25. RUN WITH THE WOLVES / Soledad Vélez. Si hay un disco que pueda sostenerle la mirada al tremendo “Let England Shake” (Island, 2011) de PJ Harvey, ese es precisamente el nuevo álbum de Soledad Vélez, “Run With Wolves” (Absolute Beginners, 2013). Pero, como siempre, las comparaciones son injustas o, como en este caso concreto, se quedan cortas. Porque no sólo de las aguas de la Harvey bebe Vélez a la hora de inspirarse para sus canciones, sino que este nuevo álbum le ha servido a la cantante para acabar de definir una personalidad propia intransferible y única, con sabor a rocío de media tarde y con atmósfera de carretera que atraviesa una zona pantanosa donde la naturaleza se revela en su plena hermosura y violencia. Porque en ese contraste reside la belleza de las canciones de Soledad Vélez: por un lado te acarician con dulzura y por otra te arañan con furor. Será por eso que ha titulado su nuevo disco “Run With Wolves“: porque es una experiencia deliciosamente salvaje y libre, pero también teñida del peligro de esas situaciones a las que les basta un segundo para convertirse en algo de lo que vas a salir con nuevas cicatrices (en la piel, en el corazón). [leer más]
24. HOPE ONLY BRINGS PAIN /The Suicide of the Western Culture. Ocultos bajo sus capuchas y parapetados tras sus sintetizadores y teclados, The Suicide Of Western Culture dieron un golpe sobre la mesa hace tres temporadas lo suficientemente potente como para que los oídos más inquietos y avezados no se olvidaran jamás de su premonitorio nombre ni de su electrónica maquinal, espartana, amenazante y estimulante. Empujado por la fuerza de su debut, “The Suicide Of The Western Culture” (Irregular Records, 2010), el dúo barcelonés estableció las pautas de cómo la música puede y debe capturar el zeitgeist (decadente) de una época… sin textos. Lo mismo que sucede en su segundo trabajo, “Hope Only Brings Pain”, aunque ampliando su espectro sonoro hacia ritmos que, en mayor o menor media, no sólo buscan excitar el alma, sino también el cuerpo. Ahí se incluyen piezas tan ágiles en su forma como absorbentes y descriptivas en su fondo (que rehuye la oralidad, aunque consigue concretar sus intenciones igualmente): “Love Your Friends, Hate Politicians”, “Hey, Guys! I Know The Name Of The Culprits” o “El Cristo de la Buena Muerte” crean la atmósfera adecuada para bailar entre las ruinas de la era contemporánea. Será lo único que nos quede por hacer en el futuro… [JAM]
23. EXCHANGE LEVELS / Lasers. Fuera de nuestras fronteras están pasando cosas tan interesantes como las de The Field, Orchestra of Spheres o Roll The Dice, gente que ha pasado del cliché de «exploradores de texturas» a ser más bien practicar «caída al vacío practicando bucles hipnóticos«. Por estos lares, sin embargo, en cuanto sale una banda española que se pone mínimamente paisajística y comete el error de aderezar su propuesta con algunos toques baleáricos, sale a colación el nombre de Delorean y todo se va un poco a la mierda. Así que digámoslo pronto y mal: lo de «Exchange Levels» no tiene absolutamente nada que ver con Delorean. De hecho, pocos asideros pueden buscársele a Lasers en la escena nacional, ya que su mirada está fijada más bien en un horizonte internacional difuso, en perpetua puesta de sol, donde múltiples son los artistas que, de forma totalmente inconexa, están buscando la fórmula definitiva del escapismo hedonista. Ni idea de qué ingredientes tendrá la receta alquímica final, pero está bien claro que incluirá varios ingredientes de los que abundan en «Exchange Levels«. [Raül De Tena]
22. SAGGITARIUS / Tokyo Sex Destruction. Excelentes noticias: una banda veterana, que viene además de una época de cierta crisis, resurge de sus cenizas y, contra todo pronóstico, logra entregar su mejor disco hasta la fecha, uno realmente relevante, que rompe en cierto modo la inercia que tenía a esta banda convertida en prácticamente invisible a los ojos de cualquiera que no fuera ya fan convencido. Siempre está bien pararse un momento a reivindicar a una banda de rock and roll como Tokyo Sex Destruction; tener además un buen motivo (que no excusa) para hacerlo es simplemente fantástico. Esa excusa es «Saggitarius«. [PV]
21. PACIFICA / Buena Esperanza. Vivimos la gestación de “Pacifica” (Gran Deby Records, 2013) en esta santa casa prácticamente en directo de la mano de sus protagonistas, Buena Esperanza, en un suculento diario de grabación iniciado aquí. Una convivencia musical realizada en el madrileño Estudio Brazil bajo la atenta mirada del reputado productor Jay Robbins cuyo resultado final cumple con las expectativas: en su debut en largo, el trío formado por Pepo Márquez, Jero Martín y Miguel Cerezo consigue recuperar para la causa la actitud, la energía y el nervio (siempre en tensión, incluso en las fases teóricamente más reposadas) del rock deudor del hardcore melódico que parecía un poco arrinconado en el panorama patrio -excepción hecha de Bullitt– tras la disolución de The Unfinished Sympathy. “Pacifica” se muestra, pues, como una revitalizante y necesaria colección de latigazos eléctricos que rememoran épocas pasadas (y, quizá, mejores) en las que el indie-rock se agitaba con guitarras pesadas, bajos acerados, baterías en primer plano y voces vehementes. Valgan como ejemplo de ello las implacables “El Arresto” o “Tiralíneas”. Luego, a lo expuesto hay que añadir una lírica afilada y un acertado uso de las estructuras pop (“Inversores Perdiendo Fe”, “Noche Sin Fin”) que Buena Esperanza encajan en su libro de estilo sin despeinarse. Aquí las referencias norteamericanas son claras (desde Fugazi a Hüsker Dü, pasando por The Dismemberment Plan o Sugar), aunque aparecen destiladas con la prestancia y la personalidad suficientes para hacer de “Pacifica” una obra de factura clásica pero acabado totalmente contemporáneo. [JAM]