Si la biografía de Eternal Summers no reflejase que el grupo procede de la ciudad norteamericana de Roanoke (Viriginia), cualquiera podría pensar que su origen estaría en Coventry o, simplemente, Londres. Y no elegimos estos dos enclaves ingleses por capricho, ya que, sin necesidad de afinar demasiado el oído, vienen a la cabeza ecos de, respectivamente, The Primitives y (los siempre reivindicables) Lush. Ambas referencias acotan con claridad el radio de acción del trío compuesto por Nicole Yun (voz y guitarra), Daniel Cundiff (batería) y Jonathan Woods (bajo; se unió al, en sus comienzos, dúo, por las deficiencias de sonido que habían detectado sus fundadores) dentro de la vasta galaxia que tiene como sol la etiqueta C86 y como planetas a todas las bandas que desde los 80 hasta hoy fueron orbitando a su alrededor, sobre todo las de filiación británica. De ahí que, en último término, no resulte extraño decir de Eternal Summers lo mismo que en su día se afirmó de compatriotas suyos como The Pains Of Being At Heart, The Drums o los más nuevos de la clase, Big Troubles: que surgieron en el país equivocado y, quizá, en la época incorrecta.
Aunque lo relacionado con las coordenadas temporales erróneas ya no tiene mucho sentido dado el constante revival en que se introdujo el twee-pop en cada década posterior a su nacimiento y comprobado el empeño de parte de las jóvenes generaciones en perpetuarlo con inteligencia y pasión. Eternal Summers pertenecerían a ese colectivo, a pesar de que sus primeras demos y maquetas (recogidas en la compilación “The Dawn Of Eternal Summers” -Kanine, 2012-) no permitían asegurarlo al moverse entre varias aguas estilísticas. Lo que sí se daba por hecho era que su lideresa, Yun, se pirraba por rasgar con velocidad las cuerdas de su guitarra para dibujar cenefas eléctricas finas y bien cosidas entre sí. Gusto que potenció en su debut oficial en largo, “Silver” (Kanine, 2010), que, a la vez, acercaba al grupo a las sombras del after-punk. Sin embargo, aun siendo un digno LP, le faltaba punch y mayor cuerpo. Esas carencias fueron las que obligaron a Yun y Cundiff a buscar una tercera pata en la que apoyarse y adquirir fuerza: la entrada de Woods solucionó el problema.
La pegada de la configuración estructurada en tres elementos de los renovados Eternal Summers se aprecia desde el arranque de su sophomore, “Correct Behavior” (Kanine, 2012), envuelto en un sonido más compacto y cuajado, que favorece tanto a los punteos guitarreros como a la voz de Yun y engarza en un bloque macizo twee, dream e indie pop y post-punk (administrado en pequeñas dosis). Y justo aquí volvemos a las referencias antes mencionadas: The Primitives y Lush. De los primeros, los de Virginia aplican su clásica luminosidad bubblegum (“You Kill”, “I Love You”); y de los segundos, su capacidad por convertir una canción de tres minutos en un arma de agitación sonora (“Wonder”, “Disappear”) o en una nebulosa indefinida y etérea indicada para dejar que mente, corazón y espíritu leviten (“It’s Easy”, “Good As You”).
Pero Eternal Summers y su “Correct Behavior” no precisan constantes juegos comparativos para legitimar, de algún modo, su valía autónoma. Para demostrarlo no se conforman con seguir una única dirección, sino que, empezando en su habitual pop de regaliz (“Millions”) giran bien hacia una carretera repleta de claroscuros (“Girls In The City”, aupada por la cavernosa aportación vocal de Cundiff), hacia un camino pedregoso (“Heaven And Hell”, en la que Yun, siguiendo el contraste del título, añade o resta peso, según convenga, al voltaje de su guitarra) o hacia una angosta pero cálida senda (conducidos por los ritmos programados lo-fi de “Summerset”) al final de la cual encuentran, oh sí, el gran destino de su música, el mismo que les da nombre: los veranos eternos, desde los que Yun y compañía parecen querer observar la vida sin que nada ni nadie se atreva a sacarlos de ahí. Su pop burbujeante, de tradicional aroma brit y ejecución limpia les otorga todo el derecho a ello; y a nosotros, los mortales obstinados en azuzar todavía más las brasas del calor estival, se nos aparece cual balón de aire fresco para sobrellevarlo. Como dijimos aquí hace un año por estas fechas: si están de vacaciones, aprovéchenlo… y disfrútenlas por todo lo alto.