10. «Un profeta» (Jacques Audiard). Es imposible no rendirse ante esas “visiones” que acompañan al protagonista desde su primer asesinato (el fantasma de un cadáver que nunca deja de sangrar, que a veces está en llamas y otras veces baila como un derviche en trance), con esa forma de tratar la violencia a través de una depuración a medio camino entre la sequedad de Haneke y el esteticismo de la escuela oriental (el asesinato inicial – pecado original; el tiroteo dentro del coche con el protagonista cubriéndose con los cadáveres que él mismo ha sembrado), el ritmo impecable (en el que no sobra ni una escena ni un diálogo), las actuaciones arrebatadoras o ese humor que, aunque pudiera parecer improbable en un film de estas características, acaba filtrándose en los recovecos menos esperados (ese final tronchante en el que el “profeta” se descubre llevando una doble vida)… Dejad que lo repita: “Un Profeta” no se agota. (leer más)
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9. «Un Hombre Soltero» (Tom Ford). Podríamos detenernos para alavar las magníficas composiciones de la mayor parte de actores, aunque lo que verdaderamente merece párrafos y párrafos es la dirección, como en guante de seda forjado en hierro, del debutante Tom Ford. Puede que su carrera como diseñador de moda aleje a muchos de su primer film, pero lo cierto es que “Un Hombre Soltero” atesora un mimo en la dirección inaudito en muchas óperas primas: no sólo se intuye que Ford ha dado mil vueltas a la hora de planificar cada plano y cada escena hasta dar con la opción deseada, sino que, en general, la película resulta ser un festín estético que consigue aprovechar el ímpetu del riesgo para transformarlo en refinada elegancia (esas alteraciones del color que van parejas a lo que está sintiendo el propio protagonista). Puede que todo lo dicho siga siendo aplicable sólo en el caso de que nuestro amigo en común te caiga bien… Pero preferiría pensar que, aunque pienses que es una loca redomada, eso no te impida apreciar sus virtudes. (leer más)
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8. «Scott Pilgrim Contra El Mundo» (Edgar Wright). Es esta la primera pelicula de Wright que no se basa en una idea propia (como sí ocurría en sus anteriores films, coescritos junto a Simon Pegg), sino que toma como base el material escrito en formato de novela gráfica por Bryan Lee O’Malley que, desde el año 2004, ha dado vida a lo largo de seis tomos. Son muchas las virtudes de su adaptación al celuloide, empezando por la acertada recreación de todo el universo colorista ya planteado en el cómic, que aquí Wright explora utilizando todos los recursos que tiene a su alcance para deformar totalmente la narrativa cinematográfica convencional, haciendo que su película sea una experiencia única y totalmente merecedora de ser visionada en la mejor sala de cine que uno tenga a su alcance. El salto hacia Hollywood le ha permitido al director poder contar con un presupuesto mucho más elevado que en sus anteriores trabajos, haciendo que aquí se pueda permitir todo tipo de lujos y caprichos.
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7. «Un Hombre Serio» (Ethan & Joel Coen). ¿Es «A Serious Man» la mejor película de los Coen? ”Wala” dirán los fans de «Fargo«. “Cómo te pasas”, pensarán los fanáticos de «Muerte Entre Las Flores«. “¡Hereje!” me escupirán los frikis de «El Gran Leboswky«. Sea como sea, y aunque es una duda que me asiste desde que la ví, «A Serious Man» demuestra que los Coen no sólo siguen en forma, sino que son dos autores con mucho que decir y que, después de una intensa carrera y una frondosa filmografía, todavía pueden hacerlo de forma noqueante. La película judía de los Coen nos golpeaba en el estómago con una revisión del mito de Job (en la figura del desgraciado Larry Gopnik, un inconmensurable Michael Stuhlbarg) en medio de una comunidad judía en los años setenta. Adulterio, celos, injusticias, dudas, moralidad y ética se dan la mano en una historia simple en apariencia que con los dilemas que plantea teje una madeja de dudas en el espectador capaces de poner a prueba los principios y creencias del más pintado. La ironía y la distancia con las que está tratada esta triste historia sobre religión, filosofía, y vida en sí misma solo sirve para añadirle una profundidad que no se acaba ni en uno ni en dos visionados. Masterpieza, que decimos por aquí.
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6. «Canino» (Giorgos Lanthimos). “Canino” es una película falsamente simple que puede ser degustada como una comedia familiar pero que atesora en su interior, a forma de bomba de relojería con mecanismo de retardo, una reflexión socio-política (no tan compleja pero tremendamente efectiva) sobre la educación. Lanthimos rueda sin miedo a la luz y los espacios abiertos, a los días pletóricos y el césped refrescante… Lo oscuro llega por la vía de la psique, por las situaciones inquietantes que se filtran en la trama como truenos en el horizonte hasta que es demasiado tarde y te ha pillado el chaparrón. La trama se disecciona con una claridad cristalina, articulando diferentes niveles de lectura que funcionan en forma de epidermis: la superficia oculta una segunda piel que huele a podrido pero que es imposible intuir a primer vistazo. (leer más)