10. «Arponera», Arponera. Benditas sorpresas sigue dando el subsuelo barcelonés… por mucho que los barceloneses estemos empeñados en que la Ciudad Condals se nos está muriendo poco a poco. La próxima vez que alguien te diga algo así, bien puedes chaparle la boca con “Arponera“, el mini-álbum de debut de la banda de mismo nombre que aterriza entre nosotros en puñetera caída libre: sin cables de seguridad que les unan a otra referencias (estas tres chicas vienen autoeditadas) o a otras bandas más allá del hecho de que ha sido grabado con ayuda de Aleix Clavera (Extraperlo) y producción de Cristian Pallejà (Nisei). De hecho, ellas mismas afirman que, mientras grababan las canciones de “Arponera“, nunca hablaban de otras bandas, sino de conceptos más atávicos como sonar como brujas tocando los tambores en medio del bosque. Y a eso suena el mini-álbum de Arponera: a colección de cuentos perversos recopilados para asustar a los niños y para estremecer a los adultos.
9. «Plus Ultra» (Jabalina), Pumuky. Tara, motor, hembra. En apariencia, tres palabras que no tienen un significado común si se observan por separado, pero que cuando se relacionan bautizan a una de las bombas musicales nacionales más profundas y devastadoras de lo que va de año en cuanto a contenido y mensaje emocional: “Tara Motor Hembra”, el último trabajo de Nudozurdo. Que salga a colación para hablar de Pumuky y su “Plus Ultra” no es una concesión gratuita, ya que el tercer disco de los canarios posee todas las papeletas para compartir con el citado álbum de los madrileños el honorífico título de obra pop-rock española más conmovedora, turbadora y sensible, que retrata con precisión quirúrgica los miedos, odios y lamentos interiores del ser humano cuando se da de bruces con la crueldad de la vida en general y de la ruleta rusa del amor en particular. Por ello, Pumuky están en disposición de ser el otro guardián legítimo que custodie junto a Nudozurdo la llave que abre el cofre teóricamente indestructible donde cada individuo aloja los pasajes personales que fue y va enviando al infierno.
8. «Fuerteventura» (Sony BMG), Russian Red. 2011 era el año en el que tocaba cargarse a Russian Red… Y, pese a todo, ha sido del todo imposible. Porque, más allá de polémicas políticas absurdas, Lourdes Hernández ha callado bocas de la forma más rotunda: por lo bajo, marcándose un discazo con una producción pluscuamperfecta y una ristra de canciones capaces de embaucar al Mr. Scrooge más radical. Así que ahora toca la resistencia. Que digan lo que quieran. Si dicen que «Fuerteventura» es música para pijas, les diremos que todos tenemos alma de pijas. Si dicen que es música para la gente que no escucha música española, les enseñaremos nuestros iPods. Si dicen que suena excesivamente yanki, diremos que, a base de tenacidad y esfuerzo, Lourdes ha conseguido que su segundo disco suene cada vez más de aquí. Cada vez más Russian Red.
7. «Odio París» (El Genio Equivocado), Odio París. A la hora de abordar su debut en largo de estos barceloneses, el homónimo “Odio París”, se recomienda abandonar cualquier tipo de ejercicio de recreación histórico-musical y dejarse llevar por sus crujientes guitarras, sus teclados bombásticos, sus melodías certeras y, sobre todo, su mensaje. Tomando como leitmotiv principal el desengaño y el desencanto, las palabras que salen de las bocas de Víctor y Óscar se impregnan de cierta ingenuidad e inocencia (al igual que sucedía con el indie patrio primigenio en los albores de los 90) hasta afianzarse como un tratado integral sobre el resentimiento y la rabia poco vengativa pero vehemente de todos modos. (sigue leyendo)
6. «Soundtrack for a Winter’s Tale» (Subterfuge), The Bright. La pareja que forman Miryam Gutiérrez y Aníbal Sánchez no es para nada nueva en este mundillo, pues ambos vienen de proyectos previos en otras bandas. De cualquier forma, no fue hasta el año pasado que empezamos a oír de ellos cuando Subterfuge les publicó su EP homónimo de debut, “The Bright” (Subterfuge, 2010): cuatro preciosas canciones que dejaban entrever por dónde irían los tiros para un futuro, un futuro que se ha convertido en presente. El resultado final no podía resultar más convincente, y la sensación general es que han cumplido con las expectativas creadas con su EP hace unos cuantos meses. No hay temor posible al afirmar que las han cumplido porque han conseguido trasladar la magia que contenían sus primeras canciones a un trabajo sólido, más completo y variado, formado por once piezas además de una interpretación de “Cowgirl in the Sand” de su adorado Neil Young, dato que puede ayudar a los más despistados a situarse dentro de la música que esta pareja propone. (sigue leyendo)