10. ENGRAVINGS / Forest Words. “Engravings” abraza la hauntología, el dub, el hip hop abstracto, el ambient, la IDM primigenia, el post-todo… El resultado es estremecedor. La obra que nos ocupa suena al mismo tiempo primitiva y visionaria, claustrofóbica y expansiva: lo ocupa todo, no hay espacio ni tiempo para medias tintas. Y, aun así, hay que tener en cuenta que tiempo y espacio parecen conceptos muy relativos a la hora de afrontar la obra de Forest Swords. “Engravings” parece querer sonar atemporal, pero no en el sentido de imperecedero, sino en el de inubicable. [leer más]
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9. DAYS ARE GONE / Haim. Lo cierto es que bien podemos pasarnos horas buscando en las canciones del debut en largo de HAIM, “Days Are Gone” (Columbia, 2013), los rastros de otras mil bandas y grupos de finales de los 70, los 80 y principios de los 90. Están ahí y son bien claros. Pero es que lo que hace que este álbum apunte directamente hacia la mencionada época no son ni sus influencias musicales ni sus referencias directas e indirectas: lo que nos transporta directamente al soft-rock setentero, al R&B protonoventero, el pop-rock radiable ochentero, en definitiva a aquellos tiempos pasados (que para algunos fueron peor, para muchos fueron mejor) es la amplia paleta de emociones que desprenden todas y cada una de las canciones de “Days Are Gone“… Y ahora entro en terreno personal, pero es que es darle al play en la primera canción de este disco y empezar a sufrir como Geno: me paso los once temas con el ceño fruncido como una niñata de quince años a la que han dejado por primera vez, moviendo los hombros como si fuera una corista de Michael Jackson y meneando la cabeza de un lado a otro siguiendo el ritmo de la música y de mi propio sufrimiento. [leer más]
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8. WAKIN ON A PRETTY DAZE / Kurt Vile. ¿A qué huele la música de Kurt Vile? Pues “Wakin On A pretty Daze” (Matador, 2013) huele a nubes en un día ventoso y cristalino, por ejemplo, o a amanecer en la playa, o a batido de fresa, o a tarta de manzana horneándose al sol, o a gasolina de un Cadillac pasando a cámara lenta… Es fácil imaginarse a Kurt Vile, con su larga melena al viento y su cara de bonachón, tocando la guitarra en una solitaria esquina de Philadelphia, como sumido en trance, ajeno a todo lo que le rodea. Es fácil oler, imaginarse y sentir un montón de cosas cuando Kurttoca la guitarra porque, al igual que los más grandes músicos, a él le basta sólo con acariciar su instrumento para poner a todos nuestros sentidos a trabajar. La llegada de su último trabajo ha sido una bendición para nuestra recién comenzada primavera, porque no podría sonar más cercano a esta época a la vez bonita y confusa: “Despertándose en un bonito aturdimiento”, se llama el disco… y lo clava el tío. [leer más]
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7. SETTLE / Disclosure. Disclosure han conseguido el disco de baile perfecto. Puede que el único defecto de “Settle” (Cherrytree, 2013) sea precisamente su falta de homogeneidad: a los hermanos Howard y Guy Lawrence se les nota la urgencia post-adolescente (uno tiene 21 años y el otro acaba de cumplir los 18) de querer morder más de lo que el sentido común te dice que puedes masticar. En su debut en largo después de tres años de advertirnos por la vía de los remixes y los singles, Disclosure se atreven con una amalgama de géneros tan lejanos / tan cercanos como el house noventero, el R&B de nuevo cuño, el garage, el grime, el post-dubstep y cualquier otro estilo de nombre extraño que haya surgido en las dos últimas décadas de las alcantarillas londinenses. Y, aun así, es este un defecto que acaba mutando en virtud: puede que “Settle” no juegue a la homogeneidad, al continuo que se le presupone al disco de baile perfecto… Por el contrario, el hecho de que vayan cambiando -sutilmente- de género de canción a canción resta en continuidad pero consigue mantener al máximo tanto la atención como la implicación sudorada de quien escucha (y baila). [leer más]
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6. THE 20/20 EXPERIENCE / Justin Timberlake. “The 20/20 Experience” es un auténtico game-changer. Sin la inmediatez hedonista de “FutureSex/LoveSounds”, muestra a un Justin Timberlake probablemente en su apogeo de maduración e inspiración, y le consolida como uno de los indiscutibles talentos de este siglo. Hoy por hoy, con este disco, nunca ha estado tan cerca de mirar cara a cara a los más grandes del pop. La otra gran noticia es que Timbaland definitivamente no estaba muerto, estaba de parranda: su trabajo en “The 20/20 Experience” será (debería ser) recordado como uno de los tour de force más e(s)pata(rra)ntes en cuanto a producción musical, aunando vanguardia y clasicismo en un admirable engranaje que funciona a la perfección. Inteligente, maravilloso, decisivo. 2013 ya tiene otro mejor disco del año. [leer más]