45. PUSH THE SKY AWAY / Nick Cave & the Bad Seeds. Después del experimento regresivo que fue “Dig, Lazarus, Dig!!!” (Anti, 2008), con su vuelta al rock más descarnado y que funcionó como bisagra entre un disco de Grinderman y otro, Cave ha decidido atar corto a los que le acompañaban en el experimento y, en este disco, parece que haya una única norma: no sonar a Grinderman. Never more. Parece que el difunto está definitivamente muerto y bien enterrado. Y si esta opción no era posible, también se hacía difícil dar un paso atrás y emular la grandilocuencia total de la que hacía gala “Abattoir Blues / The Lyre of Orpheus” (Anti, 2004), aquél disco doble con el que la banda ponía un punto y aparte después de años depurando un sonido puro construido a base de canciones dirigidas por el piano y marcadas por el rock y el blues más puros. Se hacía imperativa una salida tangencial. Y eso es lo que es “Push the Sky Away“: la única vía posible. El nuevo disco de Nick Cave suena a todos sus discos desde los 90 y a ninguno a la vez, es un artefacto casi mágico suspendido en el tiempo de una carrera que tiene ya más de treinta años. Permanecen en él los motivos que recorren el ideario de la banda (prostitutas, calles solitarias, Dios, la vejez, la soledad, el desamparo, los seres mitológicos, el amor como castigo, la muerte…), pero la forma de adaptarlos musicalmente es distinta. [leer más]
.
44. MONOMANIA / Deerhunter. Seguro que alguien en la sala recuerda ese videojuego de los 80s / 90s en el que tripulábamos una nave espacial. Si esta superaba el borde de la pantalla por la izquierda, desaparecía para volver a aparecer por la derecha. Parecido a lo que hacen Deerhunter en esta ocasión, que mirando al pasado y recreando tiempos pretéritos, van más allá del mero revival por imitación y aparecen por el otro lado, en el futuro cercano, cayendo en una posición sorprendentemente fuera de lugar, pero de pie y con el orgullo intacto. A lo largo del disco se oyen los ecos de los rugidos de MC5 y The Stooges, los exabruptos lo-fi de Pavement y las ingeniosas melodías dePixies. Pero, más allá de ser una lección de historia, esto es Deerhunter homenajeando todo lo relacionado con el rock’n’roll y el punk más puramente norteamericano, convirtiéndose en todos aquellos grupos y en ninguno a la vez. [leer más]
.
43. MODERN VAMPIRES OF THE CITY / Vampire Weekend. Con sus pintas de haber salido del Club de los Poetas Muertos, los de Vampire Weekend nunca han escondido sus pretensiones intelectuales ni su imagen de niño indie, blanco y pijo pero socialmente comprometido. En su proceso de maduración, los ex-universitarios han dejado atrás casi todo rastro de la inicial influencia africano-caribeña, y parte de ese desparpajo sabelotodo para publicar su trabajo más contenido. «Modern Vampires of the City» es el temido disco adulto, serio y personal de toda banda que se precie. Es, en este caso, también el mejor. En él se encuentra un baladón como «Hanna Hunt«, y la solemne «Don’t Lie» recuerda a los Flaming Lips de los años gloriosos. Todo esto no significa que se hayan dejado en casa su arrojo juvenil y saltarín, exhibido en plenitud en hitazos como «Diane Young«, «Unbelievers» o «Finger Back«. Prueba de la inmensa confianza que Vampire Weekend han adquirido en su música está en la inmediatez de temas como «Ya hey«, quizá la cosa más extraña que han producido hasta la fecha. Que siga sonando totalmente familiar y reconocible sólo es un indicio de las altas cotas que ha alcanzado el cuarteto neoyorquino. Un triunfo. [Rodrigo Núñez]
.
42. FADE / Yo La Tengo. Yo La Tengo poseen una capacidad tan natural de componer grandes canciones que parecen sacar una tras otra sin sudar la camiseta. Como ver jugar a Zidane, haciendo fácil lo difícil. Como un experimentado zapatero que conoce todos los gajes de su oficio, han perfeccionado su método de forma que todo les salga sin grandes esfuerzos ni florituras, simplemente apoyándose en lo que mejor saben hacer. “Paddle Forward” es la continuación de esas guitarras distorsionadas que aparecían en “Sugar Cube” y “Little Honda”. “Stupid Things” rescata del armario esas viejas prendas krautrockeras que los de Yo La Tengo gustan de lucir en determinadas ocasiones. En “Two Trains” directamente hacen uso del auto-robo y usan la misma percusión que en “Saturday”. Podría parecer un exceso de conformismo por su parte, y es cierto que Yo La Tengo no inventan la rueda precisamente en su último trabajo… Pero, ¿realmente lo necesitan? [leer más]
.
41. PALE GREEN GHOSTS / John Grant. Se hace difícil encontrar en otro disco este año, sin estrujarse mucho la cabeza, el derrochazo de clase que John Grant exhibe en su “Pale Green Ghosts”. El autor parece querer responder con esta obra de abrasadora belleza a los reveses sentimentales que la vida le ha ido dando en el hiato entre la edición de su anterior trabajo, el notabilísimo “Queen Of Denmark”, y la gestación del álbum que ahora nos ocupa. En él, Grant factura lo que podríamos llamar el epítome del regocijo en la melancolía. Ahí están “You Don’t Have To” con su electro-pop cadencioso y silky o el corte limpio, maravilloso rompe y rasga (“I could be anything, but I could never win his heart again”), de “It Doesn’t Matter To Him”. Y aún por encima de todas ellas, que ya es decir, la perfecta “GMF”, también con Sinead O’Connor a los coros. Es “GMF” la mayor y mejor confesión hecha partitura en 2013, himno inconfeso de una generación de muchachos hipersensibles y egotistas que mueren (morimos) un poco a cada paso que avanzan la vulgaridad y la mediocridad que nos rodea. Gracias por esto, señor Grant, puñetero genio. [David Martínez de la Haza]