25. ceo, «White Magic» (Modular). Subido a los lomos de su particular y brillante dragón melódico, Eric Berglund explora una dimensión en la que la felicidad es una máxima factible y anhelable, pero (casi) nunca algo que se materialice en términos de realidad. E incluso cuando las canciones te propelen al baile, está claro que ceo quiere poner ritmo en tus pies con la misma urgencia con la que invoca lágrimas en tus ojos. Como ejemplo, sólo hay que tomar la endiablada dualidad del single “Come With Me”: mientras que la superficie se glasea como azúcar blanco para bailarines nostálgicos de última hora de la noche, en el fondo late la pulsión de un sampler que no deja de repetir “aquí me muero”. Sí, “White Magic” es un disco en el que muchos estaríamos dispuestos a morir. Porque en él la felicidad sonora está al alcance de la mano… pero en perpetua huída. (leer más)
24. The Drums, «Album» (Moshi Moshi / Nuevos Medios). ¿Sería adecuado de buenas a primeras usar el término “discazo”? No, no hay que dejarse llevar por una euforia impostada. Pero claro que hay motivos para la alegría. Lo más natural es pensar que toda la explosión mediática surgida en torno a The Drums debería apagarse por un largo tiempo. Su disco ya es una realidad, y no hay que darle más vueltas. Además, si vuelve a salir a la luz ese temido anglicismo que empieza por hache y acaba en e, quizás comience a actuar el gafe que lleva a cuestas (lo llamaremos el síndrome The Strokes). Es mejor recurrir a otra palabra que revolotea bajo múltiples formas (a ella, a él, a los amigos…) sobre todo el minutaje de este álbum: una que empieza por a, acaba en erre y tiene una eme y una o en medio. My heart goes boom. (leer más)
23. Gonjasufi, «A Sufi and a Killer» (Warp / PIAS Spain). Desde el título de su debut, Gonjasufi ya advierte que lo suyo son las dualidades aniquiladoras: ¿es que este recién llegado pretende trenzar el misticismo atávico de los sufis y el torbellino destroyer de todo buen killer? ¿Quién ha tenido los huevos de poner aquí la palabra «pretende«? Gonjasufi lo consigue, facturando un álbum que te zarandea, te eleva a alturas en las que el aire se respira mejor y a continuación te arrastra por suelos repletos de polvo y barro que se te acaba acumulando en los pulmones. «A Sufi and a Killer» es probablemente lo más interesante que le haya pasado al mundo de la electrónica en una órbita diferente (aunque no tan alejada) a la de la última revolución perpetrada por Flying Lotus. Él intenta hacernos creer que quiere ser un sufi… pero con su debut confirma que es puro killah.
22. Silver Columns, «Yes and Dance» (Moshi Moshi / Nuevos Medios). A puro cielo suenan algunas asociaciones improbables que se intuyen en Silver Columns: a The Soft Pink True aplicando electroshocks de diversión en los tristes testículos de Hot Chip, a la escudería DFA viajando en el tiempo para producir a The Communards, a disco de retorno de New Order producido por Digitalism, a Delphic mezclándose sobre el escenario con Erasure… Si estas sumas te suenan bien, prepara tus oídos para cómo suena el resultado, porque “Yes and Dance” es un delicioso decálogo de electro dance ochentero en el que caben himnos de primera hora de la noche, subidones lisérgicos de las 4 de la madrugada, canciones de apareamiento para la generación noctámbula y temas para llamar al optimismo en el coche mientras arrastras tu derrota de vuelta a casa. (leer más)
21. Jónsi, «Go» (XL / PopStock!). En la huída hacia delante de Jónsi Birginsson hay hits de pop luminoso como el primer single “Go Do“, experimentación electrónica jamás pensada en su anterior andadura como “Animal Arithmetic” y nanas melancólicas como “Boy Lilikoy“. Pero Jónsi sigue siendo Jónsi y la vida en Sigur Rós fue larga: aunque predominan las canciones de mañanas exultantes, en “Go” también hay momentos para la digresión mística y la melancolía empañada y romántica. “Tornado” (qué bonito “You grew like a tornado, you kill me from the inside”) y “Sinking Friendships” pasarán por ser dos de las canciones más bonitas que sonaron en este 2010. Todas canciones suspendidas en el tiempo, en un cielo abierto y sin nubes y regadas por la brisa marina y el salitre. (leer más)