El nuevo EP de Triángulo de Amor Bizarro, «El Gatopardo», es su trabajo más político hasta la fecha… Y de eso (y muchas otras cosas más) hablamos en esta entrevista.
En “El Gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa se lee la siguiente frase: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Pocas sentencias se han utilizado los últimos tiempos con mayor frecuencia para definir determinadas situaciones que hemos sufrido desde que comenzó el prolongado período de crisis en el que estamos inmersos. Pero, por mucho que este pensamiento haya derivado en una idea manida, no ha perdido ni un ápice de vigencia.
Por desgracia, los personajes que manejan los hilos del poder son perfectamente conscientes de que no hay nada más efectivo que alentar una falsa transformación para que las protestas se aplaquen y parezca que el escenario varía por fuera, cuando en realidad se mantiene inalterable por dentro. Dada la presente coyuntura, Triángulo de Amor Bizarro han tomado como inspiración la célebre máxima lampedusiana y la han aprovechado para alimentar el discurso de su nuevo trabajo, de título diáfano: el EP “El Gatopardo” (Mushroom Pillow, 2018).
En sus anteriores discos, Rodrigo Caamaño, Isa Cea, Rafa Mallo y Zippo ya habían deslizado su visión sobre la realidad decadente que nos rodea, aunque en “El Gatopardo” la expresan con total claridad. Lo hacen, además, recurriendo al lado oscuro de la historia de España, que resumen en cuatro capítulos convertidos en canciones disparadas contra los males atávicos de este santo país: la religión, la monarquía, la política y la economía. El propio grupo describió en su momento este EP como “una colección de canciones de escarnio y maldecir a través de distintos episodios de nuestra historia, una celebración del cambio y del colapso de la civilización, una fiesta del fin del mundo sintetizada en cuatro canciones antitodo en la que usamos y destruimos la leyenda para contar nuestra verdad”. Nada más que añadir, señoría.
“El Gatopardo”, al mismo tiempo, ha servido para que Triángulo de Amor Bizarro, aprovechando las virtudes del formato corto, renovaran la estructura de su sonido noise-rock, aunque sin perder su potente marca estilística. En este caso, cambiar algunas cosas para que nada cambiara ha tenido mucho sentido y ha demostrado que la banda gallega enfoca cada movimiento discográfico hacia una permanente evolución. Y sólo con cuatro canciones… Para que luego digan que un EP no es suficiente para dar varias zancadas hacia adelante ni un motivo de sobra para salir a la carretera y lucirlo en directo con energía.
Justamente, tras actuar en Granada y no poder hacerlo debido a la lluvia en el festival Meridianocero de San Fernando (Cádiz), conversamos con Rodrigo sobre la concepción de “El Gatopardo”, el pasado y el futuro de Triángulo de Amor Bizarro y la conflictiva atmósfera que se respira actualmente en nuestro país antes de que el grupo continúe presentando el EP después de un descanso de casi cuatro meses, quizá la mayor cantidad de tiempo que ha estado sin tocar desde hace años.
Tenéis una agenda bastante agitada de aquí en adelante. Es decir, que publicar un EP puede dar para mucho… Los EPs se suelen asociar con canciones de los discos que se te quedan en el armario y vas sacando. Pero en “El Gatopardo” todo es material nuevo, y para nosotros es un lanzamiento muy importante. Ha sido donde hemos tenido la mente puesta durante los últimos meses.
“El Gatopardo” vio la luz dos años después de “Salve Discordia”. ¿Llegó como resultado de haber aprovechado la gran inercia que habíais adquirido con el álbum? Realmente no fue por la inercia de “Salve Discordia”. Más bien, el trabajo consistió en hacer cosas nuevas con respecto al ciclo que seguimos habitualmente: estamos dos años girando y pensamos ideas nuevas para el siguiente disco, intentando que no tengan nada que ver con lo inmediatamente anterior. De hecho, ahora estamos empezando con el próximo trabajo y vamos a intentar separarnos de “El Gatopardo”, de igual modo que el EP se distancia de “Salve Discordia” y este del álbum anterior. El proceso se basó en hacer material nuevo como las otras veces, pero nos apetecía también hacer un cambio de ritmo, ya que la gira de “Salve Discordia” acabó entre noviembre y diciembre. No queríamos meternos otra vez en la rutina de estar un año en el estudio para grabar un disco largo y después pasar otros dos de gira.
El EP nos permitió sacar un disco muy pronto en función del tiempo que invertimos en componer las canciones. Por decirlo de algún modo, se elaboró en tiempo real. No sé si “El Gatopardo” será para nosotros un punto de partida o de final, porque no tenemos claro qué va a ser lo siguiente que hagamos. Pero sí que es un añadido a toda nuestra música y, así como en el próximo disco habrá cosas distintas a las de “El Gatopardo”, sí que habrá otras que continuemos, tanto la forma de escribir como la manera de sonar. Probablemente, lo fusionemos con toda la ruidera de discos anteriores. Después de publicar un EP tan seco, con tan pocos efectos, seguro que volverá a apetecernos regresar a la destrucción con todo lo aprendido en este trabajo sobre música y composición.
Para su producción contasteis otra vez con Carlos Hernández. Siempre habéis mantenido un nivel discográfico muy alto, pero volver a trabajar con él en “Salve Discordia” os sentó de maravilla… Además de ser muy amigo, es técnicamente el mejor que conozco. Resulta muy sencillo grabar con él, se hace de forma muy natural. No se interpone entre el grupo y la tecnología. Al final, muchas bandas acaban sonando completamente diferente en los discos a lo que suenan en directo. Y Carlos es un productor a la vieja usanza: si el grupo posee un sonido, intenta que quede lo mejor posible en los discos. Nos conoce desde hace muchos años. Cuando nos metimos en la grabación de “Salve Discordia” y, más recientemente, en la de “El Gatopardo”, no pensamos en otra persona. Él también nos controla el sonido en directo y, a medida que vamos componiendo, es casi el primero que escucha las canciones en la furgoneta. Está muy integrado en el proceso desde el principio. Carlos consigue que las cosas súper-difíciles salgan fácilmente.
Si “Salve Discordia” se dirigía líricamente hacia el caos mundial, en “El Gatopardo” os concentráis en España, pero sin abandonar parte de la simbología de aquel disco. ¿De dónde viene vuestra afición por la mitología esotérica, la simbología mágica y la imaginería religiosa que habéis cultivado en vuestros últimos trabajos? Nuestra cultura como europeos, españoles o gallegos viene influida por toda esa simbología. Es como una gran olla llena de símbolos y tantas otras cosas y personas juntas… Por eso no creo absolutamente en nada relacionado con la pureza nacional; soy poco nacionalista en ese sentido. Más bien todo lo contrario: creo en el caos que se forma cuando la gente se une, procedente de muchos lugares, con ideas distintas. Al final, todo eso que va saliendo es la cultura. Eso me atrae muchísimo, al igual que el rollo religioso a la vez que pagano que hay en Galicia. Todos esos elementos me parecen puntos de partida estupendos. Nuestras canciones hablan de cosas que nos afectan a nosotros y queremos transmitir nuestras emociones. Todo ese mundo pasado y futuro e incluso que no existe es fundamental para nosotros a la hora de hacer canciones, que deben tener esa parte incluida, si no sería todo muy prosaico. De ahí que no queramos hacer canciones muy terrenales, aunque podamos hablar de asuntos que sí lo son. Intentamos salirnos de la música de manual.
Vuestros mensajes siempre han sido punzantes, pero en este EP los mostráis con más claridad que nunca, con frases más directas y evidentes… Sí, porque sus cuatro canciones giran en torno a una misma idea. Pero si escuchas cualquier disco nuestro, como “Salve Discordia”, y eliges algunas canciones que rondan sobre un mismo tema, también te saldrá un conjunto de letras muy claras. Lo que ocurre es que en el LP, al ser un formato más largo, caben más canciones, de tal forma que esas ideas se mezclan con otras y acaban más diluidas o saltan de una temática a otra diferente.
Se ha afirmado con frecuencia que vuestras letras son crípticas y enigmáticas y que, a veces, resulta complicado extraer su significado. Sin embargo, parece que en “El Gatopardo” las habéis depurado. Quizá sean un poco más concretas, pero justamente por el hecho de que el EP sólo tenga cuatro temas. La temática así está mucho más cerrada, de principio a fin; hay menos caminos abiertos que en nuestros discos. También es debido a la duración del EP. Si en vez de hacer este EP con sólo esas cuatro canciones, hubiésemos decidido añadir otras tantas, estas serían seguramente de temática distinta, se mezclarían entre ellas y la percepción sería muy diferente. En “Salve Discordia” hay canciones que considero las más evidentes que he hecho en relación a su temática, como “Euromaquia”, que van muy al grano. Esa unidad temática es lo que buscábamos con el EP y una de las razones por las que decidimos que saliese en ese formato, no queríamos enturbiarlo más. Al mismo tiempo, deseábamos meter nuestras canciones más políticas y cercanas al mundo real a partir de ideas que se repiten a lo largo de la historia de España, de Europa y del mundo en general para expresar nuestra opinión sobre ellas.
Un buen ejemplo de esa intención en “El Gatopardo” es “Ciudadanos”, con esa última frase para el recuerdo: “Pobre hombre afortunado, siempre podrás comprar un poco de coca que sobre mientras proclaman que no existe izquierda ni derecha”. Hace mucho tiempo que intento hacer canciones inspiradas en la teoría económica. Estudié económica,s y siempre me ha parecido un tema que tiene su misterio, una parte de historia y otra de filosofía. Desde los inicios del grupo, he buscado aprovechar ese conocimiento al preguntarme: ¿se podrían hacer canciones pop basadas en la teoría económica? Hay algún apunte de ello en todas nuestras canciones, a veces algo más enterrado, pero siempre ha estado ahí. El punto de partida de “Ciudadanos” era hacer una canción con espíritu años 60, muy de la canción francesa y muy ye-yé, aunque quitándole toda la parte erótica y emocional para convertirla en una pieza súper-fría dentro de ese género. Al mezclarla con el tema de la teoría económica, intentando que resultara atractivo, acabó saliendo “Ciudadanos”. Pero no habla sobre el partido político, sino sobre esa ideología que, de hecho, creo que es una gran mentira. Lógicamente, está hecha con mucha mofa. Luego, lo de Ciudadanos salió solo, es el partido que representa toda esa forma de pensar. Queríamos meternos con esa ideología.
“Ciudadanos” también prolonga las variaciones en vuestro estilo practicadas en “Salve Discordia” con el dub-rock de “Desmadre Estigio” y el after-punk de “Seguidores”. Parece que ya habéis dejado totalmente atrás la creencia de que usabais siempre la misma plantilla sonora. El rock ‘n’ roll es un estilo básico, pero nosotros nunca hemos intentado esconder nada bajo el ruido. Aunque sí que “El Gatopardo” ha valido para experimentar un poco con nuestro sonido, con otro tipo de progresiones y armonías que eran nuevas para nosotros. Lo hemos tomado como un paso hacia lo siguiente que vamos a hacer, como en todos los discos anteriores. Pero este EP no supone que vayamos a abandonar la distorsión. Nos ha servido para desnudar mucho el sonido, jugar con progresiones y acordes cliché, algo que nunca habíamos hecho, y enriquecer nuestra capacidad musical.
“O Isa” es la mejor expresión de ello, envuelta en lo que denomináis funk-rock medieval. Ese era el propósito. Intentamos estudiar mucho la parte musical y los tratados de armonía para ir enriqueciéndonos. Está claro que, cuando tocas la guitarra, los dos primeros acordes te salen automáticamente. Pero, a partir de ahí, tienes que ir enriqueciendo tu música para conseguir algo que suene siempre nuevo. Este EP tiene el sonido menos Triángulo: no hay demasiada distorsión de guitarra, los instrumentos están colocados de otra manera, está compuesto de otra forma, incluso tirando de estándares pop que teníamos prohibidos hasta el punto de decir que jamás haríamos esa clase de cosas… Y “El Gatopardo” ha servido para ver cómo podíamos retorcerlos.
“O Isa” igualmente captura el espíritu del EP: canciones de escarnio y maldecir sobre nuestra historia como hacían los poetas y trovadores galaicoportugueses en la Edad Media. ¿Por qué os fijasteis en ese tema tan recordado por los alumnos gallegos de EGB y BUP? Esa corriente literaria me marcó en aquellos años. Empiezas a investigar y compruebas que, independientemente de la época y de los medios técnicos, su espíritu era muy punk. Había personas rajando de otras, reyes hablando mal de condes, aparecía una parte muy zafia… Es una riqueza alucinante. Realmente había una escena punk en el siglo XII en Galicia. El punto de partida de “O Isa” consistió en coger un estándar de canción de rock ‘n’ roll que en la letra se menciona el nombre de una mujer, pero en la tercera palabra le damos un giro. Ese detalle se enlaza con las cantigas de escarnio y de amigo, de las cuales muchas comienzan como una oda y aparece un insulto en el mismo verso. Cuando la compusimos estábamos escuchando a James Brown y mucha no-wave y volviendo a la escena post-punk de principios de los 2000 para pillar algo con groove, ya que nunca hemos sido un grupo de ritmos con groove. Este también fue el origen del EP, como idea que podía dar más de sí combinada con situaciones que se repiten en la historia de España que ves en la tele y te das cuenta de que suceden cada cierto tiempo. Están incrustadas en la historia del país.
Habéis conseguido que, sobre todo fuera de Galicia, muchos de vuestros oyentes se interesaran por profundizar en esos cantos y poemas medievales. No es habitual que un grupo de vuestro estilo se atreva a tirar de ese hilo y dé a conocer un elemento tan característico de la historia literaria gallega. Lo digo siempre: en Galicia nos vendemos fatal. De aquella época se ha perdido la mayoría de la parte musical, ya que no era literatura escrita, sino que se cantaba e interpretaba oralmente. Pero quedan muchos de los textos y son increíbles. Es un mundo que está ahí, que forma parte de la identidad de Galicia, pero se encuentra como enterrado.
El tema más redondo de “El Gatopardo” es, posiblemente, “Les Llevaré mi Cruz”, que constata vuestra tendencia a mezclar ruido, fuerza guitarrera y melodía. ¿Se puede afirmar que esa habilidad es vuestro santo y seña? Ese tipo de canciones son las que nos salen con menos esfuerzo, es la parte de nuestro estilo más natural. Si tuviésemos que hacer un disco en tres meses, nos saldría así, porque cuando nos juntamos nos salen fácilmente. Por eso hay canciones en todos nuestros discos de ese estilo, porque es nuestro molde.
Tampoco se puede decir que ese molde sea idéntico en todos los casos. Si comparamos “Les Llevaré mi Cruz” con, por ejemplo, “Barca Quemada” o “El Fantasma de la Transición”, se distingue que son diferentes entre sí, a pesar de sus aparentes similitudes. Es el palo que tenemos más interiorizado, es la clase de canción que más se asocia a nosotros. Son parecidas entre sí, claro, pero hay mucha variación armónica entre unas y otras. Quizá el oyente no lo acaba de captar, pero armónicamente la distancia entre “El Fantasma de la Transición” y “Les Llevaré mi Cruz” es la máxima que hay dentro de nuestras canciones. Eso sí, son muy reconocibles… Si sólo hiciésemos canciones de un tipo, serían de ese estilo.
El vídeo de “Les Llevaré mi Cruz” condensa perfectamente vuestro ideario lírico y estético. ¿Es la pieza visual que mejor os representa? Sí, pero todo el mérito es de Luis Cerveró. Lo conocemos desde hace tiempo y, como nos sucede con Carlos Hernández, no necesitamos decirle nada. Él conoce muy bien nuestra estética y lo que se le ocurre para una canción es justo lo que nosotros queremos que haga. El videoclip va creando nuestra propia estética y, a la vez, nosotros buscamos la estética del vídeo, algo que ya había pasado con el realizado para “De la Monarquía a la Criptocracia”. Luis nos pilla al vuelo, tenemos muchas cosas en común y también le encanta el simbolismo.
En ese vídeo reflejáis algunos de los males históricos de España, como la represión policial o la monarquía. Tal como está el patio actualmente, ¿sentisteis algún temor ante las reacciones que pudieran provocar sus imágenes con antidisturbios persiguiendo a niños o la reina Isabel con la cabeza cortada? En su momento lo comentamos, dada la época por la que pasamos, en la que vivimos a expensas de que un pirado se dedique con su bufete de abogados a perseguir cosas que cree que ofenden. No sabes realmente cómo puede reaccionar la gente… Bueno, no la gente. La gente no es el problema, sino que es cosa de unos cuantos… Pero Luis tiene la maña de colar esas ideas y ser capaz de poner a la policía corriendo detrás de niños sin que nadie pueda decir que debe ir directamente al juzgado. Lo que se quiso contar está ahí, pero veladamente. Es algo muy español, que se aprendió con la censura a lo largo de la dictadura de Franco y con todos los reyes chungos que hubo aquí. Los artistas, escritores y pintores siempre han sabido colar sus ideas críticas con el poder en formatos contra los que nadie podía decir nada.
¿Cómo observáis todo lo que está sucediendo contra la libertad de expresión en España? Desde luego, yo no metería a nadie en la cárcel por una opinión, una canción o incluso un insulto. Creo que es un retroceso… Más que un retroceso, hablando con Antonio Arias [Lagartija Nick] sobre esto, decía que no era un retroceso, sino que todo continúa igual. Nos contó el caso de un grupo de Granada que hizo una especie de disco conceptual sobre la Guerra Civil y en los 80 lo encarcelaron. Entonces llegas a la conclusión de que están los de siempre haciendo lo que han hecho siempre. El problema es que no hemos ido a mejor, hemos seguido igual.
Cada vez hay más grupos y artistas españoles que reflejan en sus canciones los efectos de la situación negativa que estamos sufriendo en nuestro país. Pero, ¿creéis que necesitamos que haya más ejemplos y que sus composiciones sean más protestantes, por decirlo de algún modo? Hablando de nosotros, “El Gatopardo” es muy político y crítico porque, en nuestro interior, era un tema del que nos apetecía escribir. Pero, si no nos apetece, no significa que seamos apolíticos o no queramos pronunciarnos. Simplemente es que no encontramos la manera o no nos apasiona hacer canciones así en determinado momento. Probablemente, en otra época no hubiésemos hecho este EP y, quizá, dentro de seis meses tampoco lo habríamos hecho. Al fin y al cabo, escribimos de lo que nos apasiona en cierto momento porque, si no es así, no nos sale nada. No podemos dirigir sobre lo que queremos escribir. Con lo cual, escribimos sobre lo que nos afecta. Ahora vivimos una época en la que los ánimos están a flor de piel, hay tensión, se nota que hay una sensación general del hartazgo. Me da rabia porque estamos las clases medias y bajas (o lo que sean) peleándonos entre nosotros, mientras los de arriba comen pipas viéndonos hacer el idiota.
Lo bueno es que, armados con ese discurso, llegáis igualmente a un público muy amplio. Tiene su mérito hablar de esos asuntos y que la audiencia lo acoja positivamente. Agradecemos que la gente escuche el EP y se muestre de acuerdo (o no) con lo que decimos, para eso hacemos música. Es algo que siempre ha estado presente en nuestros otros discos, aunque sé que “El Gatopardo” va a quedar como el disco político de Triángulo de Amor Bizarro. Pero, si juntas canciones del resto de álbumes, verás que no es un tema nuevo para nosotros. Sí que en el EP está todo mucho más hilado, hay cosas muy relacionadas entre las canciones, está escrito manteniendo una unidad y reforzando una misma idea.
Tú lo has dicho: “El Gatopardo” se verá como vuestro trabajo más político. Eso sí, aunque se centra en la historia de España, tiene un alcance universal. Puede asimilarlo cualquier persona que lo escuche, ya sea aquí o al otro lado del Atlántico. Ojalá sea así. Que el EP esté centrado en España es sólo un medio para transmitir nuestros pensamientos. Pasamos por una época de cambio brutal a nivel mundial; creo que va a cambiar el paradigma humano. Y lo que conocíamos como economía de mercado o capitalismo parece cosa del pasado, está saliendo algo completamente nuevo, un sistema económico nuevo o sistemas de poder nuevos, y lo estamos viviendo ahora. Nadie sabe qué va a ocurrir en esta era de turbulencias. Muchas de las cosas que eran válidas hace diez años para explicar el mundo no lo serán dentro de una década. Como músicos, es impensable que todo ello no se refleje en nuestras canciones. No podemos hacer canciones como si estuviésemos en los 60, porque nos encontramos en 2018 y los problemas son muy diferentes a los de entonces.
Vuestro reciente concierto en la sala Ochoymedio de Madrid ha sido un fiel reflejo de vuestro actual estatus de popularidad. ¿Cómo se logra algo así con un estilo tan furioso como el vuestro? Llevamos mucho tiempo en el negocio, hemos tocado sin parar, la gente nos ha ido conociendo… Al principio, en los primeros discos, tuvimos que romper la barrera de que la gente nos viera como un grupo underground.
Recuerdo que, en esa etapa inicial, hasta os veían como una banda macarra. Pero esa opinión se ha ido difuminando con el paso del tiempo, aunque habéis mantenido vuestra identidad… Gran parte del público se acostumbró a nosotros [risas]. No ha habido un gran cambio, aunque creo que nuestro disco más accesible sigue siendo el primero [“Triángulo de Amor Bizarro”]. No hemos aligerado nuestra fórmula para llegar a más gente. Lógicamente, nuestro sonido ha ido variando; como en directo, que hemos ido mejorando, pero no lo hemos hecho más asequible. Al contrario: veo cómo usaba los pedales en aquella época y cómo lo hago ahora y compruebo que actualmente llevo diez veces más de distorsión. Tenemos un sonido más compensado, pero sigue siendo el mismo de siempre. En los primeros años se nos etiquetó bajo el rollo moderno o hipster, siendo de aldea, orgullosos de aldea de toda la vida… Pero eso fue desapareciendo a medida que la gente se fue acostumbrando. Incluso gente que no nos sigue habitualmente, que nos ve una vez al año en algún festival o que no es fan del grupo sabe qué vamos a hacer.
Ha crecido tanto vuestra legión de fans que tenéis ilustres seguidores como Alfredo Duro, tan apasionado de vuestra música como cuando defiende al Real Madrid en “El Chiringuito”. Alfredo lleva escuchando música toda la vida: era mod en su época. Lo que sucede es que la gente lo conoce por el periodismo deportivo. Pero se nota que sabe de música. Durante todo este tiempo, hemos ido ganando público de otros estilos dentro del rock ‘n’ roll que nos detestaba al principio justamente porque teníamos colgada la etiqueta de modernos. Aunque después nos han ido respetando y han ido pillando nuestro rollo. Por ejemplo, un mod o un rocker no se acercaban a nosotros ni de coña en los primeros discos, pero con el tiempo quizá sí porque teníamos más puntos en común de los que ellos pensaban a base de tocar y de hacer siempre lo que quisimos.
“El Gatopardo” llegó después que celebrar el año pasado el décimo aniversario de vuestro debut. ¿Cómo lleváis que se os considere la chispa que encendió toda la nueva ola musical gallega que aún continúa a día de hoy? Realmente, nunca hemos pensado en ello. Recuerdo que en nuestros inicios había otros estilos, era otra época… Veías un grupo que hacía algo que te gustaba y pensabas que también podías hacerlo tú. Cuando los conocimos, Rafa y Zippo tenían sus propias bandas de estilos nada habituales en Galicia. Después vinieron más grupos de personas que ya estaban allí y que coincidieron por edad. Es cierto que, de repente, surgimos nosotros y muchísima gente se nos echó encima. Los primeros años en Coruña fueron demenciales. Había mucha gente a la que le gustaba ese rollo, así que era normal que, a partir de aquel momento, empezaran a salir grupos de un estilo parecido. Luego, la explosión de internet y MySpace dio pie a muchas más cosas. Ahora es más sencillo. Antes, los que escuchábamos un determinado tipo de música no nos conocíamos. Comenzamos y todo vino detrás. Supongo que alguien tenía que hacerlo. [FOTOS: Rocafort / Luis Díaz Díaz] [Más información en el Facebook de Triángulo de Amor Bizarro // Escucha «El Gatopardo» en Apple Music y en Spotify]