EFTERKLANG (Reeperbahn Festival 2013). Sinceramente, tenía mis dudas cuando se me preguntó por mi concierto favorito de 2013. Los aspirantes estaban claros, pero se me presentaba una gran disyuntiva entre los de Kurt Vile & The Violators y Efterklang. Estados Unidos o Dinamarca, rock clásico o experimentación pura. Podría decirse que poco o nada tienen en común estas dos agrupaciones, más allá de haber firmado dos de los mejores álbumes de 2013 y 2012 respectivamente. Y, cuando ya estaba haciendo una lista de pros y contras de cada artista, uno se encuentra con la noticia de que el trío danés estará dando su último concierto como Efterklang el próximo mes: drama.
No queda otra, por tanto, que describir el que sin duda fue el mejor set que pudimos presenciar en el marco del Reeperbahn Festival, en el que si recuerdan estuvimos presentes. Salieron a escena en ese formato sexteto que venían presentando en la interminable gira de su «Piramida» (4AD, 2012) y, simplemente, lo bordaron. Con los daneses no cabe el dicho de ‘o los amas o los odias’: si estás viviendo su show, los amarás desde el momento en que veas aparecer en escena al misterioso Casper y sus secuaces, todos trajeados. Y miren que no puede ser fácil llevar al directo un trabajo con tantas capas y diversos sonidos obtenidos casi al azar como los que aparecen en su último álbum, pero esto es algo que no supone ni el más mínimo problema para unos músicos que clavaron todos y cada uno de sus matices con una facilidad pasmosa.
Resumiendo para ahorrarnos el babeo: una hora y media de concierto que un servidor se pasó con la boca abierta y continuos escalofríos, y que además de recoger su último trabajo al completo incluyeron los momentos más destacados de su carrera. Todo terminó a las nueve de la noche, pero un servidor se quedó con la sensación de que poco más había que ver aquel sábado que fuera a mejorar lo allí vivido… Así que directos al puesto de merchandising y a correr. Genial. [Javier Serrano]
The Knife (Primavera Sound 2013). A determinadas edades, uno ya empieza a pensar que lo ha visto todo en esta vida. Y no es que yo sea Manoel de Oliveira y haya vivido el paso de la locomotora de carbón al desastre de la RENFE de nuestros días pero, si de algo puedo presumir, es de haber visto muchos conciertos. Sobre todo, en festivales. Que ya tengo el culo pelao, vamos. Y ya sabemos todos como funciona esto cuando se trata de macroeventos: una hora y pico (o más bien «y poco») en el caso de los cabezas de cartel, los grandes temazos para que la gente no se enfade (salvo que seas The Cure y te permitas el lujo de cascarte dos horas y media de caras B), una puesta en escena ligerita y poco currada, que luego hay que recoger y se nos vuelve loco el schedule y arreando. Luego el público a hacer unas cervezas, comentar la jugada, al siguiente de la lista y aquí paz y después gloria.
The Knife se dispusieron a dejar nuestro entendimiento del revés en el momento en el que pusieron en circulación «Full of Fire» y amenazaron de forma velada (bueno, no tanto) que la idea de su esperadísimo cuarto disco iba a girar en torno a una idea tan simple como comprometedora: «Shaking the Habitual» (Mute, 2013). Cuando tuvimos el disco en las manos, no supimos qué hacer con él, si llevárselo al Papa Francisco a que lo consagrara o quemarlo no fuera a ser que viniera con un ente demoníaco que te decía cosas marranas si lo reproducías al revés. Con estas, y visto con la perspectiva que nos da el tiempo, era de lerdos esperar que hicieran un show al uso. Que se plantaran allí y nos cantaran «Heartbeats» tan felices y que lo pudiéramos combinar con alcohol y sustancias sin demasiado riesgo para nuestro coco (salvo el que produce quemar neruonas non stop durante tres días seguidos, claro). Ahora lo pienso y lo que hicieron los hermanos Dreiger no fue tan rompedor como nos pensamos al principio, sino que hicieron lo que resultó ser más coherente con su nueva propuesta musical: una actuación donde la farsa, el playback, la interpretación y el juego de espejos ocupó el escenario durante una hora y cuarto.
Aquí ya se profundizó sobre «el efecto The Knife» en el Primavera Sound 2013, y yo poco más puedo aportar a todo lo que muy acertadamente dijo el director de esta web (análisis que personalmente suscribo punto por punto). The Knife consiguieron dejar con el culo torcido a todo bicho viviente que se fue a verlos, a unos nos entusiasmó y a otros les enfadó muchísimo. Con once Primaveras a mis espaldas, sólo puedo decir que lo que hicieron los suecos en el Primavera Sound 2013 fue algo que no había visto en la vida y que seguramente no tendré el gusto de repetir nunca más (por lo menos, con el innegable factor sorpresa del que venía acompañado). Y eso es lo máximo que le puedes pedir a un grupo: que rompa con tus expectativas y que asuma por completo la peligrosa responsabilidad que esto conlleva, es decir, que tus fans entren en el juego con las manos extendidas y los ojos cerrados o que los pierdas para siempre. Con ese concierto, seguro que The Knife perdieron una buena masa de admiradores, pero también consiguió que muchos firmáramos mentalmente con sangre un contrato de admiración vitalicio. Yo fui de los segundos, y desde aquí les doy las gracias por demostrarme que aún se pueden ver cosas inéditas. Incluso en el Primavera Sound. [Estela Cebrián] [FOTO: Toni Rosado]