El final de «Breaking Bad», la nueva animación infantil para nada infantil, la retro-sofisticación como tendencia, la recuperación de viejas glorias televisivas como «Arrested Development», el establecimiento de la política como material sensible para argumentos de alto voltaje… Muchos han sido los acontecimientos en nuestro año televisivo. Aun así, no sabemos vosotros pero, en lo que respecta a las series de televisión, nosotros vamos a recordar el 2013 por una cosa bastante básica: este ha sido el año en el que, definitivamente, pasamos de decir «joder con los ingleses, qué buenas series están haciendo» a exclamar «¡los ingleses le están pasando la mano por cara a los americanos!» Puede que creáis que estamos siendo efectistas al afirmar esto con los primeros puestos de nuestra lista en la mano, pero es que no nos estamos refiriendo a varios casos puntuales, sino más bien a un estado general de cosas. Puede que los yankis tengan los (cada vez más elefantiásicos) presupuestos en sus manos, pero en Inglaterra se está haciendo ficción televisiva tanto o más interesante, de tanta o más calidad, sin necesidad de dejarse unos budgets indecentes. ¿Por fin tendremos el año que viene un número uno británico? Tiempo al tiempo.
20. EL MUNDO DE GUMBALL. Está claro que, después de que todo el mundo se enganchara a «Adventure Time«, pocos se conformarían con abrazar la serie de Pendelton Ward como La Última Frontera (o, lo que es lo mismo, como la definitiva «serie para niños que al final resulta que deja chinados a unos niños que no entienden nada pero que consigue que los padres se lo pasen absolutamente fetén viéndola y que traumaticen a su prole obligándoles a verla«). Si en 2013 ha habido una heredera natural de las aventuras de Finn y Jake, ese ha sido «El Mundo de Gumball«: puede que esta serie creada por Ben Bocquelet no llegue al nivel de transgresión narrativa de «Adventure Time«, pero no tiene nada que envidiarle a la hora de darle caña a una dispersión argumental que, en cada nuevo capítulo, consigue que lo que pasa quede en segundo -¡segundísimo!- plano para que lo que destaque en primer término es cómo ocurren las cosas. ¿Y cómo ocurren? Como un verdadero chorreo de surrealismo desprejuiciado que nace en la propia concepción de la familia protagonista: Gumball es una gato (azul) que va al instituto y su madre también es una gata (azul), pero eso no impide que su padre y su hermana sean dos conejos (rosas y altamente adorables, sobre todo el padre). Para más inri, la mascota de Gumball y verdadero coprotagonista de la serie es un pez dorado (o anaranjado) con patas y brazos. A partir de aquí, cualquier cosa puede pasar en «El Mundo de Gumball«. Y, de hecho, esa es la gracia de esta serie: que cualquier cosa puede pasar, así que pasan todas. Una detrás de otra. [Raül De Tena]
19. BROOKLYN NINE-NINE. Quizá lo primero que haya que aclarar es que “Brooklyn Nine-Nine” es una sitcom muy de toda la vida, con sus créditos en los que los protagonistas aparecen poniendo caras chistosas, su grupo de amigos de personalidades contrapuestas pero que en el fondo se adoran, su especial de Acción de Gracias y toda la pesca. Lo aclaro porque, de la misma forma que parece que ahora todos los dramas deben tener una trama muy oscura y muy solemne poblada de antihéroes torturados, parece que hay una tendencia a exigir a las comedias que sean muy transgresoras, muy cínicas y con muy mala hostia. Y sí, cuando es así y la cosa funciona (un minuto de silencio por la grandiosa «Don’t Trust the B- in Apartment 23«), es fantástico, pero una cosa muy blanca y muy clásica todavía puede funcionar a la perfección. Sólo hace falta que tenga gracia. ¿Y tiene gracia “Brooklyn Nine-Nine“? Pues, hombre, se puede decir que sí (…) Lo cierto es que la proporción chistes buenos contra chistes malos suele andar a la par, el resultado final suele decidirse en los últimos segundos del capítulo y el resultado no siempre es positivo. Sí, ha habido episodios flojos, pero también varios con un ritmo brutal y más de una línea incluso brillante. Suficiente para mantener la esperanza y darle el margen necesario para que logre lo más complicado para una comedia: encontrar el tono, eso que tantísimo le costó a “Community” o a “Cougar Town“, y fijaos hasta dónde lograron llegar. [leer más]
18. THE AMERICANS. “The Americans” es inteligente y sabe combinar muy bien sus elementos, que son muy diversos y no tenían por qué casar necesariamente bien. No se pierde en la recreación de la época, y lo hace bien (porque al final acaba transmitiendo a la perfección el estado de ánimo de aquella sociedad por la vía de los hechos). Además, maneja con maestría el equilibrio entre contarnos una historia de no-amor de una no-pareja y una trama de espías que funciona maravillosamente. Va dosificando astutamente la información sobre ambas, de tal forma que se van retorciendo (y entrelazando) progresivamente, sin que resulte forzado y sin detenerse a deleitarse sobre sí misma. Y va construyendo todo esto al estilo FX, elaborando tramas sólo ligeramente episódicas que poco a poco van constituyendo los grandes arcos argumentales; es decir: como la buena televisión, construye temporadas sin dejar por ello de construir episodios. Y ahora, para rematar, han metido a Margo Martindale, lo cual hace que automáticamente cualquier serie mole un 35% más. Así que no hay duda: por mucho que el nivel esté bajo y no sea mucho decir, “The Americans” es claramente el mejor estreno de la temporada de la parrilla americana. No hay que perdérsela. [leer más]
17. GIRLS. El año pasado nos cayó alguna que otra colleja por hacer de «Girls» nuestro número 1 de la lista de series. Que no podía ser, nos decían. Que, existiendo temporadas como la de «Mad Men» y «Breaking Bad«, a ver quién se tomaba en serio esa decisión. Y seguimos pensando lo mismo que entonces: que «Girls» era para nosotros un número uno indiscutible, entre otras cosas, por ese nivel de discusión que provocaba: que hablen bien o mal, pero que hablen. Con su segunda temporada, Lena Dunham pareció llegar a un punto de no retorno en el nivel de autoconsciencia de la serie. Sabía que, hiciera lo que hiciera, los fans la seguirían adorando y sus detractores dejándole amenazas de muerte en el buzón. Así que, visto el plan, ¿por qué no hacer una pirueta mortal sobre sí misma? Y eso es lo que ocurrió en la segunda tanda de capítulos: los delirios de sus protagonistas se elevaron al cubo: Soshanna descubrió el sexo y se volvió loca del coño; Marnie se volvió a enamorar de su ex cuando este le dejó claro que a) pasaba de ella total y 2) se había hecho rico con la app definitiva; Jessa nos dejó los momentos más surreales de la televisión del 2013 con su boda, su padre, sus modelos, sus carnes magras y sus inagotables ansias de fiesta; Adam se reveló como la auténtica estrella del show; y Hannah se desnudó tantas o más veces que en la primera temporada, gratuitamente y porque si (más bien, ¿por qué no?). La Dunham también desarrolló aún más su personaje, dándole justo lo que le faltaba para que acabaras de querer adoptarla o de tirarle un zapato a la cabeza: un transtorno obsesivo compulsivo que funcionaría como catalizador de todo en esta segunda temporada que, una vez pasado el efecto sorpresa, aguantó el pulso y se mantuvo como el fresco social de las nuevas generaciones de-fi-ni-ti-vo. [Estela Cebrián]
16. HELLO LADIES. Comedia. Drama. ¿Comitragedia? Stephen Merchant deja el nido de mamà Gervais con rumbo a la siliconada Los Ángeles para retratar la vida de un pobre desgraciado que tiene como único objetivo en la vida tirarse a una modelo. La mezcla de la comedia más delirante y el drama cargado de prozac es Hello Ladies, la perfecta representación de la búsqueda del amor verdadero en la urbe moderna, sólo que esta vez no lo protagonizan jóvenes de cuerpo esculpido en mármol con sonrisa Profident, sino que son un grupo de frikis formado por Stuart (Stephen Merchant), Wade (Nate Torrence: un maniaco-depresivo más preocupado por recuperar su matrimonio que por cualquier otra cosa), Kives (Kevin Weisman: un cabronazo parapléjico con don de gentes que, aunque parezca complicado, es el único que se lleva las mujeres a la cama) y Jessica (Christine Woods: una actriz entrada en la cuarentena que empieza a ver cómo zorras más jóvenes y más listas a la hora de bajarse las bragas por un papel le roban todos los papeles). Merchant juega con los nervios del público, sometiéndolo a constantes situaciones que dan auténtica vergüenza ajena consiguiendo que cada uno de los protagonistas de la serie tengan un huequecito especial en nuestro corazón. «Hello Ladies» nos ha hecho llorar tanto para bien como para mal; y eso se agradece porque, entre muros de hielo, laboratorios de metanfetamina y juegos de espías, necesitábamos una serie así de humana. [Marco Ascione]