Nuestro punto y final con las listas de lo mejor de 2011 llega con el recuento más extenso: los mejores discos internacionales del año. Un esfuerzo titánico es el que se requiere no sólo para tomarle el pulso a doce meses de musicón non stop: la verdadera labor colosal es ponernos de acuerdo todos los redactores de FPM. Por suerte, hemos de decir que ha habido unanimidad absoluta con nuestro número 1: el único álbum votado por absolutamente todos los colaboradores de la web. El resto, ya es otro cantar. De todo para todos… Y, si no está en nuestra lista, no es que nos hayamos olvidado, no. Es que no nos parece tan bueno. Y eso es así.
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50. «Biophilia» (One Little Indian), Björk. Cuando todo el mundo mira hacia lo cósmico, Björk vuelve a dar un paso hacia adelante y mira más allá: hacia lo universal y lo cosmogónico. Que no es lo mismo. La islandesa siempre ha hecho gala de una capacidad innata para ir un paso por delante, y aunque «Biophilia» está claro que no supone una revolución del tamaño de «Homogenic«, sí que es el mayor puntal de calidad de la artista desde el lejano «Vespertine«: una colección de canciones irregulares que suenan menos a música y cada vez más a banda sonora documental para entender los misterios de lo que rodea al ser humano. Y si no pasa a la historia como álbum, está claro que «Biophilia» sí que pasará a la historia como revolución a la hora de «vender» un disco rodeándola de toda una parafernalia online que incluye aplicaciones para iPhone, conciertos, documentales. Respeto y pleitesía para Björk.
49. «You Are All I See» (Vagrant), Active Child. Los extremos tienen la culpa de que no hayamos sabido valorar nunca los matices, los detalles, las zonas intermedias. El centro. Ahí es donde Patrick James Grossi ha decidido ubicarse desde hace un par de años: detrás de un alias, el de Active Child, que además de coronarlo como un cerebelo inquieto y poco aturdido por el ruido, ha generado expectación casi sin saberlo. La diferencia entre su pop de habitación y el del resto quizá resida en la técnica: Grossi prefiere rellenar los huecos con milimétrica presión, excavar hoyos extra y embaucarse en un sinfín de subatmósferas que lo convierten en un erudito de la magia del pop digital, pop radical, retrófilo y, a la vez, moderno. La banda sonora de una película imaginaria que, por favor, esperamos que haga alguien. Ya. (sigue leyendo)
48. «Go Tell The Fire Mountain» (PIAS), WU LYF. World Unite Lucifer Youth Foundation es el mensaje que se esconde tras las siglas de una de las revelaciones de la temporada en las islas británicas. Cuatro chavales provenientes de la siempre musicalmente activa ciudad de Manchester en los que la crítica, intrigada, puso sus ojos desde un primer momento debido principalmente a la poca información que los propios miembros de esta misteriosa (satánica nos parece excesivo) formación se encargaban de filtrar. Su debut, «Go Tell The Fire Mountain«, suena como lo harían unos primerizos Foals o unos Explosions in the Sky juguetones con el añadido de unas partes vocales que cierto es, resultan indescifrables, ‘mérito’ de Roberts. Nos encontramos ante un disco curioso y atrevido que, contrariamiente a la sensación inicial de caducidad que nos trasmitía, ha aguantado bien el tirón desde su publicación en verano y cuya principal virtud reside en el innovador sonido del que hace gala… Algo cada vez más difícil de conseguir hoy día.
47. «What Did You Expect From The Vaccines?» (Sony), The Vaccines. sólo el tiempo dirá si de verdad The Vaccines se convierten en algo más que la última promesa llamada a dominar el pop-rock anglosajón en un futuro próximo y si disponen de las suficientes armas para evitar ser devorados por el síndrome The Strokes (aquel que tiene que ver con el hype y sus nefastas consecuencias). Al menos, por el momento lograron superar en varios metros el listón que antes habían dejado colocado medianías del estilo de The View. Eso facilitará las cosas cuando deban justificar que, aunque se les meta en el mismo saco que los hermanos ficticios de apellido ramoniano, los cuatro chicos de Liverpool con flequillo y trajes de talle estrecho y los monos árticos, The Vaccines son, simplemente, ellos mismos. (sigue leyendo)
46. «Coastal Grooves» (Domino), Blood Orange. “Coastal Grooves“ es un disco que hace gala de una intensidad emocional apagada y melancólica, de esa tragedia sorda y cansada tan típica de los travestís a últimas horas de la noche intentando llegar a un público que no les hace ni puto caso. Sólo que, en el caso del debut de Blood Orange, es inevitable prestar atención a las múltiples excelencias del que debería ser el mejor chute posible para todos aquellos que tienen el mono de Twin Shadow y están esperando la continuación de “Forget” (Terrible, 2010) como el yonkarra que espera la visita del camello. Al fin y al cabo, todo es cuestión de matices: lo que allá era ambigua elegancia pansexual, aquí cae suavemente hacia el lado del afeminamiento de aquel pop ochentero enganchado a un orientalismo de postal turista que va desde Alphaville hasta Empire of the Sun (rebajando mucho el rollo dancero pero manteniendo esa capacidad de hacer que el oyente piense, sin necesidad de ver nada, que el que canta delante del micro va vestido como un travesti de Las Palmas). (sigue leyendo)