Muchos quedamos gratísimamente sorprendidos con la irrupción (creo que sí podemos llamarlo de tal forma para el oyente medio como el abajo firmante) de Emeralds hace un par de años, con aquel pluscuamperfecto “Does It Look Like I’m Here?” (Mego, 2012). El trío establecido en Cleveland presentaba entonces un álbum de una belleza casi inasible, riquísimo en matices, que encandilaba de principio a fin, desde esa preciosa portada hasta las últimas notas superpuestas fundiéndose al final de “Access Granted”, el tema que cerraba aquel LP. Cuán gozoso resultaba saber que en el último trimestre del año en curso íbamos a tener en nuestras manos lo nuevo de Elliott, McGuire y Hauschildt… Y, aun así, aunque el balance final de este “Just To Feel Anything” (Mego, 2012) es más que satisfactorio, ¿quizás esperábamos más? ¿Esperábamos otra cosa?
Entremos en materia. Se intuyen enseguida paisajes que beben directamente del post-rock más post y menos rock, como en el corte que abre el álbum, ese “Before Your Eyes” que nos pone en antecedentes de lo que va a suponer el contexto sonoro de todo el disco, y también (y quizás de forma incluso más abierta) en “Through & Through”, donde sí, se advierte una paleta cromática más new age que otra cosa. Y no, esto no lo digo en un sentido esencialmente peyorativo. “Adrenochrome” remite de manera irremisible a las composiciones que históricamente más nos han gustado de los hermanos Hartnoll (busquen los más jóvenes aquel “Orbital” -Ffrr, 1991- verde, el “Orbital 2” -Sire, 1993- marrón e incluso “Snivilisation” -Ffrr, 1994-); es una gozada detenerse a escuchar cómo se va abriendo el tema en capas hasta deshojarse por completo y cerrar en una coda apuntalada por un riff de guitarra que se va fundiendo a negro. “Everything Is Inverted” recupera la pulsión de “Adrenochrome” con una taquicardia llena de extrasístoles y de nuevo unos zumbidos con guitarra eléctrica acompañando la tensión rítmica de todo el asunto. No es, empero, mi cosa favorita del mundo este adorno casi space-rockista que acompaña parte de los temas de la nueva obra de Emeralds, de forma más manifiesta en el mencionado “Everything Is Inverted”; y, aun así, las composiciones no parecen resentirse y el resultado es, efectivamente, notable. Antes de acometer los dos últimos temas del disco, aparece esa pesadilla sónica llamada “The Loser Keeps America Clean”, que bien hubiera podido musicar (por así decirlo) aquella maravillosa majadería que era “Darkened Room” de David Lynch. “Just To Feel Anything”, el tema, es un arrebato de profunda melancolía, vertebrado por un línea de bajo que es pura nostalgia ochentera, una reverberación subacuática casi imperceptible y de nuevo un punteo de guitarra, en este caso (pienso) intachablemente empastado. Ergo, temón de los finos, de los de gustar muchísimo.
Llama la atención la relativamente escasa duración del álbum. Apenas cuarenta minutos que ayudan a evitar eventuales distracciones o disgregaciones en el oyente: uno puede identificar perfectamente cada canción tras apenas un par de escuchas; el poso de lo aprehendido resulta por tanto más patente, más concreto. Los siete temas de “Just To Feel Anything” concluyen con esa epopeya casi progresiva llamada “Search For Me In The Wasteland”, que nos deja tocados y hundidos, como si Alvin Straight (por citar de nuevo a Lynch) se hubiese cruzado medio Midwest en un platillo volante destartalado en vez de en su segadora. Quizás “Just To Feel Anything” carece de la pegada que uno podría esperar en la continuación del modélico “Does It Look Like I’m Here?” y no serían insensatas las acusaciones de cierto inmovilismo (o dispersión, incluso regresión) en la evolución de su sonido. No obstante, Emeralds despejan cuantas incógnitas surgen en su ecuación en busca del temblor de quien escucha. La atmósfera por encima de la textura. El pálpito sobre la máquina. Y ahí sí, disparan y aciertan.