¿Tienes mono de fútbol después del mundial? Pues necesitas ver enterita esta lista con las 10 mejores películas futboleras de la historia del cine…
Un conocido narrador televisivo español de verbo hiperbólico y sangre de color blanco suele decir en sus retransmisiones que un partido de fútbol es la vida en noventa minutos. Del mismo modo, sobre el cine se puede afirmar que una película condensa también en noventa minutos muchas de las cosas que nos ocurren en la vida. Así que, siguiendo esta relación lógica, se debería concluir que entre el balompié -más allá de su condición meramente deportiva- y el cine existe una vinculación como vías de canalización de emociones y situaciones vividas en múltiples momentos de la existencia de un ser humano.
Sin embargo, esta conexión entre dos de los principales elementos del entretenimiento masivo cultivado desde los inicios del siglo XX es frágil. La retroalimentación entre fútbol y cine ha sido relativamente prolífica, pero de ella han salido muchos ejemplos de cuestionable calidad. Sobre todo, porque hay que partir de la base de que resulta muy complicado reproducir según los códigos fílmicos las dinámicas características de las fases culminantes de un partido de fútbol, que se definen por la habilidad y la velocidad naturales de los jugadores, difíciles de imitar; la épica que genera la contienda, que queda descafeinada cuando se intenta recrear de manera forzada; y la sensación de imprevisibilidad, que ningún guión es capaz de imaginarse en toda su extensión dada la inverosimilitud de algunos lances que suceden dentro del estadio. En este caso, la ficción queda superada ampliamente por la realidad.
Debido a estas circunstancias, todas aquellas mentes creativas que se embarcaron en la arriesgada aventura de narrar una historia futbolística a través del objetivo cinematográfico decidieron dar un rodeo al terreno de juego y contar qué acontece a su alrededor más que en su interior. Es decir: han utilizado el fútbol como contexto de un argumento o pretexto para desgranar un relato sin tener que mostrar el balón sobre el césped necesariamente. Y, cuando la pelota aparece, lo hace de una manera discontinua, rebotando entre los tres vértices que marcan el desarrollo de este deporte: la sencillez, por sus raíces como distracción de las clases populares; la universalidad, porque se practica en cualquier rincón y calle del planeta; y la poesía, por las estampas inolvidables que ha ido dejando con el paso de las décadas.
Hace cuatro años, en pleno Campeonato del Mundo de Brasil, repasamos el nexo establecido entre música y fútbol. Ahora, una vez superadas las emociones vividas durante el Mundial de Rusia, nos sentamos en la butaca y revisamos nuestras diez películas futboleras favoritas (ordenadas por orden cronológico).
EVASIÓN O VICTORIA (John Huston, 1981). Esta es la película más recordada del cine balompédico. Todo lo que la rodea desprende un aroma mítico: los actores principales son Michael Caine, Sylvester Stallone (curioso verlo como portero torpe después del éxito arrollador de “Rocky”) y Max Von Sydow; entre los futbolistas participantes aparecen estrellas reales como Pelé, los ingleses Bobby Moore y Mike Summerbee, el argentino Osvaldo Ardiles, el polaco Kazimierz Deyna o el belga Paul Van Himst; la batuta en la dirección la lleva John Huston; y su historia se inspira en el mítico Partido de la Muerte, disputado en plena Segunda Guerra Mundial y en el que un equipo de jugadores ucranianos se enfrentó a una representación del III Reich bajo amenaza de ejecución si vencía a su oponente nazi. Con tan deslumbrantes ingredientes se confeccionó esta relectura de “La Gran Evasión” con un balón de por medio. Antes de que Maradona se transformara en barrilete cósmico en el Mundial de México ’86 y llegaran a España las imposibles jugadas de “Oliver y Benji”, muchos niños intentaban emular la gran chilena de Pelé en la secuencia más emocionante de un film legendario.
ULTRÀ (Ricky Tognazzi, 1991). El Mundial de Italia ’90 fue el caldo de cultivo ideal para que los aficionados más radicales siguieran haciendo de las suyas en los estadios del país transalpino en una época en que los ultras, sobre todo los hooligans y los tiffosi (la tragedia de Heysel en 1985 aún seguía muy presente), pasaban por su momento de apogeo. Poco tiempo después, Ricky Tognazzi escudriñó las entrañas de uno de aquellos grupos de fanáticos a través de la ficticia Brigata Veleno, compuesta por hinchas de la Roma y encabezada por Príncipe, que sale de la cárcel tras cumplir dos años de condena y descubre que su novia lo dejó por su colega Red y que este tomó el control de la brigada. Bajo esta atmósfera de traición y tensión se desarrolla una trama centrada en el inminente choque entre la Roma y la Juventus y sus respectivas aficiones, muy habituales y cargadas de violencia en los 80 y 90, aunque en la actualidad continúan produciéndose.
[/nextpage][nextpage title=»De 1996 a 2006″ ]LA CAMIONETA (Stephen Frears, 1996). Stephen Frears cerró con “La Camioneta” la denominada Trilogía de Barrytown del escritor dublinés Roddy Doyle, completada por las novelas “The Commitments” y “Café Irlandés”. Como en sus respectivas adaptaciones cinematográficas, en esta tercera película corre pura sangre irlandesa: vuelve a aparecer Colm Meany como protagonista y la selección de fútbol del país funciona como hilo conductor del argumento durante su debut en un Mundial, en Italia ’90. Su inesperada actuación -alcanzó los cuartos de final- ayuda a que Bimbo Reeves y su amigo Larry saquen adelante su puesto de venta ambulante de comida, aunque la actitud de la esposa de Bimbo y otras dificultades complican la viabilidad del negocio e incluso de su propia amistad. Como buena película anglo-irlandesa, y a pesar de su aire de comedia, no falta el trasfondo social construido en torno a las vidas de los dos hombres que no se creen cómo con cada partido de Irlanda los aficionados devoran más y más fish and chips.
WHEN SATURDAY COMES (Maria Giese, 1996). Los sábados son los días en los que tradicionalmente se disputan los encuentros de la liga inglesa. Por eso uno de los magazines futboleros más emblemáticos de las islas, con más de treinta años de historia, se llama When Saturday Comes. Y de ahí que el título de este film (no así su traducción al español, con el poco original “Camino a la Gloria”) que supura espíritu british por sus cuatro costados sea idéntico. Tiene toda la lógica: narra las vivencias de Jimmy Muir (Sean Bean, que por una vez no acaba ‘muerto’ a lo largo del metraje), empleado de una fábrica que pasa de jugar partidillos en un torneo local amateur a tener la opción de enrolarse en el Sheffield United, uno de los clubes más importantes y antiguos de Inglaterra. El problema es que el talento de Jimmy con el balón se diluye entre alcohol, falta de disciplina y arrogancia, obstáculos que reaparecen cuando se le presenta la oportunidad de ser futbolista profesional. Todo esto puede sonar al típico relato de superación personal que acaba teniendo final feliz… o no.
FUERA DE JUEGO (David Evans, 1997). Antes de que retratara las dificultades de aceptar el tránsito a la madurez entre canciones pop, disco de vinilo y listas de filias y fobias en “Alta Fidelidad”, Nick Hornby volcó su otra pasión, el fútbol, en la autobiografía “Fever Pitch”. Bueno, no el fútbol en general, sino el Arsenal en particular. En su versión fílmica, su álter ego (encarnado por Colin Firth) vive obsesionado con las vicisitudes del equipo de su vida, que en el momento que recrea (la temporada 1988-1989) se jugaba la liga con el Liverpool, rival directo contra el que tenía que enfrentarse y al que debía ganar por dos goles de diferencia en la última jornada del torneo y, además, fuera de casa para ser campeón. Más emocionante, imposible. Y, en medio de tanto frenesí futbolero, aparecían los asuntos del querer, que en teoría son incompatibles con los goles, por mucho que estos sean amores. Pero, con un poco de compresión, pueden mezclarse sin problema.
CAMINO HACIA LA GLORIA (Michael Corrente, 2002). Pequeña localidad de la costa de Escocia tiene un modesto club de fútbol, el Kilnockie FC, adquirido por un inversor estadounidense (Michael Keaton, conectado con el balompié español por su parecido físico con el entrenador Joaquín Caparrós) que sueña grandes cosas para el club (traslado a Dublín incluido) pese a sus discrepancias con el veterano entrenador del equipo (Robert Duvall). De fondo, se escucha la banda sonora firmada por Mark Knopfler. Sí, esta parece una reinterpretación del film de culto ochentero “Local Hero”, aunque los paralelismos se difuminan en cuanto entra en escena Jackie McQuillan, fichado a golpe de talonario como ex-estrella de la liga escocesa vistiendo la camiseta del Celtic. Lo curioso del caso es que ese papel recae en Ally McCoist, en la vida real mito de su acérrimo rival de Glasgow, el Rangers. Su relación personal con el entrenador, su vinculación sentimental con la hija de este y su tendencia a la fiesta y al conflicto impregnan una historia en la que el ascenso meteórico del Kilnockie es una alegoría del triunfo de la humildad y la tradición frente a la voracidad capitalista del fútbol moderno.
[/nextpage][nextpage title=»De 2006 a la actualidad» ]EL CAMINO DE SAN DIEGO (Carlos Sorín, 2006). El dios Diego Armando Maradona es venerado con exagerada devoción en el espacio que va de Nápoles a Buenos Aires, pasando por Pozo Azul, en la provincia de Misiones, pueblo del noreste de Argentina donde Tati Benítez rinde pleitesía a su ídolo sin quitarse su manchada y roída camiseta de la Albiceleste con el 10 a la espalda. Tal es su admiración por el Pelusa que ve su cara en una raíz de un árbol que talla hasta conseguir su propio tótem. Este es el elemento central de una road movie en la que se combinan el fervor futbolístico y los problemas sociales de la Argentina de 2004, cuando se creía que Maradona iba a caer definitivamente por culpa de su corazón y sus adicciones. El singular modo en que se vivió y zanjó aquella noticia que tuvo al pueblo argentino en vilo contrasta con el inocente empeño de Tati por iniciar un largo viaje a Buenos Aires y entregar al propio Diego su peculiar estatua. Los feligreses de la religión maradoniana saben que cualquier milagro futbolero puede hacerse realidad.
BUSCANDO A ERIC (Ken Loach, 2009). De genio de la lámpara sobre el terreno de juego a ángel de la guarda que sólo puede ver y oír un cartero de Manchester agobiado por una existencia calamitosa. Eric Cantoná estaba predestinado a convertirse en actor (al igual que el inglés Vinnie Jones) sin dejar que el brillo de su estrella se apagara una vez colgadas las botas. Y ese halo cuasi divino luce en todo su esplendor de la mano de Ken Loach, que aplica a su acostumbrado realismo social una pátina de realismo mágico por obra y gracia del crack francés, que aparece y desaparece para aconsejar y apoyar a su protegido y, a la vez, transmitir su particular visión de la vida. Para que luego digan que hay que dejar de adorar a un ídolo futbolístico a partir de cierta edad, sobre todo si todavía se conserva su póster a tamaño natural pegado en la pared. Si es el de Cantoná no es necesario dar ninguna explicación, faltaría más…
THE DAMNED UNITED (Tom Hooper, 2009). El Leeds United fue uno de los mejores clubes de Inglaterra en los 60 y 70 gracias a la labor de Don Revie, técnico rígido y severo para el cual el fin -es decir, la victoria- justificaba los medios. De hecho, aquel equipo recibió el apodo de Dirty Leeds… Su némesis era Brian Clough, carismático, irónico y polémico entrenador del Derby County que no dudaba en atacar a su enemigo en los banquillos siempre que tenía ocasión. Por tanto, sólo a él se le podía ocurrir aceptar el encargo, tiempo después, de llevar las riendas del Leeds United, cuyo vestuario lo odiaba. El antes, durante y después de este surrealista capítulo impensable hoy en día (como si Mourinho acabase al frente del FC Barcelona) quedó plasmado en “The Damned Utd”, vibrante novela de David Peace considerada una de las grandes joyas de la literatura deportiva. Y su traslación a imágenes está a la altura, al capturar fielmente lo sucedido durante los rocambolescos 44 días de Clough en Leeds, su relación con su asistente Peter Taylor y su interminable enemistad con Revie.
DIAMANTES NEGROS (Miguel Alcantud, 2013). La tradición fílmico-futbolera en España abarca un amplio arco temporal que va desde los 50 con películas protagonizadas por Alfredo Di Stéfano y Ladislao Kubala y los 70 con “Las Ibéricas F.C.” hasta los 90 y los 2000 con comedias costumbristas como “Matías Juez de Línea”, “El Penalti más Largo del Mundo” o “Días de Fútbol”. Es decir, que la materia balompédica en nuestro país se ha abordado, en líneas generales, con un tono ligero. Hasta que se trató una de las lacras del fútbol actual: el tráfico de jóvenes africanos a los que se les vende el sueño de ser futbolistas profesionales en Europa para finalmente ser engañados como parte de un negocio del que no se habla tanto como se debería en los medios. “Diamantes Negros” refleja este problema con crudeza, un profundo fondo emocional (salpicado de amistad, miedos, decepciones, racismo…) y la suficiente objetividad para que se abran los ojos y se despierten conciencias.
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