20. Miguel – Kaleidoscope Dream (RCA). “Kaleidoscope Dream“ tiene la crudeza lírica que se suele ensalzar en The Weeknd (ojito: uno de sus temazos, “Do You…“, sólo hace que preguntar reiteradamente si te molan las drogas, porque a él sí; y otro de sus hits, “Pussy is Mine“, es un baladón de aquí no te menees en el que Miguel repite una y otra vez “Tell me that the pussy is mine” hasta que incluso yo, que pussy no tengo, tengo que admitir que sí, que incluso mi chochete es totalmente suyo) y también los acabados brillantes de Frank Ocean (por mi parte, me quedo con la guitarra hipnótica de la tremenda “Use Me” y con las brumas melódicas que van envolviendo “Kaleidoscope Dream” mientras una instrumentación orquestal intenta alejarlas con cargas explosivas de luminosidad)… Pero, al fin y al cabo, resulta mucho más macho que ambos sin resultar nunca tan soez, beligerante y amenazante como los hip-hoperos habituales. Será, además, porque Miguel sabe contrarrestar el influjo de los nombres mencionados con otras referencias menos esnobistas… [leer más]
19. Purity Ring – Shrines (Last Gang). Superada la obsesión por el chill wave, el dubstep, el post-dubstep, el witch-house y la electrónica acuosa, la irrupción de Purity Ring parecía, en un primer momento, una pasada de frenada, un aterrizaje a destiempo. Mal pensado: es indudable que, en “Shrines”, Corin Roddick y Megan James toman como puntos de partida cada una de las etiquetas mencionadas, pero las desmenuzan, manipulan y filtran de tal modo que las llevan a un plano expresivo singular y distinguido. En él predominan las bases reptantes, las capas de voces que se superponen y se entrecruzan (elevadas al paroxismo en “Ungirthed”), los arreglos sintéticos de algodón (“Fineshrine”) y de diamante (“Belispeak”) y, en definitiva, una visión futurista y galáctica de la música de género (atención al R&B venusiano de “Obedear”). Este podría ser otro proyecto en el que la figura masculina pone la habilidad musical y la femenina el hipnotismo vocal y lírico, pero Purity Ring trascendieron ese concepto tan sencillo al haber sabido fusionarse ambas partes en un ente único absolutamente armonioso. De ahí que “Shrines” se despliegue como una sinfonía inmaculada e incorruptible creada por un espíritu que vive en paz más allá de nuestro alcance.
18. Twin Shadow – Confess (4AD). Puede que “Confess” vuelva a acertar más en esta segunda parte, en el acercamiento a la ambigüedad, que en la rotundidad masculina del primer trecho (que, sin embargo, deja para el recuerdo unos singles tan apabullantes como “Golden Light“, “Five Seconds” o “You Can Call Me On“). Pero eso no quita que, considerándolo como un todo, como una novela musical, como un disco novelado. la segunda entrega deTwin Shadow hace pensar que la distopia planteada por Arcade Fire en “The Suburbs” no era tal, sino más bien una utopía. Esta es la distopia: aunque ambas visiones están vertebradas por relaciones amorosas, en este caso no hay espacio para la abulia, sino para la rabia, para la acción, para la pelea y la beligerancia. Es como si los niños de “The Suburbs” hubieran crecido y no se aburriesen con las bombas, sino que más bien se buscan los unos a los otros por los bosques para pegarse mamporrazos con tuberías viejas, bajándole los humos a sus contrincantes mientras cantan desde sus motos. [leer más]
17. How To Dress Well – Total Loss (Acephale). el principal acierto (y avance) en el caso de How To Dress Well es que consigue acercar dos caminos que, hasta ahora, discurrían de forma inexplicablemente paralela: mientras que en Europa prima la sensación de que la renovación del R&B está aconteciendo a través de los toques souleros del post-dubstep de gente como James Blake, Jamie Woon, Alunageorge o SBTRKT, en EEUU la referencia R&B resulta mucho más directa en los nombres mencionados en el primer párrafo de esta crítica. “Total Loss” conjuga la digresión de los primeros con la concreción de los segundos (sólo hace falta escuchar otra de las cartas ganadoras del álbum: “Struggle“) y consigue que, en el terreno intermedio, crezca un frondoso bosque de árboles de hojas negras y gigantescas que tapan sabiamente la mayor parte de la luz y dejan espacio para el misterio y el recogimiento. Mucho espacio. Un bosque que, si atendemos a la capacidad visionaria ya demostrada por Krell, será el que habiten muchos otros en los próximos tiempos. Pero, para entonces, es muy probable que How To Dress Well siga corriendo a su puta bola, muy por delante de los demás. [leer más]
16. Grimes – Visions (4AD). “Visions” no apesta porque, básicamente, encanta a aquel indie que ama Britney Spears y a Björk a la vez y convence a todo el personal a golpe de misticismo y mesticismo. Aún a pesar de poseer una zona meridiana en donde el ejercicio se vuelve excesivamente acuático y amenazante con cierta planicie estética en lo que a partición de sonido y matrices se trata (“Symphonia IX (My Wait is U)” o “Be a Body”, por ejemplo), el nuevo álbum de la canadiense es obra maestra, menester y de escucha obligada para todo aquel que no entiende cómo debería ser la evolución del r&b, la música urbana, el dance de radiofórmula y las conexiones que entrelazan la escena indie más oscura con la genética de la música de club, a veces más comercial, a veces más opiácea. Y eso es lo que hace Grimes: embellecer la música urbana. [leer más]