20. SI FUERA FÁCIL / Judd Apatow. Dicen que los 30 son los nuevos 20 y, oye, aquí el no se consuela es porque no quiere. Pero, ¿y entonces qué hacemos con los 40? ¿Y con la pitopausia y el complejo que arrastramos las mujeres cuando nos hacemos mayores y el estar toda la vida unido a una persona y el ser consciente de que, a esa edad, puede que ya sea tarde para replantearte cosas como, por ejemplo, tu vida laboral? Judd Apatow volvía a embarrarse en los problemas (del primer mundo) de la mediana edad americana a través de las peripecias de un matrimonio al borde de la ruptura y el desquicie en común encarnado por Paul Rudd (el eterno actor indie) y Leslie Mann (la eterna Musa del director) con una comedia limpia y bastante más blanquita (e irregular, eso sí) que aquella maravilla que fue «Funny People«, en la que el director ya nos dejaba claro que había superado la fase anal (la de los chistes de pedos y culos) para ponerse un poco más serio e intenso. «Si Fuera Fácil» no tiene la intensidad de aquella, es mucho más ligera, bastante más loca y, por supuesto, mucho más divertida, pero también tiene un poso denso y una capacidad transparente y directa para la reflexión sobre la familia y el cómo encaramos las crisis de la mediana edad que la hicieron una de las películas más amargamente dulces del año pasado. [Estela Cebrián]
19. STAR TREK: EN LA OSCURIDAD / J.J. Abrams. “Star Trek: En La Oscuridad” se convierta en una experiencia fílmica de altura. Es esta una caja china compleja tanto al nivel de cine de acción (con escenas tan memorables y videojueguísticas como el lanzamiento de Kirk y Khan desde una nave a otra o la persecución de Spock y Khan a través de un Londres en pleno cataclismo), como al nivel de sci-fi de última generación (todo el entramado que tiene que ver con los presuntos misiles) como, finalmente, al nivel de cine de personajes (si “Star Trek” fue el nacimiento de la amistad de Kirk y Spock, aquí esa relación se afianza a base de tornarse más compleja y problemática y de proyectarse y doblegarse sobre la otra gran relación del film: si Spock es el gran amigo que todo lider necesita, Khan será su enemigo máximo, su némesis absoluta). Una caja china que Abrams ofrece al público como un regalo que puede ser aceptado o no, que puede ser desmontado y disfrutado en mayor o menor profundidad, pero ante la complejidad de la cual hay que reconocer que está muy por encima de lo habitual en este tipo de cine. Repito la pregunta por tercera vez: ¿cómo superar el retruécano de la primera parte? No volviendo a realizar un giro completo, sin explorando las posibilidades que ya quedaron sobre la mesa con el primer twist. Porque, a veces, no se deslumbra a base de luces estroboscópicas, sino aplicando la luz adecuada sobre la superficie adecuada y así revelar todos sus detalles y posibilidades. [leer más]
18. EL GRAN GATSBY / Baz Luhrmann. “El Gran Gatsby” de Baz Luhrmann ha sido valorado injustamente no por lo que es, sino por lo que es en un contexto como el actual. Evidentemente, nadie puede ni debe pedirle a una adaptación del libro de Fitzgerald según Luhrmann ser otra cosa que no sea una adaptación del libro de Fitzgerald según Luhrmann. Se le ha criticado que, existiendo a día de hoy retratos de aquella época tan coherentes como el de “Boardwalk Empire“, el director prefiera salirse por la tangente de lo inverosímil. Pero esta crítica obvia lo más básico: que este es un director del artificio, del escapismo, del cine como castillos de cristal sobre los que reflejar imágenes de ensueño que hagan soñar. Algo que, por otra parte, casa a la perfección con la cronología de la novela de F. Scott Fitzgerald: “El Gran Gatsby” narra el subidón de la dolce fare niente de los años 29, así que sería bastante absurdo enfocar esta historia con el prisma del post-crack del 29 (o lo que es lo mismo: bajo el punto de vista actual y no el de la época en la que se estrenó “Moulin Rouge!“, mucho más concordante con la del libro original). [leer más]
17. MUD / Jeff Nichols. Todo va bien hasta que, de repente, todo se jode. Hasta ese momento, las cosas son sencillas: tu padre, tu madre, tu casa, el verano, salir por ahí en bici. Todo está bajo control hasta que empiezas a hacerte mayor y entonces todo se va a la mierda. Lo malo es que no ocurre de la noche a la mañana ni en un momento determinado; y, lo peor de todo, nadie te avisa cuando llega. “Mud” habla del despertar y de la adolescencia (sí, una vez más), pero sobre todo de esa ruptura, ese punto de no retorno, ese momento en el que pierdes ese hilo de inocencia que todavía mantenías (porque, a pesar de todo, seguías siendo un crío) y cómo al hacerlo te rebelas, te enfadas y tienes ganas de darle puñetazos a las cosas. Una sensación que, dependiendo de los casos, te durará entre seis o siete años… O toda la vida. Quizá lo más destacable de esta película es cómo Jeff Nichols decide contar todo eso con un tono de todo menos catastrofista. “Mud” es una película envuelta en un cierto halo de tristeza, sí, pero el lenguaje que predomina en ella es más bien el de una melancolía sin resentimiento, de mirar atrás y reflexionar sobre lo que has vivido quedándote con lo positivo pero sin obviar lo negativo, mirando a la cara a los fantasmas y aceptando que algunas cosas de la vida son una puta mierda y a lo mejor eso está bien. Y, así, la historia remite a Terrence Malick o a Paul Thomas Anderson (a la mejor y más contenida versión de ambos, de hecho), pero también a, yo qué sé, “Los Goonies” en el sentido de que sabe mantener el encanto y el sabor de una época hasta conseguir hacerla palpable. [leer más]
16. THE CABIN IN THE WOODS / Drew Goddard. Sí, estamos todavía hablando de 2013. Porque, aunque parezca mentira, es el año en el que finalmente se estrenó en salas comerciales «The Cabin in the Woods«. Sobra decir que el resultado, en términos de taquilla, fue un fracaso, lo cual debería hacer ver a muchos que definitivamente estamos en otros tiempos, que hay que actuar en consecuencia, que la solución (seguro que) es complicada, pero al menos hay que intentar proponer soluciones. Que estrenar una película cuando todo su público potencial ya la ha visto o ha perdido el interés por ella resulta, en definitiva, tan suicida como absurdo. Y es una lástima porque, de otro modo, se habría hablado mucho más este pasado año de este brillante artefacto de entretenimiento, una especie de cubo de Rubik del cine de terror conceptualmente atrevido y visualmente virtuoso que busca la complicidad y la recompensa con inteligencia y diversión. Funciona a empujones y no acaba de rematar del todo la jugada, pero su frescura y su descaro vencen cualquier reticencia. [Pedro Vázquez]