ATOMS FOR PEACE (Razzmatazz, 17 de abril). Llegados a este punto del año, tengo que admitir que poco puedo añadir a lo que ya dije en su momento (aquí) al respecto del más que tremendo concierto que ofrecieron Atoms for Peace en Barcelona… Recurro a mi propio texto: «En total, fueron en torno a una hora y cuarenta minutos de algo parecido al stream of consciousness que comparten Yorke y Godrich y que tuvo su particular plasmación visual en los fascinantes visuales de Tarik Barri: tres pantallas sobre las cabezas de los dos miembros de Atoms for Peace escupían imágenes de paisajes fractales que se comportaban siguiendo inquietantes patrones orgánicos. Algo que, de hecho, casa a la perfección con la música de los creadores de “Amok” (XL, 2013), quienes se han especializado precisamente en parajes donde la gelidez quirúrgica y matemática siempre se ve desestabilizada por la calidez de la emoción.» Más todavía: «Lo verdaderamente subyugante, sin embargo, fue el hecho de que las canciones nunca se regían por las convenciones internas de la propia composición (como elemento estanco) ni por la estructura general de un concierto al uso… De ahí el entrecomillado mayúsculo del inicio de esta crónica. Como ya he afirmado con anterioridad, lo visto ayer fue lo más parecido a una especie de stream of consciousness: un monólogo interior en el que los “pensamientos” (o “canciones”) no tienen ni principio ni final, sino que se van solapando unos sobre otros y dirigiéndose hacia direcciones a veces imprevisibles, siempre sorprendentes. Algo más parecido a una sesión de dj (incluso en el ánimo de baile generalizado que recorría la sala en forma de sucesivas olas de placer hedonista) pero con la introspección y desnudez que implica estar chapoteando en el material musical propio.»
Todo lo dicho, sin embargo, podría entrar dentro de los parámetros normales de cualquier otro concierto destacado de esta temporada. Lo que hizo único este «concierto» de Atoms for Peace fue que nos ofreció la deliciosa oportunidad de entrecomillar la palabra concierto: no fue una actuación, no fue una sesión, no fue una performance musical, sino que fue algo híbrido, totalmente nuevo y excitante. Fue una velada inolvidable que, de un plumazo, borró el fatuo recuerdo de todos aquellos padres de la electrónica noventera que nos obligaron a preguntarnos si lo que estaba ocurriendo sobre el escenario era una sesión pregrabada o algo fabulado en riguroso directo. En la sala Razzmatazz pudimos ver (pudimos sentir de forma orgánica) cómo estos dos ingenieros del sonido creaban verdaderas catedrales de intrincadas estructuras umbilicales que las unían las unas a las otras.
¿Lo mejor de todo? Que, unos meses después, tuve la oportunidad de presenciar la actuación de Atoms for Peace en Londres en formato banda… Y sigo quedándome con lo que catamos en Barcelona: en el Razz fue una delicia chapotear en el stream of consciousness compartido de Yorke y Godrich mientras que, al verse arropados por otros músicos, la voluntad de epatar con sonido de estadio echaba por tierra ese caracter especial e íntimo que convirtió esta noche en algo más allá de lo inolvidable. [Raül de Tena] [FOTO: Sara Hernández]
Belle And Sebastian (Paredes de Coura 2013). Destacar un concierto de Belle And Sebastian a estas alturas puede sonar muy desfasado, ¿verdad? Pero hay que reconocer que el directo que los escoceses ejecutaron en la pasada edición del festival portugués Paredes de Coura fue de los que conquistan irremediablemente el corazón. Sin disco nuevo que presentar, Stuart Murdoch y familia aprovecharon la inmejorable ocasión (última jornada del certamen, escenario principal, hora de máxima audiencia y espléndida noche de veraniega) para convertir su set en un completo y emotivo repaso a su larga discografía. A medida que avanzaba la actuación, banda y público eran conscientes de que se estaba produciendo un momento muy especial: por un lado, los que se encontraban sobre las tablas mostraban una relajación, una euforia y una coordinación instrumental que se reflejaban en la vitalidad de cada interpretación; y, por otro, los que llenaban hasta la bandera la ladera del espacio natural courense devolvían ese entusiasmo a través de versos cantados y bailes sutiles que refrescaban recuerdos melómanos relacionados con cada canción. De “I’m A Cuckoo” a “Another Sunny Day”; de “I Didn’t See It Coming” a una nostálgica “The Stars Of Track And Field”; o de “To Be Myself Completely” a una bulliciosa “The Boy With The Arab Strap”: todo el repertorio, de principio a fin, fue una auténtica fiesta en la que Belle And Sebastian hicieron honor a su brillante historia pop. [Jose A. Martínez] [FOTO: David Ramírez]