5. EXTRA LIFE / VVAA (Errata Naturae). «Extra Life» se abre con un sentido prólogo escrito por los editores de Errata Naturae en el que explican que el tomo que tienes entre las manos responde a una voluntad básica de llenar un vacío de toda biblioteca en castellano: un vacío que debería estar repleto de ensayos sobre videojuegos. Porque, de un tiempo a esta parte, los videojuegos no sólo han demostrado ser una de las industrias más poderosas del planeta, sino que también han sorprendido como un espacio en el que puede (y debe) florecer el debate en torno a cuestiones que afectan a todo tipo de arte, tal y como la moral o las relaciones sociales. Formado por un compendio de textos surgidos de plumas más que entendidas en el mundillo, «Extra Life» resulta apasionante porque tanto puede hablar de la deria por conseguir récords como, a continuación, ponerse a disertar sobre la ética que debería regir los mundos online en los que los jugadores llegan a tener vidas paralelas. Al final, resulta que los editores de Errata Naturae no sólo triunfan en lo que buscaban… De paso, consiguen marcarse un tomo repleto de reflexiones sobre la vida moderna y sus implicaciones virtuales. ¿O hemos llegado a un punto en el que todo es lo mismo?
4. ISLAS FLOTANTES / Joyce Mansour (Periférica). En la pluma de Joyce se advierte, como no podía ser de otra forma, la influencia que va desde Rimbaudy Baudelaire (y sus respectivos acercamientos a una concepción de la belleza con múltiples grietas) hasta sus propios compañeros surrealistas, desde Breton a Artaud. Pero, a su vez, Mansour consigue en “Islas Flotantes” atrapar el miedo a la enfermedad que, desde la aparición del SIDA y la ascensión del cáncer como gran mal moderno, ha embargado a una sociedad rayana a lo apocaliptico en su pánico ante las pandemias. Más que una novela, esto es una fotografía en la que queda congelada e inmortalizada una mueca grotesca ante la que es imposible no sentirse atraído, seducido. Así que, ¿cómo calculamos la facilidad de una lectura? Si necesitas un argumento como Pulgarcito un camino de migas de pan para poder salir de tu propio libro, Joyce Mansour no es para tí. Pero si, por el contrario, tienes la mente lo suficientemente abierta como para disfrutar la caída libre a través de un paisaje de sugerentes colores y sensuales formas, este es tu libro: no vas a necesitar vaselina para que “Islas Flotantes” te entre. [leer más]
3. EL JARDÍN COLGANTE / Javier Calvo (Seix Barral). España, 1977. El país huele a azufre y a conspiraciones. Un meteorito observa desde una ladera del pueblo de Sallent y mientras el país se tapa la nariz y se prepara para la Transición, en los servicios secretos españoles se monta un chocho que no veas. Un agente secreto con una reprobable afición a los puzles y con menos inteligencia emocional que una cafetera es conminado a preparar una misión especial que acabe con una peligrosa organización de izquierdas. En la organización de izquierdas, por su parte, no se aclaran, aunque sospechan de un camarada que puede ser agente doble. El agente doble hace lo que se espera de él y juega a dos bandas y en la segunda mitad del libro todo se desboca, aparece un arma secreta y acaba montándose uno de los pollos literarios más grandes de la historia dejándote sin saber muy bien qué cojones acabas de leer. Javier Calvo continúa con su trilogía policial y después de “Corona de flores” entregaba esta extraña historia de dobles identidades que sucede en un país (el nuestro) que lleva en decadencia más de cuarenta años.
2. EL RAPTO DE BRITNEY SPEARS / Jean Rolin (Libros del Asteroide). Tras quince años de silencio, Jean Rolin vuelve dispuesto a poner del revés el panorama de la literatura contemporánea por las vias más inesperadas. Mientras que algunos se afanan en que el camino a seguir es la rotura de la forma (o su bastardización hasta el nivel del SMS), Rolin demuestra en «El Rapto de Britney Spears» que no es necesario huir de la forma clásica y el lenguaje culto (o, al menos, gramaticalmente correcto) para capturar la esencia de la postmodernidad. Partiendo de un agente secreto de los servicios franceses de espionaje, un tipo bastante desastroso en lo humano y en lo profesional, la novela pone sobre la mesa la (improbable) posibilidad de que una célula islamista esté preparando el rapto de Britney Spears. Esto acaba siendo una mera excusa para que Rolin coja los códigos de la prensa rosa y los asimile en una coyuntura de literatura elevada tanto en el fondo como en la forma: el protagonista está obsesionado primero con Spears y luego con Lindsay Lohan, lo que implica que «El Rapto de Britney Spears» acabe teniendo exactamente el mismo contenido que el «Cuore«. Y, sin embargo, toda esta boutade acaba resultando ser una herramienta valiosísima para disertar sobre la futilidad de la vida moderna desde un punto de vista misantrópicamente cachondo.
1. MEMPHIS UNDERGROUND / Stewart Home (Alpha Decay). En el prólogo de “Memphis Underground” (publicado en nuestro país por Alpha Decay), Kiko Amatadvierte de la dificultosa tarea que le queda por delante a ese lector que ha elegido encarar un libro que queda fuera de los márgenes de la literatura clásica. Está claro que este aviso para navegantes erráticos sólo consigue una cosa: poner palote a los que saben más o menos de qué va el tema. Y es que Stewart Home es una figura capaz de dejar en bragas a entes presuntamente subversivos en el panorama literario actual: ¿Salman Rushdie? ¡Ríete tú de Salman Rushdie! Y ríete a mandíbula batiente, porque Home no se corta un pelo a la hora de lanzar dardos envenenados contra el autor de “Los Versos Satánicos” y contra toda la cohorte de literatos apoltronados en las formas tradicionales de un medio que murió hace demasiado tiempo y que ahora sólo es posible por la vía de la antiliteratura. No lo digo yo. Lo dice Stewart Home en las páginas de su libro: ”Memphis Underground no es exactamente una novela. He dado a luz a varios textos publicados como novelas que en realidad son otra cosa. Después de Joyce, después deFinnegans Wake, escribir novelas no tiene sentido. La literatura está muerta. La única literatura que me interesa es más antiliteraria que literaria“. Y lo cierto es que la mención continua de conceptos como antiliteratura y neoísmo pueden espantar a cualquiera (de hecho, desde ya declaro que mis conocimientos de este “ismo” son bastante parcos y que esta va a ser una crítica realizada precisamente desde estas limitaciones). Pero aquí va otra advertencia totalmente compatible con la de Amat: no necesitas conocer de antemano los mencionados conceptos teóricos para disfrtuar de “Memphis Underground“. Porque, al fin y al cabo, la destrucción de la literatura de Stewart Home se basa precisamente en chapotear en el medio (o, bueno, en las ruinas del medio) con la sana alegría de un punk rebozándose en las patadas y codazos de un pogo coniertil. Vamos: algo tan primitivo y emocional que está al alcance de cualquiera. [leer más]