30. Trust – TRST (Arts & Crafts). El disco entero quizá tiene un punto de aburrir de éxito: no todas las canciones tienen la misma pegada y el mismo empaque y, como siempre suele pasar en este tipo de proyectos, las que llaman la atención y te enganchan lo hacen tanto que hacen que percibas el resto como meros interludios o, directamente, te incinten a darle al forward. Pero eso no quita que los highlights del disco sean rotundos hitazos que se pegan al córtex y te obligan a fijarlos en repeat hasta que te sangran las orejas: son intrascendentes, sucios, amateurs y tienen esa inmediatez que solo da el flipe que te otorga la juventud. Dicen que garbanzo negro no hace cocido, pero no cabe duda que detrás de ellos vendrán más que envenenarán muchos calderos. El Sistema Gótico se ha rearmado, ya sabes: o estás con ellos o en su contra. Yo no me lo pensaría mucho. [leer más]
29. Wild Nothing – Nocturne (Captured Tracks). ¿Se han vulgarizado Wild Nothing? No necesariamente, pero quizás “Nocturne” carece de la carga poética que encontrábamos en esa joya impresionista que era el inapelable “Gemini”. Y, aun así, para hacernos dudar hasta de esto, cuelan al final esa mayúscula epopeya pop que es “Rheya”, probablemente el mayor logro lírico del disco, un cierre apabullante a “Nocturne” que hasta el Robert Smith más inspirado se hubiera atrevido a firmar. Se trata, en definitiva, de un disco disfrutabilísimo que quizás sirva para ganar adeptos y ampliar audiencias, pero que adolece una cierta pérdida del calado emocional que chorreaba “Gemini”. Aun así, desde esta bendita casa estamos bastante seguros que la hipsteria más melancólica, esa horda de bigotudos tristones que sueña con merendar cada tarde un batido de white russian en Momofuku Milk Bar, acabará gastando los surcos de “Nocturne”. [leer más]
28. Jens Lekman – I Know What Love Isn’t (Secretly Canadian). La mayor sorpresa llega cuando Jens lleva la depuración al máximo: “I Want a Pair of Cowboy Boots” reduce su esqueleto a una guitarra de campamento (con unos microméticos apuntes de cuerda), mientras que “Every Little Hair Knows Your Name” se desdobla para quedarse en piano abriendo el disco y en una guitarra cerrándolo. En ambos casos, la belleza del ejercicio desgarra el alma: en sus casi diez años de carrera, esta es la vez que se percibe más desnudo a Lekman. Habituado a utilizar el humor y la ironía como escudo a la hora de batallar en los páramos comunes del amor postmoderno y urbanita, en estas canciones parece que el artista desactiva las alarmas y nos muestra parte de unas entrañas que intuíamos, pero que nunca nos había mostrado directamente. La visión es, como no podía ser de otra forma, preciosa. Humana y preciosa. Como cuando eres pequeño y tu padre deja de ser tu superhéroe… pero pasa a ser una persona humana y preciosa. De hecho, es su humanidad lo que le hace más bello todavía. Aunque eso es una cosa que no aprendemos hasta que pasan muchos años. [leer más]
27. Spiritualized – Sweet Heart Sweet Light (Domino). “Sweet Heart Sweet Light” certifica que Jason Pierce consiguió ese objetivo en gran medida. Registrado a caballo entre Gales, Los Ángeles y Reykjavik, su enigmática y esquemática portada (que no guarda relación evidente con el título) no da ninguna pista clara sobre su contenido, aunque parece incitar a descubrir el tesoro que se encuentra en su interior. A nivel formal,Pierce no abandona el sonido tomado de estilos radicales (el jazz, el soul, el garage, el rock y la psicodelia), tradicionales (el góspel) y de nombres emblemáticos (The Velvet Underground, Phil Spector), a los que añade la luminosidad (aparentemente perdida) derivada de The Beach Boys. La inicial y ya conocida “Hey Jane” (de simbolismo velvetiano innegable) representa la sublimación de ese crisol estético (en ella se cruzan y se alimentan entre sí todas las referencias comentadas a lo largo de casi nueve minutos que se engullen con una facilidad pasmosa). [leer más]
26. Tamaryn – Tender New Signs (Mexican Summer). Si ustedes han escuchado antes a Tamaryn, saben que de lo que estamos hablando aquí: shoegaze (o skygaze, que dicen también, para diferenciarse de aquellos jovenzuelos finiseculares que metían un ruido precioso sin apartar la vista de sus zapatos; los chicos de ahora, sin embargo, miran al cielo mientras rasgan sus guitarras… Ya ven cómo es la cosa). En “Tender New Signs” vuelven a aparecer los mismos elementos que vertebraban su debut, aquel “The Waves” (Mexican Summer, 2010) editado hace dos años con ese sello de absoluta garantía que es Mexican Summer. En este nuevo álbum, van a seguir encontrando melodías desconsoladamente bellas, guitarras distorsionadas puntualmente hasta la extenuación, bases rítmicas monolíticas y una voz que planea por las canciones como un somniloquio, como una concatenación de sutras oscuros y húmedos. Y, aun así, todo aquí suena más pulido, más depurado. Mejor. [leer más]