5. Grizzly Bear – Shields (Warp). En esta obra, el cuarteto de Brooklyn suena algo más crudo, más orgánico, y quizás no entregan un tema tan redondo, tan notoriamente mágico -y lo lamentamos- como era “Two Weeks”. Supongo que, en realidad, tampoco lo han buscado. “Shields” parece mostrar en esencia la intención de abrirse camino por si solo, sin zambullirse en los juegos vocales más barrocos que adornaban puntualmente “Veckatimest”, pero sin perder la complejidad en sus composiciones. Así, abren con “Sleeping Ute”, que arranca con formidables ramalazos rockeros pero guarda su mejor momento en esa coda rebosante de lírica (“and those countless empty days made me dizzy when I woke…”; llama la atención cómo recuerda a Antony). [leer más]
4. Kendrick Lamar – Good Kid, m.a.a.d. City (Aftermath). El disco se abre con casi una confesión invertida, donde el rezo precede al relato del pecado. Una oración cristiana sirve de intro al tema que abre “GKMC”, “Sherane A.K.A Master Splinter’s daughter”, donde después Lamar nos mete de lleno en toda la movida del asunto: una breve historia de citas, obsesión y problemas que acaba con la bronca telefónica de sus padres en el skit final. Podemos ya afirmar que gran parte del álbum va a tener ese efecto en el oyente: imbuirnos en el pasado reciente del joven protagonista y ver cómo la inocencia de un chaval puede verse afectada por el contexto global que lo envuelve, en este caso la ciudad que le vio crecer (Compton, California). Ese es, según palabras del propio autor, el objetivo o planteamiento de este trabajo. Así que objetivo cumplido. No en vano, ya en la misma portada advertimos un mensaje que no parece estar ahí por casualidad: “A short film by Kendrick Lamar”. La concepción del álbum parece por tanto haber sido premeditadamente cinematográfica. [leer más]
3. The xx – Coexist (XL). Lo más curioso del caso “Coexist” es que no admite mayor esnobismo ni intelectualización. No es un disco complejo porque, básicamente, no juega a la complejidad. Más bien, por el contrario, su simplicidad de formas, su minimalismo estructural, se engarza a la perfección a las emociones que retrata: por complicado que lo queramos hacer, el amor es lo que es. El amor da para muchos libros, pero la mejor literatura es la que lo encara frontalmente, sin adornos, sin barroquismos ni arabescos, reducido a su mínima expresión. Porque esa expresión mínima es, al fin y al cabo, la que entendemos todos. Todos somos capaces de epatar con un tema tan desarmante como el sublime “Angels” que abre el álbum. Todos somos capaces de emocionarnos con las cadencias de esa “Sunset” en la que las guitarras adquieren una nueva dimensión de profundidad (de forma muy similar a la practicada por Beach House, una banda con la que The xx mantienen más parecidos de los que podrían sospecharse a primer vistazo). Todos somos capaces de dejarnos llevar por la repetición mántrica de “Chained“. Porque, al fin y al cabo, la música de The xx es tan directa que es susceptible de acabar siendo carnaza de quinceañeras. [leer más]
2. Alt-J – An Awesome Wave (Infectious). La jugada puede salirles cara a alt-j: como sucedió con Everything Everything(compañeros de generación que hicieron por el brit-pop hace un par de temporadas lo que alt-j viene a hacer ahora con el nu-folk), la excesiva complejidad de la propuesta puede alejar a los musicólogos más accidentales. Y más teniendo en cuenta que, a todo lo dicho, hay que sumar unas altas dosis de culteranismo: “Matilda“, por ejemplo, cita directamente una escena de “Leon. El Profesional” de Luc Besson, mientras que parte de las letras de “Breezeblocks” surgen directamente de la pluma (prestada) deMaurice Sendak. Así que, entre ciencia concreta y alta cultura, cualquiera podría pensar que lo de alt-j es demasiado complicado para que acabe medrando entre las masas… Sin embargo, desde hace unos meses, ∆ es algo más que todo lo dicho en el primer párrafo de esta crítica: es el símbolo convocado por las manos de muchos de los fans que acuden en tropel a disfrutar de esta banda en directo. Es un gesto que puede que nunca se haga masivo, pero que desde ya es santo y seña de identidad y reconocimiento entre una comunidad de entendidos. Porque, al fin y al cabo, alt-j han firmado en “An Awesome Wave” la mejor banda sonora para cualquier secta. [leer más]
1. Beach House – Bloom (SubPop). Por mucho que se empeñen en hermanar “Teen Dream” y “Bloom“, en considerarlos continuistas (que también), es necesario dejar al descubierto sus más que evidentes diferencias. Porque está claro que ambos beben de las mismas fuentes y referencias (shoegaze, dreampop, liquid synth, Cocteau Twinsversionados por Slowdive, Low producidos por Richard Hawley), pero lo interesante es que Beach House parecen advertirnos de las diferencias entre los dos trababjos ya desde ambs portadas: “Teen Dream” presentaba un patrón plano de zebra, mientras que lo de “Bloom” puede tomarse como las luces de un techo negro vistas en perspectiva. 2D vs 3D. De esta forma, Legrand y Scally no sólo han conseguido concretar sus composiciones trascendiendo la belleza de un disco global para conseguir que cada una de las piezas implosione dentro de ellas mismas. No sólo han salido victoriosos a la hora de conjugar concreción y digresión para separar sus canciones con muros de agua que conservan la privacidad sin sacrificar el conjunto. No sólo han pasado de las playas a las cascadas… Sino que, sobre todo, han conseguido pasar de las dos a las tres dimensiones sin necesidad de gafas aparatosas: su única herramienta es abrirte las orejas y, como Benning en sus “13 Lakes“, arraigar en quien escucha un dulce sentido del espacio emocional con una profundidad emocional que asusta… Bienvenidos a las “11 Cataratas Emocionales” de Beach House en su edición tridimensional. [leer más]