10. Japandroids – Celebration Rock (Polyvinyl). Pocas veces el nombre de un trabajo resultó tan concordante con su contenido. Es como si los de Vancouver quisieran celebrar, himnos hooliganescos mediante, la llegada del éxito en una carrera que si bien hace tres años atrás ya daban casi por perdida, ahora están consolidando como debe hacerse, canción a canción y concierto a concierto. “Celebration Rock” es, sin duda alguna ,uno de los trabajos de lo que va de temporada: una auténtica confirmación de una banda sobre la que recayeron ciertas dudas relacionadas con su capacidad para mantener la forma tras ese magnífico debut… Dudas que Brian Kingy David Prowse se han encargado de disipar de un plumazo, sacudiéndose a golpe de riff de guitarra toda la presión que podían tener encima con un auténtico discazo. [leer más]
9. Tame Impala – Lonerism (Modular). “Lonerism“, segundo largo de Tame Impala, viene a recoger el testigo del sorprendente “Innerspeaker” (Modular, 2010), una suerte de tratado de colorida psicodelia pop que acercaba a los de Perth tanto a los cuatro de Liverpool como a maestros del dream pop americano como pudieran ser Deerhunter. Estas comparaciones, si bien podrían seguir manteniéndose, ahora resultan más difusas, ya que cada vez más todo termina devolviéndonos a ellos mismos… Algo que quizás tenga su origen en el particular y tortuoso proceso productivo de los aussies. Leía recientemente sobre el obsesivo perfeccionismo de Kevin Parker, cabeza pensante y líder de la agrupación australiana, quién al parecer es capaz de modificar y tocar detalles ínfimos de sus composiciones casi hasta el infinito, entrando en una pequeña locura que acaba teniendo influencia en cómo suenan sus cortes: por ejemplo, resulta desafiante intentar descifrar todas las capas de sonido y matices que se pueden esconder en su primer adelanto, “Apocalipse Dreams“. Y es que muy posiblemente sean estos reiterativos retoques los que acaben por disfrazar la propuesta del quinteto. [leer más]
8. Lana del Rey – Bron to Die (Polydor). Si al llegar a la última canción no te has rendido ante “Born to Die“, piensa si es por lo que ofrece o más bien por lo que esperabas encontrar (e incluso si no te has dejado llevar demasiado por todas esas voces que están deseando cagarse en el hype). Al fin y al cabo, por ahora no tenemos las armas suficientes para saber si todo el tinglado montado por Lana del Rey le conducirá hacia un futuro a lo Lindsay Lohano si, por el contrario, la chica acabará revelando que lo suyo no era el botox, sino la música. Y que, por mucho que cueste creerlo, la tipa es más irónica de lo que esperábamos. Canciones le sobran. Y actitud también. ¿Quién sabe si, en un futuro próximo, no consideraremos este primer disco de Lizzy Grant como si John Waters hubiera dirigido un remake de “Mad Men” centrado en Betty Draper, con la rigurosidad estética de “Pecker” pero con el gusto por el mamarrachismo estético de sus primeras muestras de terrorismo cinematográfico? Si así es, estamos ante la primera cúspide del quebranto del sueño americano en el siglo XIX. [leer más]
7. Frank Ocean – Channel Orange (Def Jam). “channel Orange” no es sólo el disco de la salida del armario de Frank Ocean (movimiento que, pese a las reticencias e implicaciones comerciales que pudiera tener, hace que se entiendan mucho mejor algunas letras, algunas ausencias de pronombres, el sentimiento general de desasosiego e incerteza que planea en todo el disco), es también un retablo impresionista de la vida en Los Ángeles: hay prostitutas y clubs horteras (y aquí hay que decir que los diez minutos de “Pyramids” son, sin duda, de los más gratificantes y alucinantes de lo que nos dará el año musical), drogas, religión, sirvientas, piscinas, alcohol y sobre todo fiestas, muchas fiestas (“Bad Rich Kids”, “Sweet Life”…) seguidas, claro, por resacas y todo lo que había subido, bajando (“Lost“, “Forrest Gump“, “Crack Rock“). Pero lo mejor de “channel Orange” es que, a pesar de las implicaciones personales de su autor, de su potencia sentimental, de la emoción que transcurre hasta en esos interludios de canal radiofónico, se puede escuchar perfectamente como un disco de género puro y accesible. [leer más]
6. Bat For Lashes – The Haunted Man (Capitol). Aunque la dejaran desnuda y sin nada, a Bat for Lashes le ha quedado “The Haunted Man“, un disco que, desde su portada, en la que sostiene como Dios la trajo al mundo (y sin depilar) a un tipo sobre sus hombros, está dedicado a todos esos hombres que no saben cuidar de sí mismos y que, en sus torpezas emocionales, barren los corazones y las vidas de las mujeres que tienen que sufrirlos. Esos hombres que cuando dejan el nido vacío y se llevan sus necesidades a otra cama no son conscientes de la soledad y la desolación que dejan tras de sí. Pero si este tipo de experiencias nos deparan discos como este y nos devuelven a los artistas renovados y fortalecidos de esta manera, bueno, egoístamente daremos las gracias porque les pasen cosas así. En el caso de Natasha nos toca a nostros decirle “Thank God you´re alive!” y que haya vuelto para contarlo. [leer más]