10. Deerhunter, «Halcyon Digest» (4AD / PopStock!). Bradford Cox dio, finalmente, con la fórmula mágica. Sólo era cuestión de tiempo que su hiperactividad creativa explotase en un disco pluscuamperfecto y arrollador. No es difícil imaginárselo encerrado en su laboratorio sonoro, cual doctor chalado, ante sus retorcidos tubos de ensayo, sus vasos comunicantes y otros artilugios extraños, dibujando con la mirada el recorrido de un líquido de color indescriptible pero brillante, cegador, cuya última gota resultante vendría a ser este álbum. “Halcyon Digest” supura emoción, personalidad, clasicismo y modernidad, todo ello conjuntado en un respetuoso homenaje al pasado anclado firmemente en el presente. Esa dualidad define igualmente la forma en que Cox reescribe sus sentimientos más privados y los encaja en la obra cumbre de su banda principal. (leer más)
9. Caribou, «Swim» (Merge / Nuevos Medios). Coincidiendo con el lanzamiento de «Swim«, Dan Snaith afirmaba que su intención pasaba por alejarse de la música de baile metálica que percute en los clubs habituales para dirigirse hacia una nueva dance music acuática. A eso suena este disco: a nadar en unas aguas melódicas con un movimiento rítmico que lleva tu cabeza por encima y por debajo del agua en ráfagas periódicas y calculadísimas, inundando tus oídos de líquido y cegando tus ojos con un salitre que escuece como una borrachera de esas que pillas casi sin darte cuenta. Con «Swim«, Caribou consiguen que una palabra tan erosionada por la crítica musical como «orgánico» adquiera un nuevo significado por la vía de lo mutable, lo proteíco y lo líquido… Por fin el baile de los robots noctívagos puede ser un acto de inteligencia sonora y no de motivación química.
8. Sufjan Stevens, «The Age of Adz» (Asthmatic Kitty / PopStock!). Los que decidan realizar este viaje musical a pie, acabarán contemplando la belleza del conjunto. Los que prefieran sobrevolar el paisaje, puede que acaben pensando que la visita al valle central de «The Age of Adz» es prescindible… Sea como sea, el baño de Sufjan Stevens en las inquietantes aguas de la imaginería de Royal Robertson (un gurú esquizoide de Louisiana que se auto-ungió como profeta y que, además de realizar la ilustración utilizada para la portada del álbum, se empeñó en crear toda una imaginería de extraterrestres y apocalipsis) se salda con un álbum deliciosamente megalómano y excesivo que nos hace pensar que ya no tiene sentido seguir hablando de folktrónica… Bienvenidos al advenimiento del electrofolk. Con todos sus matices definidos en un único disco. (leer más)
7. Twin Shadow, «Forget» (Terrible / PopStock!). En la voz de Lewis Jr. resuenan ecos de aquellos frontmen que supieron cabalgar sobre el lomo indomable del histrionismo ochentero para acabar controlándolo por la vía de la melancolía: parece que en la garganta de Twin Shadow se trencen de forma cálida las cuerdas vocales de Bryan Ferry y Paddy McAloon. Además, el álbum oscila entre dos puntos paralelos separados sólo por la bolsa de aire existente entre el espacio de esta década en forma de péndulo. Es imposible no percibir la presencia saludablemente espectral de la opereta glamourosa y aterciopelada de Roxy Music, la nocturnidad vestida de frac de ABC y el pop sensual y sinuoso de Prefab Sprout. Y, por otra parte, es ineviable perseguir trazos de la media noche sintética de aquellas bandas que, como The Blue Nile, prefirieron explorar el lado oscuro del synth. (leer más)
6. Beach House, «Teen Dream» (Sub Pop / Nuevos Medios). Desde el tema de apertura, “Teen Dream” culebrea oídos abajo para materializarse como un paso de gigante en la evolución de una banda que nunca se mostró tímida, precisamente, a la hora de buscar su sonido. Con su tercer álbum, Victoria Legrand (sobrinísima de Michel Legrand) y Alex Scally han encontrado su lugar en la actual escena musical. Y lo han encontrado sin necesidad de imitar a nadie, dinamitando la posibilidad de la crítica de tender lazos hacia compañeros de escena. En todo caso, a partir de ahora surgirán imitadores que mimetizen las brumas sonoras de la banda y su capacidad para firmar canciones preñadas de una emocionalidad lánguida bañada con los tonos rojizos y apagados de un atardecer de otoño en la costa. (leer más)