15. TURISTAS (SIGHTSEERS) / Ben Wheatley. Los personajes que habitan en las películas de Ben Wheatley son peña chunga. Algunos ya lo son cuando la cosa empieza (como los gangsters familiares de «Down Terrace«) y otros lo acaban siendo cuando la cosa llega a su fin, como la protagonista de «Turistas«. O puede que decir que la encantadora Tina (tremebunda Alice Lowe en el papel de su vida) se vuelva «chunga» sea radicalizar y minimizar la tremenda evolución que vive este personaje a lo largo de ese road trip que hace con Chris (también muy grande Steve Oram), su nuevo novio, un tío al que mejor no le rayes la caravana porque, si no, es capaz de matarte. Literalmente. La apocada Tina no sólo ve cómo crece su amor y admiración por Chris mientras viajan por la campiña inglesa, sino que también se desprende del cordón umbilical que aún le une a su omnipresente madre y se desarrolla como persona individual y aprende a utilizar el libre albedrío en su propio beneficio según le enseña su amante primero y aprende ella después. «Turistas» es una road movie como no has visto nunca: es inteligente, retorcida y negrísima y nos enseña que, al final, lo que tenemos que hacer es ser nosotros mismos. Caiga quien caiga. [Estela Cebrián]
14. THE MASTER / Paul Thomas Anderson. Maestría es lo que tiene al abordar un tema espeluznante inspirado en los inicios de la Cienciología (aunque al principio dijera que no y luego que sí) sin pizca de morbo ni ensañamiento. Like a Sir. Si “There Will Be Blood” era una metáfora sobre los fundamentos de la América moderna, “The Master” es su nudo, su corazón: el asentamiento de un sistema de creencias homemade que proliferarán después de la II Guerra Mundial, cuando la población se encontraba más débil y, a la vez, más receptiva y ávida de teorías esperanzadoras que les devolvieran (y les sigan devolviendo) la fe en ellos mismos y en el prójimo. El culto al poder del individuo amplificado y extendido por predicadores, charlatanes y vendedores ambulantes. [leer más]
13. THE ACT OF KILLING / Joshua Oppenheimer. Si, como a menudo proclamamos, la persistencia de una película en la memoria del espectador es uno de los baremos más importantes a la hora de evaluar su calidad, es probable que cualquier que persona que haya visto «The Act of Killing» la ubique entre lo más destacado (y, ojo, que no es lo mismo que «lo más relevante») de la cosecha de 2013, porque lo más probable es que cualquier persona que haya visto este documental de Joshua Oppenheimer no la vaya a olvidar jamás. Produce escalofríos el mero hecho de echar la vista atrás para escribir estas líneas, recordar esa mirada de frente al horror, esa manera de golpearte en la cabeza cuando estás tranquilamente sentado en la butaca y no tienes ni idea de lo que se te viene encima. Quieres taparte los ojos, quieres hacer lo mismo con los oídos, quieres escapar y no tener que pensar en todo lo visto. Quieres escudarte en juzgar a la película por sus métodos, pero eso sólo te lleva a reflexionar más sobre todo lo que hay en ella, a dejarte arrastrar de nuevo por lo que te cuenta un documental apabullante, despiadado y retorcidamente valiente de visionado sencillamente obligatorio. [Pedro Vázquez]
12. TABU / Miguel Gomes. Con «Aquele Querido Mes de Agosto«, Miguel Gomes firmó el film definitivo de aquella hornada que, hace algunas temporadas, se lanzó a explorar y transgredir el espacio existente entre ficción y documental. Aquella cinta funcionaba como un natural ejercicio de cine dentro de cine, de mise en abyme que convencía gracias a su falta de pretensiones y esnobismos innecesarios. Y esto es algo que vuelve a ocurrir en «Tabu«, donde la mencionada naturalidad vuelve a ser el mejor desengrasante a la hora de hacer funcionar esta muestra de cine-palimpsesto en la tradición de Apichatpong Weerasethakul (a quien «Tabu» debe mucho no sólo en lo que respecta a la exploración de la relación entre tradición y modernidad, sino también en su fascinación por los espacios naturales atávicos y también por los cuentos de transmisión oral… Eso sin contar que Weerasethakul firmó esa otra gran película-palimsesto: «Syndromes and a Century«). Como el film original de Murnau, este «Tabu» se divide en dos capítulos: «Paraíso» y «Paraíso Perdido«, aunque en este caso se invierte el orden y vemos primero las consecuencias de transgredir un tabú (tanto en el clásico como en esta versión contemporánea el tabú es puramente amoroso: una mujer que no debe ser tocada por ser sagrada en Murnau y por estar casada en Gomes). Manteniendo un subyugante blanco y negro y un riguroso formato 3:4, este nuevo «Tabu» puede que no vaya a convertirse en icono de tendencia alguna como ocurrió con «Aquele Querido Mes de Agosto«, pero es que el cine en estado puro nunca ha necesitado de tendencias para brillar con la fuerza con la que brilla el film de Miguel Gomes. [Raül De Tena]
11. GRAVITY / Alfonso Cuarón. Es casi inevitable hacer el chiste, así que me lo van a permitir: “Gravity” viene caída del cielo. En tiempos de récords negativos de taquilla, de recaudaciones decepcionantes una tras otra, de salas que cierran, de productores, directores y exhibidores que se dedican a otra cosa porque no aguantan más, de ministros que hacen leña del árbol caído y se ríen en la cara de lo que debería ser una industria más de un país en quiebra económica y moral, “Gravity” aparece, se aparece, como un milagro. El cine como espectáculo, el cine como evento, el cine como necesidad cultural y social: para tener tema de conversación esta semana en la oficina el requisito no es haber visto determinado reality o acudido a determinado concierto, es haber ido a un cine. ¡Un cine! Sí, ya saben, esos lugares con butacas donde proyectan una película al fondo. Una vez escuché a Garci (porque a eso hemos llegado, a tener que citar a Garci) decir “No sé qué me gusta más: si el cine, los cines o ir al cine“. Y estos días hay gente que está recuperando las dos últimas, gente que, pese a sus reticencias, se está poniendo las dichosas gafitas 3D, se está desplazando a una sala más lejana para ver una película en condiciones y, qué demonios, está pagando alegremente por ver algo con Sandra Bullock. No me digan que esto del cine no es maravilloso: el día que definitivamente se nos vaya al carajo todos lo vamos a echar mucho de menos. Quién sabe, quizá hasta los ministros. [leer más]