15. «Father, Son, Holy Ghost» (True Panther), Girls. El comienzo de “Father, Son, Holy Ghost” vuelve a engañar y a confundir, ya que la efervescencia de “Honey Bunny”, la luminosidad de “Alex” y las guitarras afiladas (en un remedo rockero setentero demasiado pesado) de “Die” parecen enlazar directamente con la efusividad de “Album”, estableciendo un puente invisible entre ambos discos. Un espejismo al comprobar cómo, más adelante, se encuentran los fantasmas de Roy Orbison o Buddy Holly flotando lenta y dulcemente sobre el armazón clásico de “Magic”, “Saying I Love You” y “Lovelife”. Estas dos últimas piezas acotan el tramo central del LP, fase reflexiva de gran profundidad que define en gran medida su significado y ambientación. En este tramo, Owens desnuda todos aquellos temores personales e inseguridades que antes cubría, en un acto de disimulo, de melodías alegres y resplandecientes y los encaja en baladas de diverso tono. (sigue leyendo)
14. «The English Riviera» (Warner), Metronomy. “The English Riviera“ hace gala de un ludismo erótico-festivo con el que Metronomy se alejan de modernismos y de experimentaciones. Esos son otros caminos conectados a la carretera costera la banda ha decidido abordar en este tercer largo. Y precisamente eso es lo más interesante del álbum: que no aniquila al resto de pistas de un Scalextric privado que Mount seguro que seguirá explorando. Como todo buen ejercicio de hedonismo, “The English Riviera” tiene pinta de paréntesis. Un paréntesis veraniego y soleado dentro del que habitan sirenas electrónicas, lunas reflejadas en mares que se mueven a golpe de bajo gordo, olas sintéticas que bañan la costa con sus ritmos suavecitos pero incesantes, sexo lúbricado con la vaselina de unos ritmos pélvicos y playas de arenas removidas por las hadas buenas del País del Pop Perfecto. Al fin y al cabo, ¿no acaban siendo precisamente los paréntesis lo más memorable de nuestra existencia? (sigue leyendo)
13. «Suck It And See» (Domino), Arctic Monkeys. “Suck it and See” es un paso más hacia adelante en el particular proceso de desaprendizaje que estos chicos están llevando a cabo con bastante éxito. No hay apenas rastro aquí de los acelerados y directos temas de sus dos primeros trabajos, como tampoco hay tantas concesiones a ese rock machacón y de ritmo cadente al que les arrastró Homme hace dos años. Y es que las doce canciones aquí contenidas, si bien tomando prestados elementos de sus tres anteriores entregas, se mueven con una facilidad pasmosa entre una serie de referencias sesenteras que añaden algo más de variedad a la paleta sonora del cuarteto, lo cual se traduce en un mayor protagonismo para Alex Turner, quien despliega una interpretación brillante gracias a los nuevos matices que ha adquirido su voz, permitiéndole entonar acertadamente ya no sólo los temas más -digamos, de corte más clásico, como la ya mencionada “Brick by Brick” o la genial “Don’t Sit Down Cause I´ve Moved Your Chair”-, sino también salir airoso de situaciones más difíciles como “Piledriver Waltz” o “Love is a Laserquest”. (sigue leyendo)
12. «C’mon» (Sub Pop), Low. “Something’s Turning Over“, con esos coros soleados que recuerda a un Brian Wilson en los momentos en los que se debatía entre la alegría y la melancolía, hacen pensar que, por mucho que hayamos asistido a una tranquila odisea a través de un mar hinóspito, la familia Sparhawk Parker acaba el viaje en un coche cantando y celebrando con sus hijos la mejor lección que podrán enseñar nunca unos padres. Una lección que Low llevan enseñándonos desde hace casi dos décadas: que la oscuridad, el apocalipsis y la opacidad emocional son imprescindibles para saborear la luz, para festejar la vida y para desbloquear los sentimientos. Que una pareja que ha conseguido juntar las piezas de cristal rotas en los baches siempre será más fuerte y durable que las relaciones de sonrisas de plástico y papel cuché. (sigue leyendo)
11. «Femme Fatale» (Sony BMG), Britney Spears. “Femme Fatale” es la culminación de esta metamorfosis definitiva, la Biblia del Polígono, el manifiesto del extrarradio. Sin coartadas ni disimulos. Lo que ha hecho la Spears en esta ocasión ha sido recuperar el espíritu “Blackout“, ponerse el mundo por montera por fin, dejarse de hostias y cambiar la sal yodada por la sal gorda. Y el resultado es su disco más trallero, más directo y sí, sincero: esto es lo que soy, una garrula que os quiere hacer sudar. Por eso en “Femme Fatale” la palabra dancefloor se convierte en un mantra permanente; por eso sus canciones suenan a intermezzo perfecto entre bolo y bolo del Sónar (noche), para tronar a lo bestia en los autos de choque; por eso todo en el huele a Fiesta Mayor, a desfase y a sesso. Y tiene su coña que la rubia centre el cien por cien de sus canciones en el ligoteo / folleteo / rollos de una noche / amistades peligrosas que auguran grandes parties y peores resacas cuando, pese a su notable recuperación física, está a años luz de los momentos en los que invitaba a meterle de todo menos miedo. (sigue leyendo)