«La Muerte de la Bien Amada» de Marc Bernard es uno de esos maravilloso libros en estado de gracia escritos durante un tiempo de desgracia.
Hay libros que se escriben en ese brillante estado de gracia que otorgo un tiempo de desgracia… Y «La Muerte de la Bien Amada«, ahora publicado en nuestro país de la mano de Errata Naturae, es uno de esos libros. Su autor, Marc Bernard, lo escribió justo después de que le comunicaran que a su mujer le quedaba poco tiempo de vida: como todo amante a quien le den esa noticia, Bernard decidió tomar medidas drásticas. En su caso, estas medidas drásticas pasaron por poner por escrito los meandros de ese mismo amor para que, una vez sobre la página, fueran inmortales e imperecederos.
Nada hizo pensar a Marc Bernard, sin embargo, que este acto desesperado se convertiría en un libro que los lectores franceses de la época convirtieron en un clasicazo de la literatura mucho más que romántica. «Dos veces, y por mi culpa, estuve cerca de perderla. La conocí en el Louvre, ante la Venus de Milo, una mañana del otoño de 1938. Al mismo tiempo que ella rondaba la escultura, yo la rondaba a ella«, escribe el autor para dejar constancia desde un buen principio que esta historia de amor estaba destinada a pasar a la historia.
Y es que en «La Muerte de la Bien Amada» no sólo se narra esta historia de amor sin igual, sino que sobre todo queda fijada la fascinante biografía de Else Bernard, judía que tuvo que huir de su Austria natal durante el holocausto y que, una vez en París y dispuesta a dar el salto al otro lado del océano para buscarse la vida en América, vio cómo un encuentro delante de la Venus de Milo cambiaba su existencia para siempre. Se ha dicho comúnmente que el texto de Marc Bernard atrapa el escurridizo sentimiento del amor con una maestría pocas veces en un libro… Y, al fin y al cabo, ¿quién no se rinde ante una buena historia de amor?