15. ARRESTED DEVELOPMENT. Era difícil que «Arrested Development» aguantara el tipo, lo sé. Algunos dirán que es porque las tres primeras temporadas dejaron el listón demasiado alto… Pero lo cierto es que, si se le puede criticar algo a estos nuevos capítulos producidos directamente para el canal online Netflix, es que no han podido aprovechar el verdadero fuerte de esta serie: «Arrested Development» nunca funcionó a modo de golpe único, de gag individual, sino que su «gracia» llegaba por pura acumulación. La idea era que, durante sus tres primeras temporadas, entraras en un estado mental, en un continuo temporal o un chorrazo cómico, como ustedes prefieran, en el que todo adquiría un sentido global tronchante. Ahora, tantos años después, está claro que ese continuo temporal se rompió y que es imposible recuperarlo donde lo dejamos. Aún así, la nueva temporada de «Arrested Development» tiene mucha más miga de la que pudiera parecer: en vez de optar por la continuidad, sus creadores han preferido la espiral sobre sí misma. Estos nuevos capítulos se dedican a explicar una y otra vez los mismos acontecimientos pero desde los diferentes puntos de vista de los diversos personajes de la familia Bluth y cercanías. Un eterno retorno que acaba arrancando comicidad al hecho de retorcerse sobre sí misma una y otra vez y que consigue generar nuevos y memorables momentos de comedia pura y dura, sin conformarse con tirar de todo lo que se creó en las tres temporadas originales. Al final, sea como sea, queda la sensación de que esto sólo ha sido el tentempié de cara a lo que será el verdadero festín para los fans de «Arrested Develpment«: esa película que debería actuar como punto y final de las andanzas de una familia a la que nunca dejaremos de echar de menos. [Raül De Tena]
14. RECTIFY. “Rectify” entra por los ojos, con esa magnífica fotografía que es un puro estado de ánimo (esa luz cegadora) o con su muy elegante realización, pero te acaba enganchando (porque ésa es otra de sus virtudes: sorprendemente, engancha) por su conjunto, por su evolución coherente, la sugerente introspección en los personajes (qué intrigante es la relación con esa hermana, qué bien explicado está su vínculo con su compañero de celda en apenas un par de flashbacks) o el interesante desarrollo de los temas. No se detiene, por ejemplo, a detallarnos todas las cosas del mundo moderno que Daniel desconoce, pero esas partidas que le vemos echar al “Sonic” nos pintan un retrato perfecto de su estado mental. No es necesario explicar cuánta nueva música no conoce, pero verlo escuchar Cracker o Mazzy Star sirve además para construir poderosísimas escenas con un montaje ejemplar. [leer más]
13. BOB´S BURGERS. Al final, resulto que «Los Simpsons» se alejaron de sus inicios underground y se acabaron adocenando. Los Griffith («Padre de Familia«) nunca se suavizaron pero, al igual que los Smith («Padre Made in USA«), terminaron por resultar más que previsibles en sus pullas. Así que la pregunta era inevitable: ¿cuál debería ser la familia que recogiera el cetro de la animación para adultos? Si me preguntan a mí, no tardaré ni un segundo en saltar con la respuesta pluscuamperfecta: los Belchers. Es decir, los protagonistas de «Bob’s Burgers«. A saber: Bob es un padre de familia desastroso y con pinta de quinta generación de italiano yanki, nunca se quita las zapatillas y cree que lo más normal del mundo es que sus hijos trabajen en su negocio familiar, una hamburguesería ruinosa incapaz de llegar a fin de mes. El resto de la familia no se salva: Linda es una madre de familia con tendencia a estar en las nubes y a dejarse llevar por su errónea percepción de la realidad, Tina es una hija mayor a medio camino entre el Asperger y la depredación sexual, Gene es un hijo mediano al que no le supone ningún problema ser el típico gordito gracioso y Louise es una hija menor con una capacidad hijoputesca e irónica más que sorprendente. Juntos, sin embargo, son puro amor: nada de forzado underground ni de irreverencia de librillo. Si algo bueno tiene «Bob’s Burgers» es que no juega a provocar, sino que simple y llanamente se preocupa por divertir. Eso lo consigue con tanta efectividad que, con una cuarta temporada ya en el aire, es inevitable pensar que ya tenemos sucesor para la corona que una vez lucieron tanto Matt Groening como Seth MacFarlane: se trata de Loren Bouchard. Acuérdense ustedes de este nombre. [Raül De Tena]
12. PEAKY BLINDERS. Birmingham, años 20. El carbón y la suciedad están por todas partes, el aire contaminado se hace de la ciudad y la familia Shelby decide dar el salto a la gran vida del crimen. La serie británica de la BBC se ha convertido por méritos propios en una de las sensaciones de la temporada. A base de lazos familiares, gángsters, carreras de caballos, putas sifilíticas, dientes rotos, sangre y whisky, mucho whisky, Steven Knight ha conseguido crear un nuevo producto digno de los sueños más húmedos de cualquier fanático empedernido de las historias más negras alrededor de mafiosos y amaña-carreras. Pero el gran mérito de esta serie no es sólo una ambientación impecable ni un guión compacto y bien entrelazado; lo más grande que tiene esta serie es un inconmensurable Cillian Murphy que se come la pantalla y que ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera. Pero, ojo, el cast al completo se sale, hundiendo en la miseria a todos aquellos que tildaban a «Peaky Blinders» de ser una un fracaso o una mala versión británica de «Boardwalk Empire«. Porque, sí, vale, tal vez jueguen en la misma liga, pero la serie protagonizada por los Shelbys tiene una identidad propia… ¡Y qué identidad! Nucky Thompson mola, pero Thomas Shelby más. [Marco Ascione]
11. DATES. No es difícil entender por qué “Dates” fue la serie del verano (o por qué lo fue, al menos, hasta la llegada de “Orange Is The New Black“). Ya sabemos que la denominación de origen británica supone un punto cool extra; si, además, añadimos su breve duración, el escaso número de capítulos y el carácter (más o menos) individual de cada entrega, obtenemos un producto en principio ideal para su consumo en estas fechas. Falta, claro, lo más difícil: que esté bien escrito. Porque una serie con tantos puntos a su favor como “Dates“, que muestra tan explícitamente sus virtudes, corre también un gran riesgo: está totalmente expuesta, y esa vulnerabilidad extrema puede hacer que naufrague en cualquier momento. Hay muy poco malo que decir sobre “Dates“, sin embargo: es aguda, inteligente, está rodada con una sobriedad que no renuncia a la elegancia (ese plano del Tower Bridge en el último episodio), resulta sorprendentemente adictiva y, además, regala el que sin duda es uno de los personajes televisivos del año: la magnética, intrigante y también odiosa Mia que Oona Chaplin interpreta a la perfección (el papel es un regalo, sí, pero también podía ser un caramelo envenenado). Se olvida de pretenciosidades inútiles en las que muy fácilmente podría haber caído y se muestra sorprendentemente honesta, casi incómoda. “Dates” deja con ganas de más, de mucho más, y acaba por ser, contra todo pronóstico, esa serie-acontecimiento que, sí o sí, hay que ver. Aplausos. [leer más]