5. Zodiac – Zodiac (Vase). Cinco canciones, dieciocho minutos. Después de contactar repetidamente con “Sálvame Indie” para montar un chocho que ni los Janeiro, Jeremy Rose por fin cuelga el teléfono y se sirve de estas canciones y de estos minutos como trampolín para impulsarse con (mucha) fuerza bien lejos de The Weeknd. Lo consigue con creces: “Zodiac” suena a primer escalón hacia una carrera estimulante que, aunque paralela al nuevo R&B, explorará otros horizontes. A todo esto, desde “Sálvame Indie” hemos estado llamando a Tesfaye para preguntarle qué opina del EP de debut de Zodiac… Pero sigue callado como una puta. ¿El que calla, otorga? [leer más]
4. Haim – Forever (Polydor). Haim cayeron sobre la escena (indie… o no) con un temazo del tamaño de «Forever«: es contundente y dulce a la vez, sin necesidad de recurrir a fuegos de artificio en al producción para encontrar el tempo necesario para hacer bailar al respetable como en los viejos tiempos, sin parafernalia electrónica marcando el ritmo. Vamos, como si Fleetwood Mac se hubieran decidido a grabar su disco de baile producido por unos BeeGees que nunca hubiera visto una bola de cristales en su vida (imagen raruna, ¿no?) Pero un temazo no hace un buen EP, dirán muchos. Por eso mismo, las tres hermanas decidieron acompañarlo de otros dos temazos más: «Better Off» deja a las claras que lo de Haim va a tratarse de percusiones sobre piel de vaca y juegos de voces cristalinos y enloquecedores, mientras que «Go Slow» es la prueba de que, si les viene en gana, también harán preciosas baladas para quinceañeras con el chichi baboso. Y todo esto en un EP… Da miedo pensar lo que harán cuando les dé por lanzar su largo de debut.
3. TNGHT – TNGHT (Warp). Parece, al fin y al cabo, que Ross Birchard y Lunice Fermin Pierre I! juegan a llevar hasta el límite tu paciencia como poligonero de alma y espíritu: los detalles y sonidos molestos abundan en “TNGHT“, pero los dos lumbreras consiguen emplearlos con la sabiduría de un cocinero de alto copete que sabe la cantidad milimétrica de especias que ha de añadir a sus platos para que exploten en el paladar. Porque puede que aquel sample mix fuera como los de las mencionadas comedias y horror movies, pero lo más certero es seguir con la metáfora porno: aquel trailer dejó el argumento de esta peli x al descubierto, pero para ver las tetas y los chochos y las pollas lo mejor es disfrutar del film al completo. Y, en este caso, no se vale pasar hasta las corridas finales: esto es una corrida continua. [leer más]
2. Azealia Banks – 1991 (Interscope). El título «1991» hace referencia, como se puede intuir desde la insultante juventud de Azealia, a su año de nacimiento. Pero es inevitable pensar que esta especie de bandera clavada en una línea temporal-musical señala también el espacio-tiempo desde el que provienen las principales influencias estilísticas de la Banks. “212” fue una maravillosa carta de presentación (masiva) que apuntaba al tribal house poligonero mezclado con una depuración callejera y con cero ínfulas de divismo de los presupuestos de Kelis en “Flesh Tone” (Interscope, 2010). Estos géneros de los primeros 90 (y su per-versión de finales de década) se ven completados en este EP por la principal coordenada que parece seguir Azealia como los lemmings que siguen un impulso loquer: el Vogue Ball House neoyorquino. O, lo que es lo mismo: el rollito maricón pensado para que las drags hicieran sus particulares duelos de baile repletos de momentos “strike a pose“. [leer más]
1. Burial – Kindred (Hyperdub). Seamos claros: por mucho que, en sus inicios, desde la prensa nos afanáramos en retratar al dubstep como una roñosa cuchara sónica capaz de recoger las aguas más oscuras del underground urbano londinense (cómo nos mola lo ponzoñoso como sinónimo de genuino), es inevitable entristecerse al ver en lo que se ha convertido, en otro género más al que se le han extirpado las sutilezas y al que se le ha cebado en los órganos más grasos como a un pato para que las masas puedan consumirlo de forma generalizada. Y esto no es una pataleta típica de un crítico que añora cuando el género en cuestión sólo lo conocían cuatro entendidos esnobistas… No, esto es más bien un puteo de tomo y lomo surgido a tenor de recuperar los dos primeros álbums de Burial, “Burial” (Hyperdub, 2006) y “Untrue” (Hyperdub, 2007), con la excusa del lanzamiento de “Kindred” (Hyperdub, 2012), un EP de tan sólo tres canciones (¡pero más de treinta minutos de placer!) con las que el otrora anónimo William Bevan se sacude de los hombros el polvo digital que parecía habérsele acumulado en su anterior lanzamiento, aquel “Street Halo” (Hyperdbud, 2011) que acogimos el año pasado con ansias de pajillero quinceañero y que acabó resultando un poco coitus interruptus cuando llegan tus padres a casa sin avisar: no te pillan, no hay drama, pero te cortan el momento onanista. Entonces, ¿qué pasa cuando has ido acumulando tema sexual ahí? Pues que cuando te dejan solo en casa de nuevo, te desparramas a base de bien. [leer más]