La exposición «El Desacuerdo» de Miguel Rael llega a Espai Tactel para preguntarte: ¿cuánto tiene tu caída de voluntario deslizarse hacia el desastre?
Vamos a empezar la casa por el tejado. Concretamente, vamos a empezar la casa por unas preclaras declaraciones de Johanna Caplliure, crítica de arte, filósofa y comisaria: «Desde hace algún tiempo cuando observo las obras de Miguel Rael me pregunto por la posibilidad de describir el derrumbamiento. El proceso que se debate entre la demolición y la caída. Un trayecto entre la pasividad de ser derrocado por algo o alguien y el activo de desplomarse uno mismo. Pareciera que el fin es el mismo: precipitarse al suelo. Sin embargo, el desplome es la rendición de uno. Nadie te empuja al vacío, sino que tú eliges lanzarte«.
Y si hemos decidido empezar por el final es porque somos conscientes de que somos incapaces de sintetizar de forma más acertada la fascinación que desprende la obra al completo de Miguel Rael, artista que en los últimos tiempos ha explorado este efecto de derrumbamiento a medio camino entre lo voluntario y lo forzado en medios tan diferentes como el vídeo, la fotografía, la pintura, la escultura o la instalación. En todos ellos ha sabido trenzar con maestría la afición del minimalismo por la frialdad de formas con un postminimalismo mucho más subjetivo e inquieto.
Todo eso es lo que se podrá encontrar precisamente en «El Desacuerdo«, la exposición de la obra de Miguel Rael que este mismo viernes 16 de enero se inagura en Espai Tactel (C. Denia, 25-B) y que podrá degustarse en el ya imprescindible espacio valenciano hasta el próximo 27 de febrero. Será una ocasión irrepetible para enfrentarse a la incómoda realidad que Rael planta delante de los ojos del espectador, forzando su posicionamiento en esta lucha de contrarios en la que verdaderamente cuesta admitir cuánto tiene tu caída de voluntario escurrirse hacia el vacío y hacia el desastre.