10. NO SOY SIDNEY POITIER / Percival Everett (Blackie Books). Hubo quien se echó las manos a la cabeza ante las aproximaciones muy irreverentes y muy poco fieles de Quentin Tarantino a la Segunda Guerra Mundial en “Inglorious Basterds” y al pasado esclavista de Estados Unidos en la más reciente “Django Unchained“. Pero, como siempre, resulta que Tarantino no inventó la rueda. Si a la post-modernidad le tocó derribar los mitos y ensalzar la figura del anti-héroe a través de un miasma de referencias a la literatura clásica cada vez más sofisticadas y enrevesadas, la única salida de la post-postmodernidad está siendo directamente poner en entredicho la vericidad de la propia historia: si el recuerdo es poco fiable y la memoria histórica la escriben los vencedores, ¿por qué empeñarse en la rigurosidad de los datos históricos cuando su mestizaje con la ficción puede arrojar nuevas luces (y numerosas sombras) sobre lo tratado? Es a través de este proceso de acercarse a la historia de forma laxa y cachonda, absurda y surrealista, como Everett consigue que su “No Soy Sidney Poitier” se eleve hasta una altura de gigante. Un gigante, eso sí, que está doblado sobre sí mismo, arreplegado sobre su estómago y riendo a carcajada limpia. [leer más]
9. ASÍ ES COMO LA PIERDES / Junot Díaz (Mondadori). «Así Es Como La Pierdes» es un libro de cuentos que, sin embargo, todos forman parte de la misma historia: Adán y Eva están en el paraíso y caen en la tentación. En este caso: «los panas y las jevitas hanguean en los barrios latinos de ciudades yankis, se enamoran, singan y luego la fokin cagan». El Amor, con mayúsculas, rezuma caliente en cada una de las páginas, desde que éste nace hasta que, por desgracia, nunca se olvida. Junot Díaz, premio Pulitzer por «La Maravillosa Vida Breve de Óscar Wao«, habla de culos y dramas en clave tropical con el vigor de un torpe enamorado y en un riguroso realismo de calle. [Paloma Castro]
8. EL REY DE LOS TEJONES / Philip Hensher (Libros del Asteroide). Hensher teje una madeja de relaciones sociales y personales que se enreda muchísimo cuanto más te adentras en la lectura, y todo se convierte en un delicioso y enmarañado folletín de lectura facilísima y escritura directa y cargada de finísima ironía que desemboca en un final que seguramente no esperabas mientras leías el primer capítulo. Para cuando te dicen qué ha pasado con la pequeña China, la trama de la desaparición de la niña es la que menos importa (y no por menos truculenta), pero quizá estamos ya tan acostumbrados a estos temas (gracias, Ana Rosa) que los pasamos totalmente por alto cuando lo que tenemos delante son los tejemanejes de una comunidad que sustenta su día a día en los secretos y en controlar lo que hace el vecino. Mucho más suculento esto, dónde va a parar. [leer más]
7. NAÍF. SÚPER / Erlend Loe (Nórdica). Con un brío narrativo plenamente circunscrito en la postmodernidad literaria más joven (esa que aboga por las frases cortas y la digresión argumental en pos de unas páginas repletas de pensamientos atomizados), “Naíf. Súper” se erige como una respuesta más que inteligente al modelo de juventud maldita ya algo caduco del icónico “El Guardián Entre El Centeno” deSalinger. Y, sobre todo, como una alternativa mucho más optimista, donde la diferencia entre el tú yo el yo no parece abismalmente insalvable, tal y como el mismo protagonista teoriza al final del libro: «Yo te veo, pero tú no me ves a mí. Nunca nos conoceremos, pero hay una cosa que quiero que sepas. Mi tiempo no es el mismo que el tuyo. Nuestros tiempos no son el mismo. Tú tienes tu tiempo y yo tengo el mío. Nuestros momentos no son el mismo. ¿Y sabes lo que significa eso? Significa que el tiempo no existe. ¿Te lo digo otra vez? El tiempo no existe. Existen la vida y la muerte. Existen los humanos y los animales. Existen nuestros pensamientos. Y el mundo. Y el universo. Pero el tiempo no existe. Puedes relajarte. ¿Te sientes mejor? Yo me siento mejor. Esto puede salir bien. Que tengas un buen día». [leer más]
6. TELEGRAPH AVENUE / Michael Chabon (Mondadori). Al fin y al cabo, “Telegraph Avenue” viene a ahondar con maestría en la misma conclusión a la que llegan todos los libros de Chabon: da igual que algunos personajes sean gays, otros judíos, otros negros, otros adictos al cómic y algunos aficionados a la música… Y da igual porque la belleza de la gran novela chaboniana (americana o no) es demostrar que la pluralidad de voces tiene su principal validez en el hecho de que todos compartimos el mismo núcleo de humanidad. Una humanidad que, sin embargo, cada vez se muestra más agridulce en la pluma de ese Michael Chabon que, en “Telegraph Avenue“, viene a encarnarse en el loro del señor Cochise (recordando precisamente a aquel otro loro de vital importancia en la trama de “La Solución Final“): un ave que, cuando muere su amo, vuela libre a través de las calles, planeando por encima de las existencias de todos los personajes, observando desde lejos su triste soledad. Este vuelo descorazonador que ocupa el capítulo central de la novela divide el libro en dos, abriendo el segundo tramo con una tristeza que ya acompañará al lector hasta la última página, con la certeza de que no hay un final feliz posible. Como en la vida misma,Chabon borda su rúbrica de verosimilitud absoluta: aquí y allá sólo hay espacio para un final con algunos puntos de felicidad… y otros muchos de tristeza. Pero el camino, señores y señoras, ¡qué jodidamente divertido es el camino! [leer más]