Los conceptos de rizoma y de ADN suelen utilizarse en muchas críticas musicales como fardada a veces justificadas, a veces no. Pero en el caso de löpez, ambos conceptos están más que justificados: este es el proyecto en el que Carlos López y su madre Gloria Bernabéu juegan a desmenuzar la cadena de ADN de ambos para constituir un nuevo rizoma que va mucho más allá de lo musical. El proceso es catárquico y dulce: Carlos lleva años grabando a Gloria recitando textos y tocando el piano (de hecho, su madre aprendió a tocar este instrumento en los 50 e incluso hizo sus pinitos en el mundo e la actuación y en la radio). Tampoco es que López sea un recién llegado: su unión con Nando Quesada también es conocida bajo el nombre Corazón, dúo que ha conseguido escarbar un hueco privilegiado en el imaginario emocional de los amantes del pop a base de escarbar una propuesta muy cercana a la canción melódica. Mucho de lo que adoramos de Corazón también está presente en löpez: una aproximación a la música a través de una dulzura que siempre contiene en su interior pliegues en los que encontrar sorpresas. Sorpresas y sombras.
Carlos López ha optado por la autofinanciación y la autoedición para la publicación de «Obra Apócrifa«, un vinilo que gira con la misma cadencia fascinante con la que observaríamos el ADN de madre e hijo si lo tuviéramos delante. En total, son once canciones (divididas) en dos caras en las que hay espacio para el spoken word, para la raigambre castiza, para el pop electrónico e incluso para remezclas de Single y Lince. Algo así como Laurie Anderson formando un súper grupo con Vainica Doble. Emoción pura y dura sin una sombra de pesadumbre o gravedad (de hecho, si algo prima en «Obra Apócrifa» es el humor y la naturalidad). ¿Se puede subir la apuesta? Se puede. El vinilo vienen en una preciosa y limitada edición en la que la portada y la copntraportada son obra de Alfredo Rodríguez (que ha utilizado la técnica de la cianotipia), mientras que en el interior puede encontrarse un díptico en el que el ilustrador Jose Manuel Hortelano Pi lleva a madre e hijo a ese terreno que tan bien se le da en el que la personalidad de los retratados se puede rastrear en los signos gráficos que les acompañan.
Por mucho que Carlos López afirme que este es un disco de debut y póstumo a la vez, es inevitable pensar que esto es sólo el principio de una historia. Una historia que, como la propia cadena de ADN, puede mutar, retorcerse y extenderse hasta el infinito. Por ahora, aquí te dejamos «Obra Apócrifa» para que lo escuches en primicia…