Etnia Barcelona nos invitó a la inauguración de su flagship store… Y no podemos engañaros: fue el eventazo del año. Aquí os lo explicamos TO-DO.
El día 20 de abril estaba señalado con letras de oro en el calendario eventista de Barcelona. Al fin y al cabo, ¿cuántas veces tenemos la oportunidad de asistir a la apertura en la Ciudad Condal de todo un edificio totalmente remodelado para albergar el intríngulis al completo de una marca de moda cuyo ADN está fuertemente trenzado con el imaginario de estas mismas calles? No sé vosotros, pero yo tengo pocas oportunidades como esta. Y, sobre todo, pocas veces me invitan a un evento de forma tan lujosa: hace unas semanas recibí un pequeño fardo de cartoncitos en cuyo interior había una preciosa baldosa pintada a mano (y numerada: la mía es la baldosa número 73 de un exclusivísimo total de 300).
Esa era la invitación a la apertura de la nueva flagship store de Etnia Barcelona. Y, evidentemente, era una invitación que no podía pasar por alto… Sobre todo porque, tal y como intuía que ocurriría, este fue uno de esos eventazos en los que estaba ABSOLUTAMENTE TODO EL MUNDO (o, por lo menos, todo el mundo que tenía que estar). Para que os hagáis una idea: la idea del evento era subir planta por planta para ver todos los espacios hasta llegar al grand finale de la terraza, pero juro y perjuro que, hora y cuarto después de haber cruzado la puerta de entrada, todavía estaba en la primera planta. Es es el nivel de encuentros, paradas, abrazos, besos, risas, «cuánto hacía que no nos veíamos» y todo ese tipo de micro-eventos personales que acaban construyendo un eventazo global legendario.
Luego vuelvo a lo social, porque en verdad lo que hay que explicar aquí y ahora es cómo es el nuevo edificio de Etnia Barcelona situado en el número 1-3 de la calle Espaseria, justo al ladito de la Basílica de Santa Maria del Mar. Y, aunque podría resumirlo todo diciendo que es una jodida pasada, voy a intentar hacerle justicia de forma un poco más extensa. Eso sí, lo que no os puedo decir exactamente es cuántas plantas tiene porque, en cuanto las copas de vino empezaron a hacer efecto, perdí la cuenta. Y lo mismo le pasó a todo el mundo, porque dependiendo con quién hablaras resulta que el edificio tenía cinco, seis, siete o incluso creo que alguien llegó a decir que ocho plantas. Así que ni idea. (Ahora que lo pienso, tiene delito lo mío… Hubo un momento en el que no dejaban pasar a nadie hacia la terraza por las escaleras porque estaba llena, así que nos intentamos colar usando el ascensor y nos pasamos diez minutos de planta en planta -vítores cuando subíamos, buuuuuus cuando bajábamos, vítores cuando volvíamos a subir- hasta llegar por fin a la terraza. ¿No hubiera sido un momento maravilloso para contar cuántas plantas había exactamente?)
Lo que está claro es que este es el edificio de ensueño para cualquier marca en general, pero en específico para una firma como Etnia Barcelona, consagrada a la producción de gafas (tanto de sol como de visión) en las que va trenzada la identidad de la propia Ciudad Condal. La planta de calle y la primera planta son de acceso al público, reservándose la superior a una venta más personalizada. Y, de ahí para arriba, hay varios showrooms y otras locuras hasta llegar a la joya de la corona: una terraza realmente alucinante a la sombrita de una de las torres de Santa María del Mar que pide a gritos un verano de eventazos al aire libre.
Un total de 800 m² cuya reforma ha corrido a cargo del siempre infalible (y reconocible) estudio de Lázaro Rosa Violant y que ha sido dirigida por el arquitecto Jordi Tió. Aquí, por cierto, es donde todas las piezas encajan (literalmente): ¿recordáis la baldosa de mi invitación? Pues es una de las muchas que aportan un toque de artesanía catalana a un edificio donde priman las maderas y la obra vista respetando la construcción original. Una pequeña gran delicia que, sinceramente, a veces costaba observar de cerca en el evento de ayer 20 de abril debido a que la cantidad de gente que abarrotaba todas y cada una de las plantas del edificio de Etnia Barcelona era realmente escandalosa.
Pero «escandalosa» bien, ahí toda la gente guapa bien apretujadita y cancaneando y, por qué no, también postureando un poquito. Porque, tal y como ya he dicho más arriba, en la apertura de esta flagship store estaba todo el mundo: estaban las blogueras y las celebrities que puedes rastrear en las fotos de la galería al final de este artículo, pero también estaba toda esa gente que realmente te alegras de ver y con la que fue una auténtica delicia compartir la maravillosa comida y bebida a cargo del Xemei. En serio, tendríais que haber visto la mesa gigantesca en una de las plantas a rebosar de quesos y embutidos, por no contar las botellas de una selección de vinos naturales que corrían continuamente de un lado para el otro y la terracita en la que no faltaron gambas de Palamós y ostras, por mencionar solo dos de los manjares que allá catamos.
También hubo musicón en directo a cargo de Tversky. Y prometo que se me va a quedar grabado en la memoria algo que me pilló totalmente por sorpresa: entrar en una de las plantas por total casualidad, viniendo de una charla tranquila en el piso inferior, y toparme con todo el mundo bailando del revés a los sones puramente rítmicos de El Guincho. ¿Qué hacer? Pues, chiqui, unirte y bailar y perrear y dejar que la noche se vaya escurriendo hasta que, mientras tomas el airecito en la terraza, la gente a tu alrededor empieza a susurrar «ya están cerradas todas las plantas», «no queda nadie» o «somos los últimos»… Y decides irte directamente por la puerta de atrás (porque la puerta delantera está cerrada). Ya sabes lo que dicen: en las fiestas tienes que ser el último en llegar, pero también el último en marcharte. ¿O no era así la cosa? [Más información en la web de Etnia Barcelona]