No sé si Ellie Goulding y Victoria Hesketh aka Little Boots comparten teléfono, pero igual en un momento determinado les hubiera venido bien. La primera tenía que ser el bombazo british de 2010 y la segunda del 2009. Ambas estuvieron muy arriba en esa famosa lista de nuevos talentos a seguir que saca la BBC cada año y la primera llegó incluso a ganar el Music Choice de la célebre cadena de radio. Ambas, además de compartir grandes expectativas, compartieron grandes descalabros. Más o menos merecidos. Si Little Boots tuvo que afrontar que público y crítica sencillamente no asimilara la revolución synth post-Vogue que proclamaba su «Hands» (Warner, 2009), la segunda decepcionó a propios y extraños con su «Lights» (Polydor, 2010). Se la acusó de ser un poco que ni chicha ni limoná. Ni tan folkie e intimista como prometían «Guns and Horses» y alguna versión de Bon Iver, ni tan pistera como podían indicar los singles «Starry Eyed» y «Under The Sheets». Ellie pecó un poco de ser lo peor que se puede ser en el pop: tibia y sosainas; y la falta de riesgo de aquél primer disco, que con los años gana puntos por resultar bastante personal y atemporal, fue arrollada por otras bestias mucho más escénicas y con las armas mejor cargadas, como Florence (+ the Machine), Marina (and the Diamonds) y Adéle (ella consigo misma).
Bien, pues parece que la británica no quería repetir el mismo error con su segunda entrega y en «Halcyon» (Interscope, 2012) ha optado por poner toda la carne en el asador y rebozarse en la pista de baile a base de EDM bailongo que parece ser que es lo que se lleva. Digo yo que el hecho de que esté saliendo con Skrillex tendrá parte de responsabilidad (durante la gestación de «Lights» fue novia de Burial: a eso lo llamo yo ser bastante grupi, además de ir a peor). ¿Y qué ha cogido la rubia de compartir sudaderas y mantas con el enfant terrible de la electrónica para las reses, además de un peinado muy pero que muy feo? Pues un buen montón de arreglos pisteros, dubsteperos y muy facilones pero que amasados con su preciosísima y característica voz no quedan tan terribles como a priori podría parecer. Goulding ha optado por convertirse en una de esas bestias escénicas que le pasaron por encima hace un par de años y lo hace defendiendo un vacío que ni siquiera Florence ha podido llenar (por mucho que se haya aliado con ese Calvin Harris que, por cierto, también mete cuchara en este disco en «I Need Your Love«).
Ellie se deja bastante de noñerías en este album y tira por la tangente, y en algunos momentos suena muchísimo (y bien) a Passion Pit, unos que saben mascar bastante bien lo que se come en las pistas de baile. En este disco hay arreglos a lo pitufos maquineros (o cómo hacer de una canción muy simple como «Only You» una locura total), coros de sirenas con transtorno compulsivo, coros de gospel (no, en serio, en «Anything Could Happen» participa un coro londinense) samples loquísimos y rachas de fogueo vocal multivitaminado en las que Goulding es, sabiamente, la máxima protagonista. No hay ni rastro de la delicadeza de algunas canciones de su debut. Bueno sí, también hay momentos para la bajuna impresionista en la segunda mitad del disco (la preciosa «Halcyon«, la dubstepera de más»Hanging On» y «Explosions«) que, mejor ubicadas en el tracklist, le hubieran dado un empaque más homogéneo pero que no dejan de ser pequeñas joyas en las que la británica demuestra que sigue teniendo mucho tino poniendo su corazón encima de la mesa y escribiendo bonitas y descarnadas letras de pop romántico ( “I need to know I can still make explosions / on the day you wake up needing somebody”).
Así que nuestra chica se sacó un (nuevo) novio dj, se rapó el pelo igual que él y, pudiendo escoger entre ser una artista ñoñi más y ser una diva de baile, ha optado por lo segundo. Por lo menos lo intenta con bastante fiereza pero, aunque este disco tiene momentazos que seguramente bailemos más de una vez a lo largo de este año, a esta que escribe se le antoja demasiado apurado, como muy con ganas de gustar, mucho menos personal que aquél «Lights» que, visto en perspectiva, de verdad que no era tan malo. Habrá que ver cómo le va a Little Boots con ese disco sin título que está por venir. Esperemos que, si tienen que compartir destino esta vez, sea mucho más exitoso. De momento, lo que hemos escuchado de la Hesketh promete mucho más que todo lo que ofrece este disco por sí mismo.