en su vertiente más hip-hopera a lo Tricky como a su cara de instrumentación clásica a lo Lamb) e incluso ese paisajismo oscuro y brujeril que promulga el sello Tri Angle a través de formaciones como The Haxan Cloak o Balam Acab (todos ellos diseccionados en piezas de cromo plateado que han ido a parar a un desordenado y destartalado desguace). Todo ello se entrelaza en una trenza de cables de colores exótica y sorprendente por lo que tiene de inédito. Y es que, tal y como se puede apreciar desde la primera canción, la aparentemente caótica y ruidista “Preface“, la especialidad de FKA Twigs es dar orden a todo un conjunto de sonidos a priori inconexos, para nada musical si nos quedamos en la superficie. Al fin y al cabo, en eso consistía cierta voluntad original de la protoelectrónica; y en eso consiste también la voluntad de Barnett en su debut: en hacer de director de orquesta con todo un conjunto de instrumentos febriles y oscuros en algo así como una versión de la mítica escena de “Fantasía” dirigida por David Lynch. [leer más]
[divider]2. LOST IN A DREAM / The War on Drugs. Escuchar “Lost In The Dream” (Secretly Canadian, 2014) y tratar de separar lo reminisciente a Kurt y lo que The War on Drugs han sido capaces de desarrollar en estos últimos años se presenta como un ardua tarea. Aunque, bien pensado, es algo de lo más humano. Vile y Granduciel son mejores amigos y cada uno sigue desde hace un tiempo un camino distinto, pero es como si continuaran volviendo el uno al otro de vez en cuando para comprobar que todo sigue en orden, manteniendo de esta manera un vínculo claramente apreciable en el interior de la teleraña sónica que cada uno teje en sus propias composiciones. Indudablemente, la base sigue ahí y es claramente reconocible, pero si bien Vile se ha descolgado ya con fases más personales (“Smoke Ring for My Halo” -Matador, 2011-) o rock más en la línea de los grandes clásicos americanos como en su último trabajo, The War on Drugs han ido evolucionando hacia una línea de guitarras psicodélicas y percusiones musculosas fácilmente apreciables por ejemplo en su previo “Slave Ambient” (Secretly Canadian, 2011) y que ahora presentan continuidad en este nuevo trabajo. [leer más]
[divider]1. OUR LOVE / Caribou. Aquí llega el retruécano final destinado a clavar la puntilla final en quien escucha: “Our Love” es un disco de amor igual que la cultura rave primigenia (no confundir con las raves de piesnegros o con las de techno-kids empastillados) estaba plagada de cantos de amor. La cultura del éxtasis (químico) tan propia del segundo verano del amor, el de 1988, comúnmente empleaba imágenes amorosas para formalizar metáforas puramente drogotas. Y la verdad es que canciones como “Can’t Do Without You“, “All I Ever Need“, “Our Love” o “Your Love Will Set You Free” bien podrían pasar por himnos para cualquier pista de baile hermanada por el éxtasis. En unos tiempos en el que los hijos bastardos de Disclosure se están agrupando erróneamente bajo la etiqueta “deep house”, resulta refrescante que alguien como Dan Snaith nos recuerde que el verdadero deep house ni iba de voces negras histriónicas y drama queens ni de burdos subidones efectistas: iba de largas progresiones destinadas a hipnotizar a quien escucha, a quien baila, a quien siente. Iba de una cultura del amor con tantas capas de sentido como para resultar válida tanto en un matrimonio como en una pista de baile. [leer más]
[Raül De Tena + Jose A. Martínez + David Martínez de la Haza + Rodrigo Núñez + Pedro Vázquez + Helena Fradera + Jordi Iglesias] [/nextpage]