El Bala es un nuevo restaurante barcelonés perfecto para amantes de la cocina saludable y flexitariana… Pero, sobre todo, para gente con corazón.
A un restaurante puedes ir movido, creo yo, por dos cosas: 1. Porque te apetece el tipo de comida que allá preparan, o 2. Porque te apetece el tipo de local en sí mismo. Hay restaurantes que ponen el acento en lo primero, en intentar destacar por encima de su competencia gracias a la maestría con la que ejecutan su propuesta gastronómica (una propuesta que, a nadie se le escapa a día de hoy, tiende hacia la especificidad más absoluta y no tardaremos en ver lugares especializados en, qué sé yo, ramen para ovolacteovegetarianos). Hay otros, por otra parte, que trabajan con mimo la experiencia que recorrerán sus visitantes (y sus paladares, claro).
Existen restaurantes, sin embargo, que consiguen tenerlo TODO. Y ahora viene cuando me pongo íntimo personal y os digo que hacía tiempo que no encontraba un restaurante que consiguiera aunar estas dos posibilidades trenzándolas en una misma propuesta como lo hace El Bala, abierto recientemente en el número 137 de la calle Aribau en Barcelona. Vamos, que más céntrico y más de paso no te podía pillar. Por un lado, El Bala se especializa en comida flexitariana (por mucho que más adelante me permitiréis desmentir y puntualizar esta misma afirmación). Y, por el otro, solo hace falta cruzar la puerta del local para sentir poderosamente el profundo cariño que se ha invertido en la concepción del espacio y en la propia experiencia en si.
Lo primero que verás al entrar en El Bala son las gigantescas -y muy reconocibles- ilustraciones de Sergio Mora con aroma circense y tiki. Todo tiene una explicación, y esa explicación nace en la historia realmente fascinante de Eulogio Chamarro, un tipo de Albacete que viajó por todo el mundo haciendo de Hombre Bala en un circo, que se casó con dos (sí, dos) gemelas hawaïanas ante la imposibilidad de elegir solo a una de ellas y, sobre todo, que decidió asentarse con 68 años abriendo El Bala en la ciudad de Barcelona.
Vale, venga, no voy a engañar a nadie: Eulogio Chamarro no existe, pero si el corazón no te vibra ante el hecho de que los creadores de El Bala hayan creado una historia tan alucinante para darte la bienvenida, será más bien que no tienes corazón. Al fin y al cabo, a eso es a donde quiero llegar con este texto: a que El Bala es un restaurante para gente con (mucho) corazón. Tanto como Damián Mayol, el hombre que se ha dejado la piel para abrir este rinconcito en Barcelona (y que, mira, acéptame el consejo: si tienes la suerte de que ande por el restaurante cuando lo visites, deja que te explique él toda la historia, porque entonces saldrás triplemente enamorado).
Porque está claro que la propuesta gastronómica de El Bala es excelente… llámala flexitariana, llámala mediterránea o llámala como te dé la gana. Porque lo que tienen en común todos los platos de la carta de este restaurante es que consiguen equilibrar su cualidad de saludable con un sabor inigualable (que ya sabemos que por ahí confunden eso de ser saludable con escatimar en sabores y preparaciones). El menú de mediodía, con el plato dividido en tres porciones / sub-platos, cada uno de los cuales aporta algo diferente a tu dieta diaria (energía, fibra y fuerza, para ser más específicos), es una forma óptima de solventar tus comidas.
Pero donde especialmente brilla El Bala es en una cocina regentada por Rajnish Kapor y Damían Mayol de la que sale verdadera comida para el alma, con entrantes ineludibles como las sabrosas croquetas, el trío de hummus o el trinxat; y con platos estrella como el excepcional canelón de berenjena, la hamburguesa de legumbres, la fideuá de quinoa (con ajo negro) o los clásicos «al carbón», como los mejillones o los diferentes tipos de entrecotte. Otra recomendación: pedid siempre por los platos de temporada, porque de repente pueden haber exquisiteces transitorias como las gírgolas de roble y entonces ya puedes morirte tranquilo.
Lo dicho: está claro que la propuesta gastronómica de El Bala es excelente… Pero es que una propuesta gastronómica sin un corazón poderoso no es nada. Y en este nuevo restaurante está claro que late un corazón realmente impresionante que palpita en la comida, en la experiencia y en el cariño infinito que se ha puesto en el interiorismo (por parte de Marta Capdevila), repleto de detallitos en los que se intuyen largas historias a ser contadas a la lumbre de unas buenas bebidas de sobremesa. Si eres un talifán flexitariano, necesitas ir a El Bala. Pero si eres de los que comen con el corazón en la mano, lo necesitas más todavía. [Más información en la web de El Bala]